✯Capítulo OO1: El fracaso de las relaciones.

Había terminado de organizar la boda de una de mis clientas. Una boda de plata para celebrar por los veinticinco años de felizmente casados. La esposa me felicitó reiteradas veces por la hermosa decoración, en sus palabras: "superó mi expectativas". Yo solo asentí con una sonrisa puesto que recibir halagos por mi trabajo era ya costumbre, confiaba en mi talento con la decoración, y por ello es que recibí una buena paga.

La pareja de esposos me invitó a la boda como a modo de agradecimiento, —aunque ya me habían agradecido muchas veces— además para ellos era un honor que yo esté presente en la celebración. Y como en esa noche "no tenía nada que hacer" pues acepté la invitación.

Realmente me gustaba quedarme a ver las bodas que la mayoría de veces las parejas me invitaban, porque era bonito ver cómo las personas se casaban felices, también eso alimentaba mi ilusión de poder casarme de esa manera algún día. Porque sí, ya estoy en los treinta y dos años, a mi edad es propicio formar una familia.

En la fiesta llegaron muchos e importantes invitados, era de esperar al ser una boda de una pareja acomodada y con lujos, aunque la mayoría era gente de mediana edad. Los tragos y cervezas iban y venían. La música era de la época de los sesenta y setenta. Por un momento la fiesta me pareció aburrida hasta que varios chicos me invitaron a bailar, claramente tenía un poco de distancia con ellos puesto que tenía novio.

Novio.

Desbloqueé mi celular para mirar la hora: una y media de la madrugada. Pero también me vi con la sorpresa de que tenía veinticinco llamadas perdidas y treinta mensajes del mismo remitente.

Mierda, la cena que tenía planeada con Jiwon.

—Vamos, Suji, quédate un rato más. Es de mala educación rechazar una invitación de una persona mayor.—dijo mi clienta.

Cogí mi cartera.—Lo sé y lo siento, señora, pero mañana tengo trabajo.—mentí. Mañana era mi día libre. La mujer mayor hizo una mueca de disgusto.—Gracias por la invitación, —hice una reverencia.— y que se divierta mucho.

Me despedí de mi clienta, salí corriendo como pude teniendo cuidado de no doblarme el pie por los tacones que llevaba, tomé un taxi.
Llegué a mi departamento, coloqué la clave de la cerradura y apenas entré me encontré con Jiwon recogiendo los platos y decoración de la mesa.

Me recriminé a mí misma por ser tan olvidadiza y tonta por no acordarme de la cita.

Jiwon me miró cuando me escuchó entrar. Él negó con la cabeza y suspiró.

Me miró de arriba a abajo.—¿Otra vez es por trabajo?— bueno, cuestionando mi atuendo que era gala: un vestido pegado rosa pastel y tacones del mismo color.— ¿O vienes de una fiesta? —su tono de voz era de molestia.—¿La pasaste bien?—esa pregunta fue hecha con un tono irónico.

—Perdón, es que mi cliente...

—¿Sabés qué?—dejó con fuerza sobre la mesa el florero que tenía en la mano. Era notable que estaba molesto.—Mejor no quiero escuchar tus excusas. Total siempre es lo mismo.

Tomó su mochila que estaba en el mueble.

Fruncí el ceño, confundida.—¿Por qué tienes esa mochila contigo?

—He decidido que mejor hay que dejar aquí lo nuestro. He empacado las pocas cosas que tenía aquí.—la ropa que a veces guardaba aquí cuando pasabamos la noche juntos.

—¿Qué?—realmente no me lo creía, es decir ya había pasado por esto varias veces pero es que con Jiwon había durado casi un año de relación, es el único con el que he durado después de mi casi matrimonio.— ¿Cómo?—me acerqué a él.— ¿Por qué estás terminando conmigo? ¿Y la cita?

—Ya estoy harto de ti, Suji.

—¿Es por la cena? —él guardó silencio.— Ay por favor, Jiwonk, es solo una cena.

—¿Solo eso es para ti?—asentí. Y el río con sarcasmo.— En realidad es más que la cena, Suji. Nunca atiendes a mis llamadas. Nunca escuchas cuando te hablo. La mayoría de veces me dejas plantado cuando trato de tener una cita contigo. He tratado de tener una conversación o pasar un buen rato contigo pero siempre te llaman al celular por trabajo y me dices que lo dejemos para otro día, ¡Y así es todas las putas veces! Tu trabajo siempre es primero.

—Bueno, tengo que sobrevivir con ello.—gran estupidez al decir eso. Rayos, por qué simplemente no puedo cerrar mi bocota.

Jiwo rió de una manera que me asustó, de verdad estaba harto de esta situación.—Yo también trabajo, Won Suji,— y ahí está el nombre completo.—pero siempre intento dejar de lado por unas horas mi trabajo para pasar un tiempo con mi novia.

La mayor parte de las relaciones soy yo la que tengo la culpa, muchas veces me han dicho lo mismo; que dedicó mayor tiempo a mi trabajo. Sí bueno, quizás el problema soy yo y mi maldita adicción al trabajo.

—¿Por qué no me dijiste antes lo que sentías, Jiwo? ¿Por qué esperaste hasta este momento?

—He intentado decírtelo, pero tú siempre tenías prisa.

No me había dado cuenta de que las lágrimas brotaban de la mejilla de Jiwo. Me sentí insensible por no sentir nada en ese momento, ni siquiera sentía compasión por él y por todo el infierno que le había hecho pasar. Él era el afectado y yo de alguna manera quería solucionar esto.

—Perdón, Jiwo.— quise tomar de sus manos para que se calmara pero él las alejó inmediatamente. Suspiré.—Sé que he hecho mal en olvidarte e ignorarte pero desde ahora voy a cambiar, voy a hacer más atenta contigo.

Jiwo se secó las lágrimas.—Ya es muy tarde para eso.—cogió su mochila y salió del departamento. Yo no lo detuve, era en vano si lo hacía. Jiwo ya no iba a volver.

Y esa fue la última de las relaciones que tuve. Otra relación fallida. Otra vez yo siempre soy la culpable.

Al otro día no quería salir de la cama, no quería ir a trabajar a pesar de los varios contratos que tenía—en el momento quizás se me vio como si no hubiera afectado, el shock del momento— al recordar sus palabras me hizo sentirme chiquita y me recriminaba lo ingrata y descuidada que había sido. Y así la pasé por tres días, me había afectado, me sentía culpable, y ello conlleva a mi mal rendimiento en el trabajo.

Hace como tres años que intentaba mantener una relación estable y que no terminen al mes. Después de la vez que me dejaron con el anillo en la mano y la boda planeada, mis relaciones han sido un total fracaso como si me hubieran embrujado o como si ese fuese mi fatal destino.

Así que un día me levanté de la cama y me dije a mí misma que las relaciones pasajeras llegaron a su fin. No más sufrimiento ni engaños. Mejor sola que mal acompañada dicen por ahí.

A los únicos seres que le dedicaré mi vida son a mis gatos.

—¿Hoy no era el día libre de Jiwon?—mamá me había ido a visitar.

—Hace un mes que terminé con él.—no se lo había contado.

—¿Qué? ¿Por qué?—mamá dejó caer la taza de té, por suerte no se derramó.—Él era el chico perfecto, Suji. Era guapo, lo quería como yerno.

—Creo que estoy embrujada, mamá.— suspiré.— Cada vez estoy más convencida que yo soy un problema andante.

—Ay hija,—me acarició el cabello.— Los chicos no te duran, ¿Será que los espantas?—Reiteré su mano de mi cabello y la fulminé con la mirada.—¿Por qué mejor no te hacemos una limpieza? Conozco a un chamán muy bueno. Porque desde esa vez que te dejaron con la boda planeada y el anillo en mano lo único que has tenido es mala suerte.

—No gracias, mamá. Desde ahora las relaciones ya no van conmigo. —mi mamá quiso hablar pero la interrumpí—Y no me pidas nietos.—sabía que iba a decir eso. Ella me miró inquisitiva.

Mi celular del trabajo sonó y contesté.—Buenas, habla Won Suji, decoraciones de eventos. ¿En qué la puedo ayudar?

Cuando mamá se fue, subí corriendo hacia mi habitación para cambiarme de ropa a una más decente y menos casual, acompañado de unos tacones y maquillaje natural. Solicité un taxi y en medio hora estuve a tiempo en el salón de recepciones en donde iba a tener la cita con una clienta.

Esperé a mi clienta unos minutos mientras preparaba el catálogo de ideas para la boda.

De pronto la puerta del salón se abrió dejándome ver a una mujer muy bella de esbelta figura, se veía muy elegante con la vestimenta que llevaba puesta.

—Buenas, Soy Won Suji, su organizadora para la boda.—me presente cuando se colocó frente a mí.

Podrán decirme prejuiciosa pero ya he tratado con este tipo de clientes. Con solo ver su apariencia supe que me había ganado el premio gordo, es decir, por el salón sumamente grande que eligió para su boda van a ver por lo menos cuatrocientos o quinientas invitados, más comida para el bufé y por supuesto que más dinero a cobrar.

—Soy Bae Yeji. En unos minutos viene mi prometido, mientras podemos ir viendo el local.—asentí.

A puesto que es una mujer muy exigente y que quiere tener todo controlado, especialmente si se trata de su boda. Mientras le mostraba el local estuve analizando el diseño del interior para su boda y me quedé con dos opciones: una boda exótica pero elegante con muchos adornos y arreglos florales; o una boda simple pero acogedora con los invitados.

—¿Cuántas personas vendrán a la boda?—dije.

—Quinientas personas.— lo apunté en mi libreta.—Tambien vendrá la prensa asi que quiero todo elegante con muchas flores y adornos.— sonreí, mi intuición nunca falla.

—Mi amor.—de pronto se escuchó la voz de un hombre detrás de nosotras.

—Sweetie.—ella volteó, supuse que era su futuro esposo. Yo seguí con la mirada en mi libreta apuntando todas las ideas que se me habían ocurrido ese momento.

—Señorita Suji, —llamó Yeji. Yo alcé la mirada.—él es mi prometido, —el hombre se colocó a su costado.—Kim Junmyeon.

Cuando lo miré me quedé paralizada por un instante. Tragué saliva.

¿En serio era él o me lo estaba imaginando?

Me di un pellizco en el brazo disimuladamente para comprobar si me lo estaba imaginando o no.

—Un gusto conocerla, señorita Suji.— hizo una reverencia y sonrió.

Efectivamente, era Junmyeon, mi ex novio.

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