XX.

Anya observó el gran barco que tenía enfrente y por un momento sintió que el tiempo retrocedía, cuando tenía cinco años y fue con su padre al ganar aquel concurso y que por suerte su madre había ido en el mismo crucero por trabajo. Habían estado en una isla donde hicieron varias actividades juntos y Anya había sido tan feliz.

Esas habían sido sus primeras vacaciones y donde los Forger fueron una familia real por primera vez.

El panorama de aquel entonces y el actual era muchísimo mejor, en ese momento ya no se sentía obligada a esforzarse al máximo por hacer lo que su padre necesitaba para que viera que era de utilidad y no la devolviera en el orfanato, como todas las otras familias antes. Siempre estudió lo mejor que pudo e intentó llevarse con el Segundo durante toda su infancia para que no fuera abandonada, algo que le costó olvidar...pero se sintió más segura cuando su padre le prometió que se quedaría con ellas.

Y más cuando sus padres comenzaron a dormir juntos y Alain llegó, eso le dio la seguridad total a Anya, algo difícil, al tener ese miedo tan recurrente. Pero ahora eran una familia, no tendría que estar sola nunca más... y por eso a pesar de que se había deshecho de esos pensamientos, aún se esforzaba por ayudar a su padre con esa misión, porque solo quería tener una vida tranquila con su familia, donde la vida de sus padres no se viera en riesgo por todo el caos en Ostalis.

Dejando de lado la situación de sus inseguridades, la acción de las misiones la atraía demasiado, desde que vio Bondman siempre quiso ser un espía y fue tan irónico que su padre terminara siendo realmente uno. Disfrutaba de salvar a la gente entre las sombras, como algunas veces había hecho a lo largo de su vida, como el día que detuvo a un hombre con una bomba, pero justo estaba en un momento de su vida donde estaba considerando que era lo que realmente quería.

Una vez que todo eso se terminara, que atraparan Donovan y que detuvieran el proyecto Apple ¿Qué es lo que haría? No estaba segura y no quería pensar en eso.

—Anya, subiremos ahora. —Su padre la llamó mientras le entregaba las maletas al personal.

Anya sonrió mientras abordaba el gran barco con sus padres a su lado y con Alain adelantándose corriendo por el puente de acceso inclinado. De forma normal era bastante tranquilo, como su padre, pero cuando se emocionaba, no se contenía.

Yor se adelantó cuando vio a Alain desaparecer una vez alcanzaron la borda y lo trajo a su lado junto con el resto de su familia.

—Es realmente increíble.

—¡Vamos a explotar, Anya!

Anya tomó a su hermano de la mano y salieron corriendo por el lugar, esquivando a la gente a su paso. Los ojos de Anya brillaban igual que los de su hermano, ambos se aventuraron en la borda, recorriendo el sitio y maravillándose de la piscina que estaba en la parte contraria del área de acceso, un gran tobogán en la piscina más baja, al ingresar al interior de reojo vieron una sala con muchos videojuegos, un golf en miniatura, un cinema, un casino al cual no les permitieron acercarse, un teatro y varias cosas más que no se detuvieron a revisar.

Sabían que debían regresar con sus padres si no querían ser reprendidos.

—¡Es fabuloso, Anya!

—Sí quizá, cuando era niña fuimos a un crucero más fabuloso que este, pero este no está mal. —Habló con cierta arrogancia, aunque la realidad es que Anya no recordaba que hubiera tantas cosas en el crucero que había ganado años atrás.

—¿De verdad? Debió ser una experiencia increíble. —Alain estaba realmente emocionado.

Anya acarició su cabello con reconfort, quería a su hermano pero en ocasiones era tan ingenuo. Llegaron al lugar de abordaje y vio a sus padres dándoles la espalda, podía reconocerlos con facilidad. Se acercó animada, vio a su madre girar para verla y levantó su mano en señal de saludo, Anya se adelantó más y fue cuando vio al candidato del Partido de Unión Nacional, Demetrius, enfrente de ellos. Por supuesto que esperaba verlo, pero no tan pronto, a fin de cuentas él los había invitado.

Anya caminó más lento con Alain a su lado, se acercó y justo cuando estaba a un par de pasos algo en particular llamó su atención. Los latidos fuertes retumbaron en sus orejas al ver junto a Demetrius a Melinda Desmond quien tenía los ojos ámbar fijos en ella, su rostro adornado por una sonrisa amable y a su lado estaba Damian, con un gesto inexpresivo. Sus miradas se encontraron un momento y sintió un nudo en su garganta cuando Damian ocultó sus manos en sus bolsillos y decidió que todo lo que sucediera alrededor era más interesante.

—¡Anya, Alain, qué bueno que están aquí! —Demetrius se veía realmente animado.

—¿Qué hacen aquí? —Fue lo único que Anya pudo decir, aunque la realidad es que quería decir que hacía Damian ahí.

—Anya —Loid la reprendió por aquella pregunta grosera, considerando que la habían invitado y esa pregunta había sido una descortesía.

Demetrius abrió la boca para decir algo pero Melinda se adelantó.

—Yo le pedí a Demetrius que los invitara para pasar estos días juntos, debido a la amistad de nuestras familias ¿acaso eso te es inconveniente?

Anya se sonrojó de sobremanera por la vergüenza y negó enfáticamente.

—No, lo siento, no quise dar en entender eso, Anya solo se sorprendió de verlos aquí. —Su mirada recayó un momento en Damian pero volvió a mirar a la mujer. —Es agradable tenerlos aquí.

Melinda le sonrió antes de regresar a hablar con los Forger sobre la asignación de habitaciones y los planes que tendrían esa noche. Por su parte Anya no sabía cómo sentirse, porque no tenía contemplado esa situación, si fuera solo Demetrius podría controlarlo, estaban sus padres y su hermano, servirán de distracción y Melinda era agradable, pero Damian...

—Anya, ¿podríamos ir a la alberca más tarde? —Alain llamó su atención que no dejaba de pensar en ello.

—Si, jugaremos mucho.

—Bien, entonces nos reuniremos para comer más tarde... y nuevamente gracias por considerarnos en su viaje. —Loid siempre mantenía los buenos modales, consideró que si Donovan hubiera estado ahí, hubiera sido más interesante.

¿Dónde estaba metido el ex líder del partido?

Ambas familias caminaron juntos hacia los camarotes, están cerca uno del otro. Anya compartiría con Alain y sus padres se quedarían en otro, Anya se encargó de desempacar y acomodar todo lo que había llevado, Alain fue más práctico y terminó antes y estaba saltando en la gran cama que compartían y cambiando el canal a la televisión que había.

La decoración de la habitación dejaba en claro que era lo suficientemente lujosa, la alfombra y como tenían su baño propio que era dos veces más grande que el que tenían en casa. Una vez que terminó con lo suyo, decidió salir a la cubierta y observó cómo el barco avanzaba lentamente por el agua. Estaban en el segundo piso del barco por lo que podía ver a la gente transitando en la piscina, pero su atención recayó en el agua que se abría paso por el barco.

Recordó que uno de sus objetivos era determinar si lo que había escuchado era cierto y Eplatre estaba consiguiendo niños donde fuera. Dudaba que en un crucero de lujo intentaran secuestrar a niños que eran demasiado relevantes, pero no podía desecharlo sin más. Debía prestar atención ante cualquier irregularidad sin ser notada.

Y su determinación impulsada por un deseo personal la llevaron a abrir la llave de su habilidad, dejando que todas esas voces fluyeran. Fue como si hubiera recibido un golpe duro y seco en su interior, privándola de todo el aire, sus pupilas se dilataron y se agarró fuertemente del barandal, la lluvia de voces fue abrumadora. Intentó respirar, necesitaba concentrarse para poder centrarse en voces independientes, algo que había estado trabajando en multitudes pero que no dominaba por completo, era agotador el escuchar a tanta gente.

Decidió centrarse en el piso donde estaban, pasando de reuniones de voces en voces, donde solo percibió cosas mundanas y sin sentido, solo eran platicas normales. Solo debía asegurarse de que...

Sintió unos brazos en su cintura y se sobresaltó con brusquedad, apartándola de toda la concentración, regresando a la realidad. Vio a Demetrius abrazándola y apoyando sus labios en su cabeza.

—Encanto —La voz suave sonó a su espalda, demasiado cerca, que la hizo estremecer. — Fui a buscarte a tu habitación, pero al fin te encontré. —La besó en su mejilla.

—¿Necesitabas algo? —Anya sentía las manos en su cintura y combatió con las ganas de alejarlo, pero él no apartó las manos de su cintura y podía sentir todo el cuerpo detrás suyo, pegándose a ella.

—Quería verte, te ves absolutamente exquisita. —Demetrius la soltó y quedaron de frente, él aún sostenía su cintura.

Anya se percató de los ojos hambrientos pero no de comida, se sintió inquieta y se removió, no tenía intenciones de ser devorada por ese hombre.

—Gracias, tú igual te ves diferente con ropas fuera de la de ser un candidato. —Demetrius tenía unos pantalones de vestir con una camisa de botones pero sin ningún saco, se veía más fresco de lo que normalmente lo haría. —¿Es hora de comer?

—Oh si, igual he venido por eso, nuestras familias están esperando. —Él le susurró acercando su boca a la garganta de Anya, con una sonrisa juguetona.

Anya se estremeció pero él rozó su nariz con la piel desnuda de su garganta y sintiendo las manos en torno a su cuerpo. Anya logró soltarse sin parecer brusca y lo motivó a girar en su sitio con una sonrisa en sus labios. Sin embargo Demetrius se adelantó y logró entrelazar su mano con la de la fémina.

—¡Vamos!

Ambos se dirigieron al restaurante del barco, al ingresar y acercarse a la mesa donde se encontraba el resto de sus familias, todos fueron conscientes de su llegada, el mismo Damian se fijó en específico de las manos entrelazadas antes de regresar la vista a su plato sin decir ni una sola palabra. Anya logró deshacerse del agarre y se sentó junto a su madre, quien le preguntó si había desempacado.

Con tranquilidad disfrutaron de una gran comida juntos, Anya de vez en cuando veía al hijo menor de Desmond, pero él en ningún momento volvió a mirarla, como si no existiera. Anya podía sentir la tensión flotando entre ellos a pesar de que el resto de la mesa hablaba sobre cosas banales.

Anya se concentró en disfrutar de su plato lo mejor posible e intentar pensar qué haría para asegurarse de que ahí no fuera a suceder nada, que ninguno de los planes de las farmacéuticas Eplatre y de Donovan se llevarán a cabo, debía estar lo suficiente atenta y para eso debía activar más su habilidad. Esos días serían complicados por lo que era de su interés, pero de igual forma se aseguraría de disfrutarlo.

Anya se observó al espejo asegurándose de haberse puesto bronceador en todo su cuerpo, dio la vuelta para ver su espalda, se sentía algo destapada con ese traje de baño a pesar de que era de una sola pieza, pero se apreciaban sus piernas y los tirantes con olanes y la tela adhiriéndose a su piel. Su madre se lo había comprado para la ocasión. Su mamá dijo que cuando lo vio, pensó que le iría bien, al ser de color verde similar a sus ojos, a Anya no le interesaba mucho la moda, por lo que su madre siempre elegía la ropa que le iría bien y en ocasiones Becky.

—¿Podemos irnos ahora?

Anya se acercó a su hermano, aplicó un poco de bloqueador en su rostro y asintió, ambos caminaron rápido hacia la piscina, Alain sostenía su mano con fuerza y la obligaba a caminar tan rápido. La pequeña versión de Loid observó el agua emocionado, soltó a su hermana y salió corriendo, hasta brincar al agua y salpicar.

Comenzó a nadar en círculos, Anya llegó a la orilla y observó todo a su alrededor, en búsqueda de algo sospechoso, pero parecía todo normal. La gran piscina estaba en el centro y al fondo se apreciaba un tobogán adaptado a los más jóvenes, alrededor había tumbonas alrededor donde había varias personas sentadas.

Agradeció que no estuviera Demetrius por ahí, la vería más tarde, era normal que él que era mayor no quisiera meterse a una piscina donde la mayoría de la gente eran niños. Además que le había dicho que inicialmente solo él asistió al crucero por una cuestión de negocios con unos socios, pero su madre sugirió que fuera un viaje en familia y que invitara a los Forger.

Eso le daba un respiro a Anya, se acercó hacia una de las sillas reclinables para dejar las toallas que había llevado para Alain y para ella, justo cuando iba a dejarlas en un sitio, cambió de opinión, caminó más adelante y se sentó en una silla con una sonrisa amable. Damian quien leía un libro apartó un instante su vista de las hojas y vio a la Forger sentada, observando deliberadamente.

Él la contempló, su mirada bajó un instante, evaluando y pronto regresó a su libro, con esa expresión fría e indiferente. Anya había pensado que ignorarlo sería lo más indicado, pero considerando que estarían ahí dentro un par de días juntos y que unos días atrás en el Edén su relación no parecía del todo mala, pensó que quizá en el viaje podrían actuar de forma civilizada. Y más porque había percibido que él la miraba mientras buscaba un lugar donde dejar sus cosas, podría ser una invitación a un trato normal.

—No esperaba encontrarte aquí ¿quieres jugar con Alain y conmigo? —Solo tenía unos short y su torso descubierto, algo que atrajo la atención de Anya por completo, jamás lo había visto de esa forma.

De pronto su rostro se sintió caliente y se encontró pensando que siempre lo había imaginado más delgado, pero la realidad es que se veía realmente bien y sintió un nudo en su garganta. Esa inspección no pasó desapercibida para Damian, que había estado observando como Anya lo miraba, centró de nuevo su atención en el libro, ignorándola.

—Al menos ¿podría dejar nuestras cosas aquí?

Él no hizo ademán de hacerle caso, giró una hoja, leyendo como si estuviera solo. Anya se enfureció al ver como la ignoraba olímpicamente.

—Tú...

Vio como Damian suspiraba, cerró su libro, se levantó y se sentó unas cinco sillas más lejos. Anya observó ese comportamiento dolida, dejó las cosas y se alejó, sin mirar atrás, con el enojo palpitante. Se había prometido que lo dejaría en paz, que Damian estaba mejor lejos de ella, pero en ocasiones... Quisiera poder hablar con él con normalidad, o al menos por cortesía. Estaba pidiendo demasiado, lo sabía.

Se adentró a la piscina sintiendo el agua agradable en su cuerpo y decidió olvidarse de todo, jugó con Alain toda la tarde, se subieron al tobogán e hicieron carreras en el agua con otros niños sobre quién llegaba antes, era toda una competencia. Pronto vio a sus padres en una de las sillas alejadas, hablando y conversando entre ellos.

Ambas familiar habían decidido compartir las comidas juntos, por lo que una vez ellos se encontraron en el restaurante pronto. Anya le dijo a Alain que era momento para salir, debían bañarse y arreglarse adecuadamente, uno de las desventajas de estar en un crucero de lujo, la exigencia de la etiqueta en los lugares fuera de la piscina.

Por suerte su madre le había dicho que podría ocuparse de arreglar a Alain, por lo que le dejó tiempo a Anya para preocuparse por si misma. Rebuscó entre sus ropas preparando un vestido sencillo blanco y justo cuando iba a entrar al baño, tocaron la puerta. No se suponía que nadie vendría ¿quién podría ser? se adelantó para abrir la puerta y se sorprendió de ver a Demetrius ahí de pie ante ella, quien la estudió aun en su traje de baño.

—¿De verdad me he perdido de esta visión? —Parecía furioso consigo mismo.

—Demetrius, estaba por arreglarme para ir al restaurante.

Demetrius se adentró a la habitación observando por todos lados, hasta que tomó asiento en el sillón que estaba junto a la televisión con total comodidad. Ella se quedó quieta en su sitio intentando pensar que es lo que se suponía que debía hacer. Él estiró su mano y Anya se acercó sin pensar en una manera de negarse.

—De verdad tengo que tomar un baño.

Demetrius tiró de ella, por lo que Anya terminó sentándose en las piernas de Demetrius, su brazo rodeó su cintura y los labios masculinos tocaron su cuello expuesto. Anya se estremeció al sentir los labios de él subiendo por su garganta y su mandíbula.

—¿Quieres que te ayude?

Su mente se nubló un instante ¿ayudarla en que? las manos tocando sus piernas desnudas la hicieron sobresaltar, su corazón latía inquieto. Fue cuando la idea de que ambos estuvieran solos en su habitación hicieron que quisiera salir de ahí. Su intención era evitar estos momentos a solas, porque ella misma no sabía que debería hacer si él...

Los labios de Demetrius rozaron los suyos y Anya lo empujó, levantándose pero él la tomó de la muñeca, tirando de nuevo de ella, para eliminar esa absurda distancia. ¿Debía golpearlo?

—Yo no...

La puerta sonó tres veces y ambos se quedaron quietos observando la entrada.

—Anya ¿estás lista? Iremos al restaurante, te veremos ahí. —Era Yor que tenía a Alain de la mano.

Anya aprovechó esa duda de Demetrius al ser atrapado ahí para soltarse del agarre, tomar su ropa y meterse al baño, cerrando con seguro. Se apoyó en la puerta con el corazón latiendo fuertemente, había sido salvada.

Por su parte Demetrius torció la boca preguntándose porque había sido una buena idea invitar a toda la familia, además que el que Anya compartiera camarote con su hermano era tan inconveniente... debió haberla apartado para él solo, para poder disfrutarla lentamente. Se levantó, sabiendo que Anya no saldría de ahí hasta que él se fuera, él no era alguien que forzara a nadie.

Suspiró frustrado y salió de ahí, pensando en alternativas para estar a solas con Anya.

Anya llegó un poco tarde a la cena, todos estaban ahí, y hasta la razón por la que se había demorado, Demetrius. Había evitado salir hasta que escuchó la puerta al otro lado y se asomó, para asegurarse. Esperó un tiempo considerable para no encontrarlo fuera de su habitación y eso fue suficiente para que cuando llegara, ya hubieran ordenado. Su madre le había pedido su plato favorito, hamburguesas.

Pero Alain le había señalado la mesa de postres que estaba al final y que era una barra abierta, es decir, podían tomar todos los que quisieran, por lo que ambos planearon ir al terminar de comer. Los Forger hablaron de las buenas instalaciones y como las habitaciones eran lo suficiente cómodas y que podrían ir al casino en la tarde juntos.

Anya terminó de comer y observó a su pequeño hermano que le lanzó una mirada con intención. Ambos se levantaron directo a la mesa de postres, ambos observaron alucinados la gran cantidad de postres que había, dejando en claro el crucero de lujo que era. Tomaron un plato y comenzaron a tomar cosas que no sabían en cierta ciencia era pero iban a descubrirlo de la forma más antigua, probándolo. Anya vio una tartaleta con fresas que se veía deliciosa, estiró la mano para tomarla, pero la tartaleta desapareció, alguien la había tomado.

Giró su rostro para ver al responsable, a su lado estaba Damian con un plato en sus manos, un par de postres y en medio de su plato la tartaleta que ella había querido.

—Oye, eso era mío.

Él la ignoró adrede, ya que eran los únicos ahí y estaba todo en silencio. Damian observaba los postres y tomó un par más, por supuesto que él sabría que era cada cosa, era su día a día ese tipo de vida. Anya frunció el ceño ante la actitud de Damian.

—Oh, eso se ve realmente bien. —Alain miró el plato de Damian al pasar a su lado, miraba la tarta que Damian le había arrebatado a Anya.

El menor de los Desmond observó el plato de Alain que tanto como podía, claro que probaría de todo.

—¿Quieres un poco?

El niño asintió y Damian tomó un cuchillo de mantequilla cercano, partió la tarta y dejó la mitad de la tarta en el plato lleno del menor de los Forger, quien se animó y salió corriendo a la mesa. Anya contempló aquella escena con un gesto estupefacto, porque Damian había hablado con normalidad con su hermano, le había sonreído y peor aún, le cedió parte de su postre.

Damian la observó con indiferencia, desapareciendo cualquier gesto relajado o amable de su conversación con Alain y se alejó de ahí, regresando a la mesa.

Anya regresó sin disimular su enojo y encontró a Loid hablando con Damian con facilidad, le preguntaba sobre la escuela, sobre ser un alumno imperial y él respondía con una sonrisa cordial y tan amable como siempre, como si nada hubiera sucedido, como si Anya y Damian siguieran siendo amigos. Ella era la única que recibe sus miradas afiladas y su odio concentrado, a pesar de que él dijo que no la odiaría, su corazón se estremeció dolorosamente.

Él la odiaba solo a ella, ahora lo sabía.

Una vez que terminaron de cenar, Demetrius le sugirió dar un paseo nocturno y ella aceptó, porque quería caminar por el barco sin que fuera sospechoso. Demetrius habló sobre cualquier cosa, algo a lo cual Anya no prestó ni la mínima atención, sino que tenía activado sus habilidades, rastreando pensamientos, pistas o algún intento de secuestro, pero no encontró nada.

Todo parecía estar en orden, pero no podía confiarse, debía estar alerta.

Anya presionó los botones rápidamente, observando la pantalla mientras dirigía a su personaje para golpear al contrario, miró a su contrincante, Alain presionaba los botones con el ceño fruncido, negado a perder, ambos hermanos eran competitivos y no aceptarían una derrota. Sin embargo, unos segundos después, Alain soltó un grito de victoria y Anya estaba arrodillada, incapaz de contener la frustración de perder.

Estaban en el arcade del crucero, a sugerencia de Alain una vez que salieron de la alberca y de comer, quería jugar todo lo que podía ahí antes de la cena, solo tenían un poco de tiempo antes de ir. El día empezó con el niño queriendo estar en la alberca desde temprano, lo cual liberaría el resto de la tarde para otras actividades, algo que Anya aceptó.

—Vamos a jugar otro, Anya.

—Si, elige uno, ahora vuelvo.

Anya vio a su hermano pasando entre toda la habitación que estaba a oscuras, unas luces azules estaban rodeando el techo y de igual forma era iluminada por las luces de todos los videojuegos, dando una apariencia atrapante. Salió para conseguir algo de tomar, recorrió el pasillo y una tienda llamó su atención, la de recuerdos.

Decidió entrar para ver lo que había y hacerse una idea de que podría llevarle a Becky de recuerdo, se sorprendió porque habían demasiadas cosas de donde elegir, desde juguetes, camisas, además de accesorios varios, igual vendían cosas para comer, ropa, equipo de buceo, era tan variado. Se enfocó en unos llaveros, quizá eso sería bueno.

Levantó la mirada para ver si había algo de beber, cuando vio a un hombre caminar enfrente de la tienda, su corazón se agitó, bajó la mirada y justo encontró unos binoculares. Los tomó y se escondió entre una repisa, pero que brindaba un panorama para ver por fuera, se llevó los binoculares y buscó entre la gente, porque le había parecido ver al mismo sujeto que había ido a reclutar niños en la escuela de su hermano. Si él realmente estaba ahí, significaba que algo malo sucedería. Necesitaba saber que haría a continuación.

No podía ubicarlo, quizá se había salido al exterior, debería encontrarlo. Corrió hacia la salida con miedo de perderlo, hasta que una mano sujetó su brazo, frustrada por ser detenida levantó la mirada para ver qué sucedía.

—¿Acaso quieres irte sin pagar?

Anya abrió los labios cuando siguió la mirada de la empleada y observó los binoculares que sostenía con fuerza en su mano.

—Ah no, realmente no, es solo que lo he olvidado.

—¿Has olvidado pagar? —La mujer levantó una ceja, dejando en claro que no le creía.

—No, no, olvidé que lo tenía, realmente no quería robarme nada, solo tenía prisa.

La mujer tiró de ella hacia el área del mostrador que estaba hasta el fondo de la tienda.

—No pensarás que creemos algo como eso, has intentado robarlo.

—No, realmente yo no soy así, yo... —Anya observó a su alrededor en búsqueda de algo que pudiera utilizar para librarse de eso.

Miró a la salida, si se demoraba más él se iría, él iba a lograr su cometido. Desesperada intentó buscar algo y... lo vio pasar.

—¡Segundo!

Damian quien caminaba enfrente de la tienda detuvo su atención hacia el interior y sus miradas se encontraron un instante. Anya lo observó con los ojos suplicantes, esas miradas que en el pasado habían compartido donde podía comunicar mucho sin decir nada, la forma en que ellos se entendían como nadie más, Anya dejó en claro lo que quería "Ayúdame"

Él la observó un instante, antes de seguir su camino, dejándola sola, como si no la conociera.

Anya entreabrió los labios dolida de aquella indiferencia, cuando ella más lo había necesitado, a él podría darle lo mismo si le sucedía algo. Tragó saliva al sentir su corazón estrujarse ante la frialdad y las ganas de llorar la aturdieron. Pero no era momento de eso, debía salir de ahí. Debía pensar en algo, debía... vio una oportunidad.

Se dejó arrastrar, hasta que con un pie empujó una torre de peluches, que cayeron como avalancha por la tienda. Anya aprovechó esa oportunidad y salió corriendo, sin mirar atrás, escuchó los gritos detrás, pero no era momento de eso. Corrió tan rápido hasta que salió al exterior, en la zona de la piscina, miró a ver a todos lados, en búsqueda de ese hombre, pero no había ni rastros.

Recorrió todo el barco con la adrenalina corriendo por todas su venas, sin encontrar ni un rastro de ese hombre. Regresó a su punto de partida, la piscina y la frustración de que se le escapara de los dedos hizo brotar su ira, había estado tan cerca. Levantó su mirada furiosa, su única oportunidad se había perdido, dio media vuelta y caminó decidida hacia el área de dormitorios.

Observó la numeración de cada uno de ellos, hasta que encontró la que buscaba. Tocó efusivamente la puerta, con el ceño fruncido y la furia escalando por su garganta. Si la puerta no estaba ahí, iba a tirarla o buscarlo por todo el lugar, para hacerlo pagar. Sin embargo, la puerta se abrió.

—Madre yo no... —Pero Damian se cayó al ver que no era su madre quien estaba ahí.

Ante él estaba Anya con el rostro enfurecido, quien sin pedir permiso se adentró a la habitación, pasando por el espacio libre de la puerta.

—¿Qué crees que haces? —Damian retrocedió nervioso observando su habitación como si de pronto estuviera pequeña, pero se detuvo junto a la cama, ambos estaban lejos por dos metros de distancia

Anya lo encaró, acercándose y dejando ver su enojo.

—¿Qué hago yo? Mejor dicho ¿Qué demonios crees que haces?! —Su voz dejó en claro su grado de enojo, Anya no se enojaba con facilidad. — He intentado que en este viaje nos mantengamos con la mejor cordialidad, porque vamos a estar aquí días, pero tú, tú eres tan difícil.

—Vete de mi habitación. —Damian quería cortar las cosas ahí.

Caminó en círculos un momento en un intento de calmarse, ignorando sus palabras, antes de volver a mirarlo.

—Estaba en problemas ahí atrás, te llamé y a ti te dio realmente igual, necesitaba tu ayuda ¡pero simplemente me ignoraste!

Damian se había mantenido en silencio todo ese tiempo, pero al verse en esa situación, donde Anya estaba cerca a la puerta y que sabía que no lo dejaría escapar, no tenía muchas opciones. Pero las palabras de Anya encendieron una mecha que había cuidado con detenimiento.

—¿Y por qué diablos deberían ayudarte? —Damian la observó con el ceño fruncido, con la ira contenida, una que había estado guardando fuertemente en su interior. —Tú y yo no somos nada, solo eres alguien que conocí.

Anya sintió el golpe certero y fuerte en su pecho, que le quitó el aliento ante los ojos congelados penetrándola, él jamás le había hablado así. El dolor fue tal, pero logró recomponerse, porque al fin, después de varios meses desde que todo se fue al diablo, podía hablar con él o al menos tener una especie de interacción, por mala que fuera.

—Si tú me hubieras pedido ayuda aunque no fuéramos nada, te hubiera ayudado ¡pero tú, tú! —Anya sentía la adrenalina correr, porque no solo estaba enojada porque la había dejado a su suerte, sino que por su culpa aquel hombre se le escapó y las consecuencias de eso podrían ser letales. —¡Me abandonaste! —Anya avanzó hacía él, con las lágrimas a punto de desbordarse de sus ojos.

No sabía si era la rabia, la forma en que él la miraba o por todo lo que había tenido que reprimir desde que su vida se despedazaba. Para su sorpresa Damian se adelantó, encarandola, lo suficiente cerca para que ella mirara aquella miel congelada, derretirse y dejar ver un calor sofocante.

—¡Tú me arruinaste! —El dolor fue claro en los ojos de Damian, su voz tembló por la cólera presente y como aquella herida que había cuidado, sangraba de nuevo, Anya quiso retroceder al escuchar la intensidad de la voz de Damian. —Durante todos estos años me entregué a ti, te di todo lo que era tú... ¡me dejaste solo!

—Yo no lo sabía, jamás dijiste nada. —Ella quiso defenderse.

Damian soltó una risa sarcástica.

—Todos lo sabían, todos eran conscientes de lo que sentía por ti. —Agregó en un susurro mientras pasaba su mano por su rostro, en un intento de controlarse — Siempre fui claro contigo Anya, durante todo este tiempo yo dejé en claro mis intenciones, hasta tus propios padres lo sabían, mi madre, todos. —Dejó salir un suspiro, no la había mirado en todo ese tiempo, pero lo hizo y Anya dejó de respirar al ver esa mirada rota.

—Si, pero tú siempre actuaste como mi amigo ¿Cómo podría saber que tenías otras intenciones?—Su voz sonó más débil de lo que pretendía ante esa contestación.

—Y realmente no hubiera estado mal que no sintieras nada por mi, desde el inicio hubiera aceptado mi lugar como tu amigo, realmente... pero tú... todo este tiempo me hiciste creer que quizá tú sentías lo mismo, actuando de esa forma, dándome entrada, y yo ingenuamente pensé que tú podrías corresponderme y lo di por hecho, ese fue mi error.

Damian se apoyó en la cama, sin mirarla, en algún momento los gritos pasaron a susurros.

—Si tú me hubieras dicho algo antes. —Anya intentó defenderse, pero su voz salió tan baja.

—¡Lo hice! te pedí que te quedaras conmigo, y aún así lo preferiste a él, entre todos a Demetrius —Presionó su mandíbula con fuerza.

—Yo lo siento... —Las lágrimas que había estado reprimiendo se derramaron por sus mejillas.

Damian dejó salir una risa de su garganta y la observó desde la cama, inclinó su cabeza hacia la derecha y dio un paso hacia ella,

—Lo sabías Anya, tú lo sabías, y solo disfrutaste de jugar conmigo todo este tiempo y aún así vienes a mi habitación a exigirme que te trate bien, a pesar de que destruiste todo lo que alguna vez habíamos tenido, tú nunca me quisiste.

—¡No es cierto! —Ella negó efusivamente. —Nunca he jugado contigo.

—¿Y qué demonios haces aquí? ¿no estás ahora con Demetrius?

—¿Y tú ahora no estás con Sigrid? —Anya levantó la voz, un disparo de adrenalina hizo que la ira regresara a ella, y más al recordar a Damian con esa chica. — Estás siempre con ella, yo intenté arreglar las cosas contigo, intenté hablar contigo cuando supe lo que habías querido decir en el baile, quise repararlo y tú simplemente decidiste irte con ella, tan fácil —La idea de que él estuviera con ella la estaba matando.

—¿Y qué? Es mi vida, puedo hacer lo que quiera y salir con quien me reconozca, tú seguiste tu vida, yo puedo seguir la mía, así que limítate a mantenerte alejada de mí, —Caminó hacia ella, Anya retrocedió de manera instintiva. — y ve con Demetrius, él seguramente te dio algo que yo jamás podría darte.

Anya intentó detener el avance, colocando sus manos en el pecho de Damian.

—¡Es que tú eres tan idiota! —Damian se sorprendió por el insulto un momento. —¡Sigues hablando y hablando, pero no me escuchas, he intentado hablar contigo desde hace meses pero tú siempre me mantuviste fuera, si fuera así las cosas se hubieran solucionado antes!

—¿Solucionado? ¿Acaso querías que me quedara callado y...?

Anya se estiró y sujetó su mandíbula, obligándolo a callarse y que la mirara, con su rostro contraído del fastidio, enojo e indignación.

—¡Si me hubieras escuchado meses atrás, lo sabrías, todas las veces que quise hablar contigo quería decírtelo, que al que quiero es a ti!

El silencio llenó la habitación un instante, esmeralda y ámbar encontrándose, en una lucha interna. Anya aun sostenía su mandíbula y Damian sostenía su muñeca con fuerza con la intención de sacarla de su habitación, las respiraciones agitadas por la discusión.

Damian fue el primero en moverse, en un rápido movimiento atrajo a Anya hacia él, colocó su palma en su mejilla y unió sus labios contra los suyos en un beso desesperado. Anya sintió su cuerpo chocar con el masculino, su mano presionando su cadera y atrayéndola lo más que podía hacía él.

Al inicio solo presionó sus labios contra los suyos, comenzó a moverlos con urgencia, desesperación, con todo lo que había estado reprimiendo. Anya siguió sus labios desesperados, ella misma compartía el sentimiento. La boca de Damian se abrió dejando salir su lengua y pidiendo acceso a la boca de Anya, quien la abrió y pronto sus lenguas se encontraron, profundizando aún más el beso.

Anya retrocedió en su sitio abrumada por el torrente de emociones que inundaban su cuerpo, sintiendo su cuerpo volar. Anya cruzó los brazos en el cuello de Damian, aferrándose a él, a no alejarse ni un centímetro, al sentimiento de Damian devorándola y a su corazón derritiéndose, queriendo estallar. Su cuerpo estremeciéndose y rindiéndose ante él. Damian la acercó aún más y pronto la cargó, ella rodeó sus piernas en su cadera.

Damian apoyó la espalda de Anya contra la pared, con sus labios moviéndose de manera dominante, entregándose a ese sabor, esa dulzura y deleite, algo de lo que había sido privado. Aquellos labios que ahora eran suyos, que lo hacían derretirse, que marcaría como suyos. Mordió el labio inferior de Anya y tiró de él, a lo que ella dejó salir un suspiro satisfactorio, un gemido que encendió el interior de Damian.

Él la observó contra la pared, con los ojos llorosos por haber llorado, su mirada entrecerrada y nublosa, sus mejillas sonrojadas y los labios hinchados, todo su interior se agitó fuertemente y los latidos ensordecían su audición. Su propia mente estaba nublada por sus propios deseos, por el momento que jamás pensó que se volvería realidad ¿acaso estaba soñando? debía escucharlo de nuevo, para asegurarse que todo ese momento era real. 

—Dilo de nuevo.

—¿Qué? —Ella apenas pudo pronunciar algo, su voz se había perdido, no podía pensar con claridad.

—Dilo

Anya intentó pensar, sus manos estaban temblando y su propio cuerpo dolía por la lejanía de Damian, ¿qué quería? lo conocía desde niños, ¿qué podría querer? él...

—Te quiero Damian, te quiero tanto.

Los ojos ámbar se encendieron en un fuego desconocido para Anya, tan fascinantes y cegadores. Damian desapareció la distancia entre ellos de nuevo, y la besó con el corazón en la garganta, la cargó, dejándola caer en la cama sin dejar de besarla, recuperando todo el tiempo que no había saboreado ese dulce elixir. Anya se aferraba a él, a seguir sintiendo ese sabor, sus labios encajando con los suyos, fue consciente de cómo él acarició sus piernas descubiertas, por la falda que tenía ese día, con la yema de los dedos y eso la hizo exhalar de nuevo contra su boca.

Sus manos se movieron más arriba y se adentraron a su blusa de tirantes rosa y acarició su abdomen, Anya se estremeció. Damian se alejó para recuperar el aliento y dejó un camino de besos por la mandíbula y cuello femenino, Anya se estremecía a cada ligero roce, la mano acariciando, sentía su piel quemándose, quería más de eso, ella quería mucho más.

La mano de Damian subió más, sintiendo la tela del sostén, se alejó del cuello femenino y la besó de nuevo, adentrando su lengua de nuevo, entregándose a aquella llama interior que lo consumía. Pegó su cuerpo lo más que pudo al de Anya, cuidando de no aplastarla con ambas manos a cada lado de Anya. Ella fue consciente de la presión de su entrepierna y el calor interno fue mucho más fuerte.

—Damian

Aquella voz y tres toques en la puerta los hicieron parar abruptamente, quedándose quietos un instante.

—Damian ¿estas ahí? —Era Melinda Desmond, quien se quedó quieta esperando ¿acaso no estaba en su habitación. —¿Estás bien? No bajaste a cenar y pensé que quizá podría pasar algo.

—Si, estoy, solo tuve un poco de náuseas, pero ya estoy mejor. —Damian sabía que si no decía algo, su madre podría entrar y... él no cerró la puerta.

Todo se quedó en silencio y Damian se quedó quieto, con la mirada hacia la puerta, esperando, con temor a ser descubierto en ese momento.

—Si quieres yo podría...—Melinda escuchaba su voz un poco extraña, tomó el pomo de la puerta, lista para entrar

—¡No! estaré bien, de verdad.

Se quedó pensando un instante antes de dejar caer su mano e irse de ahí.

Damian apoyó la cabeza en el hombro de Anya, intentando regular los latidos de su desenfrenado corazón. ¿Tanto tiempo había pasado que se habían perdido la cena? Por supuesto que su ausencia fue notable. Levantó la mirada viendo a Anya tan inquieta como él, se levantó y se sentó a su lado y con su mano se cubrió los ojos ¿qué hubiera sucedido si su madre no aparecía?

—Yo creo que.... —Anya se incorporó sentándose. —Debería irme, si tu madre vino, muy seguramente mis padres estarán buscándome.

—Si

Anya se levantó, se acomodó el cabello y la ropa lo mejor que pudo con el espejo. Caminó a la salida pero se detuvo y volteó a verlo, sus miradas se encontraron, ambos se sonrojaron y Anya salió de ahí, asegurándose de que no había nadie, dio un par de pasos e ingresó a su habitación.

Se apoyó en la puerta y sintió su corazón latiendo fuertemente y una sonrisa escapó de sus labios mientras se dejaba caer hasta sentarse en el suelo. 

¡No saben las ganas que tenía de soltar este capitulo! Hace tantos meses que tenía la idea y por fin pueden verlo, quisiera ver sus comentarios. Salió más largo de lo normal, por lo que me tomó mas tiempo pero al menos aqui aún es Domingo jajaja justo como prometí. Hubiera querido traerlo antes pero necesitaba que esta escena quedara perfecta. 

¡Y justamente en conmemoración del día donde el damianya se hizo canon por la confianza de Anya a Damian para confesar lo de sus poderes! 

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