XVIII.

Anya estaba recostada en su cama con las piernas apoyadas en la pared, fue consciente de como Alain entró corriendo, dio vueltas con un avión que tenía en las manos y salió de su habitación murmurando los datos de algún aterrizaje.

Sería tan sencillo volver a ser un niño de nuevo, donde no hubiera más preocupaciones que el pilotear un avión. Por suerte Alain no estaba en el Edén, rodeado de toda esa gente prepotente y conflictiva, lo cual agradecía porque no quería que su hermano se viera implicado en su vida caótica. Su pequeño hermano estaba protegido en la ignorancia y estaba feliz de eso, de verlo ser un niño normal.

Sin embargo, Anya no había podido dejar de pensar en lo que había estado sucediendo en su vida desde hace tantos meses, más específicamente estaba perturbada por lo que había sucedido el día anterior. Su salida normal con Demetrius se había descontrolado, había sucedido un enfrentamiento entre ambos bandos e intentos de secuestros. Anya se vio implicada en eso y había intervenido para ayudar a alguien.

Y aunque logró salvarlo, ella se vio obligada a huir para no morir a manos de un hombre que se notaba que iba a torturarla.

Lo único que el instinto de Anya tenía era el correr, poner tanta distancia como pudiera y justo cuando pensó que estaba por ser atrapada e intentaba idear algún plan para librarse de eso y justo cuando estaba por enfrentarlo, ese hombre se había ido y en su lugar había aparecido ante ella Damian Desmond.

Y el hecho de que la ayudara a salir de ahí fue como estar en un sueño de lo que tanto había estado anhelando durante todo ese tiempo, el poder hablar y estar con Damian con normalidad, como hace unos meses atrás. Pero la idea de que eso fuera un sueño, se alzaba más fuertemente en su mente, porque la cruda realidad era de que él la odiaba y no se dirigía a ella desde hace tanto tiempo.

Por eso mismo se lo había dicho de frente, porque necesitaba escucharlo, quizá si él le decía que la odiaba, las cosas serían más fáciles. Podría dejar ir poco a poco ese sentimiento... pero las cosas no habían salido como ella se esperaba, porque Damian se había comportado como el antiguo Damian, como aquel que la miraba de esa forma que le sacaba el aliento, que la envolvía en esa calidez asfixiante. Pero lo más confuso no fue eso, algo que fue un anhelo interior, sino sus palabras.

"—Yo jamás, bajo ninguna circunstancia, podría odiarte... —Pegó su frente contra la femenina y la observó como si esa distancia doliera. —Yo estoy haciendo todo esto por ti."

Anya había intentado con todas sus ganas de no ilusionarse por esas palabras, porque podría estarlo diciendo por la situación, pero lo que más le generaba conflicto era la ultima frase. "Estoy haciendo todo esto por ti" ¿A qué se refería con eso? ¿que estaba haciendo por ella? Lo primero en lo que pensó Anya era en el hecho de arriesgarse a ayudarla a pesar de que él mismo pudo salir lastimado de aquel enfrentamiento. Por suerte nadie los había visto al alejarse, eso porque la pelea real sucedió cerca de la pista de patinaje, ellos estaban unas esquinas más adelante. A pesar de que él estuviera de paso por el área, lo más racional era irse lo antes posible, se había arriesgado demasiado para volver por ella.

Quería agradecerle de alguna manera, pensó en hacerlo después de que lo vio perderse entre las calles y lo intentó en el Edén, pero había visto a Damian con Sigrid que parece no alejarse de él jamás. A él le gustaba o al menos lo permitía, eso a palabras de Becky, siempre sonreía cuando estaba con ella, por eso mismo Anya no pudo acercarse a él.

No se atrevía y menos por la manera en que Sigrid la miraba y se refería a ella, cosa que personalmente no le afectaba, no podía darle más igual, solo le importaría si Damian le dijera algo como eso. Y por su parte, Damian ya no parecía fingir que no existía, la miraba de reojo o en un par de ocasiones sus miradas se habían encontrado.

Quizá ese incidente de días atrás había hecho más tolerable su presencia.

Sin embargo pensó si Damian podría referirse a alguna otra cosa, es lo que le había dado vueltas todo esta tarde, pero no tenía sentido de otra forma, porque Damian no había hecho nada por ella. La última vez que habían hablado fue el día del baile, cuando toda su relación se fragmentó, por eso no tenía sentido.

Suspiró mientras dejaba caer las piernas en la cama y dejaba que su cabeza colgara en la orilla, le gustaba la sensación de la sangre subiendo a su cabeza. Cerró los ojos en un intento de despejar su mente.

—¿Es cómoda esa posición?

Anya abrió los ojos abruptamente, la impresión la llevó a retorcerse y terminar cayendo en el suelo. Ahí se lamentó pero abrió los ojos para ver si no estaba imaginando las cosas, pero ante ella estaba Demetrius, en la entrada de su habitación y a su lado estaba Alain con una sonrisa divertida en su rostro.

—Han venido a ver a Anya. —Por supuesto que su hermano había hecho eso a propósito, para molestarla.

Anya se reincorporó con su cuerpo adolorido por caer en tan mala posición, Demetrius le ayudó a levantarse y acarició su cabeza.

—Lo siento si te he asustado.

—No te preocupes, no ha sido cosa tuya. —Miró a su hermano quien sonreía antes de dar la vuelta y salir de ahí. —¿Qué haces aquí?

—¿Necesito una razón para verte? —Anya consideró que había sido demasiado brusca al preguntar. Él se acercó y acunó su rostro entre sus manos. —Estaba preocupado, ayer te perdí en la pista por toda la gente desesperada por salir y antes de poder buscarte, una pelea se desató, mis hombres intentaron encontrarte pero no estabas por ningún sitio. —Su frente se arrugó de preocupación. — Fue hasta que me confirmaron que habías asistido al Edén que pude tranquilizarme pero necesitaba verte. —Apoyó su frente en el hombro femenino. —Es un alivio que estés bien.

Anya se quedó quieta, esa era una de las cosas que igual la había inquietado anoche, que luego de separarse no había visto a Demetrius. Posiblemente sus hombres lo sacaron de ahí, pero... por alguna razón le sorprendió que alguno de ellos no apareciera para ayudarla. No es que necesitara una ayuda, pero fue extraño.

La noche anterior fue tan insólita que ya no sabía realmente qué había sucedido.

—Si, igual temí que algo te hubiera sucedido, porque nos separaron. —Anya solo dijo lo primero que se le ocurrió, no había pensando mucho en Demetrius.

—Las cosas se están poniendo tan intensas estos últimos días, las elecciones se acercan, hay tanto caos sobre qué sucederá, quién subirá al poder y los ideales que tendrá, que todo está saliéndose de control.—Se sentó en la cama de Anya como si todo el peso cayera sobre sus hombros.

Esa fue la primera vez que Anya vio a Demetrius tan vulnerable y preocupado por lo que podría pasar. Ella se acercó y acarició su cabello con aire ausente.

—Y tú... Una vez que ganes ¿qué planes tienes?

Eso pareció animarlo, ya que sonrió con un gesto juguetón.

—Estarás a mi lado en ese momento ¿cierto? —Anya se quedó quieta sin saber a qué se refería. —Pienso terminar con esa guerra sin sentido y suprimir a la oposición, solo quiero conservar a la nación, a la gente y su bienestar.

Anya había escuchado su discurso antes, ese era similar pero sus palabras parecían más intensas que de costumbre. ¿Suprimir a la oposición...se refería a los rebeldes que no querían que Ostalis se mantuviera unida o a aquellos que iban en contra de la separación? Actualmente había dos bandos, era difícil y algo muy importante elegir a cual irse.

—Tienes que causar una buena impresión, estoy segura de que lo lograras.

—Agradezco tus buenos deseos —Él entrelazó sus dedos con los suyos. —¿Tendrías problemas si salieras conmigo un rato?— Demetrius pareció pensarlo. —O podríamos quedarnos aquí...

Colocó su mano en su cadera y la atrajo hacia él, acto que Anya rechazó enseguida, quizá con más violencia de lo que pretendía.

—Pero mi madre no está. —Mencionó con indiferencia, quizá lo consoló en ese momento, pero la verdad es que no le emocionaba volver a estar a solas con Demetrius.

En ese momento se abrió la puerta dejando en claro la llegada de Yor que había estado comprando hasta ese momento.

—Estoy en casa, Anya, Alain —Su madre rió al ser recibida por su hijo menor.

Demetrius sonrió al saber que se encontraba de suerte. Algo con lo que había abandonado a Anya hace mucho. Por lo que terminó saliendo de la casa con Demetrius, solo se había cambiado por algo más casual, no quería pretender que eso era una cita, aunque él pensara que así era.

—Podríamos ir a mi casa —Fue lo primero que dijo Demetrius cuando el auto avanzó.

—No, realmente desearía que hiciéramos cualquier cosa lejos de eso.

Esas palabras dejaron a Demetrius en silencio, levantó una ceja confundido y finalmente relajó su expresión.

—Podríamos dar una vuelta por el centro de la ciudad, hay una tienda de chocolates que posiblemente podría gustarte.

—O podríamos simplemente ver unas tiendas por ahí.

Anya estaba bastante segura de que la tienda a la que se refería era a la que había ido tiempo atrás con Damian y no quería volver ahí con nadie más que con Damian, era uno de los pocos recuerdos que le quedaban de él. Demetrius terminó aceptando porque una vez que llegaron al centro de la ciudad, ambos bajaron y recorrieron la plaza central, entraron a varias tiendas y comieron en una cafetería, era un momento agradable, donde había mucha gente alrededor.

Cuando terminaron en la cafetería, se levantaron dispuestos a disfrutar de la fuente que había cerca. Pronto sería momento de regresar, pero fueron interceptados por un periodista.

—Candidato Demetrius ¿podría hacerle algunas preguntas? —Las cámaras estaban sobre él, el candidato asintió mientras respondía un par de cosas, algo a lo que Anya no le tomó mucha importancia, eran las típicas preguntas que había escuchado en la televisión, no había nada nuevo. —Para finalizar, podría tomarle una fotografía en compañía de su querida pareja?

Anya se dio cuenta de que era el centro de atención, por lo que negó con la cabeza.

—No, yo realmente...

—Por supuesto. —Sonrió Demetrius en respuesta.

Tomó a Anya del brazo y tiró discreta pero bruscamente de ella, presionando sus dedos profundamente en su brazo, algo a lo que Anya se quejó, pero Demetrius la acercó lo suficiente para colocarse de espaldas a ella y acercar su boca a su oreja.

—Tengo que causar una buena impresión, así que solo sonríe y quédate quieta.

Anya se estremeció ante sus palabras filosas, él la sujetó fuertemente de la cintura y ambos miraron al frente, con la imagen siendo captada por los periodistas, quienes una vez que terminaron de ahí, se alejaron agradecidos. Anya sintió a Demetrius soltando su cadera y tomando su mano.

—Eso ha salido bien ¿no crees?

Anya no dijo nada, solo pensó en la forma en la cual el carismático y audaz Demetrius Desmond le había hablado ¿de verdad era la misma persona que había conocido? pareció como si dejara en claro que si no cooperara, algo realmente malo sucedería, además que había utilizado sus propias palabras para ejercer presión. Su voz había sonado melodiosa pero letal.

Se subieron al auto después de unos minutos atrás y él rió con ligereza.

—Lo siento si fui un poco brusco, esto de las elecciones me están afectando.

Ella no dijo nada, simplemente miró a la ventana, preguntándose que no recordaba ni una sola vez que Damian hubiera utilizado ese tono de voz con ella, como si le ordenara y ella tuviera que obedecer, la sensación de que fuera así no le gustó nada.



Se asomó por debajo de la cama viendo su libreta tirada ahí, suspiró de alivio inclinándose y tomándola, había sudado frío de pensar que la había perdido y con eso la tarea del profesor de historia. Había dedicado gran parte de los últimos días para escribir ese ensayo, por lo que cuando terminó la clase y no vio su libreta, se sintió realmente nervioso.

No sabía cómo había llegado la libreta ahí porque solía ser muy ordenada, pero quizá la había dejado caer en algún momento.

Le había pedido una oportunidad al profesor para entregarla al terminar la clase, cuando tendría oportunidad de regresar a su habitación y buscarla, por suerte había dado con ella, solo quedaba ir a la oficina de profesores. Se levantó del suelo, dirigiéndose hacia la puerta, cuando sus pasos se detuvieron abruptamente.

Sus ojos se abrieron intensamente al ver a Demetrius de pie en la puerta de su habitación, con las manos en los bolsillos, era la última persona que quería ver en esos días. A pesar de que de niño Damian lo admiraba mucho de pequeño, ahora se mantiene lo suficiente lejos de él, debido a sus propios intereses.

—¿Qué haces aquí? —Su voz sonó más brusca de lo que buscaba.

—¿Esa es la manera de saludar a tu hermano mayor? —Demetrius sonrió de esa forma amable que lo representaba. —Solo pensé en saludar a mi hermano pequeño después de mucho tiempo.

Demetrius se adentró al cuarto como si fuera suyo y dio una ojeada a las cosas de Damian, viendo sus libros, tareas y cosas personales de forma superficial.

—¿Cómo va la escuela y todo ese asunto del alumno imperial?

—No hay nada nuevo que informar. —Damian se sentía tan inquieto de ver a su hermano moviéndose por su habitación.

Se adelantó a la puerta con la intención de dejar en claro de que era hora de irse y en consecuencia, él debía irse.

—Si me disculpas, es hora de...

—¿Dónde estuviste ayer? —Demetrius tomó una fotografía familiar que Damian tenía en la mesa que había junto a su cama y la observó con aire ausente.

—Aquí, por supuesto ¿por qué? —Damian se preguntaba a qué venía todo eso.

—Me preguntaba si de casualidad ayer te encontraste con Anya —Dejó la fotografía en su lugar y pasó el dedo por la cama perfectamente hecha.

—Es evidente que es así, estamos en el mismo salón de clases, eso es algo deducible hasta para ti. —Había lanzado el comentario más filoso, pero aquella forma en la cual Demetrius hablaba tenía un objetivo claro. —¿Por qué?

Demetrius caminó hacia él, quedando enfrente, con una sonrisa amable en su rostro.

—Porque a pesar de que has estado enamorado durante tanto tiempo de Anya y que al final ella terminó eligiéndome, sería demasiado patético que aún sigas intentando algo ¿no lo crees?

Demetrius le dedicó la mirada más letal que pudo al grado de hacerlo estremecer por lo que transmitían, por supuesto que quería someterlo y burlarse de él al utilizar esas palabras. Lo había cortado limpiamente en su pecho, atravesándolo, Demetrius siempre quería ganar y en ese momento quería mostrar su superioridad.

Damian había sido ingenuo de pensar que su hermano sería ignorante a todo lo que había sucedido con Anya y mucho más de sus sentimientos ¿acaso Anya le había dicho algo al respecto? Lo dudaba, pero Demetrius era alguien observador con una mente ágil, quizá el distanciamiento evidente y aquel día en la cena le dejó en claro que algo había sucedido entre ellos.

A pesar del daño infligido dejó salir una sonrisa torcida.

—Y si estas tan seguro de que Anya te ha elegido ¿porque te has molestado en venir aquí? —Damian se apoyó en la puerta cerrada con los brazos cruzados en su pecho, con aire pedante. —¿Acaso tienes miedo de que hable con ella? Ella es libre de hablar con quiera y si ella me busca, no me negaré.

La sonrisa en el rostro de Demetrius se esfumó y en un limpio y rápido movimiento acortó la distancia entre ellos y sujetó el cuello de la camisa de Damian, provocando que se golpeara la espalda con la puerta.

Damian observó los ojos negros y profundos en un intento de aplastarlo, de consumirlo en esa ira y frustración contenida con tintes de alerta. La mano en su cuello presionando más la ropa lo cual le imposibilitaba que pudiera respirar adecuadamente, sentía como su mente se volvía nebulosa mientras la mirada ardiente y letal de Demetrius lo destruía o al menos lo intentaba, un lado de Demetrius que no había visto antes.

—Estás estorbándome, así que mantente lejos.

Su mente se sintió difusa, la presión aplastante aturdió su cuerpo, era tan sofocante que le costaba respirar y con sus palabras retumbando en su cabeza, como si fuera una orden. Su cabeza iba a explotar, pero Damian no estaba dispuesto a dejarse aplastar, no de esa manera. Por lo que levantó la mirada, con una ligera sonrisa en el rostro e intentando evitar que su pecho se rompiera.

—Haré lo que quiera.

Logró apartar la mano de su cuello y fue cuando fue capaz de tomar un poco de aire antes de abrir la puerta  y salir de ahí, con más decisión en sus pasos de lo que pensaba. Se sentía mareado, quizá que su hermano lo ahorcara no traería las mejores consecuencias. Una vez que se aseguró de estar lo suficiente lejos, se sentó en el piso, no sabia ni donde estaba pero necesitaba descansar.

Se cubrió los ojos con una de sus manos, en un intento de controlarse ¿qué es lo que lo tenía tan afectado? ¿la letalidad de su hermano? por supuesto que lo sabía, no por nada había llegado a ser el favorito de su padre.

Esperaba que se fuera y lo dejara en paz, solo había dicho esas cosas para provocarlo, la realidad es que no había hablado con Anya en meses... aunque lo de ayer. Sacudió la cabeza y la apoyó en la pared, no entendía qué era lo que tenía tan perturbado a su hermano y como él terminó afectado.

Solo quería dormir y olvidar todo eso.



Anya caminó fuera del salón de clases, había olvidado su libro de texto y sin él no podría hacer su tarea. Quizá la Anya antigua hubiera dejado el libro ahí, pero intentaba mantener su título imperial, no había mucho más que hacer. Avanzó hacia la salida, pero se detuvo al ver a Demetrius salir de ahí.

No quería verlo en ese momento por lo que se regresó sobre sus pasos y dobló en algunos pasillos para ganar un poco de tiempo. Con un poco de suerte pensaría que se había ido, de todas formas era lo suficiente tarde, la gran mayoría del alumnado se había ido.

Caminó dispuesta a ir al patio y cuando los rayos del sol casi tocaban su cuerpo, se detuvo y retrocedió, deteniéndose frente a un cuerpo apoyado en la pared que le había pasado desapercibido antes. Observó a su alrededor, no podía ver a esa rubia cerca, por lo que se agachó y ladeó la cabeza.

—Segundo... ¿estás bien?

Él levantó el rostro y la observó con los ojos ligeramente entrecerrados, no parecía estar bien. A pesar de que sabía que no debería hacerlo, levantó su mano y pegó sus dedos a la frente de Damian, sintiendo el calor inmediato ¿acaso estaba resfriado?

—Estás caliente, deberíamos ir a la enfermera.

—No, no quiero ir a la enfermería.

Anya se mordió el labio inferior con muchas dudas en su cabeza, estaba lo suficientemente caliente para que fuera preocupante, debía hacer algo. Se levantó y lo tomó de la mano, tirando de él.

—Te dije que no quiero ir a la enfermería.

—Confía en mi segundo.

Él la observó un momento y pronto salieron al patio trasero, refugiándose en ese lugar que había sido suyo en el pasado. Al llegar ahí Damian se sentó contra un árbol y Anya desapareció un rato y volvió a parecer con una compresa fría que había tomado de la enfermería.

Se arrodilló ante él y apoyó la compresa en la frente de Damian, quien pareció aliviado ante el toque, repitió el proceso en todo su rostro, sin decir una sola palabra. No sabía que había pasado, pero recordaba verlo ese día con buena salud, quizá se había contagiado desde antes y ahora presentaba signos.

—¿Cómo te sientes? Podría traerte algo más —Ella estaba lista para levantarse.

Sin embargo Damian tomó su mano, evitando que se fuera, ella se quedó quieta.

—Estoy bien, no te preocupes.

Él la observó detenidamente, parecía algo mejor, al menos sus mejillas ya no estaban sonrojadas. Anya quería preguntarle muchas cosas en ese momento, era la primera vez en mucho tiempo que estaban de esa forma, pareciera que las cosas jamás se hubieran roto. Observó la miel derretida en sus ojos y se sintió emocionada de aquel gesto, quizá podrían hablar de vez en cuando... sabía que era egoísta de su parte pensar en algo así, pero era inevitable el no desearlo.

—Es la primera vez que estamos solos y yo... quería agradecerte lo de la otra noche, realmente si no hubieras aparecido seguramente no estaría aquí.

Aunque Damian había dicho de que su perseguidor se había enfrascado en otra pelea y eso aseguraría su huida, no quería minimizar el esfuerzo de Damian por ayudarla, había arriesgado su vida.

—No ha sido nada, no podía dejarte sola ahí cuando... —No continuó, pareció perderse en sus propios pensamientos.

Se sorprendió cuando sintió la mano de Damian en su mejilla, pero no se apartó, simplemente se quedó quieta ante esa caricia que había extrañado tanto, sus manos se sentían más cálidas de lo que normalmente estarían, pero era tan agradable. Hubiera querido quedarse de esa forma un poco más. Damian acarició su mejilla con fijación, sin dejar de atrapar los ojos esmeralda con los suyos.

—Tantas veces...

Pero Damian parecía no estar dispuesto a terminar las ideas que decía a medias por lo que Anya no era del todo consciente de lo que estaba diciendo. No obstante, cerró los ojos y dejó que él acariciara su mejilla, que le diera ese pequeño gesto antes de quitárselo.

Cuando todo eso inició ella no había valorado el peso o importancia de las cosas, fue hasta que dejó de tenerlas que fue consciente de que debería haberlo apreciado. Esos pequeños gestos y caricias de Damian eran tan gratificante, que de verdad pensó que ese era una especie de sueño de burla.

Anya lo vio moverse en su sitio, inclinándose hacia ella.

—¿Qué suce...?

Anya no pudo continuar porque fue silenciada por los labios de Damian que presionaban los suyos en un dulce pero decidido beso. El corazón de Anya explotó al sentir por primera vez los labios masculinos sobre los suyos y la forma suave en que se movían contra los suyos. Cerró los ojos entregándose a esa sensación que estremecía todo su interior.

La calidez invadió por completo todo su interior y sus propios latidos desenfrenados al por fin sentir esos labios...cuando había fantaseado con ellos, intentando imaginar que mientras tenía que resistir con Demetrius, el que de verdad estaba ahí era Damian, lo había querido tanto, que el por fin estar hacia la hacia temblar de la emoción.

Pero tan sorpresivo como inició, se terminó y Damian tomó su distancia, con las mejillas sonrojadas y sus ojos resplandecientes, sin dejar de mirarla.

—Al menos una vez, yo necesitaba hacerlo al menos una vez.

Anya se quedó completamente quieta en su sitio cuando vio a Damian levantarse y alejarse de ahí, sin dar la vuelta para mirarla. Ella perdió la fuerza de sus piernas y terminó sentándose en el suelo y acostándose, sentía el rostro caliente y le era imposible controlar a su alocado corazón.

Solo deseaba que Damian volviera y la envolviera entre sus brazos.

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