PRÓLOGO

---Vamos ven, vayamos al parque a jugar.

---Si, vamos y después compramos helados.

Unos pequeños niños de 7 y 5 años, salieron como cada tarde a jugar al parque, al llegar, vieron un campo lleno de plantas silvestres, algunas flores y muchos árboles que levantaban su sombra sobre unos juegos infantiles, corrieron al sube y baja, y después a la resbaladilla, y finalmente a los columpios  cuando ya estuvieron agotados, fueron por su helado y se sentaron en una banca  de piedra que estaba recargada sobre el tronco del árbol mas antiguo que allí se hallaba.

Mientras degustaban su helado el mas pequeño de ellos mirando al cielo le dijo a su acompañante:

-Sabes quisiera que nunca nos separemos, odiaria tener que pelear contigo como hacen los adultos, porque hoy no hacemos una promesa - y levanto su dedo meñique para que el mayor lo enlazara con el suyo.

-Si, yo te prometo ayudarte siempre, cada que nos enojemos buscaremos siempre la reconciliación, nunca te dejaré ni te abandonaré, siempre serás la persona mas importante en mi vida y siempre estaré para ayudarte.

-Yo igual, te prometo quedarme siempre a tu lado, nunca guardarte rencor por nada que hagas aunque sea malo, siempre estaré a tu lado cuando me necesites y jamas de los jamases dejare que se destruya nuestra promesa.

Y así con los meñiques enlazados, una sonrisa pegajosa en los labios y un helado derritiéndose por el calor, sellaron una promesa que deseaban siempre cumplir.


O al menos así fue hasta que apareció una nueva persona en la vida de uno de los pequeñitos.





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