XIV.
Anya observó, con la barbilla apoyada en su mano, aquella ave blanca posarse en la ventana y girar la cabeza, como si estuviera buscando algo en especial. Picoteó algo en el alfeizar de la ventana, hasta que finalmente tomó el vuelo y se elevó tan alto como pudo en el cielo azul y basto de aquel día. Podía ver las nubes moviéndose en el cielo.
Dejó salir un leve suspiro, pensando en lo que debería sentirse volar tan alto y no preocuparse por nada de lo que sucedía abajo, alejándose de todos los problemas o responsabilidades. Ella no era tan afortunada.
No podía dejar de pensar en aquella cena caótica que había tenido lugar en la casa de los Desmond. Si Demetrius le había dicho de que trataba y que precisamente estaría Damian, se había negado tajantemente. La relación que tenía con Damian o mejor dicho lo que quedaba de eso pendía de un hilo, estaba tan deteriorada que un solo viento podría terminar de destruirla. O eso es a lo que ella se aferraba, que aún podía solucionarse.
Anya había decidido esperar a terminar su misión sobre averiguar información de Demetrius y si estaba involucrado con la ideología de su padre. Sin embargo, Anya no estaba segura de que fuera a resistir tanto.
Llevaba varios meses con esto y no parecía tener un avance real y cada día sentía más miedo, de que aquello que parecía haberse roto, no fuera a poder repararse. Ese miedo constante la atacaba y la idea de dejar todo eso se hacia cada vez más tentadora.
¿Por qué debería seguir haciendo esto? Por la paz de la nación y evitar más muertes pero ¿realmente valia la pena el hacerlo a costa de lo que ella más quería?
Imaginó a su padre, que en algún momento cuando ella había salido, como muchas otras veces, con la suplica de ser un espía, él simplemente había sonreído.
"Anya, sé que la adrenalina de ser un espía te parece tentadora pero déjame decirte que no es tan emociónate o divertido como podrías pensar" Anya en ese momento no había entendido a que se refería, pero Loid siguió hablando con aire pensante. "Como espía tendrás que sacrificar muchas cosas por un bien mayor, sacrificarte a ti misma, quien eres y cosas aún más importantes, por lo que no es una decisión que pueda tomarse a la ligera"
La Anya de doce años había pensado que su padre solo había dado ese discurso para fastidiar, no entendía a que se había referido su padre. Por que a ojos de Anya, el ser espía no estaba nada mal. Podías manejar armas, venenos y pelear con los malos, algo que ella ya sabia hacer con la ayuda de su madre, que le había enseñado a pelear ante sus fuerte insistencia. Además que por una misión es que su padre las había encontrado a ellas y se habían quedo juntos ¿Por qué él quería hacer ver eso como algo malo?
Claro que ella no podría entenderlo en ese entonces, pero actualmente, ella podía ver claramente lo que su padre había querido decirle. Por que para su mala suerte, los implicados en su misión la habían puesto en una situación realmente lamentable. Por lo que ahí en la biblioteca, Anya comenzó a reflexionar en las palabras de su padre.
Su sensación de ahogo y sentirse atrapada se había incrementado en el fin de semana, cuando había ido de compras con su madre y se había encontrado con Melinda y Damian. La verdad al estar enfrente de las dos mujeres y el verlo tan pensativo, Anya tuvo una ligera esperanza de que él actuara con normalidad al sentirse presionado, pero vaya que se había equivocado. Apenas pareció regresar de sus pensamientos él se fue tan rápido, como si su sola presencia le enfermara, dedicándole una mirada mordaz.
No sabía porque le había afectado tanto a Anya, quizá por los eventos en la residencia Desmond, pero de pronto se sintió tan abrumada y con ganas de llorar, que supo que debía salir de ahí tan rápido como pudiera si no quería demostrar su debilidad. Se había quedado llorando en el parque cercano antes de regresar a casa, derrotada y sin querer salir de su cuarto. Todo eso la estaba superando pero ¿qué es lo que se supone que debía hacer?
Le habían confiado esa misión, ella debía cumplir, debía hacerlo...
Los libros aterrizaron con fuerza en la mesa, sobresaltando a la chica que había estado perdida en sus pensamientos.
—Becky, pudiste provocarme un infarto.
—Por suerte dispones de buena salud —La recién llegada le sonrió y se sentó a su lado, observando a la Forger. —Pero es culpa tuya por perderte en tus pensamientos en vez de centrarte en lo que deberías. —Ella levantó una ceja en señal de reproche —¿O acaso no estamos aquí porque necesitas ayuda para estudiar?
Estaban en periodo de exámenes, la peor etapa para Anya, pero la más importante si quería seguir manteniendo su estatus como alumna imperial. Becky tomó la libreta de Anya donde habían estado repasando unas preguntas de Historia, viendo todo vacío. Dejó salir un suspiro, sabía que Anya era demasiado despreocupada y distraída con esto del estudio.
—Anya, necesitas concentrarte, esto es importante ¿no? —Anya asintió sin muchas ganas. —No entiendo como Damian lograba que aprobaras todo tus exámenes... además que él es mejor que yo en historia...
Anya se estremeció ligeramente al escuchar su nombre y centró su mirada a su libreta, la cual no se había tomado la molestia de leer. Para su mala suerte Damian desde hace años había estado presente en cada aspecto de su vida y era en gran parte cosa suya que había logrado alcanzar el titulo de alumna imperial.
—Lo siento. —Becky se dio cuenta de su imprudencia al mencionar su nombre de repente. —Haremos lo mejor que se pueda.
Ambas se concentraron a hallar las respuestas que el profesor les había dado como base para el examen, resaltando notas que quizá podrían salir. Las dos estaban en silencio, sin hablar ni mirarse, aunque tampoco es que pudieran hacer mucho ruido en la biblioteca.
—¿Ha sucedido algo más con Damian? —Becky decidió arreglarse después de un rato, porque la conducta de Anya era extraña, estaba más sensible de lo normal.
Anya torció su boca como si estuviera considerando decir de verdad que sucedió el jueves, algo que había intentado evitar contarle pero ¿Qué sentido tenía? No tenía ningún otro amigo con el que hablar, además que sentía que terminaría ahogándose si no lo hacía. Por lo que le contó lo que sucedió el jueves en la mansión Desmond y después en fin de semana. Becky escuchó todo atenta, jugueteando con el lápiz que tenía, acercándolo a sus labios de vez en cuando.
Finalmente Anya se quedó en silencio, dejando en claro que había terminado.
—Bueno, todo es un desastre —Becky dejó salir su primer pensamiento, pero era cierto y todos podían verlo, que nada parecía mejorar entre ellos.
Becky había escuchado los rumores que se decía sobre la ruptura de Anya y Damian, si tan solo hubiera sido una ruptura real y no el hecho de que Anya era tan distraída que no se había dado cuenta de que lo había rechazado. Algunos decían que Anya siempre había ido por el estatus de Damian o que solo se había acercado para que él le ayudara a ser una alumna imperial, considerando que él había alcanzado el titulo antes. Otros más mencionaban que Anya había preferido a alguien más antes que a Damian, el rumor más acercado para Becky, sea algo bueno o malo.
—¿Tú has pensado en que es lo que sientes por Damian? —Becky sabía que la única forma de arreglar esto es que ella al fin aceptara lo que sentía y que se lo dijera de frente a Damian.
Había sido ingenua al pensar que Damian a pesar de ser rechazado, él seguiría estando cerca de Anya siendo su amigo. La dignidad de un hombre siempre se anteponía y no podía culparlo, de todos los hombres con los que Anya podría salir, lo hizo con su hermano. Eso había hecho las cosas más complicadas, dañando más el orgullo de Damian, podía verlo sufriendo y Ewen se lo decía, que no estaba bien, aunque intentaba actuar con normalidad cuando estaba con ellos.
Su amiga no estaba mejor, pero era evidente quien se había llevado la peor parte.
Aún así Becky siempre vería por Anya primera e intentaría guiarla de la mejor forma, porque ella era su prioridad, el que estuviera bien. No podía culpar a Damian pero le molestaba ese comportamiento filoso.
—Yo... siento algo más que una amistad por él.
Becky reprimió un grito cuando la anciana de la biblioteca miró a su dirección, eso era un gran paso, todo podría arreglarse pronto.
—¡Eso es perfecto Anya! Solo resta hablar con él, tienes que decirle.
Anya no podía ni imaginar como eso podría ser fácil, la idea de pararse enfrente de él ya era demasiado complicado, por lo que hacerlo escucharla seria aun más complicado. Además su actitud dejaba en claro que seguía muy enojado pero ¿Qué era lo que estaría pensando?
—Bien, ve por este libro —Becky apuntó el nombre en un papel. —Ya he ido por unos y quiero terminar con esto antes de planear alguna manera de arrinconar a Desmond. —Ella estaba realmente fascinada por la idea. —Si todo esto sale bien, podremos ir todos juntos a ver la película de Bondman.
Anya sonrió emocionada, la película de Bondman, el hombre que la había inspirado a ser espía, dejando de lado a su padre, había filmado una película y estaba a punto de estrenarse. Anya iba a rogarle a su padre que la llevara, pero la idea de ir con sus amigos era mejor.
Regresó de sus ensoñaciones cuando fue reprendida por Becky y se fue por el libro, se aventuró a escribir rápidamente en una hoja las escenas de Berlint in love que podrían servir de referencia para lograr su cometido. Anya era realmente afortunada de tener una amiga tan familiarizada con esos temas.
Anya avanzó por los estantes buscando el libro en especifico que su amiga le había pedido, la verdad es que no tenia ganas de estudiar. Ubicó el libro y se estiró en un intento de alcanzarlo. Quizá podría utilizar sus habilidades un poco más para lograr una buena nota, nadie se daría cuenta pero la persona que tenia más conocimientos en historia era...
Su mano chocó con la de alguien más y al girar el otro pudo ver al dueño de sus pensamientos a un lado, Damian Desmond. Él detuvo su mirada en ella con indiferencia, como si realmente fuera muy inconveniente que ambos quisieran el mismo libro.
Él era un alumno muy dedicado, a pesar de ser excelente en esa materia, siempre estudiaba para reforzar sus conocimientos, no le extrañaba verlo ahí.
Fue en ese momento que recordó lo que había hablado con Becky momentos antes sobre encararlo y su miedo recurrente de que es lo que él estaría pensando de ella, si acaso él podría perdonarla o dejar ir ese resentimiento por el rechazo con el tiempo, si tan solo ella pudiera leer su mente. Y la cabeza de Anya se detuvo con ironía ¡Ella podía leer la mente! No lo había hecho antes por la regla de su padre de darle privacidad a la gente, pero Anya debía aprovechar ese momento para saber que es lo que él estaba pensado. Por lo que activó sus habilidades y las concentró en el chico que aún seguía a su lado.
El dolor la golpeó fuerte y sin reparo, sacando el aire de sus pulmones, era tan sofocante y aturdidor que Anya tuvo que retroceder un paso. Atravesar la barrera de Damian había sido realmente doloroso, tan doloroso que el hecho de seguir ahí era una tortura. Anya retrocedió sus habilidades retrocediendo. Damian simplemente chasqueó la lengua, dio media vuelta y salió de ahí.
Dejando a Anya de pie, con el resentimiento golpeando aún su rostro y sintiendo como la sangre se escurría por su nariz ante la mente agónica y poderosa de Damian Desmond.
Anya enterró la cara en la almohada sin ninguna emoción en su rostro, solo con la idea de querer no pensar en nada. No era demasiado difícil de niña, podría seguir intentándolo, esa era su manera de lidiar con las cosas de la mejor manera.
Becky le había dicho que podría enfrentarse a Damian para aclarar las cosas, pero días atrás cuando había intentado ver que es lo que pasaba por la mente del Segundo para saber que sucedía, consideró que fuera lo que ella dijera, todo estaba roto y no había a donde regresar.
¿Debió hacer las cosas diferentes? Quizá si ella...
Lo estaba volviendo a hacer, pensando de más, hundió el rostro en la almohada, contando sus respiraciones y como en esa posición el aire era más caliente. ¿Tenía madera para ser espía? Ahora que recordaba su padre nunca había hablado de su pasado o de su familia.
La puerta de su habitación resonó, lo cual la alertó pero no se movió de su sitio, se quedó ahí entre las almohadas. Escuchó la puerta y unos pasos, por la manera de caminar podía intuir que era su madre. La percibió sentados a su lado y acariciando su espalda con cierta ternura, como solo su mama podía hacerlo para reconfortarla.
—Anya ¿estas bien?
Anya no se movió de su lado, solo resopló un simple si, sin realmente sentirlo.
Yor observó a la mayor de sus hijos ocultándose de todos, desde que había llegado estaba ahí, aun Alain había ido a molestarla, pero Anya no se había inmutado, como normalmente sucedería. Anya era transparente con sus emociones, por eso cuando el fin de semana que salió corriendo al encontrarse a Melinda y Damian, Yor decidió que debía hablar con Melinda sobre eso.
...
—Creo que las cosas entre nuestros hijos están algo difíciles.
Por supuesto que Yor sabia la razón por la que Anya estaba saliendo con Demetrius y claro que podía ver la amistad honesta y especial que ella tenia con el segundo de los hijos de Melinda. Damian le agradaba, siempre era respetuoso y amable, siempre cuidaba bien de Anya. Si tan solo su hija no estuviera sufriendo, otra cosa seria.
—Si, Anya ha estado particularmente sensible por esto, aunque no se con precisión que es lo que ha sucedido.
Anya no había hablado demasiado sobre eso, sabía que ella confiaba en sus padres, pero había cosas y más en cuestiones del amor, eso solía hablarse con las amigas.
—Damian no esta de igual forma en el mejor de sus momentos. —Melinda recordaba a su hijo menos callado y encerrado en su habitación más de la cuenta.
Ambas mujeres evaluaron el comportamiento de ambas con detenimiento, las cosas eran lo suficiente serias para que ellas lo notaran.
—La rivalidad entre dos personas y más aún en dos hermanos, es algo bastante complicado, y más aún al no poder favorecer si parecer tener alguna especie de preferencia. —Melinda suspiró ligeramente.
Aunque a decir verdad Melinda si tenía cierta inclinación, no por preferencia, sino por que debido a las interacciones de los dos adolescentes era notable.
—No puedo imaginarme tu postura. —En ese momento la señora Forger consideró que debía ser complicado para Melinda inclinarse hacia alguno.
Melinda se llevó el té a los labios, habían terminado de comer hace un rato, hablando de banalidades y es hasta hace unos momentos que hablaron de lo que les causaba intriga.
—Aunque quizá Anya debería centrarse más en lo que se siente cómoda y siente y no... en algo que le parece atractivo, desconocido y...que quizá pueda no ser lo que esperaba.
...
Yor realmente no había entendido con claridad a que se refería Melinda con eso último, pero algo que Yor sabía era que su hija estaba sufriendo por no tener la relación, fuera lo que fuera, normal que siempre había tenido con el menor de los Desmond. Si el romper esa amistad la estaba mortificando, esa debía ser la prioridad.
—Sé que ha sido complicado para ti todo esto... —Acarició su cabello lentamente. — Pero déjame decirte Anya que tu padre aprecia mucho todo lo que has hecho, pero si esto te esta afectando tanto, podrías dejar de hacerlo.
En ese momento Anya levantó su rostro alerta y centrándose en su madre que le sonreía con ternura.
—¿Por qué dices eso?
—Por que todo esto, toda la situación te esta superando y yo se que todo esto es importante para ti y no es justo pedirte que sacrifiques lo que quieres y a ti misma por esto, ya que puedes elegir.
Anya pestañeó con los ojos bien abiertos y luego hizo un ligero puchero, recordándole a Yor cuando era una niña.
—Pero... papá realmente necesita que haga esto, es importante para todos, para la nación es... mi misión.
Yor acarició su cabello y luego pasó su mano por su rostro en un gesto fraternal.
—Ya he hablado con tu papá sobre esto y él igual esta de acuerdo con que has hecho un gran trabajo y que él puede ocuparse del resto. —Acomodó los prendedores que su hija solía usar en la cabeza. —Solo queremos que estes feliz, por lo que no queremos que te sientas obligada a hacer algo que no quieras o que pueda perturbar tu felicidad.
Anya se quedó pensando en eso, en el reconforte de su madre a pesar de su edad y que le gustaba la calidez que su madre le daba a pesar de los años. Sabía que le estaban dando otra alternativa y que era cuestión suya elegir, pero ella ya estaba inclinada a una decisión desde hace días. Un peso parecía desaparecer de su cuerpo, el apoyo que sus padres le estaban dando. Le sonrió a su madre, hasta que el teléfono sonó.
Yor se levantó para responder y Anya no pudo escuchar nada más, quizá era del trabajo o era su padre que se había ido a una misión ese día. De pronto la puerta sonó y Anya se levantó para atender, ya que su madre se había adentrado a la cocina a hablar.
—¡Anya!
—¿Becky?
La hija mayor de los Forger se extraño de ver a su amiga de pie ante la puerta, con una pose fabulosa, como solo ella podía hacerlo. Se adentró a la casa con una invitación implícita.
—¿Teníamos planes?
Becky adquirió una expresión ofendida, como si fuera la mayor ofensa que le hubieran hecho en sus cortos años.
—Yo siempre intentando ser la amiga más fabulosa y tú pareces tan indiferente de mis buenas intenciones.
Anya estaba realmente confundida, había estudiado ese día igual con Becky en la biblioteca pero no recordaba haber hecho planes para salir o para que la heredera de los Blackbell fuera a su casa, pero le alegraba verla ahí. Becky siempre había sido una buena amiga, Anya sabía que estaría para ella cuando lo necesitara.
—Lo siento...puedes quedarte y podemos ver comprar algo para comer. —No quería que Becky quedara envenenada por la comida de su madre. —Quiero compensarte por ser tan buena amiga con Anya.
Becky, quien simplemente estaba molestando se sorprendió de las dulces palabras de su amiga. Sonrió con arrogancia.
—Tendrás que compensarme eso y mucho más cuando veas esto —Becky sacó algo de su abrigo y se lo enseño.
Anya sintió como lo que sacó brilló intensamente, abrió completamente los ojos mientras un escalofríos subía por su columna y una sonrisa enorme se dibujaba en su rostro.
—¡¿Esto...esto es real?!—Anya le arrebató a Becky lo que le había enseñado para verlo de cerca y comprobarlo.
Becky con una sonrisa de superioridad se observó las uñas.
—Es real, sería insultante que pienses que no lo es, Becky Blackbell jamás tocaría algo falso. —Cerraban tiendas y centros comerciales solo para que ella comprara.
—¡¿Cómo lo has conseguido?!
—Por dios Anya, soy la heredera de los Blackbell —Sonrió con pedantería. —Cosa que desee, lo tendré.
Anya observó más fijamente la invitación para la premier de la película de Bondman.
Se suponía que irían juntos a la película o era la idea de Becky de días atrás, pero la premier, eso era algo alucinante. Una fiesta privada donde estaría los actores y aún mejor, el propio ¡Bondman! Anya casi se pone a bailar de imaginar hablar con él y preguntarle sobre sus tantas misiones.
—¿Y puedo ir contigo?
—¡Por supuesto, lo he conseguido para ambas!
Becky sonrió al ver a Anya brincar en su lugar, la realidad es que se había impulsado a conseguir eso por Anya. El verla tan decaída y sin energía había sido un martirio para la misma Becky, estaban pasándole muchas cosas a la Forger y quería alegrarla un poco. Y no había mejor manera que darle algo que deseaba tanto.
Por lo que le había pedido a su padre que le consiguiera una invitación. Su padre la adoraba, por lo que podía conseguirle todo lo que quisiera y siempre había sido así. Su padre le había entregado la invitación esa tarde y sin poder contenerse había ido a ver a su amiga para enseñarle.
Ese sería un pequeño descanso para olvidarse de todo y disfrutar.
Anya había recobrado su buen humor el resto de la semana, emocionada por la premier del viernes. Esa había sido su motivación en el resto de los exámenes donde se había esmerado en estudiar para tener las mejores calificaciones y no tener conflicto con su padre sobre eso.
Solo faltaba un día y podría ver a Bondman de frente.
Caminaba con Becky a su lado, quien no dejaba de hablar sobre sus respuestas en el examen de lengua de ese día, pronto se les unió Ewen, Becky lo tomó del brazo. Decidieron ir a las mesas exteriores que estaban en el ala oeste de la escuela, en espera a que la campana sonara, habían terminado antes de que finalizara el tiempo de clases.
Una vez que alcanzaron el pasillo central se desviaron hacia la derecha, saliendo al jardín y visualizando las mesas techadas que estaban un poco más lejos. Anya de pronto escuchó muchas voces en su cabeza, voces que la marearon y no pudo determinar que es lo que estaban pensando con tanto ruido. Decidió ignorarlos y seguir en lo suyo, es lo que había estado haciendo últimamente.
—Esta goteando, maldición —Ewen frunció el ceño furioso, tomó a su novia de la mano y tiró de ella, en un intento de refugiarse en su destino antes de mojarse.
—¡Anya, corre! —Becky la motivó.
Anya siguió sus pasos, corriendo mientras la lluvia se intensificaba, pudo ver el lugar más cerca y a algunas personas ahí. Por suerte aún había una mesa para que pudieran ocupar, corrió más de prisa en un intento de alcanzarlos. Pero mientras más se acercaba, pudo divisar a las personas que estaban ahí. Un grupo de chicos de otros salones que reconocía de vista, pero eso no es lo que atrajo la atención de Anya, sino algo más.
Sus pies comenzaron a detenerse cuando reconoció el cabello despeinado, los hombros anchos y la capa de alumno imperial. Pronto los ojos ámbar fríos, que miraban hacia el pasillo, la observaron un momento y luego pasaron de ella, dirigiéndose a su derecha.
Anya sintió como la lluvia atravesaban su ropa y mojaban su piel, haciéndola estremecer. Pero nada de eso era relevante, no era consciente de si ese agua se sentía bien o mal en su cuerpo, toda su atención, sus sentidos estaban centrados en una sola imagen y la presión aplastante que se incrementó en su pecho, era tan aguda, tan fuerte que sentía como estaba siendo desgarrada.
Damian estaba sentado en una de las mesas, con una chica a su lado.
Vio a Damian sonreír ligeramente mientras pegaba su mentón a la cabeza de la chica que estaba a su lado, quien rodeaba su brazo y se mantenía cerca, demasiado cerca.
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