XVII.

Atravesó la puerta de entrada y de forma instintiva observó la última fila del aula. Era un hábito que había tenido últimamente y que sabía que debía erradicar, porque lo que menos quería es que se diera cuenta de que aún lo buscaba, además que verlo y no poder acercarse era su debilidad. Quería poder entrar y sentarse a su lado como unos meses atrás, pero actualmente temía que esa relación que habían tenido fuera obra de su imaginación.

Se sorprendió cuando vio los tres asientos vacíos de la última fila, su atención se dirigió a su asiento en particular viendo a su mejor amiga con su novio y su amigo sentados a un lado. El sujeto de su interés no estaba por ningún lado.

Se aproximó tomando el asiento vacío al lado izquierdo de su amiga.

—Anya ¿lograste terminar la tarea de lengua?

La chica asintió y le prestó a Becky sus apuntes para compararlos, vio a Becky hablando con normalidad con Ewen y se alegró de que pudieran arreglarse con facilidad. No quería involucrar a nadie más en la ruptura de su amistad con el ausente.

Giró su rostro de nuevo, se preguntó si algo había sucedido.

Se calló y permaneció en silencio mientras Becky hablaba sobre un capítulo de su serie. Anya pensó que tal actitud era porque Desmond podría estar lo suficiente ocupado con Sigrid, algo que a pesar de causarle un desazón en su estómago, no tuvo más que soportar.

Sin embargo se sorprendió de ver a Sigrid aparecer en la puerta del salón, buscar con la mirada a su objetivo y sin detenerse en nadie, dio media vuelta y salió de ahí. Pronto la campana sonó y era cuestión de tiempo para que profesor apareciera.

—Y ustedes... ¿qué hacen aquí sentados?

—¿No podemos sentarnos aquí, Forger? —Preguntó Ewen levantando una ceja.

—No me refiero a eso... —Anya se sentía nerviosa, porque sabía que lo mejor era no decir nada, se había prometido a sí misma alejarse. —¿Sucedió algo con el Segundo...digo con Desmond?

Ewen relajó su expresión, observó a Becky, como si estuvieran hablando entre ellos sin decir ninguna palabra y finalmente observó a Forger.

—No se sentía muy bien hoy, por lo que se quedó a descansar en la cama. —El profesor entró en ese momento. —No parecía nada grave, por lo que mañana vendrá normalmente a clases.

Anya se sintió más tranquila con esa respuesta pero al mismo tiempo se sintió como si hubiera fracasado en dejar atrás a Damian, algo que se había prometido por ser lo mejor para ambos. Sin embargo sabía que sacar a Damian de su vida y de su corazón sería la misión más difícil que tendría que llevar a cabo en toda su vida.



Apoyó la espalda en la pared observando el cielo de manera despreocupada, como si estuviera esperando a alguien, miró su reloj asegurándose los segundos que había pasado y fue cuando se asomó, con toda su atención fija en aquel hombre con traje pulcro, apariencia perfecta, el cabello hacia atrás y con dos hombres caminando a su lado.

Demetrius Desmond.

Lo había seguido desde su residencia hasta ese lugar, la zona perteneciente a figuras importantes e influyentes de Ostalis. Lo siguió el paso con su motocicleta y cuando lo vio detenerse, se estacionó varias esquinas atrás. Siempre prefería aquel vehículo porque el casco le permitía esconder su rostro. Corrió tan rápido como pudo para seguir sus movimientos lo más cerca que pudo.

Observó a su alrededor y con agilidad se subió por el edificio en el cual se escondía, por la parte trasera con ayuda de las escaleras para incendios. En el techo de aquel edificio de cinco pisos, siguió sus pasos y como se adentró a aquel sitio, encontrándose con el dueño. Los vio saludando y sentándose en una mesa que estaba en aquel gran jardín.

Parecía una reunión normal, era esperado que el candidato a la presidencia buscará gente que caminara a su lado en esa campaña. Sin embargo, pudo ver el gesto de desagrado que aquel funcionario intentó ocultar al ver a Demetrius llegar a su casa con total seguridad, sin ser invitado. Era evidente que no esperaba verlo ahí.

Los vio hablar y al funcionario alterado por alguna cosa que le habían dicho, lo vio respirando ruidosamente a través de sus binoculares y a Demetrius con esa sonrisa cordial que siempre lo representaba. Finalmente se levantó despidiéndose y a aquel funcionario señalando la puerta, dejando en claro que era hora de irse.

¿Qué es lo que el candidato le había pedido que aquel hombre rechazó?

Vio a Demetrius subirse al auto y alejarse, por lo que se movió rápidamente para seguirlo, dando la vuelta y arriesgándose a perderlo, todo por tomar la distancia necesaria para no ser notado. Lo siguió hasta las oficinas del Partido de Unión Nacional y a través de la ventana vio que estuvo ahí durante un par de horas en una reunión con altos mandos, entre esos hombres le pareció identificar a Donovan Desmond, aunque el acercarse a comprobarlo sería arriesgado. Pero no volvió a verlo en toda la reunión, por lo que no estuvo seguro.

Una vez que terminó ahí, se fue a comer a un restaurante cercano y finalmente volvió a subir a su auto, el cual recorrió las calles de Ostalis sin rumbo aparente, solo corriendo por las calles, hasta que pareció tomar una dirección en específico.

Lo siguió maniobrando entre los automóviles cuando el auto se adelantó, aceleró lo más que pudo, hasta que lo ubicó cuando pareció disminuir su velocidad. El auto negro se detuvo y pudo ver como descendía, con las manos en los bolsillos y se quedó quieto, esperando.

Estuvo ahí unos minutos hasta que Demetrius sonrió y se adelantó, encontrándose con una chica de cabello rosado, que le sonrió en respuesta. Lo vio abrazándola con fuerza y supo que era momento de irse. Todos los que habían leído un periódico sabían quién era ella.

Si Demetrius estaba con ella, se comportaría de la forma más decente, por lo que no tenía sentido quedarse ahí.



—¿Demetrius?

Antes de que Anya pudiera decir cualquier cosa fue envuelta por los brazos de Demetrius, acercándola a su cuerpo.

—Necesitaba verte, por lo que espero no te moleste mi presencia aquí sin avisar.

Cuando él la soltó, Anya lo observó con aquel traje azul oscuro y con la misma expresión amable que tenía en su rostro. La realidad es que él siempre se apareciera sin avisarle, no era nada nuevo. Pero antes de la Premier no se había aparecido por el Edén y se había limitado a hablarle por teléfono y ahora volvían de nuevo con esa dinámica.

—No, no me molesta, espero no estuvieras esperando hace mucho tiempo.

Había tenido una corta reunión de imperiales para hablar del desempeño y por eso había demorado más en salir.

—No, acabo de llegar —Él observó el autobús escolar alejarse y sonrió. —¿Hoy estás libre? Quisiera que me dedicaras un poco de tu tiempo en la tarde.

Anya lo consideró, tendría que avisar a sus padres y quizá ellos se opondrían al no querer que siguiera relacionándose con Demetrius. A pesar de que ella había dejado en claro que lo seguiría haciendo, cuando Loid llegó de su larga misión le dijo que se mantuviera lejos, que estaba involucrándose demasiado y eso nublaba su misión y que lo mejor era mantenerse al margen. Anya no quería eso, no cuando había decidido seguir con el fin de determinar qué relación tenían los Desmond con el proyecto Apple y si era cierto que lo replicarian.

—¿Qué tienes en mente?

—Quería que fuéramos a mi casa, solo quiero descansar, ha sido un día ocupado pero quisiera que estuvieras ahí, conmigo.

Y justo la mansión Desmond su principal objetivo, si había información sobre eso, debería estar ahí. Por lo que no lo pensó más y aceptó, por lo que fueron rumbo a la casa Desmond. Él le hablaba de algunas cosas de la campaña, como la oposición era bastante fuerte y que si quería lograr un cambio en Ostalis, debía conseguir que lo apoyaran.

—Quizá deberías darles algo que quisieran, llegar a un acuerdo donde sus intereses sean mutuos.

—¿Intereses?

—Ya sabes, todos quieren algo y se mueven de esa manera, por lo que si los benefician a ambos, terminarán estando contigo.

Demetrius pareció pensarlo detenidamente y luego sonrió, dejando en claro que había entendido su punto. Pronto llegaron a la residencia y subieron por la escalera. Anya se sentía perturbada al estar ahí, la última vez todo había terminado mal, por lo que no podía sentirse tranquila, a pesar de que sabía que él no estaría ahí, Ewen lo había dejado en claro, que estaba enfermo.

Anya no había dejado de pensar en eso, de que tan mal debería estar Damian para estar en cama. ¿Estaría mal? ¿acaso quería comer algo o tenía todo lo que necesitaba? En el pasado recordaba que en algunas ocasiones en el último año lo había encontrado con algo de fiebre, cuando se reunían en su lugar en el jardín. Él simplemente se recostaba con su cabeza apoyada en sus piernas y cerraba los ojos.

"Esto me hará sentir mejor"

Esa había sido su respuesta cada vez que Anya le decía que fuera a la enfermería, pero él la ignoraba, dejaba de moverse y antes de darse cuenta ella le acariciaba el cabello. Era su manera de dejarle en claro que estaría ahí con él, que lo cuidaría y tarareaba una canción que su madre le había cantado cuando estaba enferma o en ocasiones cuando no había querido dormirse de niña.

Eso siempre la tranquilizaba y Anya decidió aplicar eso mismo con Damian.

Él terminaba durmiendo en sus piernas y en ocasiones se habían saltado las clases, todo porque Anya no quería despertarlo cuando se veía realmente cansado. Parecía estar completamente en paz ahí, con ella. Eran esos momentos que Anya había atesorado, fijándose detenidamente en el rostro del Segundo, en sus labios delgados, su nariz, pómulos, la suavidad de su cabello, sus largas pestañas y la sensación que quedaban en sus dedos al acariciar su piel blanca.

Era el deleite secreto de Anya.

Esa memoria la llevó a ir hacia el área de dormitorios de hombres, algo que estaba prohibido para el sector femenino y mucho más para ella que no vivía ahí. Solo quería pasar y asegurarse de que no se veía mal. Por lo que con la adrenalina corriendo por su venas se asomó por la puerta.

Claro que había estado ahí antes, en varias ocasiones para acompañar a Damian para buscar algo o para pasar el tiempo. No solían quedarse mucho por la presencia de sus amigos y ellos preferían estar a solas. Pero sabía donde dormía Damian, donde colocaba cada una de sus cosas, y ella misma se había detectado su aroma entre las sábanas al recostarse en su cama mientras esperaba por que él encontrara lo que sea que hubieran ido a buscar.

Sin embargo, Anya no lo vio por ningún lado. Vio las sábanas de su cama desordenadas, por lo que dedujo que había salido un momento, quizá al baño. No quería que la encontrara ahí, por lo que cerró la puerta y salió de ahí tan rápido como pudo. No quería dar explicaciones y menos encontrarse con esa mirada fría que le dedicaba.

Esperaba que se encontrara mejor, se tranquilizaría mañana que lo viera.

—¿Anya? —Se sobresaltó al escuchar su nombre y ver a Demetrius observándola fijamente. —¿Todo bien?

—Si, todo en orden. —Se reprendió a sí misma por perderse en sus pensamientos.

Debía concentrarse, estaba ahí por algo más importante, había tanto en juego y debía dejar de lado todos esos pensamientos. Podría ocuparse cuando estuviera en casa por eso, ahora debía, actuar con normalidad. La intención era buscar información que comprobara lo que había escuchado de aquel hombre que, leyendo la mente de su madre después, se enteró que era un miembro de Garden. Si encontraba una vinculación con Donovan Desmond con el proyecto Apple, sabría que estaría en el camino indicado, para después detenerlo de la forma que sea. Podría comunicarle a su padre al respecto, a fin de cuentas el proyecto apple era un tema muy delicado para toda la familia Forger.

Algo que nunca se hablaba por lo duro que había sido para ella, sabía que sus padres la ayudarían de ser necesario.

Para encontrar la información, tenia que ir a la oficina de Donovan y para eso necesitaba una distracción para Demetrius, cualquier cosa y podría investigar un poco, encontrar algo. Se adentraron a lo que era una sala de estar donde había un largo sillón y se sentaron, una sirvienta trajo un poco de bocadillos, té, limonada para Anya y un poco de Maní. Eso llamó su atención, esa era su debilidad.

Demetrius se quitó su saco dejando ver la camisa blanca debajo suyo y se aflojó su corbata, se sentó a su lado lo suficiente cerca y recargó un brazo en el respaldo del sillón.

—¿Qué tal todo como alumna imperial?

—Todo en orden, he recibido calificaciones casi perfectas en el último periodo.

—Me alegra escuchar eso. —Demetrius se estiró, tomó el tazón de Maní, tomó uno entre sus dedos y se lo dio a Anya en la boca.

Ella lo comió encantada, viendo como él mismo se llevaba algunos a la boca.

—¿Y tú... todo en orden con todo lo que conlleva ser candidato?

—Si, todo parece estar bien.

—¿Y tú qué haces cuando... no logras tener lo que quieres? —Justo habían estado hablando de algo así en el auto, por lo que tenía curiosidad, no podía leer su mente por lo que tenía que ir a métodos primitivos para saber que pasaba por su cabeza.

Además quería preguntarle sobre el hombre que había visto salir de su casa la última vez y lo que había estado haciendo en la Premier. Quería preguntarle tantas cosas. Lo observó tomar otro maní y acercarlo a sus labios, esto sin dejar de verla con esos ojos oscuros penetrantes y se llevó el maní a la boca.

—Yo siempre obtengo lo que quiero. —Él se acercó un maní, ella se inclinó ante ese ofrecimiento.

Anya sostuvo el maní entre sus labios, sintiéndose nerviosa porque él la miraba de esa forma...extraña. Él se inclinó con agilidad y con ayuda de su boca, presionando la de Anya, le quitó el maní, pero eso fue suficiente para abrirse paso en la boca femenina. La besó intensamente, saboreando de esos labios dulces y tiernos, deleitándose de su sabor.

Demetrius rodeó su cintura y la atrajo hacia él, Anya solo se dejó guiar conmocionada por cómo todo había sucedido tan rápido y solo sentía los labios moverse contra los suyos. Sus manos descansaban contra el pecho del hombre y su instinto la llevó a querer empujarlo, alejarse de él, pero al mismo tiempo sentía esa extraña atracción. Pero su corazón dolía, porque no había querido esto.

A su mente vino el rostro de Damian, él sonriéndole, llamándola y viéndolo dormir en sus piernas, en aquel momento. Se forzó a sí misma a traer a Damian a su mente, imaginando que él era el que la besaba de esa forma y eso fue suficiente para que la presión en su pecho se relajara, todo fuera más llevadero.

Aún así sentía la cabeza nublada y difusa, no podía pensar en claridad, solo era consciente del aliento entrando en su boca. Hasta que Anya sintió una mano subiendo por su pierna, alcanzando su piel expuesta. Eso fue un ruido de alarma.

Lo empujó, cortando el beso y abrió los ojos, con el corazón latiendo fuertemente, mientras daba una gran inhalación, se sentía mareada por la falta de aire.

—Aire, necesito aire. —Mencionó en su susurro.

Vio a Demetrius con sus ojos encendidos y relamiéndose los labios, dejando en claro una sola cosa: quería devorarla.

—Lo siento, es que tú me haces perder el control.

Intentó volver a acercarse a ella para retomar lo que estaban haciendo, pero Anya se sintió desesperada. Si eso seguía así, no sabía qué era lo que podría pasar, por lo que debían salir de ahí o al menos ir a algún sitio donde no estuvieran tan cerca y mucho menos solos. Una idea vino a su cabeza, sobre algo que Becky le había mencionado horas antes

—¡Deberíamos ir a un lugar! —Su voz sonó más alto de lo que pretendía. —Yo, quisiera ir a un lugar contigo.

Demetrius la observó confundido y levantó una ceja, frustrado.

—¿Ahora?

—Si, es el lugar perfecto para una cita.

Él la observó detenidamente, como si considerara ignorar lo que le había pedido o seguir con lo que él quería, pero respiró profundamente y le sonrió.

—Haremos lo que tu quieras.

Anya se levantó tan rápido como pudo, poniendo toda la distancia y diciéndole los planes que tenía para esa noche, con su corazón latiendo desenfrenado, pensando que eso había estado demasiado cerca.

Había olvidado que al ser mayor que ella, él tendría intereses diferentes, algo que no había considerado, pero debía empezar a hacerlo. Ella misma nunca se había detenido a pensar que podría sentirse lo suficiente atraído a ella para intentar algo más, no era ingenua, sabía que tenía en mente, pero aquella "relación" había sido de salidas juntos, él jugueteando su mano y abrazándola por lo que nunca fue consciente de nada, hasta ahora.

Las cosas se salían de su control, sabía que lo ideal sería quedarse ahí y buscar la información que necesitaba, pero temía que si lo hacía, no podría detenerlo.

Por eso ahora se encontraban de pie ahí, Demetrius levantó una ceja y observó a su acompañante que sonreía abiertamente, como si fuera la mejor idea que hubiera tenido hasta ese momento. Una cita en una pista de patinaje. Podía ver a varias personas y parejas patinando, riendo o tomados de la mano, disfrutando aquel lugar con luces cálidas en el techo que iluminaban todo de manera tenue.

—¿Vamos? —Anya lo observó con todo el ánimo posible.

Demetrius quien había ido solo con la camisa blanca y con las mangas arremangadas observó de nuevo el lugar, como todos se movían y de nuevo a su acompañante antes de sonreírle en respuesta.

—Si, vamos.

Anya se quedó de pie en la entrada de la pista, con un pensamiento que acababa de venir a su mente, ella hace tanto que no patinaba. Había sugerido el sitio con el hecho de sacarlo de la residencia Desmond, pero ella no había utilizado patines desde que había iniciado en el Edén, lo cual... Era hace mucho tiempo. Contempló a Demetrius ingresar a la pista, dar una vuelta en la cercanía, como si quisiera familiarizarse con ello, haciéndolo de forma perfecta y pronto regresó junto a Anya, ofreciéndole la mano.

—¿Tienes miedo?

Aquello fue como un reto para Anya, porque ella, la futura agente Starlight no sabía que era el miedo o el retroceder. Sonrió con complicidad y se adelantó a la pista. Al inicio le costó mantener el equilibrio, por lo que Demetrius la sujetó de la mano, avanzando lentamente por la pista. Mientras avanzaban Anya comenzó a moverse mejor, como si su propio cuerpo recordara esa actividad, por lo que después de unos minutos ambos patinaban con libertad por toda la pista, con Demetrius sujetando su mano. Seguían el mar de gente que patinaba por las orillas de la pista y en ocasiones iban más al centro.

Anya realmente se estaba divirtiendo, Becky había tenido razón sobre ir a patinar si quería pasarla bien. Había dicho algo de ir con Ewen y eso relajó el problema entre ellos, su amiga se extendió contando a lujo de detalles toda su cita.

Becky había mencionado algo de un lugar cercano para comer, sintió la mano de Demetrius en su espalda cuando ella se detuvo para observar los restaurantes alrededor.

—¿Sucede algo?

—No, es solo que estoy buscando...

Pero Anya no terminó de decir lo que quería, porque fue interrumpida por un grito ensordecedor que llenó todo el lugar. Giró su rostro en búsqueda de la fuente de aquel grito, pero todo sucedió tan rápido. El ruido de un arma detonando, gritos y voces de conmoción y de pronto la gente de pista comenzó a moverse desesperados hacia la salida.

—¿Que...?

Para su mala suerte ellos estaban en el centro en ese momento, por lo que la avalancha de gente les vio de frente, empujandolos, Anya intentó resistirse pero los patines no ayudaban mucho y antes de poder pensar en algo más, la fuerza de la gente terminó por separarla de Demetrius. Giró su cabeza en su búsqueda, pero no podía verlo por ningún lado.

Fue arrastrada fuera de la pista de patinaje y terminó en el suelo, logró salirse del camino antes de que la pisaran. Se deshizo de los patines y se levantó, desesperada por intentar ver qué es lo que sucedía. Localizó a un chico a la distancia, cercano a una de las calles que era arrastrado por un hombre corpulento, el chico logró soltarse golpeando al hombre en el estómago e intentó correr, con el rostro impregnado de miedo, pero terminó tropezando. Aquel hombre se acercó, levantó su mano para golpearlo.

No se detuvo a pensar, Anya corrió tan rápido como pudo y logró interponerse antes de que aquel hombre golpeara al chico. Logró bloquear el golpe pero la resonancia hizo que sus manos que había interpuesto dolieran, por lo que terminó retrocediendo. De reojo vio como algunos hombres parecían pelear, no entendía que estaba sucediendo.

—¿Qué diablos eres?

—Tú te arrepentirás de enfrentarte con la agente Starlight —Sonrió con superioridad.

Aunque la realidad es que sabía que en cuestiones físicas no tendría ni la más mínima oportunidad. Por lo que empujó al chico que estaba detrás suyo con su pie y con una simple mirada le dejó en claro una cosa: "corre"

Esperaba al menos conseguir un poco de tiempo, no sabía quién era o qué sucedía, pero eso no parecía ser nada bueno. Al parecer aquel hombre quería llevárselo a algún sitio y aunque Anya sabía que no debía haber intervenido, estaba segura de que si se llevaban a ese chico, no podría asegurar una larga vida. ¿Para que querían secuestrarlo? ¿Querían obtener algo de su familia? ¿querían asesinarlo? Anya tragó saliva, porque el hombre enfrente suyo dejaba en claro que no estaban jugando.

Por suerte el chico terminó entendiendo lo que quería y salió corriendo. El hombre maldijo e intentó seguirlo pero Anya se interpuso, aquel hombre lanzó contundentes golpes con el fin de infligir un daño letal. Anya lo esquivó con la adrenalina corriendo por sus venas, recordando las lecciones de su madre y pensando cómo esa era la primera vez que ponía en práctica real.

Su madre era una asesina letal, la había adiestrado con disciplina a su petición, siendo bastante dura y Anya, después de todo el tiempo practicando, había logrado esquivar los ataques de su madre. Sabía que se contenía y que podía ser más veloz, pero al menos el nivel que su madre le había dado, logró superarlo.

Pero esa su madre a fin de cuentas y ese hombre, no estaba dudando en romperle la cabeza en cada uno de sus golpes. Retrocedía y sintió como uno de esos golpes casi la alcanzaba. Tragó saliva, debía salir de ahí, le había dado el suficiente tiempo al chico y esperaba que pudiera huir. Dio media vuelta y corrió rápidamente, pero pudo percatarse de que aquel hombre la seguía de cerca. Intentó perderlo en las siguientes esquinas, pero la gente alrededor seguía alterada, huyendo del enfrentamiento que sucedía. Escuchó un disparo y su pulso se disparó cuando notó que intentaban matarla.

Iba a morir, si la alcanzaba iba a terminar en el suelo e iban a rematarla.

Debía tomar la suficiente distancia, perderlo, corrió tanto como sus piernas se lo permitieron y se sujetó del muro de un edificio, utilizándolo de base para poder girar y adentrarse a ese callejón. Sus pulmones ardían y sus manos temblaban, giró para ver a su atacante pero no estaba siguiéndola, se detuvo para evaluar la situación. ¿Acaso buscaba que se confiara para atacarla? Miró a ver detrás suyo, encima y a todos lados, debía estar ahí, quería jugar con ella.

De pronto vio una figura aparecer en el inicio del callejón, por donde había venido, caminaba pero al verla se acercó rápidamente hacia ella, tan rápido que Anya solo tuvo tiempo de retroceder, lista para correr, pero terminó tropezándose con sus pies. Maldijo mentalmente y giró, utilizó su pie como impulso para correr, pero ese alguien sujetó su brazo fuertemente, evitando que corriera.

Anya intentó soltarse, utilizando toda la fuerza que pudo, pero aquel agarre era de acero. No podía escapar fácilmente, por lo que se giró para golpearlo con todo lo que pudiera. Cuando estuvo enfrente suyo acercó su puño a su cara, listo para darle tan fuerte pero al estar a unos centímetros se detuvo.

—¿Estás bien? —Él la observó fijamente, su cuerpo, pero no obtuvo la respuesta que quería. —Anya, respóndeme.

Unas manos sujetaron su rostro y Anya vio aquel color ámbar derretido, con tantas cosas desbordándose en él.

—¿Damian?

Él la ayudó a levantarse y nuevamente se aseguró de que no tuviera ninguna herida visible.

—No parece que estés lastimada. —La sujetó de la muñeca y tiró de ella. —Necesitamos salir de aquí.

Anya sintió como flotaba en una nube mientras era guiada fuera del callejón, cuando la luz de las farolas golpearon su rostro, se resistió, haciendo que él volteara a verla.

—Anya, tenemos que irnos, este lugar es un caos...

—¿Qué haces aquí? —Anya preguntó totalmente confundida de que él estuviera ahí, ante ella, como si solo hubiera aparecido. —¿Acaso estoy alucinando? ¿estoy muriendo? ¿qué está pasando?

—No es momento ahora mismo de hablar. —Intentó tirar de ella de nuevo, pero se resistió.

—Necesito respuestas, no entiendo nada.

Ella quería dejar en claro que no se movería a menos de obtener alguna respuesta. Damian suspiró, tiró de ella de nuevo dentro del callejón donde quedaban fuera de la vista de algunos hombres que corrían a la distancia.

—Estaba por el área cuando escuché un disparo, la oposición intenta imponer pánico, estaba huyendo cuando me pareció verte corriendo.

Anya escuchó su explicación, pero la realidad es que Damian no estaba mirándola a ella, sino alrededor, como si temiera que alguien viniera de pronto. Fue cuando la fémina recordó algo.

—¿Y el hombre que me seguía?

—Vi a un hombre corpulento peleando con alguien más calles atrás ¿a él te refieres? —Anya asintió con aire ausente. —Fue cuando me pareció verte entrar, pero tenemos que salir de aquí, esto es una guerra y si no salimos de aquí, estaremos en fuego cruzado.

Por eso mismo Anya se dejó guiar, ambos caminaron con precaución por las calles hasta que terminaron saliendo de la zona céntrica y pronto estaban por el área residencial, cerca de la casa de Anya. No hablaron ni se miraron, solo avanzaban, Anya observó cómo Damian sujetaba con fuerza su mano entre la suya y aunque sabía que no era momento, podía sentir el cosquilleo en su estómago.

¿De verdad estaba soñando? Había extrañado tanto su mano contra la suya y cuando vio que estaban cerca el pánico la llenó, miedo de que cuando él se fuera, todo volvería a esa agónica realidad. Se detuvo de nuevo cuando estuvieron enfrente de la casa de Anya, acto que no pasó desapercibido para Damian, quien la imitó. Anya logró soltarse de su agarre.

—¿Qué sucede?

—¿Por qué me ayudaste? —Ella tenía la mirada hacia abajo hasta ese momento que se armó de valor para verlo. —Aún más importante ¿Por qué estas hablándome? Tú has estado haciendo esto de ignorar mi presencia, sé que lo merezco, pero me resulta increíble que alguien que me odie tanto se haya arriesgado por ayudarme.

Damian la observó un momento y de pronto caminó en su mismo sitio, como si estuviera en un enorme dilema, debatiéndose consigo mismo. Se despeinó el cabello y volvió a mirarla, acercándose y tomándola del rostro de una manera cálida y delicada.

—Yo jamás, bajo ninguna circunstancia, podría odiarte... —Pegó su frente contra la femenina y la observó como si esa distancia doliera. —Yo estoy haciendo todo esto por ti.

Los ojos ámbar la atraparon en aquel vórtice de tantas emociones entremezcladas y sin más dio media vuelta y se alejó de ahí, dejando a Anya totalmente confundida en su sitio.  

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