Capítulo 12


Alec nunca había estado realmente enamorado, por lo que nunca había sido realmente cursi o cariñoso. Pero Magnus lo era, Magnus le encantaba besarle y abrazarle cada cinco minutos, y a Alec le encantaba. A pesar de todo, se sentía realmente feliz.

Finalmente llegaron al estacionamiento, donde se dijeron te amo, y se dieron un ultimo beso, antes de ir cada uno a trabajar.

Alec se sentía en una burbuja de felicidad cuando llegó a su oficina. La cual explotó cuando vio a Lydia sentada frente a su escritorio, esperándole. Era obvio que Maryse le había informado de los sucesos del día anterior.

– ¿Cuándo ibas a decírmelo? – ella le preguntó, sin esperar si quiera a que cerrara su puerta.

Alec frunció el ceño y miró alrededor, esperando que nadie notara la actitud de Lydia. Luego cerró la puerta y se giró hacía ella.

– Buenos días, Lydia, – Alec dijo, sentándose tras su escritorio.

– ¿Y? –

– ¿Y qué? – Alec preguntó, y Lydia le miró como si no le tuviera paciencia.

– Sabes perfectamente que. Tu madre me llamó en la noche. Me dijo que le habías gritado y luego te habías ido. Todo por Magnus Babe. Por dios, Alec. ¿En que estabas pensando? – ella se levantó de la silla, con las manos en su cintura.

– Supongo que también te dijo que me trato como un adolescente que llega tarde a casa y que me dijo que si no dejaba de trabajar con él tenía que irme de la casa. Además, no puedo creer que te haya llamado. Esa mujer no tiene limites, – Alec negó.

– ¿Y realmente elegiste a ese hombre sobre tu familia? ¿en que estabas pensando, Alec? –

Y ahí iba de nuevo. El mismo viejo argumento. Las apariencias. Estaba tan harto de ellas.

– Bueno, estaba pensando en cumplir el trato que mi madre hizo al donar doscientas horas de trabajo conmigo sin pedirme autorización o informarme de ello. Solo estaba haciendo mi trabajo. Que el ganador de ello haya sido Magnus no es mi culpa. Y dudo que estuviéramos teniendo esta conversación si alguien más hubiera gado esa subasta. Solo es porque a mi madre no le agrada. –

– No solo a tu madre, Alec, somos demasiadas personas a las que no nos agrada. Tanta gente no puede estar equivocada. ¿Qué no has leído los artículos de él? La forma en que actúa, "Soy Magnus Bane el millonario homosexual que puede hacer lo que quiera porque tengo dinero" –

– Magnus actúa como quiere porque no le interesa ganarse la aprobación de la gente. Su dinero no tiene nada que ver, y no le veo el problema de que sea gay, Lydia. Y a pesar de todo eso, es un hombre de negocios realmente bueno y con seriedad en su trabajo. Y doy gracias de ser capaz de ver todo esto ahora. Es increíble todo lo que puedes llegar a darte cuanta una vez que dejas de ser influenciada por gente como mi madre. –

– ¿Cómo puedes dejar que tenga tan to poder sobre ti, Alec? ¿Cómo puedes dejar que te manipule así? Tu, que eres un hombre tan inteligente, ¿Cómo dejas que arruine tu reputación y la de tu familia? –

Alec comenzaba a sentir su cuerpo arder de furia. No podía creer que Lydia pensara igual que su madre.

– Mi madre te ha entrenado tan bien, ¿cierto? Hablas y te comportas igual que ella. Y seamos honestos, la única razón por la que estamos juntos es porque le conviene a nuestras respectivas empresas. Solo es un buen negocio. –

Lydia le miró pálida y con asombro.

– No puedo creer que me digas eso. Estoy contigo porque quiero estarlo. Porque me gustas y pensé que yo te gustaba. Ahora puedo ver que estaba equivocada. –

– ¿No te escuchas, Lydia? ¿Te gusto? Que romántico. ¿Y que hay del amor? –

– Solo ha pasado un año, Alec. El amor toma tiempo. Eso ya vendrá. –

– ¿Cuánto tiempo toma, eh? ¿Otro año? Porque yo creo que si no ha llegado aun es porque no llegará. –

– ¿O sea que tiraras meses de relación por unos días con Magnus Bane? Me siento tan decepcionada de ti, Alec. Cuando te des cuenta del error que estas cometiendo no me vengas a buscar. –

– ¿Por qué cada decisión que tomo se la adjudican a Magnus Bane? Esta es mi decisión, Lydia. Mia, no suya. Y veo que es la correcta viendo lo poco triste que te ves con ello. –

Lydia terminó de perder su paciencia, rodeó el escritorio y le soltó una cachetada.

– Podría decir lo mismo de ti, Alec. Espero que disfrutes a tu nuevo mejor amigo. Al final te darás cuenta de todo lo que perdiste. – se dio la vuelta y sin mirar atrás, caminó a la salida.

– O me daré cuenta de todo lo que gane, – le dijo, acariciando el cachete donde le había golpeado.

Volvió a sentarse en su silla, escondiendo su cara entre sus manos. Sabía que tenía que terminar con Lydia, pero había pensado hacerlo en algún lugar más privado, y con una conversación más tranquila. Aunque ahora veía que sin importar el lugar, la conversación nunca hubiera sido tranquila.

Se preguntaba que hubiera pasado si no hubiera conocido a Magnus. Quizá otros doce meses más, después casarse con una mujer exactamente igual a su madre.

Luego recordó su mañana tan feliz con Magnus. Definitivamente había tomado la decisión correcta. Sacó su teléfono y le marcó.

– Hola bebé, ¿ya me extrañas? ¿Qué tal tu mañana? – Magnus le contestó, de inmediato.

– Mi mañana a sido una mierda. Lydia ya me estaba esperando cuando llegue a la oficina. En resumen, terminamos, – Alec dijo.

– ¿Estás bien, Alexander? Puedo imaginar que no fue una conversación buena. – dijo Magnus, con voz preocupada, pero cálida, haciendo que Alec se sintiera mucho mejor

– Sobreviviré. Aunque ahora toca otra discusión con mi madre, cuando Lydia le cuente la conversación que acabamos de tener. Creo que mejor me iré a recorrer antes de darle la oportunidad. Necesito un descanso antes de enfrentarla de nuevo. ¿Quieres desayunar conmigo? Realmente necesito verte. –

– Claro que si. Ven cuando termines tus rondas. Podemos ir a algún lugar tranquilo a comer juntos. Lamento todo lo que estás pasando. –

– Siempre supe que no iba a ser fácil. Y eso que solo piensan que estamos haciendo negocios juntos. No quiero ni imaginar como se pondrán cuando sepan la verdad. –

Alec suspiró, al pensarlo. Al menos tendría a Magnus de su lado cuando eso pasara.

Al terminar la llamada, Magnus comenzó a planear un picnic para para comer con el amor de su vida, junto a un lago donde sabía que podían tener privacidad. Alec necesitaba algo que lo animara.

Le interrumpió Catarina, con una expresión seria.

– Maryse Lightwood está en la recepción e insiste en verte. Le dije que debía programar una cita, pero se niega a irse. Se ve bastante agitada y molesta, ¿Quieres que llame a seguridad? –

Así que ahora era su turno. Eso sería interesante.

– No, déjala pasar y déjanos solos. Gracias Catarina.

Ella asintió, saliendo de la oficina. Maryse probablemente creía que si su hijo no podía ser chantajeado, quizá Magnus si. La mujer estaba llena de mierda. Unos minutos después, ella entró.

– Hola Maryse, que agradable sorpresa, – Magnus dijo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

– Corta la mierda, Bane, ¿Dónde esta mi hijo? – ella soltó.

Magnus cambio de postura y alzó una ceja.

– Veo que amaneciste sin modales el día de hoy. Contestando a tu pregunta, supongo que debe estar trabajando. –

– Le llamé, pero no me contesta. Supongo que su nuevo mejor amigo debe saber donde está, –

Magnus sabía que decirle que a él si le había contestado no era una buena idea. – Alexander podrá ser mi amigo, pero no me informa de cada movimiento que hace Maryse. No soy su niñera. –

– Pero supongo que pasó la noche en tu casa, y hablaron. –

– Supones mal. Alexander no pasó la noche en mi departamento. –

Maryse se veía frustrada, como si la situación se le estuviera saliendo de las manos.

– Dime exactamente que quieres con mi hijo. Y no me digas que cosas de trabajo, porque ambos sabemos que eso es mentira.

– Maryse, pagué una gran cantidad en tu evento de caridad, por lo que pienso aprovechar su trabajo. Alexander es bueno en lo que hace, tu debes saberlo al ser su madre. Y resulta que su compañía también es agradable. Lo que sea que pretenda con él, creo que es lo suficiente mayor para decidir él mismo. –

– ¿Intentas volverlo contra su propia familia? ¿Es eso? Te aseguro que lo descubriré. No dejaré que lo envenenes en contra de nosotros. –

– Puedes creer lo que quieras, Maryse. Pero no te atrevas a amenazarme. Ahora, si me disculpas, tengo bastante trabajo, por lo que te pediré que te vayas. –

Maryse le miró sorprendida y llena de enojo, sin poder creerlo.

– Esto no ha terminado Bane. Escucharás de mi en un futuro. –

Ella cerró la puerta con fuerza, y Magnus suspiró, dejando caer sus hombros. Esa mujer se comportaba como si Alexander fuera una posesión, y no un hijo. Y sus amenazas no le asustaban. Además, sabía que Alexander lo valía



Perdón por desaparecer... cosas pasan

Pero ya volví, espero que aun haya gente por aquí

Más al rato publico otro capítulo (:

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top