Capítulo 10


– Bien. Solo tomaré unas cosas y me iré. –

Subió las escaleras, ignorando los gritos de Maryse. Llegó a su cuarto y cerró la puerta con seguro. Ahí, cerró los ojos e intentó calmarse. No había esperado que su madre reaccionara tan mal a su amistad con Magnus, ¿Qué diría cuando se enterara de su verdadera relación?

Bueno, esa otra guerra para otro momento. Ahora mismo no tenía la fuerza para lidiar con ello. Solo necesitaba distancia de ella. Fue a su armario y comenzó a sacar ropa y hacer su maleta, tomó sus cosas personales y salió de su cuarto.

Maryse seguía ahí, su rostro lleno de furia.

– Alec, no seas ridículo. Ese hombre no vale la pena. ¿Por que no te tomas un tiempo, vas con Lydia hasta que te tranquilices? Has estado trabajando demasiado, claramente eso te ha afectado, –

– No necesito alejarme de Magnus, madre, necesito alejarme de ti. Tengo veintiséis años y aun vivo con mis padres. Creo que es hora de cambiar eso, y gracias por darme el empujón que necesitaba. Te veré en el trabajo madre. buenas noches. –

Terminó de bajar las escaleras, dejando a Maryse sin palabras.

Primero pensó en ir con Magnus, pero no quería causar aun más problemas, por lo que se dirigió a las Industrias Lightwood, edificio que contaba con departamentos para clientes y asociados cuando visitaban la ciudad. Mientras entraba al edificio, le mandó un mensaje a Magnus explicándole lo que había pasado.

Le entregaron su llave y subió al departamento. En ese momento sonó su teléfono avisándole que tenía un mensaje.

"Voy para allá"

Alec sonrió, sintiendo como un poco de la tensión acumulada desaparecía. Llamó al lobby para avisar de la próxima llegada de Magnus.

Veinte minutos después escuchó un golpe en la puerta. Al abrirla, se encontró con un muy preocupado Magnus, quien le abrazó fuertemente. Después de un momento, le tomó del rostro y le besó.

– Oh bebé, ¿Qué te pasó? Te ves terrible, – le dijo, acariciándole su rostro entre sus manos.

Alec giró su rostro para besar una de sus palmas, y luego tomó esa mano para llevarle a la sala, sentándose en el sofá.

– No pude más, Magnus. Ella me estaba esperando, para gritarme lo mala influencia que eras, que me estabas manipulando, ¿puedes creerla? Al final me dio un ultimátum, dejar de verte o irme de la casa. Y bueno, ya sabes que elegí. –

Magnus le abrazó de nuevo, besándole el cabello.

– Nunca quise interponerme entre tu familia, Alexander. Al final son tu familia, y no espero que tengas que elegir entre ellos o yo. –

Alec se soltó de su abrazó, y le miró a los ojos, tomándole de las manos.

– Magnus, no tienes idea lo agradecido que estoy de que me hicieras ver todo lo que me había estado perdiendo. La vida que mis padres quieren para mi, no la quiero, me hacía miserable. Tu no me hiciste elegir, yo me elegí a mi mismo. finalmente me estoy permitiendo manejar mi vida. –

– Pero esto fue demasiado rápido, Alexander. No deberías tomar decisiones tan importantes así. Por mucho que me importes, no quiero que un día despiertes y te des cuenta que cometiste un grave error. No quiero que estar conmigo te cueste tu familia. –

– No pasará. Lo que pasó con mi madre solo me hizo darme cuenta de lo que tu significas para mi, de lo mucho que me importas. Tu mismo dijiste que no iba a ser fácil. Y honestamente, esto iba a pasar tarde o temprano. –

Alec le besó suavemente. Magnus intentó resistirse por un momento, pero finalmente cedió, besándole con pasión. Finalmente se separaron, quedando frente a frente, con sus manos unidas.

– Creo que me estoy enamorando de ti, Magnus. Se que es demasiado pronto, pero no me importa. Esta pasando y no puedo evitarlo. –

Magnus miró la sinceridad en los ojos de Alec. Tan puros, sin mentiras, y con sus sentimientos claros.

Desde el inicio, Magnus había sentido una chispa especial por Alec, sabía que esta vez sería diferente. Nunca había pensado mucho en el amor, ni tenía mucha experiencia en el tema. ¿Realmente podía tener eso con Alec?

– Nunca había tenido alguien que se sintiera así por mi Alexander, ni yo por otra persona. Creo que necesitare un poco de tu ayuda en esto. Es algo nuevo y me asusta. Pero estoy dispuesto a explorarlo contigo. –

Alec le tomó del rostro y nuevamente estampó sus labios contra los de Magnus, desesperados el uno por el otro. La mano de Alec bajó a los botones de laa camisa de Magnus, desrabotándolos tan rápido como podía.

Las manos de Magnus le imitaron, hasta que pudieron tocar los pechos desnudos del otro. Alec dejó de besarle para poder admirar la vista. Magnus estaba frente a él, con la camisa abierta, mostrando su perfecta piel morena. Alec se sentía tan caliente, y necesitaba más. Finalmente quitó la camisa.

El hombre era una obra de arte. Perfectos y definidos pectorales, hombros anchos, piel perfecta. Tentativamente, alzó la mano para tocarle. Magnus tomó su mano y la llevó a su pecho. Era mejor de lo que había imaginado.

– Dios, Magnus. Eres perfecto. – Alec susurró.

Magnus sonrió, nerviosamente y Alec no pudo evitar besarle de nuevo, esta vez, con sus dos manos acariciando el pecho de Magnus. Magnus sentía su piel arder por el toque de Alec. Magnus alzó su mano, acariciando suavemente un pezón de Alec, haciendo que este jadeara, abriendo la boca para que Magnus metiera su lengua.

Alec temblaba de placer. Tomó la mano de Magnus y ambos se levantaron sin dejar de besarse, para poder apretar sus cuerpos piel con piel, haciendo que las sensaciones se incrementaran.

– Dijiste que solo tenía que pedirlo y harías que me corra, Magnus. Bueno, te lo estoy pidiendo, rogando si quieres, – Alec le dijo, con la voz ronca de deseo.

Magnus sintió sus piernas temblar, al mirar los ojos de Alec, era como si pudiera ver su alma a través de ellos.

– Alexander, he estado esperando con ansias escucharte desir eso. Te he deseado desde el primer momento en que te vi, pero quiero que sea especial para ti. No quiero que el recuerdo de tu primera vez sea asociado con la noche en que peleaste con tu madre. se que no lo haces por eso, pero no creo que sea el momento adecuado. –

Alec frunció el ceño, sintiendo su pecho doler por el rechazo.

– No es por mi madre, Magnus. Yo quiero esto, quiero esto contigo. Y se que tu sientes lo mismo. Necesito saber que todo lo que pasó no fue por nada–

El dolor en los ojos de Alec le hizo sentir horrible. Sabía que pensaba que Magnus le estaba rechazando, así que necesitaba hacerle entender, de una forma que no le lastimara.

– Alexander, siempre voy estar contigo. Estoy preparado para pelear cualquier guerra mientras sea a tu lado. Y contigo se que no sería solo sexo, sería hacer el amor. Entonces quiero que tu también estés seguro de ello. Que tengas claras tus ideas y que no sea porque estés pasando un mal momento y quieras dejar de sentir el dolor. –

Alec bajó la mirada. Sabía que Magnus tenía razón. En ese momento estaba demasiado enojado con su madre y sabía que acostarse con Magnus sería una forma de desafiarla aun más. Pero eso no era correcto, era infantil y Magnus tampoco merecía eso.

– Hey, no te sientas mal. Te entiendo. Y créeme, el día que le digas a Maryse Lightwood que su bebé fue desflorado por nada más y nada menos que el fabuloso Magnus Bane, quiero estar ahí para ver su cara. Hasta podría grabarlo. Pero por ahora, vamos a descansar. –

Magnus estaba a punto de salir, cuando Alec le detuvo de la mano.

– No quiero estar solo esta noche, Magnus. Quédate conmigo, –

– Bien, porque realmente no quería dejarte, – Magnus le sonrió, entrelazando su mano con la de Alec y caminando juntos a la habitación.

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