XIII.

Observó la salida del comedor como si esperara que el joven regresara en cualquier momento, aunque sabía que no pasaría, pero en su interior tenía esa leve esperanza.

—Siento la descortesía de mi hermano, ha tenido un comportamiento complicado estos días —Demetrius tomó los cubiertos para comer el postre que tenía ante él.

—Puedo hacerme una idea de que sucede. —Melinda susurró para sí misma. —Pero sigamos con lo nuestro.

Anya simplemente se quedó callada, sin saber qué es lo que debería decir. Todo su cuerpo le pedía que se levantara y lo siguiera pero ¿tendría algún sentido? Él no quería hablar con ella y eso ultimo parecía haberlo afectado demasiado. Se obligó a comer el postre, respondiendo a las preguntas de Melinda sobre su madre y escuchando a la familia hablar.

Por suerte la cena terminó y ella decidió que era momento de dar una excusa para salir de ahí lo antes posible.

—Demetrius —Ella se había parado enfrente de él cuando salieron del comedor. —Yo...

—Anya —La voz de Melinda los alertó a ambos, encontrándola en la entrada de la sala de estar. —¿Podría hablar contigo un momento?

La hija mayor de los Forger se extrañó de aquella petición, observó a Demetrius quien simplemente le sonrió y la animó para ir con su madre. Anya siguió a Melinda por los pasillos de la casa hasta que ingresaron a una sala de estar pequeña, privada, suponiendo que era el lugar que ella solía frecuentar. Ambas se sentaron y una mujer de servidumbre ingresó dejando unas tazas de té en la pequeña mesa que estaba entre ellas.

Anya vio a Melinda tomando su taza y llevándosela a la boca, tomando un poco con un aire tranquilo, acto que la misma Anya imitó al sentirse nerviosa de esa situación ¿Por qué la había llevado ahí? No recordaba haber hablado con Melinda a solas. Una que otra vez cuando había ido a la mansión con Damian, se la encontraba y hablaban un par de palabras antes de perderse con Damian.

De igual forma cuando de niños Yor y Melinda se encontraban para tomar un café y dejando que sus hijos jugaran. Esas reuniones llevaron a que Anya y Damian se llevaran mejor fuera del Edén. Pero siempre había estado rodeada de otras personas, por eso se sentía nerviosa.

—Realmente me sorprendió verte aquí con Demetrius, ya que siempre te había visto con Damian —Ella bajó la taza de sus labios y la dejó en la mesa. —¿Podría saber dónde lo conociste?

—Si claro —Anya le contó a Melinda la fiesta de imperiales donde había visto a Demetrius por primera vez y por su similitud lo había confundido con el Segundo, después mencionó superficialmente el encontrárselo en el Edén y dejó en claro que habían estado saliendo a petición de Demetrius.

Melinda escuchó atentamente sin decir nada y sin demostrar lo que pensaba, su expresión era indiferente, tomó su taza de té, dio un trago y lo dejó de nuevo en la mesa.

—¿Y qué sucede con Damian? —Dijo de manera sutil.

Lo cual sacó de balance a Anya, quien sintió su pecho presionarse dolorosamente.

—¿Con Damian?

—Si, yo pensé que su relación era más estrecha y que quizá ustedes... —Pero Melinda no terminó lo que quería decir, en cambio solo la observó, intentando detectar algo.

—Con Damian...no sucede nada. —Anya desvió la mirada, siempre hablar de él y un nudo en su garganta se formó sin poder evitarlo. —Él y yo no estamos en las mejores condiciones actualmente.

—Realmente no me sorprende. — Melinda pudo ver el rostro de su hijo menor cuando Anya apareció con Demetrius.

Nunca había hablado con él al respecto pero algo que no lo necesitaba, era demasiado evidente la adoración que su hijo menor tenía por la hija de los Forger. Había pensado que ella le correspondía. Y por eso mismo Melinda había dado por hecho que el que formalizaran una relación era cuestión de tiempo, pero vaya que se había sorprendido de ver a la chica con el mayor de sus hijos. Damian no podía estar nada bien, pudo verlo en la cena, que dejaba en claro que él no quería estar ahí.

Melinda había mandado un auto por Damian al Edén para compartir ese día juntos ante el cumpleaños de su hijo mayor, las cosas en su familia estaban delicadas y quería fomentar la unión al menos ese día. Demetrius le dijo que llevaría a alguien que había estado viendo a alguien y a Melinda le pareció una buena idea, de haber sabido de quien hablaba Demetrius le hubiera pedido que se abstuviera, por el bienestar de su hijo mejor.

No quería pensar mal de la menor de los Forger, por eso quería entender que era lo que sucediera antes de opinar.

—¿Y tú estás bien con esto, con tu relación con Demetrius?

Anya se removió en su lugar, dio un trago a su bebida en un intento de hacer tiempo y pensar una respuesta adecuada. Anya realmente no sabía que responder, porque había ido ese día por su sentimiento del deber y no porque quisiera estar ahí, no quería ver a Demetrius que no hacía más que confundirla.

—Si, yo creo que sí. —Dijo al fin, con su voz más insegura de lo que pretendía.

Melinda la observó por encima de su taza y al bajarla le sonrió ligeramente, en un intento de tranquilizarla, de restar la tensión que parecía flotar en la chica.

—A veces se tomar decisiones equivocadas con la elección de pareja.

—¿Cómo?

—Me refiero a diferentes factores podrían intervenir en tus elecciones que podrían nublar tu juicio.

Anya pensó en eso un momento.

—¿No lo único necesario era el amor? — Por supuesto que su caso era diferente, que la única razón por la que estaba con Demetrius era por su misión.

Sin embargo, realmente creía que el formalizar una relación con alguien era por amor. Por todo lo que Becky le había contado del Berlint in love, además que tenía el mayor ejemplo en casa, con sus padres que estaban juntos a pesar de sus profesiones y de todos los secretos. Ella creía en el amor, a pesar de que no hubiera pensando demasiado en eso.

Melinda simplemente sonrió con cierta inocencia, algo que desconcertó a Anya.

—Si por supuesto.

No entendía a que había querido llegar con eso y ante la duda, Anya decidió hacer algo que hace tanto no hacía, activó sus habilidades. Hace tiempo que no había sentido necesidad ni curiosidad de leer la mente de la señora Desmond, pero en esa ocasión se vio impulsada a hacerlo.

"¿El amor? En estos tiempos nadie se casa por amor, es un simple mito, lo que mueve las relaciones sociales y matrimonios son los beneficios políticos, monetarios o de interés, sometiéndose a un matrimonio desastroso, algo que sé de primera mano y que ha sido mi maldición todo este tiempo, casarme con ese sujeto fue lo peor que pude hacer, tanto que terminé odiando a mis hijos en el pasado.

Si tan solo él se muriera o fuera atrapado, podría deshacer este peso de mí, pero no parece que vayan a encontrarlo y es algo con lo que cuenta"

Anya perturbada pestañeó ante la intensidad de los pensamientos negativos de Melinda, algo que le trajo un recuerdo del pasado, la primera vez que la había visto y que leyó sus pensamientos oscuros contra el segundo cuando fueron secuestrados por aquel grupo terrorista. Siempre le había parecido tan contrariada en sus acciones y pensamientos, pero el mencionar que el matrimonio con Donovan era arreglado y le era repugnante, era algo nuevo para Anya.

—Piénsalo detenidamente Anya y sé que tomaras la decisión correcta.

Anya simplemente asintió sorprendiéndose del cambio de tono de la señora Desmond en contraste con su mente, pero finalmente salió de ahí, sintiéndose confundida.

Por suerte cuando salió era lo suficiente tarde para despedirse y salir de ahí, hasta su casa, porque mañana había escuela. Demetrius la llevó, hablando sobre lo bien que se la había pasado y se detuvo cuando el auto se estacionó enfrente de la residencia Forger.

—Sé que es demasiado pedir pero... ¿ser egoísta el pedir algo a cambio por mi cumpleaños?

Anya se quedó pensando sobre qué era lo que quería, pero sin saber cómo oponerse simplemente asintió.

Demetrius se acercó, acariciando su mejilla con la yema de sus dedos con delicadeza, una sensación agradable para Anya, que la atraía a él de manera insoportable, pero una parte de ella le decía que debía alejarse y poner toda la distancia posible ¿Por qué tenía pensamientos tan contrarios que parecían colisionar con fuerza?

—Me gustas tanto, de verdad, que me es irresistible no hacerlo todo el tiempo.

Él se inclinó hacia ella, besando su mejilla y sus labios descendieron su barbilla. Acto que trajo recuerdos a su mente, los labios de Damian besando su cuello y el calor que su cuerpo había emanado contra el suyo. Sus manos se apoyaron en su pecho y lo empujó fuertemente.

—¡Mi padre!

Demetrius observó hacia atrás con fastidio y para buena suerte de Anya, ahí estaba Loid de pie. El candidato relajó su expresión, le sonrió al Forger, algo que Anya aprovechó para salir de ahí y dirigirse hacia donde estaba su padre. Se despidió con la mano y solo vio el auto alejándose.

Se adentró al edificio y pronto llegaron al departamento, donde Anya vio a su padre sentarse en el sillón y observarla fijamente, como si estuviera esperando algo en particular.

—¿Qué tal todo?

—Supongo que bien. —Anya no sabía realmente que decir, solo podía pensar en la expresión de Damian en la cena.

—¿Has visto algo particular en la residencia Desmond?

—No, realmente no —Anya pensó que solo había estado con Demetrius, le había ayudado con la tarea y... —Bueno a decir verdad, alguien iba saliendo de la mansión cuando llegué, un hombre regordete con un bigote extraño y ojos pequeños.

Loid escuchó eso, se levantó acercándose a la mesa, tomando un periódico, rebuscó entre las páginas y colocó el periódico abierto en la madera y lo señaló con el dedo índice.

—¿Era este hombre?

Anya se acercó observando la fotografía.

—Si, era él.

Loid frunció el ceño ante su afirmación y observó de nuevo el periódico, mientras varios pensamientos venían a su cabeza.

—¿Quién es él?

—Gaspar Aleskeevich, un funcionario que estuvo fuera del país un tiempo haciendo unos negocios con el extranjero, pero recientemente regresó. —Anya no entendía porque era de relevante o qué relación podría tener. — Él fue uno de los patrocinadores de Desmond cuando estuvo en campaña y un buen amigo.

Anya se sorprendió al entenderlo, que su presencia en la casa Desmond era una pieza clave de que algo estaba tramando ¿acaso por la residente candidatura de Demetrius?

—¿Y viste si habló con Demetrius?

—No, él iba saliendo cuando llegué.

Loid se llevó la mano a su rostro en gesto pensativo y con sus cejas curvadas hacia atrás.

—Eso podría significar que aún tiene contacto con Donovan y posiblemente con Demetrius— Loid debía notificar lo antes posible y seguir los pasos de Aleskeevich para determinar sus acciones. —¿Algo más? —Esto más que nada fue por inercia, porque en su mente tenía muchas cosas.

—Bueno... no sé si sea importante pero hablé con Melinda y pude escuchar que realmente desprecia a Donovan y que ella prefería que fuera atrapado.

Loid demostró una expresión de sorpresa absoluta ante esa noticia.

—Eso es algo realmente nueva ¿ella...sabe dónde está Donovan?

—No lo sé, no pensó nada al respecto, pero seguramente.

Loid volvió a mostrar esa expresión ausente, si eso era cierto, si el matrimonio de los Desmond es tan mala, podría cambiar las cosas. Por el expediente de Donovan sabía que su unión había sido por cuestiones políticas, la familia de Melinda tenía cierto reconocimiento en la ciudad y Donovan quería la presidencia, para ganar esos votos se habían casado. A pesar de que no hubo una historia de amor, pensó que se llevaban bien.

Sin embargo, el que su esposa sintiera tanto desprecio por su esposo, podría llevarla a ser de vital importancia para sacar los secretos de Donovan, sus movimientos o hasta su paradero. Una gran oportunidad.

—Ha sido de mucha ayuda tu visita a la residencia Desmond, buen trabajo. —Loid acarició su cabeza con aire ausente y se alejó de ahí.

Anya sonrió pero se quedó pensando que el éxito de su misión fue a cambio de su corazón estremeciéndose. 


Sus ojos se desviaron hacia un punto inexistente en la calle con cierto fastidio, no le molestaba acompañarla pero en esos momentos su cuerpo pesaba demasiado y solo podía pensar en llegar a su cama y dormir, con la esperanza de que ese fuera su escape. Finalmente su atención fue reclamada al verla salir de la tienda con una ligera sonrisa de disculpa en ella y una bolsa en su mano.

—Lo siento, me demoré más de la cuenta.

—No hay problema, madre.

—Te recompensaré por acompañarme ¿Qué quieres comer, Damian? Podemos ir a tu restaurante favorito que está a unas calles.

Damian consideró la propuesta de su madre con vacilación, hasta que finalmente negó con la cabeza.

—Vamos a otro sitio, al lugar de pasta que te gusta.

Melinda le sonrió al menor de sus hijos que se había ofrecido a acompañarla a comprar algunas cosas. Se encaminaron al restaurante antes mencionado, Damian estaba aliviado que su madre no le preguntara el porqué de su negativa, no quería hablar el tema ni de la verdadera razón.

Damian realmente disfrutaba hacer esas pequeñas cosas con su madre, considerando que en el pasado no habían pasado mucho tiempo juntos. Era una manera de compensar el tiempo perdido. Melinda señaló una tienda de chocolates que sugirió que visitaran después de comer, algo que quiso detonar un recordó de Damian, que terminó reprimiendo. No quería pensar en eso, realmente él no quería pensar en...

—¡Melinda!

Melinda se detuvo ante esa voz y giró su rostro viendo a una mujer acercándose con una sonrisa en los labios ante la sorpresa de encontrársela. Ella sonrió en respuesta pero inmediatamente vio a su hijo a su lado, vio su rostro transformarse de una sorpresa absoluta, incredibilidad y después su rostro se tensó. Damian presionaba su mandíbula con fuerza, sintiendo aquella sensación agonizante subir por su cuerpo y desaparecer al aire de su cuerpo, como si hubiera recibido un golpe en el estómago.

—Yor, que alegría verte por aquí... al igual que a Anya.

La hija de los Forger estaba ante él con un vestido floreado y su expresión asustada, con sus mejillas sonrojadas, aquella expresión que desde hace poco le dedicaba cuando por mala suerte se encontraban. Sus miradas se encontraron inevitablemente por un instante y Damian desvió la suya con discreción, sintiendo aquella opresión en el pecho, aquello que había soportado todo este tiempo.

Como si una mano sujetara su corazón y lo presionara hasta sangrar, hasta romperlo.

Si tan solo su madre no se hubiera retrasado, él hubiera podido evitar ese encuentro. Era fin de semana, por lo cual había pensado inútilmente que podría evitar verla o no ser tan consciente de su existencia como cada día en el Edén.

Él realmente quería dejar de pensar en ella, en Anya Forger... pero su estúpido y masoquista corazón no se lo permitía.

Ella siempre estaba ahí, en todo momento, torturándolo, destruyéndolo, masacrando lo poco que quedaba de él. Pero... él era el culpable de todo esto, lo sabía, era muy consciente que gran parte de este problema era cosa suya, por ser tan estúpidamente ingenuo de pensar cosas absurdas. De haber estado tan seguro de que eso que tenían, que ella... podría significar algo para ella.

Siempre había sabido que ella no podía quererlo como él lo hacía, él la había querido desde el inicio, durante tantos años y ese amor solo se había ido incrementado, siendo su propia condena. Ella se volvió necesaria en su vida, él necesitaba verla sonreír, sentir su dedos recorrer su rostro, la sonrisa que solo le dedicaba a él, el aroma de su cabello, él siempre había vivido por amarla, no conocía otra forma de vivir.

Y todo eso se había estrellado en su cara cuando la vio besándose con su hermano en aquella noche, esa noche que él hubiera querido desaparecer.

No se suponía que fuera a ese baile, pero su madre había insistido por hacer acto de presencia de los Desmond. Sabía que iría su hermano por lo que sentía que no era necesario, pero decidió hacerlo. Había llegado lo suficiente tarde pero al hacerlo pudo ver la escena que lo paralizó en su lugar y que cortó algo dentro de él.

Siempre había pensado que eso que Anya estuviera haciendo con su hermano era algo indiferente, que Anya realmente no podría sentir algo por una persona que acababa de conocer y peor aún, que no podía sentir algo por su hermano. Vaya que se había equivocado y de verdad que al inicio no quiso hacerlo.

Porque cuando ella lo siguió, cuando ella pronunció su nombre esa noche, Damian aún seguía aferrado a eso, a los recuerdos, los momentos y sus propios sentimientos. Y por fin hizo aquello que se había dicho a si mismo que no haría. Él tenía las suficientes razones fuera de su control para no hacerlo, lo había repetido hasta el cansancio, que él recibiría todo lo que ella le diera, aunque fuera una amistad pero él no podía decir nada, no aún, no cuando... había tanto que lo detenía, pero lo hizo, confesó aquello que tanto había guardado, le confesó todo lo que sentía por ella. Por ese miedo de perder sin intentarlo, de dejarla ir sin ser honesto por primera vez.

Con una débil y agonizante esperanza a pesar de lo que había hecho y dejando su orgullo atrás, él le pidió que se quedara a su lado. Le dio otra oportunidad para destruirlo. Él podía hacerla feliz, él sabía cómo hacerlo, él la conocía mejor que nadie, él realmente podía hacerlo.

Él pensó que eso marcaria un cambio, que ella lo aceptaría, porque de acuerdo a su comportamiento, podía entenderse que ella le correspondía. Que ingenuo había sido.

En cambio solo la escuchó disculparse y regresar a los brazos de su hermano, Damian sintió realmente ese dolor insoportable que estrujaba su pecho y realmente pensó que iba a morir. Y hubiera preferido que fuera de esa manera, a tener que presenciar el ver como su hermano se quedaba con la única persona que había amado. Aquella oscura noche...Damian no podía recordar exactamente que había sucedido, su vista había estado nublada ante las consecuencias del dolor de su pecho, pero de alguna manera llegó a casa.

Queriendo desaparecer, huir o dejar de pensar. Esa noche pensó tanto en lo que había hecho mal para que tuviera ese resultado las cosas. Él de verdad pensó que había estado haciendo las cosas bien, que era cuestión de tiempo, sin embargo, había sido cosa suya el hacerse ideas, porque si Anya hubiera estado interesada en él, lo hubiera elegido.

Ella no lo quería, no lo había elegido, lo había utilizado hasta que fue desechado.

Había hecho todo lo que pudo y en un grito desesperado, Damian se dijo que la manera más efectiva de deshacerse de eso, era cortarlo de raíz. Por lo que se decidió a cortar toda esa amistad ¿para qué seguir? ¿para levantar más esperanzas? Él no podía soportar tenerla tan cerca y no poder alcanzarla, además del dolor de sus ilusiones rotas.

Él necesitaba alejarse, olvidarla, sacarla de su mente y de cada célula de su cuerpo.

Realmente su intención era distraerse y dejar eso atrás, eso podría menguar el dolor que evitaba que respirara correctamente cada día, podía ver el dolor de Anya cuando se dio cuenta de que eso se había terminado ¿para qué quería que fueran "amigos" de nuevo, si ella ya había elegido? No tenia sentido, por lo que era lo mejor.

Lo intentó, realmente lo hizo, pero aquella cena en la mansión Desmond de días atrás, había sido el último golpe que necesitaba para destruirlo. Anya parecía burlarse de él, de su elección, presumiéndolo en su cara. El verla ahí, con su hermano y sin poder escapar, el ver el collar de su familia en su cuello, demostrando la seriedad de la relación. La agonía interna de verla todos los días solo se incrementó siendo difícil respirar, sintiendo la sangre brotar de su corazón marchito y roto, viendo aquello que perdió, sin que fuera suyo. Él había perdido, la había perdido.

Quizás su amor fue como buscar un lugar, que no existe.

¿Cómo podía vivir sin aquello que había estado en su vida desde su infancia? Él había tenido tantas esperanzas, había crecido a su lado, había soñado tanto, sosteniendo su mano... y ahora no quedaba nada.

Sin poder soportar más sufrimiento interno, había abandonado esa cena, en un intento de mantener un poco de la decencia que le quedaba, refugiándose en su habitación y dejando que aquel dolor se drenara por sus ojos, refugiándose en su cama, sin moverse, casi sin respirar, con sus pensamientos nocivos. Y en esos momentos, pensamientos de resentimiento, culpa, desesperación y odio lo aturdieron.

¿Por qué ella le había dado tantas ilusiones para después destruirlo?

Él podía tener parte de la culpa por dejarse llevar, pero ella había dado la ultima estocada, el ultimo corte. Ella había sido más que un eclipse solar para él, iluminando su vida, cada paso que daba ¿y que había significado él para ella? Nada, realmente nada. Él le había dado todo para destruirlo, y ella lo hizo sin dudar.

Aquel poder que ella ejercía en él, Damian estaba enfermo de darle tanto poder.

Por que cada vez que ella se movía a su alrededor en la escuela, cada que ella se sentaba a comer junto con sus amigos en la mesa del comedor, fingiendo que nada había pasado, el descaro de ir a su casa con su hermano, todo eso era una maldita broma, un golpe cada vez para destruirlo. ¿Acaso quería asegurarse de acabar con los últimos fragmentos que quedaban de él?

Damian había querido decir tanto al verla enfrente suyo cenando con tranquilidad, dejar salir un poco de su agonía para que ella sufriera al menos un poco por sus palabras.

"Me arruinaste, me quitaste la respiración, estoy sagrado por ti"

La noche fue lo suficiente larga para sumirse en su lado más lamentable, aislándose de todo y caer, perderse y desear no regresar... pero se obligó a levantarse y pensó una y otra vez, que debía deshacerse de eso, de ese amor que lo estaba destruyendo, tenía tantas cosas de las cuales preocuparse, cosas relevantes.

Necesitaba levantarse y caminar, un paso a la vez, con lo poco que quedaba de él. No podía seguir de esa manera él, debía sacarla de su mente, su corazón y de su vida. Por eso al tenerla ante él le dedicó la mirada con mayor resentimiento que pudo, pudo ver como ella retrocedía en su lugar, observó a la señora Forger, se inclinó en señal respetuosa y después observó a su madre.

—Madre, he recordado un compromiso, por lo que me adelantaré.

Sin esperar una respuesta de su progenitora dio media vuelta y se alejó, sin mirar atrás, sin titubear, intentando con todas sus fuerzas ignorar la presión en su pecho que verla aquel día había dejado. Iba a tomar un tiempo pero confiaba que podía lograrlo.

Por su parte Anya vio la espalda que tanto conocía alejarse y un nudo en la garganta le impidió respirar y sin decir nada se alejó, del lado contrario del que Damian se había ido, mientras las lágrimas salían de sus ojos.

—Creo que debemos hablar Yor, ¿quieres que comamos juntas?

Yor que había observado toda la escena cargada de tensión simplemente asintió, dándose cuenta que todo parecía peor de lo que pensaba. 

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