UNO: ¿Y si...salimos?

Arys Benner

—¡Es tan guapo!

Cierro los ojos con fuerza y reprimo un gritito de dolor. Me había mordido la lengua mientras me comía mis galletas, todo porque todavía no le había puesto en reproducir a mi playlist favorita, y en vez de eso escuché los murmullos, que digo...gritos de Eva y June.

Me cubro la boca con mi mano y deposito el empaque de galletas sobre mi pupitre, inclinándome para apoyar la frente en mis brazos y no ver nada más que el pupitre garabateado mientras espero a que se vaya el dolor. ¡Pero mierda, que aún no le he puesto play a la música!

Lo sé, es el único chico en la clase que nunca me ha hecho enfadar con alguna estupidez—oigo decir a June.

—¿De quién están hablando?—escucho llegar a otra chica.

¡Agh, ¿De verdad es necesario preguntar?!

¿Eres tonta? Es obvio de quien está hablando—vuelve a hablar June.

¡Claro!

Oigo el ruido de los pupitres arrastrarse, y con eso sé que ya ha comenzado su reunión matutina de "Interroga a Eva acerca de sus visiones e intenciones con el chico ideal".

Resoplo sobre la paleta del pupitre, escuchándolas balbucear y reír mientras alaban a Eva y la felicitan por sus evidentes sentimientos.

—Por Dios, sólo es un chico—murmuro a regañadientes, sin esperar a que alguien me escuche, sin embargo, sé que he fallado en el intento cuando siento un cuadernazo en la nuca—. ¡Ay!—levanto la cabeza de golpe.

—¿Pero qué has dicho?—dice la chica sentada en el pupitre frente al mío, fulminandome con la mirada.

—¿Por qué me golpeas? Eres una abusiva—le gruño en respuesta.

—No te has terminado tu almuerzo—me dice en tono de reprenda.

—Es que me mordi la lengua.

—¿En serio? Pues deberías mordertela más seguido, tal vez así dejas de ser una grosera.

La miro con cara de pocos amigos.

—Oye Luna, ¿Si sabes que entre nosotras dos, tú eres la grosera?

—No digas estupideces, idiota—me esquiva la mirada—. ¿Quieres desquitar tu mal humor conmigo?

—¿Y quien ha dicho que estoy de mal humor?—suspiro, recargandome en el pupitre y cruzandome de brazos.

—¿Ahora tambien eres mentirosa?—bufa—. Por favor, ambas sabemos qué es lo que te pasa.

Aprieto mis labios temblorosos, y me obligo a retirar la mirada. No quiero que siga con sus acusaciones, sé perfectamente que tiene razón, ella mejor que nadie sabe como me siento.

Sabe el motivo de mis pensamientos tormentosos y mi descontrol emocional.

Ayer se quedó en mi casa hasta que anocheció—oigo decir a Eva.

—¡¿De nuevo te ayudó a estudiar?!—chilla la otra—. Lleva una semana yendo a tu casa para eso, ¿Cierto?—se inclina y esboza una sonrisa traviesa—. ¡Dime, dime...¿Ha pasado algo interesante?!

Bueno...no...sólo estudiamos—hace un puchero.

—¿Entonces no están saliendo?

—Eso tampoco—suspira con pesadez—. Es una pena, se ve tan lindo con el cabello despeinado.

—¿De verdad es lo unico que vas a decir sobre él, Eva?

—¿A qué te refieres?

—Es bastante lindo sí, pero...el físico no lo es todo en la vida, ¿Verdad?—prosigue June—. Es el chico más amable que conozco, nunca lo he oído decir "No" a algo.

—¿Tú crees?—responde, y lo hace de una manera tan sospechosa, que sin darme cuenta ya estaba mirando hacia ellas.

—Un momento...no planeas...¿En serio lo harás, al fin?

—¡Increíble!—exclama su otra amiga—. ¡Después de tanto tiempo, le pedirás una cita!

—Bueno, tú lo has dicho, es imposible que me diga que no, ¿Cierto?

—¡No lo puedo creer! Al fin será oficial—exclama la chica, levantando los brazos.

—Es obvio que aceptará, le agradas obviamente, despues de todo él es...

—¡Apolo Drass!

Todos nos volvemos hacia la ventana cuando escuchamos a la conocida voz del entrenador de Volley gritando aquel nombre.
Acto seguido una mano se estampa sobre el cristal de la ventana y luego la arrastra hacia arriba para abrirla, medio segundo después, una figura masculina entra al salón de un salto y aterriza sobre el suelo abrazando con fuerza un saco de balones.

Levanta la mirada, buscando a su alrededor hasta que sus ojos grises dan con los míos.

—A...polo—tartamudeo, estupefacta por su extraña entrada.

Él no dice nada mientras se levanta y se planta frente a mí, inclinándose sobre la paleta de mi pupitre, muy, muy cerca de mí.

¡Ahhhh, este tipo nunca ha entendido bien el significado de espacio personal!

Hola Arys.

Nunca he juzgado mi nombre, siempre me ha parecido lindo y estoy bastante conforme con él. Pero cuando sus labios lo pronuncian, deja de ser sólo un nombre... Se vuelve música que deambula hasta mis oidos y se repite en mi mente una y otra vez, erizandome los vellos de los brazos y dejandome la garganta seca.

"Arys, ¿Hiciste la tarea que dejó el profe de ecuaciones?".

"¡Arys, no sabía que también te gustaban los champiñones en la pizza!".

"Arys, ¿Esa blusa es nueva, cierto? No la habías traído antes, te ves linda".

"¡Arys!... ¡Arys!... ¡Arys!".

La Arys enamorada en mi interior chilla risueña antes de cerrar los ojos y caer rendida entre sus cojines de plumas rosadas.

—Oye, Arys...—vuelve a decir, de nuevo diciendo mi nombre, impidiendome hacerle caso a lo que ocurre a nuestro alrededor—. ¿Me harías un favor?

—¿Eh?—digo, aturdida.

Apolo saca un balón de volley ball de la enorme bolsa y nos entrega una.

—¿Podrías darsela al profesor de mi parte?—sonríe travieso.

—Supongo—digo dubitativa, tomando el balón entre mis manos.

—Tengo que repartirlas, toma una tú también, Luna—dice levantándose y devolviendome con eso mi propio aire.

—¿Ahora qué fue lo que hiciste, por qué huyes del entrenador?—le dice ella, de mala gana.

—Tenemos un partido de práctica, pero Daven me avisó que se quedó dormido y llegaría en 15 minutos, así que estoy haciendo tiempo en lo que llega—dice, orgulloso.

—¿Y eso no les dará más problemas?—arquea una ceja.

—Mmm...Tal vez—ladea la cabeza.

—¡Apolo!—escuchamos un grito fuera de la ventana.

—Tengo que irme—Apolo abre mucho los ojos, mientras toma su bolsa de balones—. ¡Nos vemos!

Apolo grita varios "Con permiso" mientras esquiva a los alumnos aglomerados en el aula para finalmente salir corriendo al pasillo.

—¡Apo...lo!—vuelvo a escuchar al entrenador, pero lo que me sorprende no es la intensidad de sus gritos, sino ver su cabeza asomada por la ventana—. ¡Apolo!

Varios estudiantes retroceden al ver al entrenador escalando por la ventana, batallando por cruzar al salón para finalmente después de un gran esfuerzo, caer al suelo de espaldas, respirando agitadamente.

—Sé que estoy en forma pero...no comparemos a un muchacho de 19 conmigo—murmura el entrenador—. Yo ya no sirvo para estas cosas.

Los murmullos se hacen cada vez mas fuertes mientras el entrenador retoma la compostura y se levanta del suelo, sacude sus pantalonsillos y camina hacia nosotras.

—Ese maldito mocoso—gruñe, caminando hacia nosotras—. Ustedes dos, siempre van a ver los partidos, ¿Son amigas de Apolo, cierto?

—Ah...sí, entrenador Fredderson—le digo—. Él... nos dijo que le dieramos estos.

—Gracias, y por favor diganme entrenador Josh, suena menos formal.

—Aquí tiene, entrenador Josh—habla Luna, que se había colocado detrás de mí desde que vino Apolo, y ahora le entrega el balón al entrenador, aprovechando para mirarlo de pies a cabeza mientras este lo recibe.

Josh Fredderson, el entrenador del equipo de Volley Ball de la Universidad SD, y el único docente en la escuela que trata a Apolo como si fuera una mustia, y lo insulta sin temor alguno. Por algo es quien ha llevado el nombre de la escuela en alto, pues por varios años consecutivos nuestro equipo ha sido el ganador a nivel internacional.

Y además de eso, es un hombre que se ha interesado en mantenerse en buena forma, pues debido a su cuerpo fornido y bien trabajado, es dificil saber qué edad tiene exactamente. Además, a Luna no le interesa la edad, sólo mirarlo todo el rato que pueda.

—¿Entonces no le molesta si vamos a ver a nuestros amigos a las prácticas también?—le dice ella, ladeando la cabeza.

—Por supuesto que no, apuesto a que ustedes saben como controlarlos—responde él—. Ahora, ¿Drass les dejó decirme por donde se fue?

—No dijo que no le dijeramos—digo pensativa—. Salió al pasillo a la derecha.

—¡Bien!—exclama, suspirando—. Creo que deberé seguir corriendo, seguramente dejó repartidos los balones por todas partes, ese mocoso.

—Ah...profe, ¿Le puedo preguntar algo?—inquiero.

—Claro, ¿Qué pasa, Benner?

—Es que... estamos en el segundo piso...

—Ajá...

—¿Subio hasta la ventana para entrar aquí?

—Eso hice.

—¿Y por qué no usó las escaleras?—inquiero—. Si hubiera dado la vuelta para entrar por la puerta y subir las escaleras, tal vez incluso hubiera acorralado a Apolo en el pasillo.

El aula se sume en un silencio sepulcral, nadie dice nada, sólo miran al entrenador incrédulos y seguramente dudando de su inteligencia. Mientras que el hombre, sólo se queda mirandome inmóvil, como si de repente se hubiera ido a la luna.

—¿Entrenador?—arqueo una ceja, preocupada.

—Usted es... una jóven muy lista, señorita Benner—titubea, tragando con dificultad—. Yo... seguiré buscando al mocoso de Drass mientras pienso en su castigo.

El entrenador retrocede, murmurando cosas que nadie alcanza a entender a la vez que todos se abren paso para permitirle salir.

—Eso fue raro—dice Luna a mis espaldas—. ¿Crees que se refería al castigo de Apolo, o que te castigará a ti por decirle eso?

—¡¿De verdad crees eso?!—me volteo hacia ella.

Naaah—agita su mano—. Aunque si te castiga a ti, tendré que hacer algo para enfadarlo yo tambien... Sería increíble pasar tiempo a solas con él.

—Estás soñando, ni siquiera sabes si tiene pareja o si está casado.

—Apolo me dijo que su novia lo cortó hace varios meses.

—¡Y ni siquiera sabes por qué, tal vez es celoso... O posesivo... O...!

—¿Mmm, tú crees?—apoya su barbilla sobre su mano—. Tal vez sea buena idea que intente descubrirlo.

—¡Tal vez no!

La puerta del aula se abre de nuevo, y varios de mis compañeros saludan amablemente a nuestra maestra de tecnología.

Luna me rodea y vuelve a su asiento frente a mí, yo tomo mi empaque de galletas y lo guardo en mi mochila para más tarde, pero antes de voltear hacia la clase, escucho de nuevo los murmullos de Eva y sus amigas, chillando sobre Apolo y su llamativa aparición, y justo cuando me dispongo a ignorarlas, atrapo a Eva mirándome de reojo, y aunque habían sido sólo apenas dos segundos, pude sentir la furia que transmitían.

Trato de no hacerle caras y miro a la maestra dar su clase.

Esto, no debería ser algo raro para mí. Ver a una chica pretendiendo salir con Apolo... pasa cada cierto tiempo. Incluso cuando nos reunimos, suele platicarnos acerca de sus citas con chicas de otras clases que lo invitan a salir, jamás lo he oído decir que va en serio con alguna, sólo entiendo que es muy amable para negarse, y terminan siendo salidas entre amigos sin nada fuera de lo normal. A decir verdad, jamás lo he visto con una novia, tampoco nos ha hablado de algun amor del pasado.

Y todo eso estaba bien, no me importaba. Solía burlarme de él cuando lo veía en aprietos con alguna declaración.

Sí... Solía hacerlo.

Hasta que un día... En vez de causarme gracia, me provocó un nudo en la garganta. Sí, de un momento a otro, cuando oía sobre sus citas, sólo pretendía estar normal mientras mi mente se imaginaba todo tipo de cosas y todo se enfriaba en mi interior.

Una sensación de tristeza profunda y una impotencia que no podía comprender. De pronto me gustaba hablar con él, y pensaba qué decirle, temiendo soltar alguna estupidez, cuando antes me importaba un bledo. Empece a preguntarme qué era lo que Apolo pensaba sobre mí.

Empecé a pensar en Apolo, todos los días, a querer verlo, y sonreír cuando el sonreía. Me ponía nerviosa que se acercara tanto a mí.

Hasta que después de mucho procesarlo, me plantee descubrir que era lo que me pasaba y qué había cambiado en Apolo. La cosa fue que Apolo no cambió para nada, Apolo seguía siendo Apolo. Quien había cambiado era yo, mi interior mejor dicho...

Sin darme cuenta, yo había comenzado a desarrollar sentimientos por Apolo, algo que no me alegró en lo absoluto, ni siquiera Luna se puso feliz cuando le hablé de lo que sentía:

Yo...creo que me gusta Apolodije esa vez, temerosa.

Ah... Así que ya te diste cuenta, bien, me preguntaba cuando me lo dirías.

—¿Tú ya lo sabías?tartamudee.

—Nos conocemos desde que usabamos pañales, ¿Creiste que no lo notaría?—dijo colocándose frente a mí—. Y bien, ¿Qué piensas hacer al respecto?

En ese momento no tenía idea de qué responder, simplemente creí que todo debía seguir como estaba.

No... Una parte de mí quería hacer algo al respecto, pero no sabía la manera de hacerlo... Porque otra tenía miedo, mucho miedo de que todo se arruinara. De que nuestro grupo de amigos se fuera al caño por mi culpa, de que Apolo se alejara de mí... O más bien, que aceptara salir conmigo sólo por amabilidad.

En resumen, Apolo Drass me gusta, y mucho... Pero no tengo idea de como salir de la asquerosa zona de amigos.

En vez de solucionarlo, me pasaba repasandolo una y otra vez en mi cabeza, yendome a otra parte y alejandome de la realidad a la que debía aprestar atención, como por ejemplo, la clase de Tecnología de hoy, que no me di cuenta de que acabó hasta que Luna me golpeó en el hombro.

—¡Vamos, jugarán dos partidos hoy, tal vez lleguemos a tiempo para el segundo!—me dijo animada, tirando de mi brazo.

—¡Espera, espera!—chillo mientras tomo mi mochilla y la sigo corriendo.

—¡A un lado, a un lado, tenemos que verlos ganar!—grita Luna mientras atravesamos los pasillos repletos de estudiantes ansiosos por marcharse a casa después de haber terminado otra jornada escolar.

Salimos por la puerta aprovechando que dos chicos estaban entrando y saltamos encima de las mochilas tiradas en el patio hasta llegar al gimnasio. Subimos las escaleras rapidamente y entramos directo a las gradas. Luna tuvo razón, llegamos justo para escuchar el silbato que marcó el final del segundo set del primer partido, y ahora los chicos del equipo se dirigen a la banca para descansar.

—El tarado de Daven me dijo que no habían traído suficiente agua, así que les compré un par antes a los dos—dijo Luna acomodando la mochila sobre las gradas para sacar el dos botellas de agua—. ¿Ahora en donde estará ese par?

—Tal vez fueron a los vestidores, iré a buscarlos para entregarselas.

—De acuerdo.

Luna me da ambas botellas, y troto hacia el pasillo que da a los vestidores de los miembros del equipo para esperar a Daven y a Apolo junto a la puerta.

—¿De verdad repartiste los balones por toda la escuela? ¿Qué diablos pasa por tu cabeza?—esa es la voz de Daven, que escucho desde el pasillo.

Veo que la puerta está abierta, así que planteo la idea de llamarlos.

—Sí, fui al salón de Arys—me detengo en seco al oir la respuesta de Apolo.

De acuerdo, sé que lo que dijo no es nada fuera de lo normal, tampoco algo para emocionarme o llorar, pero yo nunca he oído a Apolo hablarle a otra persona sobre mí.

—¿Arys, eh?—dice Daven, en un tono insinuante que hizo que se me erizaran los vellos.

—¿Hmmm?—murmura Apolo—. ¿Que significa esa mirada?

—Veamos... ¿Hace cuanto que los cuatro somos amigos?

—Mmm... Desde que empezamos la universidad, supongo.

—Desde hace un tiempo creo que... De hecho tú y Arys harían buena pareja.

—¿Arys y yo?

¡No!

Retrocedo lentamente, sujetando las botellas de agua con fuerza para que no se me caigan al suelo y no descubran que estoy aquí.

¡No, definitivamente no estoy lista para escuchar lo que Apolo pueda decir!

Sé que le agrado, pero es que a Apolo le agrada todo el mundo. Siempre me ha tratado como su amiga y nada más... Así que no quiero oirlo decirlo en voz alta, y que me recuerde que entre él y yo nunca pasará nada.

Sin hacer ruido alguno, salgo del pasillo regresando de nuevo a la cancha del gimnasio, todavía con las botellas de agua en la mano. Pero para evitar preguntas de Luna, decido esperarlos aquí mismo y eliminar cualquier situación incómoda. Después de unos minutos de sólo imaginarme que me como las uñas, escucho sus voces en el pasillo, y enseguida, Daven cruza la puerta seguido de Apolo.

—¡Arys!—exclama Daven cuando me ve, empujando a Apolo para correr hacia mí—. ¿Es agua para nosotros?

—Sí, Luna se las compró antes de venir—le digo entregandole una Daven, y cuando voy a entregarle a Apolo la suya, no puedo evitar retirar la mirada—. Ten.

—Gracias—murmura para luego abrir la botella y darle un largo sorbo—. ¿Se quedarán al partido?

—Sí, es bueno que alcancemos a ver este partido al menos.

—Perfecto... Dale las gracias a Luna de nuestra parte—dice empujando a Daven por la espalda para arrastrarlo a la cancha.

—¡Sí, dale las gracias por favor!—me grita el otro.

Asiento con la cabeza hacia ellos, y regreso a las gradas junto a Luna sin poder decir una palabra. Sólo me siento a su lado para sumirme una vez mas en mis pensamientos y recorrer en mi mente la escena anterior en los vestidores.

—Oye, oye oye...¿Estás bien, Arys?—oigo que me pregunta Luna, pero yo no respondo—. Es obvio que no, ¿Qué ocurre ahora?

—Oye Luna... ¿Acaso yo siempre estaré enamorada de Apolo mientras que él sólo me ve como su amiga?—las palabras comienzan a salir sin que lo piense.

—Así que era eso.

Le cuento lo que escuché en los vestidores, pero principalmente, le cuento como me siento yo, triate y abrumada, pero con una necesidad cada menos controlable.

—Bueno, es obvio lo que debes hacer.

La miro.

—¿De verdad?

—Sí—se gira hacia mí—. Debes decirle lo que sientes a Apolo.

—¿Decirle lo que...?—balbuceo, mientras las palabras toman sentido en mi cabeza—. ¡¿Eh? Estás completamente loca, ¿Cómo diablos voy a hacer eso?!

—Solo ve y dile que te gusta.

—¡No puedo, no es tan facil!—chillo—. ¡No se puede, es imposible!—agito las manos con nerviosismo—. ¡Apolo es...!

—¡Detente ahí que ya sé qué es lo que dirás!—me sujeta de los hombros—. Sí, Apolo es bondadoso, sonriente y popular, sí es un chico increíble, pero oyeme bien una cosa... ¡Tú También Lo Eres!—me dice, mirandome fijamente y remarcando cada palabra—. Eres una chica amable, inteligente, hermosa y sobre todo, tienes un buen corazón que no juzga ni engaña... ¡Arys, tú también eres increíble!

Trago saliva con dificultad, sintiéndome de pronto apenada.

—Hagamos una cosa.

Miro a Luna de reojo. Ésta busca en sus bolsillos traseros y saca su mano hecha un puño.

—De acuerdo, usaremos esto.

—¿Qué cosa?

—Tengo un dado en mi mano.

—¿Un...dado?

—Así es...—suspira—. Yo seré numeros pares, tú los impares.

—Yo los impares—repito como un robot.

—Bien, esto es lo que pasará. Voy a lanzar el dado y si cae un número impar, entonces podrás darme un manotazo en la cabeza, dejaré de molestarte, y hasta pagaré una pizza—explica—. Pero si cae número par, entonces le dirás a Apolo que te gusta... Mañana después de la primera hora.

—¡¿Qué?!—exclamo aterrada.

—Sé que tienes miedo, Arys, por supuesto que es comprensible que lo tengas, pero uno no puede simplemente guardar lo que siente—me dice—. Ahora mismo no quieres hablar porque temes que la amistad que hay entre ustedes se arruine, pero...¿Como estás segura de lo que pueda pasar? Dentro de unos años, te preguntarás qué hubiera pasado si le revelabas a Apolo tus sentimientos—me toma de los hombros—. Pero eso es algo que nunca sabrás si no lo intentas, comerse la cabeza pensando en el "¿Que hubiera pasado si...?" Es mucho peor que tener miedo al intentarlo...

«Si Apolo te rechaza, estarás tan triste que no querrás salir de tu casa y comerás helado como loca...¿Pero sabes algo? Yo estaré ahí contigo, hasta que poco a poco, lo superes y veas a Apolo solo como amigo, y entonces, puede que las cosas vayan incluso mejor que antes...Pero... ¿Y si Apolo no te rechaza?».

En ese momento, me doy cuenta de que no había respirado mientras Luna hablaba, y senti la necesidad de tomar bocanadas de aire para soportar tanta información.

¿Y si Apolo no me rechaza?

Luna tiene razón, no puedo quedarme apartada todo el tiempo, soportando el dolor de ver como otras chicas se le declaran mientras yo no hago nada para liberar mis propios sentimientos. Esto no se trata sólo de Apolo, se trata de mí, de que yo esté bien conmigo misma, de que salga de esta situación.

—Hazlo, Arys... Por tu salud emocional.

—¡Bien!—digo haciendo un puño con mi mano—. ¡Entonces lanza ese maldito dado!—le digo, pero enseguida siento mal por haberle gritado—. Antes de que me arrepienta.

—Eso haré—Luna me dedica un guiño, y deja caer el dado encima de la banca sobre la que estamos sentadas.

El dado rebota y cae en el centro, mostrando la cara con cuatro puntitos negros.

—Cayó...un cuatro—susurro, viendo la mano de Luna tomar el dado rápidamente.

—El cuatro es un número par—dice, guardando el dado.

—Lo sé...—susurro.

—Yo gané.

—Sí...

—Le dirás a Apolo lo que sientes por él.

—Sí...—susurro—. ¡Sí, es cierto!—aprieto los puños—. ¡Puedo hacerlo!

Definitivamente no puedo hacerlo.

Fue lo qué pensé al día siguiente apenas la maestra de la primera hora dijo que sólo nos quedaban cinco minutos de clase.

¡No, no, no, no, no! El tiempo no pudo haber pasado tan rapido...

Después de todo el esfuerzo que hice ayer por mentalizarme y decirme cosas increíbles y motivadoras frente al espejo. En casa estuve segura de que yo podría con esto, de que me pararía frente a Apolo para decirle lo que siento, y que pasara lo que pasara, todo iba a estar bien.

Pero cuando vi a Apolo entrar al salón esta mañana, con su cabello ligeramente mojado todavía de la ducha que debió darse al despertar, y la sonrisa amable en sus labios cuando un par de chicas los saludaron.

Sí, lo vi y mis horas de trabajo y dedicación se fueron todas a la mierda.

—Luna, pensandolo mejor, no me molesta quedarme con las ganas de decirselo por toda la carrera.

—Hicimos un trato, no tienes opción.

—Luna, no puedo hacerlo.

—¡Claro que puedes!—me dice—. ¡Eres increíble, Arys... Ahora haz que tu mejor amiga esté orgullosa de ti y dile a ese chico lo que sientes!—se cubre la boca con su mano—. Mi chica crece tan rápido, el pajarito está a punto de dejar el nido.

—Tengo miedo.

—¡Por supuesto que lo tienes!—se inlcina—. Y es justo esa la razón por la que debes hacerlo.

Traté de no gritar en ese momento, también traté de tranquilizarme un poco y sólo esperar a que Apolo me diera mi funeral con su rechazo.

Pero los otros cuatro minutos platicando con Luna acerca de por qué el helado es el mejor postre de todos, se pasaron como agua en mis manos, y de pronto estabamos los cuatro caminando por el pasillo de la escuela.

—¿Su siguiente clase es aquí, verdad?

Apolo y yo nos detenemos en el pasillo, y me fijo para verificar la puerta del 3B.

—Está cerrada, el grupo anterior aún debe seguir en clase—digo.

—En mi salón igual—dice Apolo fijandose en la puerta de al lado.

—¡De acuerdo, Daven y yo nos iremos a nuestra clase ahora mismo!—habla Luna.

—¿Qué...no esperaremos a que entren?—el chico la mira desconcertado.

—Por el amor de Dios, suenas como un papá ridiculamente preocupado ¡Están en la escuela!

Daven no tiene tiempo de poner objeción mientras es arrastrado por Luna. Hasta que en el pasillo sólo quedamos Apolo y yo.

Éste está recargado en la pared con los brazos cruzados y la cabeza ligeramente levantada hacia el techo. Los segundos pasan y el silencio va haciéndose más incómodo para mí, mientras en mi cabeza repito las palabras de Luna, e imagino la escena que me armará si no le digo a Apolo lo que siento.

Puedes hacerlo, Arys, eres fuerte y no puedes seguir guardandote un sentimiento tan increible como el amor.

¡Así es! Voy a decirle a este idiota que me gusta desde hace mucho, y lo que sea que me responda, lo procesaré y superaré con el tiempo que sea necesario. ¡Así es! Nada malo pasará.

¡Bien, voy a hacerlo ahora!

¡Oye Apolo!—grito fuertemente, ocasionando que mi voz haga eco en el pasillo y Apolo se sobresalte.

Está a medio metro de distancia, y yo le grité como una salvaje.

—Ah....—Oh mierda—. No quise gritar, lo siento...

¡No, no pierdas esa emoción!

No te preocupes, parece que he estado en la luna desde que desperté, probablemente necesitaba que alguien me gritara así—dice, afligido.

—Oh, ¿No te sientes bien?

—Quien sabe—suspira, apoyando su cabeza en la pared—. Pero no te preocupes por mí, probablemente sea estrés por las clases.

—Ya veo—le digo.

¿Debo esperar a que se sienta mejor? Tal vez este no sea el mejor momento para hablar de esto.

"¿QUÉ USASTE ESO DE EXCUSA PARA EVITAR DECIRLE? ¡ARYS BENNER ME LAS PAGARÁS!" Sip, probablemente eso es lo que Luna diría.

—Bien—susurro para mis adentros—. Oye Apolo, yo...hay algo que quiero decirte...

Pero no puedo terminar de hablar, cuando él me interrumpe.

—Arys, ¿Saldrías conmigo?

Continuará...

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Hola chicos!

Así es como inicia esta linda historia, espero que les haya gustado, si es así no olviden apoyarme dejando su estrellita y sus comentarios que adoro leerlos💙

Planeo que los días de actualización sean los Sábados:)

Gracias por leer y hasta el siguiente... Capítulo 2:

"¿Por qué diablos quieres salir conmigo?"

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