X.

Anya subió el ultimo escalón del edificio y abrió la puerta del departamento donde la familia Forger habitaba desde que la misión Strix inició. De niña siempre buscó aprovechar lo mejor posible su estadía mientras durara, pero actualmente y con su padre eligiendo quedarse con ellas, ahora podía verlo como su hogar.

—Estoy en casa

Dejó su sombrero en la entrada y avanzó por el pasillo con pesadez, había demorado más de la cuenta por las juntas de los imperiales, aunque agradecía que Damian siempre tomara apuntes y prestara atención a todo lo que decían.

—Anya

Escuchar esa voz hizo que se detuviera abruptamente y centrara su atención a la sala del departamento. La voz de su padre sonaba con un ligero sentido de alerta por lo que comenzó a pensar si había descubierto alguna travesura suya. Pero no tenía sentido porque se había comportado adecuadamente desde que se convirtió en una alumna imperial. Giró para encarar a su padre que estaba sentado en el sillón más alargado y enfrente de él, en el sillón más pequeño, estaba Demetrius Desmond con una taza de té en las manos y esa sonrisa arrebatadora a la que cualquier mujer caería.

—¿Demetrius?

—Es un gusto verte Anya

—¿Qué haces aquí?

Anya sintió su corazón acelerarse ¿acaso había descubierto lo del micrófono? No, de ser así no estaría sentado tan tranquilamente en su sala, de una forma tan relajada.

—He venido a verte —Él se levantó, caminando hacia ella y acariciando su cabello en un gesto cariñoso. —Y el señor Forger me ha recibido después del trabajo.

Anya observó a su padre en el sillón con una sonrisa cordial pero sabía que quería decir mucho más de lo podía.

—Ha llegado algunos minutos antes pensando que habías regresado del Edén.

—Si, creo que he calculado mal mis tiempos. —Demetrius admitió.

Anya y el mayor de los Desmond caminaron hacia el sillón y tomaron asiendo, Anya un poco más inquieta de lo que quisiera. Su mamá aún no llegaba, por lo que podía adivinar que había ido a buscar a Alain a la escuela o quizá salieron a comprar, por lo que Demetrius se había quedado ese tiempo solo con su papá.

—¿Hoy tienen algunos planes? Pensé que el baile era mañana. —Loid se animó a averiguar sobre la presencia del mayor de los Desmond en su casa.

—No, no tenemos —Demetrius observó a Anya mientras respondía. —Solo hice un pequeño desvió para ver a Anya. —Y le sonrió de aquella forma fácil y encantadora. —Solo tengo un momento, pero estaba por el área, así que quise aprovechar.

Loid dio un último sorbo al café que tenía entre manos, pensando en cada una de las preguntas de Demetrius.

—Entiendo, de igual forma Anya tiene clases mañana y de seguro usted estará lo suficiente ocupado. — Twilight estaba cortando de esa forma con esa visita que tomó por sorpresa a los dos y que había tensado el ambiente.

—Si, es realmente agotador, pero siempre intento tomarme el tiempo para Anya. —Él la observó de nuevo, pero pronto se levantó. —Pero he cumplido a lo que venía.

Se levantó y se paró enfrente de Loid, quien imitó sus movimientos, ambos se tomaron de la mano en un gesto fuerte y firme. Loid sintió su agarre más fuerte de lo que esperaba pero lo imitó, sin ganas de mostrar dudas o vulnerabilidad.

—Un placer volver a verlo Forger.

—El placer ha sido mío, gracias por venir.

Aquel apretón de manos fue suficiente para que Loid determinara la fuerza de su agarre y la lo seguro que parecía ¿acaso era una especie de mascara o actuaba de esa forma para demostrar algo? No dio su brazo a torcer, lo sujetó fuerte pero sabía que dadas las pruebas no había nada que lo hiciera vincularlo con comportamiento inadecuado.

—Lo llevaré afuera —Fue lo único que Anya dijo en ese momento.

Demetrius caminó fuera de la casa con Anya a su lado, que no podía dejar de sentirse algo inquieta. Pudo ver en la mirada de su padre la señal de advertencia y que la idea de dejarlos solos no le gustaba, pero no tenía excusas para hacerlo. Además que su alto estatus y la misión de llegar al fondo de sus planes no le permitían el actuar por actuar, tenía que evaluar todo su panorama y el hecho de llevarse bien con el mayor de los Desmond era su prioridad, al menos hasta que tuvieran algo claro.

No había querido decirle a su padre que la mente de Demetrius es impenetrable y que no había podido obtener información al respecto. La última vez que le transmitió información sobre la reunión de Demetrius con gente relevante, por lo poco que su papá le había dicho, habían logrado interrumpirla, sin embargo, no habían podido capturar a nadie. Había sido una pequeña victoria para WISE considerando que habían estado perdiendo últimamente por el debilitamiento en los agentes que desaparecían o aparecían muertos.

Era una guerra, donde había bajas cada día, por ambos equipos.

Por eso era una prioridad que Anya obtuviera la mayor información y la había proporcionado con ayuda del micrófono y de esta forma había salvado algunas vidas. Debido a eso Anya se sentía más presionada de no querer fallar en eso. Y quizá por eso mismo se sentía incapaz de admitir en voz alta ante su padre el hecho de que no podía leerle la mente a Demetrius.

Un suceso que nunca había pasado, por lo que decirlo en voz alta podría significar que debía admitirlo y afrontarlo, algo a lo que Anya no estaba preparada. Jamás se había visto imposibilitada el leer la mente de nadie, además que ¡podía leerle la mente a su madre y a su hermano menor! Lo cual era más preocupante ¿qué era lo que impedía que pudiera leer su mente? Hasta ahora no lo sabía, pero intentaba hacer lo mejor, manteniéndose a su lado, para obtener información por el micrófono o con Demetrius hablando y confiando en ella.

Anya era la responsable o el vínculo para que eso sucediera, aunque la idea de que fuera ahí la hacía sentir nerviosa. Damian siempre había estado ahí, visitaba su casa con frecuencia y a sus padres parecía agradarle o al menos no había dicho demasiado al respecto. Pero Demetrius solo la llevaba después de la escuela de vez en cuando, además que últimamente no dejaba se sentirse algo extraña cuando se refería a los Desmond.

—No sabes cuanto te echaba de menos y por eso me tomé el atrevimiento de venir. —Él se detuvo enfrente de ella. Él pareció pensar algo. —Aunque el señor Forger no parecía del todo cómodo.

Anya lo observó mientras caminaban ¿se había dado cuenta de eso? Bueno, quizá su padre había estado más callado de lo normal, pero a su parecer parecía bastante animado ¿Qué el hacia pensar que no le gustaba?

—Tiene miedo de perder a su única hija —Anya dijo lo primero que se le ocurrió, haciendo alusión a una de las películas que había visto con Becky sobre como un padre veía que su hija se enamoraba de un chico y no lo permitía.

—Entiendo perfectamente eso, aunque me sorprende que no tuvieras pretendientes antes, tu belleza es innegable.

Anya lo miró un momento más antes de desviar la mirada y sentirse abrumada por las palabras de Demetrius, él siempre era tan directo con lo que pensaba y decía. Pero eso la llevó a pensar en los intereses amorosos que había tenido en su vida, ninguno... aunque la imagen de Damian vino a su mente. Sacudió la cabeza, fuera de la frecuente convivencia con Damian, jamás había existido un chico en el Edén que la pretendiera, algo en lo que nunca había pensado, hasta ese momento.

Su prioridad es ser una espía, nunca había sido relevante pero quizá el ser atractiva seria un buen recurso al ser espía, si no tenía eso ¿Cómo podría infiltrarse como su padre? Aunque Demetrius confirmaba que tenia su atractivo entonces ¿Por qué no había sucedido?

Habían cruzado la calle donde llegaría el auto para buscar a Demetrius y Anya se apoyó en el muro de las casas de enfrente. Él se inclinó hacia ella y se sintió avergonzada de la poca distancia que existía entre ambos. Demetrius apoyó el brazo a un lado del rostro femenino, alto que no pasó desapercibido para Anya.

—Además que quería saber si estas lista para ser mi acompañante mañana.

Anya había considerado el hecho de ir a aquel evento de caridad con Demetrius, pero ya había aceptado, por lo que no veía razón para negarse.

—Si, en eso habíamos quedado ¿o acaso te arrepentiste de llevarme? —Anya decidió jugar un poco al respecto.

Demetrius le dedicó la sonrisa más arrebatadora que pudo, se inclinó hacia ella y su boca quedó a un lado de su oreja.

—Jamás me arrepentiré de tenerte a mi lado.

Anya sintió su rostro caliente cuando escuchó la voz en su oreja y el aliento soplar su piel, se estremeció hasta la medula ¿Por qué él la hacía sentir tan nerviosa? Él era parte de una misión, era su misión el acercarse y obtener información, pero ¿Qué le pasaba?

—Eso me recuerda, que vine igual para entregarte esto.

La alumna imperial observó como sacaba algo del abrigo elegante que siempre tenía, una caja de terciopelo. Se lo enseñó y la abrió para dejar ver un collar con una esmeralda sujetada por espirales en la base, algo que se veía muy costoso.

—Eso ¿es para mí?

Anya no podía creérselo, el hecho de que él estuviera dándole algo de esa categoría, aunque para él y su fortuna debía ser cosa de nada.

—Si, quiero que lo conserves, ha pertenecido a los Desmond en el pasado.

—¿Estás seguro? Se ve realmente... importante.

Demetrius lo tomó entre sus manos y se estiró para colocar el collar adecuadamente por su cuello, él rozó su piel expuesta con la yema de sus dedos y Anya se estremeció ante el contacto.

—Solamente dejo en claro lo importante que eres.

Él terminó de colocarle el collar y se quedó cerca de ella, con su aliento acariciando su mejilla, deleitándose de aquella cercanía y el aroma que emanaba el cuerpo femenino. De verdad que ella podía hacer temblar a cualquier hombre si se lo proponía, a él lo había animado a intentarlo a pesar de los factores en contra.

—Yo...

En ese momento el auto negro que siempre solía lleva a Demetrius se detuvo enfrente de ambos. El hombre simplemente besó su frente de una manera despreocupada, se despidió con la mano y una vez que estuvo dentro del auto, este avanzó hasta que Anya no pudo verlo.

Loid observó como Anya y Demetrius se habían alejado lo suficiente para la espalda del hombre, pero no podía ver con demasiada claridad, aún así decidió el seguir observando, porque eso es lo que podía hacer con Demetrius Desmond, el observar si saber cómo debería considerarlo como un futuro aliado o un enemigo.

Twilight había considerado algo extraño el hecho de que Demetrius fuera a casa, a pesar de que sería mucho más sencillo el recogerla en el Edén, un comportamiento algo singular. Sin embargo, a pesar de que lo pensara, no podía pensar en alguna razón para su presencia antes de, quizá solo quería darle una sorpresa.

Pero no dejaba de pensar ¿qué es lo que debería pensar de él?

Por suerte el que Demetrius fuera antes, le permitió el entablar una conversación casual.

...-...-...

Loid le había ofrecido un café y estaban sentados en la sala compartiendo uno mientras Anya llegaba de la escuela. Había llegado hace unos minutos y había tocado la puerta, por lo que él no podía dejarlo afuera, por eso lo invitó a pasar para esperar juntos.

—Creo que le alegrará mucho escucharlo, no te he felicitado formalmente por tu rango como candidato, pero cuéntame, soy un apasionado de la política, cuáles son tus propuestas.

Lo había hecho, había lanzado el anzuelo con sus sentidos activados, eso era el asunto de todo y considerando que las cosas no estaban saliendo como debería ante la perdida de varios agentes, sentía que era una pregunta valida y sin peso, que podría darle alguna pista para determinar su postura. Era algo que le preguntarían no solo una vez al ser el candidato de su partido, lo cual facilitaba las cosas.

— Es una larga lista, me gustaría contar con más tiempo y contarle a fondo.

Y aquello parecía una manera de evadirlo con total clase y sutileza, lo vio llevarse la taza a los labios y tomar un poco de café. Loid le sonrió en respuesta, de la forma ensayada que sabia.

—Lo entiendo —Él no quería presionar al primero momento, pero considerando la manera en que evitó su pregunta, debía orillarlo un poco más para ver su reacción y si podía obtener algo. — Personalmente concordaba con varios de los ideales de tu padre, aunque para muchas personas lo llamaban demasiado conservador.

Ahí estaba, era necesario que él aceptara que compartía esos ideales para generar una confianza en la otra parte, con eso podría dar pie a que dijera algo al respecto, lo que pensara o sus planes. Si entendía que apoyaba las ideas radicales de Desmond, que a pesar de todo lo apoyaba, el resto era demasiado fácil.

Solo debía observar un poco más y analizar sus palabras.

—Me temo que no sería mi caso señor Forger, admiro a mi padre, pero no comparto su forma de pensar.

Loid detuvo la bebida en sus labios y lo observó detenidamente, evaluando sus facciones despreocupadas, la forma en que había dicho las cosas y los ademanes con sus manos mientras tenía sujeta la taza de café en sus manos. Y todo parecía indicar que no estaba mintiendo ¿acaso podría confiar en eso?

Había demasiado en juego para confiarse tan rápidamente, por lo que dejó la taza en la mesa y le sonrió de forma fraternal.

— Tal vez nuestra tiempo ha pasado y es turno de confiar en el criterio de los más jóvenes.

Fue en ese momento donde Anya había entrado.

...-..-..

Loid se sentía confundido y pensativo por aquella pequeña interacción entre ambos y como él tenía tan bien controlado cada uno de sus ademanes, palabras y expresiones. Podía ser que era totalmente consciente del peso de sus palabras y buscaba hacerle creer a la gente lo que quisiera. Sin embargo, de igual forma podría estar diciendo la verdad, porque todo indicaba que así era, que no estaba mintiendo. Quizá era un buen mentiroso, como él y nadie mejor que un mentiroso para descubrir a un mentiroso.

Aunque no había obtenido nada y actualmente se sentía inquieto de Demetrius y lo que pudiera estar pensando con hacer. Dejó salir un suspiro profundo y vio a Demetrius acercarse a Anya más de la cuenta, algo que lo molestó de sobremanera.

Sabía que por parte de Anya no había un interés genuino, que estaba ahí para obtener información, pero le costaba creer que él estuviera interesado en su hija. Aunque más específicamente le molestaba que fuera así, lo quería lo suficiente lejos de ella y más al no poder comprobar sobre como estaban parados al respecto ¿confiar o no confiar, verdad o mentira? Aún no había nada seguro.

Aunque si había algo, algo que había tenido presente y que recordó en ese momento al ver a Demetrius siendo tan afectuoso con Anya.

—Le prometí que algo como esto no sucedería.

Un dedo tocó su frente y Anya se levantó de golpe, había sido descubierta durmiendo en la biblioteca. Pero pronto vio unos ojos ámbar mirándola fijamente con una expresión de reprimenda.

—Te he encontrado.

Anya se había escapado de la junta de los imperiales aquel día para estudiar un poco en la biblioteca y adelantar las tareas. Su padre le había dicho que si tenia pendientes escolares no iría al baile de beneficencia, parecía bastante enfocado en que no fuera. Y como quería demostrarle que era capaz de hacerlo, se había decidido a terminar.

—¿La junta de imperiales terminó?

—No, pero tu ausencia fue evidente. —Damian se sentó a su lado, acercando la mano para apartar su cabello de su frente y poder apreciar más su rostro.

Anya se quedó quieta sintiendo esa caricia y su interior se agitó, aunque se apartó con disimulo para ver su tarea.

—Me dirás que es lo que dicen ¿cierto? —Anya no estaba del todo segura como comportarse con él después de lo que había pasado con ellos.

Becky le había dicho que se comportara normalmente y eso intentaba, pero apenas era consciente de las veces que Damian parecía acercarse más de la cuenta o la tocaba.

—Lo haré si... tú me acompañas a un evento hoy en la noche.

—Lo siento, ya tengo planes, pero... podríamos salir mañana, yo invito. —Anya no quiso decir mucho, porque sabía que Damian no le gustaría saber sus planes.

Por alguna razón no parecía nada feliz cuando se enteraba sobre sus salidas o encuentros con Demetrius. Tenia la suposición que eran celos, quizá de que estuviera cambiándolo por su hermano, algo absurdo pero para evitar discusiones como la que sucedió en su habitación donde besó su cuello... decidió guardarse el secreto.

Damian le sonrió ligeramente como si esa fuera una buena noticia, la mejor que había escuchado en un tiempo.

—Lo tomaré como un intercambio equivalente.

Aunque Damian podría estar ganando más, algo de lo que Anya no era consciente.

Anya abrió la puerta después que sonó tres veces, encontrando a Demetrius de pie en la puerta con su cabello peinado tan pulcramente como siempre y un smoking negro con una camisa blanca debajo y una corbata negra que iba a juego con todo su traje. Se veía mucho más elegante de costumbre, aunque siempre conservaba su porte.

Demetrius sonrió cuando vio a Anya asomarse en la entrada con un esplendido vestido rosado de strapple y con una caída en v inversa, dándole un toque elegante, como de princesa. El rosado resaltaba su cabello y aún más sus ojos esmeralda junto con el collar que él le había regalado un día atrás.

—Te ves realmente encantadora.

Anya dio una vuelta luciendo el vestido que tenía, que su madre le había comprado para la ocasión. Habían recorrido varias tiendas para encontrar un vestido que entrara en su presupuesto y encajara con el ambiente elegante del evento.

—Vamos

Él le ofreció su brazo y una vez que se despidieron de los Forger, se dirigieron al museo, donde se llevaría a cabo el baile de beneficencia. Anya estaba un poco nerviosa sobre cómo debería comportarse en un evento como ese, pero quería tomarlo como una misión más, para probar sus habilidades de infiltración.

—Ese vestido de verdad te favorece tanto. —Él se acercó hacia ella y tomó entre sus dedos el collar que le había dado. —Y esto lo complemente, resalta el color de tus ojos.

—Tú igual te ves realmente bien.

Aunque lo correcto era decir que siempre se veía de esa forma, Anya no recordaba ni una sola ocasión que no lo hubiera visto sin el traje.

—¿Qué es lo que debería hacer en el baile? —Le preguntó Anya.

No sabia nada de esos eventos y solo había aceptado por petición de Demetrius, aunque su padre le dijo que estuviera atenta sobre quien se presentaba en el evento.

—Nada, solo debes acompañarme.

Anya asintió una vez sin saber que más decir, jugueteando con sus dedos ante los nervios. Demetrius era mayor que ella y era el candidato favorito para ganar las elecciones por su gran carisma y por tener ideas modernas, ella debería estar a la altura.

Ella vio como el auto se detuvo enfrente del museo, había demasiado gente alrededor, varios fotógrafos capturando todo lo que podían y a los invitados cerca de la entrada entablando conversaciones entre sí.

La puerta se abrió ante ella y descendió cuando Demetrius le ofreció la mano, no se había dado cuenta cuando salió del auto al estar tan distraída en toda la gente. Sintió las luces encima de ella cuando caminaron por la entrada, Demetrius sonreía y saludaba a todos con una sonrisa o un ademan de su mano. Todo esto terminó cuando ingresaron al museo.

—¿Fue demasiado?

—No, estuvo bien.

Demetrius le dedicó una sonrisa encantadora y la guio por todo el salón donde habló con diferentes personas importantes de las cuales Anya se esforzó en recordar para contarle a su padre. Escuchó las pláticas pero eran cosas sin importancias y pronto se sintió fatiga cuando empezó a escuchar las voces en su cabeza, era lo suficiente ruidoso. Se sentía mareada, hace mucho que no se enfrentaba a una multitud, debía centrarse en cerrar su habilidad, pero necesitaba un respiro.

—Demetrius, ahora regreso. —Él se giró para observarla, cortando la conversación que estaba teniendo. —Necesito algo para tomar.

—Si de acuerdo.

Anya se alejó un poco mareada hacia el área de bebidas que había visto más atrás, observó varios aperitivos y varias copas de champagne o bebidas elegantes que ella desconocía. ¿Habría algo que no tuviera alcohol? Había niños en la sala, adolescentes más pequeños que ella, por lo que debería haber algo que pudiera tomar, pero era difícil concentrarse cuando las voces no se silenciaban.

Algo frio tocó su mejilla y se sobresaltó, cuando levantó la mirada vio un vaso con una bebida rosada con hielos. Sus ojos viajaron más arriba encontrándose a Demetrius con el vaso y dedicándole una mirada preocupada.

—¿Estas bien?

Anya tomó el vaso y dio un largo trago, el líquido frio le ayudó a relajar su mente y que aquella habilidad se detuviera, lo cual le permitió poder razonar de manera normal. Había escuchado un par de cosas sobre una reunión y planes sobre ir sobre un punto débil, pero el ruido excesivo le impidió escuchar claramente. Ahora podía calmarse y actuar más correctamente.

—Si, solo me sentí algo acalorada.

Demetrius la tomó de la mano y la guio a través de las puertas, caminando fuera del salón donde el evento se llevaba a cabo.

—¿A dónde vamos?

Él simplemente le sonrió y siguió guiándola por pasillos y pasillos, hasta que el techo y las paredes desaparecieron y estaban en el patio trasero del museo, dejando ver un amplio jardín con las farolas iluminando el camino, brindando una apariencia privada.

—Pensé que te gustaría un poco de aire.

—Gracias. —Anya observó todo el sitio y como todo era tan silencioso, cuando podías leer la mente con facilidad siempre se apreciaba un buen silencio, aunque en ocasiones podía ser contraproducente, como el silencio en la cabeza de Demetrius y más en ese momento que no dejaba de mirarla.

Anya estaba al pie de la escalera que daba al jardín pero no se animó a avanzar más.

—¿Qué es lo que piensas? —Esa es la primera vez que Anya se atrevía a preguntar eso, algo que nunca fue necesario.

—En ti, en lo bella que estas y en que soy realmente afortunado de tenerte. —Se adelantó un paso y rodeó su cintura, acto que la tomó por sorpresa. —Y en como no puedo controlarme de hacer algo que he querido hacer hace mucho tiempo. —Él tomó uno de los mechones de su cabello con su mano libre.

—¿Qué cosa? —Anya pensó que podría ser algo conforme a la misión.

Pero se quedó completamente quieta cuando sintió los labios de Demetrius sobre los suyos, besándola con ternura y anhelo, transmitiendo lo mucho que le gustaba. Anya sentía su corazón latir fuertemente y de pronto se vio a si misma siguiendo el movimiento de sus labios, con su cuerpo temblando ante aquel acto y lo bien que se sentía.

Demetrius se alejó y acarició su rostro en un gesto cuidadoso, como si estuviera tocando la cosa más delicada.

—Eres tan dulce como pensé.

Anya le sonrió con el corazón latiendo fuertemente, hasta que uno de los guardianes de Demetrius apareció en la entrada del museo y él torció la boca.

—Lo siento, tengo que regresar ¿vamos? —Le ofreció la mano.

—En un momento te alcanzo.

Él asintió y se adelantó, dejándola sola en su mar de sentimientos y pensamientos.

En todo ese tiempo su único objetivo había sido el permanecer lo suficiente cerca para obtener información relevante para la misión, su primera misión como agente. Lo que sucediera o no con Demetrius era algo que no había pensado demasiado. Solo sabía que una vez que obtuviera lo que quería tomaría su distancia, sin embargo eso cambiaba las cosas.

O más precisamente la llevaba a preguntarse ¿qué es lo que realmente sucedía con Demetrius? Él le había confesado sus intenciones en su primera cita, que le gustaba y que esperaba seguir compartiendo momentos juntos. No obstante, él la había besado y ella, le correspondió. ¿Por qué lo había hecho? Aún en ese momento su corazón latía fuertemente ¿Qué era ese magnetismo que sentía por el mayor de los Desmond? Su misión era mantenerlo cerca pero ¿quizá ella estaba sintiendo algo diferente? ¿Cómo podía sentirlo?

Ella sabía a lo que se metía cuando él se confesó, si se hubiera detenido a pensar hubiera supuesto que algo así sucedería pero no lo había hecho, realmente las cosas parecían salirse de su control, hasta lo que ella misma sentía y...

De reojo vio una figura moviéndose, por lo que levantó la mirada y vio a una persona caminando por el jardín, una espalda que ella reconocería en cualquier lugar. Se adelantó sin pensarlo y lo siguió, sus tacones resonando en el piso en un intento de alcanzar sus largos pasos.

—¿Damian? —Su voz sonó más alta por el silencio del lugar.

Él se detuvo de repente al escucharla y al no tener otro remedio giró en su lugar. Y la forma en que la miró, en que sus ojos hicieron contacto con los suyos, Anya pudo verlo claramente. La miel quemada y apagada, en sus ojos pudo ver la decepción, el dolor y el revoloteo de muchas emociones contenidas, una mirada que ella jamás había visto y que hizo que su corazón se detuviera dolorosamente, olvidando todo su entorno y centrándose en aquel hombre enfrente agonizante y comprendiendo aquella reacción.

Damian había visto como se había besado con su hermano, Demetrius Desmond. 

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