XIX.

Tomó asiento en su banca al final del salón con aire ausente, escuchando las voces a su alrededor pero sin prestar la suficiente atención. Dejó sus cosas en su lugar y observó el salón de clases con detenimiento, buscando a alguien en particular y reprendiéndose a sí mismo de hacerlo.

Se había prometido que tomaría su total distancia como impulsor de sus adolorido corazón ¿y ahora esa determinación se había franqueado? Odiaba esas ojos esmeraldas que podrían hacerlo franquear y ahora esos labios que se había atrevido a probar al menos alguna vez. Todo era una guerra mental sobre lo correcto e incorrecto, sobre lo que quería, debía y no debía.

—No me sorprendería que fuera una manera de llegar a eso.

— La forma en que escaló es sorprendente

—Él siempre es atractivo con esa sonrisa, no hay un mejor partido, tan elegante, amable y encantador.

Damian fue consciente de esas palabras que resonaban a su alrededor y fue cuando se percató de cómo todos parecían atentos a alguna cosa específica en el escritorio. Su mirada se encontró con un Ewen a su lado que parecía inquieto de repente y le hablaba de algún lugar donde había ido el fin de semana.

—¿Qué es lo que sucede?

Los dos rubios se sobresaltaron de pronto y se miraron entre ellos.

—No se de que hablas, Damian.

—¿Qué es lo que tiene agitados a todos?

Nuevamente los dos rubios se observaron entre ellos como si estuvieran comunicando mucho con una simple mirada, debatiéndose e intentando buscar alguna excusa. Sin embargo Damian levantó una ceja ante ese secretismo y con una sola mirada dejó en claro que quería dejaran ese juego y que le dijeran.

Emile levantó a duras penas un periódico que unos chicos más abajo tenían y lo dejó enfrente de Damian, quien entendió al observar la fotografía lo que sucedía y la razón de tanto parloteo. En la página de sociales podía verse a Demetrius abrazando a Anya de la cintura y alrededor había texto sobre la candidatura del mayor de los Desmond y las preguntas que había respondido de su encuentro.

Eso fue un golpe directo que originó un desazón en la boca de su estómago, trayendo aquel familiar dolor en su pecho al ver a Anya Forger con su hermano mayor. Sin embargo sus ojos se centraron en la imagen del hombre que estaba un poco más atrás, en su rostro amable y sonriente, que te incitaba a votar por él.

Demetrius Desmond.

Damian aún podía recordar cuanto había admirado a su hermano de niño, cuando entró en la academia Edén. Damian fue consciente desde muy pequeño que Demetrius siempre ocupó un puesto importante junto a su padre. Era el primogénito de la familia y le llevaba varios años, por lo que su presencia era más relevante, había logrado grandes cosas desde niño, había obtenido su título imperial a los diez años, algo que nadie del Edén había logrado. La forma en que su padre sostenía su hombro en las fotos familiares, como en alguna cena de celebración por obtener las mejores notas, por ser el mejor alumno imperial, obtener las mejores notas y obtener el título tan joven, cada logro de Demetrius destacaba y su padre se mostraba orgulloso.

En alguna ocasión, antes de que Damian ingresara al Edén, recordaba como su padre había sostenido el hombro de Demetrius y le había dedicado una ligera sonrisa, o algo que parecía así, era una sola curvatura pequeña de la comisura de sus labios de Donovan.

—Pon en alto el apellido Desmond— Ese momento quedó marcado en la mente de Damian y una especie de celos.

"Si yo logro hacer cosas tan impresionantes como mi hermano, si consigo buenas notas, mi padre me notará, estará orgulloso de mi y mis logros"

Ese fue el pensamiento de él a tan corta edad, por lo que se aplicó para ingresar al Edén y lo logró, esperando algún comentario de su padre, algo que jamás llegó. Entendió que apenas estaba iniciando y no había nada que elogiar. Debía esforzarse, ser mejor y mientras lo intentaba, solo veía a Demetrius avanzando, logrando tantas cosas y su espalda se sentía tan inalcanzable.

Pero aún así Damian sentía tanto orgullo por Demetrius y como hacía que los Desmond destacarán y lo vio como su ejemplo a seguir y como un objetivo para alcanzar. Se esforzó sin dormir en cada examen, cumpliendo sus tareas lo mejor posible, consiguiendo las mejores notas que su conocimiento le otorgara, siempre se sobrexigía. Hasta que en primero de secundaria, a los catorce años logró obtener el ansiado título de imperial. Él estaba tan emocionado, porque al fin sentía que había alcanzado a su hermano, que al menos en un instante podría rozar su espalda.

Había acudido a decírselo a su padre, pero fue hasta la noche donde compartieron la cena juntos, después de meses de no hacerlo que se atrevió a hacerlo.

—Padre yo... he logrado obtener el título de alumno imperial.

Donovan que parecía absorto en sus propias cosas lo había observado desde el otro lado de la mesa con esos ojos pequeños, sin ninguna expresión en su rostro. Damian de verdad esperaba una ligera sonrisa o al menos una palabra que podrían indicar felicidad de su parte.

—Te ha tomado demasiado tiempo, ¿no? cuatro años más que tu hermano, lo cual es lamentable para el apellido Desmond, tú esfuerzo es tan deficiente, no avergüences a la familia de esa forma.

La sonrisa en el rostro de Damian se fracturó, presionó los labios en un intento de reprimir esos sentimientos negativos internos y solo asintió. Porque eso no era para nada lo que pensó que sería, eso era... terrible.

El pequeño Damian de catorce años había alzado el rostro luego de reprimir ese hueco interior doloroso y observó a su padre hablando con Demetrius con total fluidez, tan confiado y como un padre-hijo, algo que jamás había sucedido con él.

Esa fue la primera vez que la envidia llenó el cuerpo de Damian, la envidia y un gran resentimiento. Él se había esforzado tanto, sin dormir, sin salir y pensando únicamente en su estudios, ni un solo alumno más de su generación había logrado ser alumno imperial, él había destacado ¿y eso no era importante? ¿Por qué no? Damian sabía la respuesta, porque en la vida en la cual había nacido, jamás sería lo suficiente para su padre, porque Demetrius existía.

Siempre viviría bajo su sombra, sin poder respirar o tener un poco de luz, sería asfixiado.

Así había sido durante toda su vida, nunca nada de lo que había hecho había sido relevante, en cambio cada cosa con Demetrius era relevante. Y más aún con la carrera de Política que siguió como su padre y más ahora que era el candidato a la presidencia. Él era invisible con Demetrius siendo su hermano y su hermano lo sabía, lo invisible que era.

Demetrius tenía todo lo que él quería, a sus padres, reconocimiento, estatus, carisma y sobre todo, a Anya. Y era evidente que lo disfrutaba, ver como Damian se retorcía por arrebatarle todo y hasta el propio amor. Anya había caído en los encantos de Demetrius, lo había preferido sobre todo lo que él le había dado durante tantos años. Las dudas que había sentido antes y todo lo que sucedió días atrás se esfumó, recordando su posición y sintiendo la amargura escalando por la boca de su estómago hasta su garganta, asfixiándolo. Se entregó a ella y... no era suficiente.

Damian no era suficiente para nadie.

Apartó su mirada del papel cuando todo el salón se cayó y la atención se dirigió a la puerta de donde entraban Blackbell y Forger, alarmadas por el exceso de atención. Su figura confundida y avanzando por el pasillo acrecentó el dolor en su pecho, un dolor al cual se había acostumbrado, pero eso no significaba que fuera agradable.

Pasó el resto del día con ideas negativas en su mente, con aquella sensación de inferioridad que no podía apartar de su cabeza. Solo quería que ese día terminara, para que esa noticia del periódico se olvidara.

Sin embargo, Damian jamás tuvo buena suerte. Ese día en específico habían salido minutos tarde de clases por un ejercicio que habían dejado para resolver, lo cual los atrasó. El junto con sus amigos caminaban al comedor y enfrente de ellos estaban Anya y Becky caminando mientras murmuraban entre ellas.

Se detuvo en seco cuando vio a Demetrius salir del área administrativa, cruzó el pasillo que se encontraba solo porque el resto de los alumnos estaban en el comedor, encontrándose con Anya de frente, quien se sorprendió de verlo ahí, pero antes de que pudiera decir alguna palabra, Demetrius la tomó de las mejillas con sus manos y presionó sus labios con los de ella.

Damian solo pudo ver los ojos oscuros de Demetrius viéndolo con un deje de superioridad y burla, ante de que Anya lo empujara sorprendida, pero aquel sentimiento asfixiante regresó a Damian, esa oscuridad y amargura que lo habían llenado cuando los vio besándose por primera vez.

Un recordatorio de lo que había perdido, de lo que le habían arrebatado y se sintió tan miserable.

Anya se detuvo enfrente de aquella edificación y observó la entrada, no había nadie aún, por lo que había llegado a tiempo. Sus padres le habían pedido que fuera por Alain esa tarde al verse agobiados por sus trabajos, ella aceptó, la escuela no estaba tan lejos del Edén, había ido caminando y por suerte llegó a tiempo. Se había saltado la junta de los imperiales para poder llevar a cabo el encargo de sus padres, la realidad es que había estado huyendo.

Después de que Demetrius apareciera de esa forma y la besara enfrente de alguno de sus compañeros del salón y más específicamente de Damian, ella quería desaparecer. No le gustó aquel acto y se lo había dejado en claro.

—¿Qué fue eso? —Le había reclamado cuando se alejaron del resto.

—Lo siento, al verte simplemente actué.

—No me gustó para nada, estoy en la escuela, Anya no espera llamar la atención de esa forma.

Demetrius pareció pensárselo un momento antes de sonreír.

—Bien, dejaré eso para los momentos en que estemos solos.

Anya no había dicho nada, pero estaba realmente convencida de hacer lo imposible para que esos momentos a solas fueran reducidos, inexistentes y mantenerse lo más lejos de él.

Observó a su alrededor, hasta que un autobús pasó enfrente, con una publicidad de la película de Bondman en un costado. Lo cual la llevó a pensar en eso.

Realmente la película había sido muy buena, tanto que Anya estaba tentada a decirle a sus padres que fueran juntos a verlos o ella podría ir a solas con Alain, era un gusto que ambos compartían aunque ella era más fanática. Recordó algunas escenas de la película, hasta que su mente la traicionó al recordar escenas de la Premiere que había tenido lugar un par de semanas atrás. Anya sintió como si hubiera recibido un golpe cuando algo que hubiera querido olvidar vino a su mente, a Damian con labial en sus labios, labial de Sigrid.

Los recuerdos de ese día la atacaron y cómo los había encontrado en una escena tan comprometedora.

Y aún así la escena de unos días atrás vino a su cabeza, como él la había besado en el Edén. Anya se había quedado allí durante un largo rato en un intento de controlar los latidos de su corazón y entender si eso había sucedido. Se quedó quieta intentando memorizar los labios de Damian sobre los suyos y queriendo volver a sentirlos.

¿Eso podría haber significado eso? Esos habían sido sus pensamientos, si quizá él seguía queriendo o que al menos podría recuperarse un poco de lo que habían tenido. Sin embargo, todas sus dudas se fueron cuando al encontrarse con su mirada de nuevo más tarde después de la escena con Demetrius, fue que entendió que las cosas estaban realmente mal.

Todo lo que pensó que podría repararse, desapareció.

Lo había encontrado en la biblioteca antes de salir del Edén, un instante pequeño donde sus miradas se encontraron. Él la observó tan fríamente, atravesándola como una daga fría, penetrante y dolorosa, con ira contenida y un desprecio, un segundo antes de regresar su atención al libro que estaba leyendo y desde ahí, él no volvió a mirarla, como si no existiera. Quizá ella había malinterpretado las cosas, porque el que la ayudara en el atentado en la pista de patinaje pudo ser un acto de lástima y aquel beso... se lo atribuía a que había estado enfermo.

Un Damian racional se había dado cuenta de sus errores y había vuelto a trazar la línea que los dividía y dejaba en claro que eso que la relación entre ellos, no volvería.

Por supuesto que sería así, porque ahora él tenía a Sigrid, seguía viendolo alrededor de ella, comían juntos en el almuerzo y siempre parecían querer la presencia de otro a su alrededor. Una escena que fue bastante dura para Anya y más cuando no dejaba de fantasear con aquel beso ¿y si lo hubiera imaginado y nunca pasó? Era una opción creíble, porque no podía pensar una razón real de porque él quisiera besar a alguien que lo lastimó tanto y a quien había olvidado. Ese beso que había sido tan cálido, ahora es agridulce, doloroso, un recordatorio de como toda su vida había dado un giro muerto.

Cuando pensó que quizá todo podría ir mejor... todo volvió a derrumbarse. 

La campana de la escuela resonó y las madres alrededor se adelantaron para recibir a su hijos. Anya vio de reojo a un par de hombres con trajes, destacando entre todas las otras madres.

Vio al niño rubio salir y observar a las madres hasta que la reconoció y le sonrió mientras se acercaba.

—¿Dónde está mamá?

—¿Acaso prefieres a mamá antes de tu fabulosa hermana?

Alain sonrió más abiertamente y la abrazó en un gesto fraternal.

—¡No puede ser! —La voz de un niño cercano alertó a ambos que giraron su rostro. —¿De verdad es el director de Bondman? —El niño sonreía fascinado de ver al hombre con traje enfrente suyo.

Eso atrajo a unos tres niños más, que no habían llegado a buscar, a conocer al hombre que había hecho la mejor película de la historia.

—Si, y pronto estaremos sacando la secuela y estamos buscando niños como ustedes para que colaboren con nosotros.

Anya se emocionó ante la palabra secuela, no dudaba que la película fuera una total sensación, era realmente perfecta, había explotado todo lo que habían hecho en la serie y mucho más, Pero ¿una secuela tan pronto? No tenía sentido cuando estaba aún la película en los cines y esperaban los números finales antes de decidir algo. Observó al hombre sonriéndole a los niños y hablando sobre Bondman, pero algo sentía que no cuadraba ¿Por qué un hombre intentaría convencer a unos niños de eso?

Quizá era la manera de saber el interés de los niños y pronto harán un reclutamiento oficial, pensó en lo afortunados que deberían ser los niños que fueran seleccionados.

—Debe ser grandioso participar ¿no lo crees?

Anya pensó en Sigrid y como había participado por la influencia de sus padres en la película. Si ella hubiera participado en vez de ella... pensó en Damian con ella en la Premiere y un nudo se formó en su estómago.

—Si quieres podrías preguntar. —Anya lo animó con la emoción de que su hermano participara en esa película.

Alain sonrió y caminó hacia el hombre, fue cuando Anya vio un pequeño logo en la bolsa cercana del pecho, un logo que le resultó tan familiar, pero el nombre no vino a su mente, lo tenía en la punta de la lengua ¿Dónde lo había visto? ¿Por qué no podía recordarlo? Donde, donde...una cabellera rubia llamó su atención de reojo y vio a una mujer joven recibir a su hijo y esa cabellera fue suficiente para detonar aquello que intentaba recordar.

Pensó en Sigrid Schneider y por consiguiente aquel logo cobró sentido, era de Farmacéuticas Eplatre.

Ese hombre tenía alguna relación con Eplatre, pero eso no era lo relevante, sino ¿Por qué él estaría reclutando niños? Sabía que Eplatre había aportado una gran cantidad de dinero para el patrocinio y la aparición de Sigrid en la película pero no tenía sentido que él estuviera ahí. Esa duda lo llevó a determinar qué es lo que estaba sucediendo, activó su habilidad y la dirigió hacia aquel hombre.

"Un par de niños más y podremos iniciar con Apple"

Sus ojos se abrieron por completo y sintió como su corazón fue estrujado fuertemente, su respiración se atoró en su garganta y las imágenes aturdieron a su mente, aquellas memorias que quería enterrar. El terror la clavó en su sitio pero el ver a su hermano caminar hacia ese hombre la hizo reaccionar, se adelantó un paso y logró sostener a Alain en su sitio, evitando que avanzara, presionando con fuerza sus hombros.

—¿Qué sucede Anya?

Anya aflojó el agarre de los hombros de su hermanito y vio como ese hombre acariciaba el cabello de uno de los chicos antes de dar media vuelta y alejarse de la escuela.

Apple, Apple, Apple.

¿Había escuchado bien? La idea de la incertidumbre y el frío adentrándose a su cuerpo por el miedo de lo que eso podría representar, la llevó a mirar a su hermano con seriedad.

—Alain quédate aquí, ahora vuelvo.

Sin esperar una respuesta se adelantó y siguió al hombre de la forma más sigilosa que pudo, evitando que sus pisadas sonaran y ser detectada. Se apoyó a la pared de un edificio y observó al hombre llegar a un auto negro que lo esperaba con las puertas abiertas y otro hombre que parecía su ayudante.

—¿Qué tal señor? ¿Algún candidato interesante?

—Nada interesante que destacar.

"Quizá el pensar que encontraría candidatos interesantes en una escuela de bajo rango no es lo mejor, aunque sería más fácil manejarlo"

—Aún tenemos tiempo señor, además que siempre son útiles los viajes, cruceros o lugares de mucha concurrencia para obtener candidatos importantes.

—Cuento con ello.

"Tenemos dos meses más para que el proyecto Apple inicie, si no cumplo con las fechas Desmond podría reemplazarme con facilidad"

El hombre subió al automóvil y este se alejó con rapidez. Anya se quedó quieta en su lugar, sin moverse, respirar o parpadear, sintiendo como el miedo era el culpable. Las imágenes venían a su cabeza, el rostro de los doctores mirando hacia abajo con frialdad, como si fuera un objeto, tirando de ella, empujándola y clavando una y otra vez agujas en su cuerpo.

Sus labios temblaron, ella no podía permitir que eso sucediera, iba a detener sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. El hombre de Desmond dejaba en evidencia que Donovan era el responsable de eso.

Iba a encontrarlo, de esa forma tanto el caos en Ostalis como el proyecto Apple terminaron, ella necesitaba salvar la inocencia de esos niños, niños que morirían al ser un fallo y a aquellos con la peor suerte para sobrevivir.

Clavó con su tenedor la verdura que tenía en su plato con aire ausente, sumida en sus propios pensamientos, un ruido y silencio a la vez en su mente para poder escuchar lo que sucedía alrededor.

—Anya ¿todo está en orden?

La voz de su madre la alertó levantando la mirada y viendo a su padre y su versión pequeña con sus ojos encima de ella.

—Si, todo está perfecto. —Por supuesto que mentía.

Había descubierto que aquella plática que había escuchado de su madre con su compañero de trabajo, que por un instante quiso que fuera falsa, en realidad era verdad. Todo era verdad y estaban a punto de realizar recrear el proyecto Apple, estaban buscando candidatos, niños de cualquier sitio que pudieran utilizar para sus planes. ¿Cómo planeaban hacerlo?¿ si morían en el experimento...que le dirían a sus padres? Podía estar segura de que no sería nada legal, ellos iban a tomar y secuestrar a los niños.

Pero aún más importante ¿Por qué habían decidido repetirlo? A pesar de que siempre había buscado eliminar esos recuerdos, recientemente estaban presentes en su mente y más ahora que quería detenerlos, por lo que se vio obligada a recordar lo que le habían hecho. Habían entrado varios niños, una gran parte había muerto en el proceso y un par de niños, una docena que habían resistido y los había estudiado de cerca, para ver si su experimento había servido y cuando no apreciaban lo que querían, los sometieron a esas terapias para potencializar el poder que podrían tener oculto.

Los observaron detenidamente, ante cualquier cambio a pesar de que habían "resultados favorecedores" pero la realidad es que sabía que no tenían nada concreto, ella había leído su mente. El ser un esper es algo que jamás reveló, porque sabía que si se enteraban algo peor podría suceder., aunque sabía que sospechaban, la habían aislado del resto de los niños y le dedicaban mucha atención, quizá los exámenes que le hacían mostraron algo en especifico, pero no tenían nada claro. Y por lo que Anya pudo averiguar a esa corta edad, ningún otro niño había presentado alguna señal de algo, por lo que a su criterio el Proyecto Apple había sido un fracaso y más cuando ella escapó.

¿Por qué volverían a recrear algo que fue un completo fracaso?

No tenía el más mínimo sentido, ¿quizá ahora habían encontrado alguna fórmula para que las cosas resultaran pero ¿Qué cosa?

Necesitaba llegar al fondo de todo eso para poder descubrir cuál era su objetivo real con todo eso, repetir el proyecto Apple era solo parte de todo eso, pero ¿y después que tenían pensado? No podía ver cómo eso podría beneficiar a quien sea que llevara a cabo las cosas. Fue cuando recordó a la farmacéutica Eplatre, que estaban involucrados en todo eso ¿desde cuándo había sucedido todo eso?

Necesitaba averiguarlo...

La puerta de la entrada sonó y fue cuando regresó en sí, su familia había desaparecido, su madre estaba en la cocina lavando los platos y ella observó como en su plato había un poco de comida. Hace tiempo que su familia había terminado de comer, solo ella se había quedado rezagada.

Ese sonido repetitivo reclamó la tranquilidad del departamento, por lo que Alain se fue corriendo para atender. Anya se levantó de la mesa, dejando el plato en la cocina, lo colocó en la barra desayunadora.

—Buenas tardes, familia Forger.

Anya giró sorprendida de ver a Demetrius de pie ante ella con esa sonrisa que lo caracterizaba. No lo había visto desde que la había besado en el Edén, había tomado su distancia por lo mismo y porque gracias a eso el poco avance que parecía tener con Damian, se destruyó de nuevo.

—¿Qué haces aquí? —Él le sonrió con la facilidad con la que lo hacía.

—Vaya, que sorpresa verte hoy. —Loid dejó el periódico que tomó cuando terminaron de cenar.

—Siento la interrupción, estaba por el área así que decidí venir a saludar.

Demetrius se acercó y saludó a Loid estrechando fuerte su mano, antes de tomar asiento y enfrascarse en una conversación adulta entre ambos, algo que confundió a Anya de sobremanera ¿Qué estaba haciendo ahí? No lo veía desde hace unos días, cuando hizo aquella acción imprudente en el Edén enfrente de sus compañeros y Damian.

Anya se refugió en la cocina con su madre, quien terminó de lavar los platos.

—Anya ¿estas bien con ello? Si quieres yo podría...

La realidad es que ella había dejado en claro hace unas semanas que seguiría con eso, algo que sus padres aceptaron, pero que no estaban del todo convencidos. Pero en el momento en que apareció Demetrius en su casa ahora y que se refugiara en la cocina dejaba en claro que no quería estar con él. Anya no había terminado de procesar tantas cosas que habían sucedido en tan poco tiempo.

—No sucede nada mamá.

Yor le sonrió y ambas fueron hacia donde estaban los dos hombres platicando con cordialidad y sencillez, como si eso realmente fuera una conversación normal. Se sentó en el sillón pequeño de la sala, al otro extremo de donde estaba Demetrius y su padre hablando, uno enfrente del otro.

—Es bueno saber que todo está saliendo bien —Loid agregó terminando lo que sea que habían estado hablando, posiblemente de las elecciones que estaban bastante cerca.

—Si, confío que todo saldrá como quisiera. —Demetrius observó a Anya al otro lado de la sala y le sonrió con esa calidez que lograba envolverte, algo que hacía dudar a Anya sobre el comportamiento de Demetrius en el periódico y que si quizá lo había imaginado, aunque sabía la respuesta. —Aunque la realidad es que estoy aquí por una razón en específico.

Anya centró su atención en Demetrius, intentando pensar qué se traía entre manos. Pensó que había estado ahí por una simple visita, como siempre solía hacer. 

—Quería invitar a toda la familia Foger a un crucero, a todos. —Observó a Anya en su lugar, a Loid y a Yor. — Es dentro de una semana, será un descanso dentro de todo el ajetreo diario, es un crucero de lujo y pensé sería agradable compartir ese tiempo juntos antes de las elecciones.

—¿Crucero? —Loid levantó una ceja ante el ofrecimiento.

Yor juntó ambas manos al pensar en aquella invitación y que era una buena idea.

Por su parte Anya se quedó quieta ¿un crucero? ¿porque querían que fueran todos a un crucero? ¿Por el hecho de ser amable? Siempre había pensado en él como una persona amable y atenta pero en ocasiones la hacía dudar. Sin embargo, los recuerdos de ella en un crucero con sus padres cuando era niña y como su madre se había enfrentado a un sin fin de asesinos poderosos y como su padre los había detenido ¡había sido alucinante!

No se había divertido tanto como hubiera querido en esa ocasión con tal de cubrir a su madre, por lo que ir de nuevo sería divertido.

Hasta que algo vino a su cabeza con violencia "Aún tenemos tiempo señor, además que siempre son útiles los viajes, cruceros o lugares de mucha concurrencia para obtener candidatos importantes."

La respiración se atoró en su garganta y sus latidos eran dolorosos ¿quizá en el crucero...? ¿Podría realmente suceder algo en ese sitio? ¿Esa podría ser la mejor oportunidad para ella? La idea le hizo cosquillas en la boca del estómago y sabía que si quería salvar a niños inocentes de sufrir lo que ella, debía detener todo lo que pudieran.

—Si, suena realmente como un plan perfecto para estas vacaciones.

Loid y Yor observaron a su hija con una sonrisa realizada en su rostro y decidieron aceptar las decisiones de su hija, a fin de cuentas era una propuesta demasiado tentadora. 

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