Capitulo 9: eres la clave

Después de recomponerse un poco, Emma trató lentamente de volver a la realidad, pero era inevitable preguntarse por qué este hombre, a quien tan solo había visto una vez en su vida continuaba sobresaltándola con su presencia, no podía ser solo casualidad. Pensar en el trasfondo de todo esto producía en la joven un escalofrío
-¿qué haces aquí? -preguntó de repente siendo tal vez un poco grosera, pues dudaba de las intenciones que pudiese tener aquel completo extraño para con ella
-vine a devolver un par de libros - respondió Jacob sorprendido y tranquilo - ¿por qué lo preguntas de esa forma?- cuestionó, pues el tono en el que fue abordado, era más una reprimenda
-porque me resulta muy conveniente que las casualidades entre nosotros se estén tornando recurrentes ¿a caso me estas siguiendo?- pregunto de nuevo la desconfiada Emma, no creía en el destino y se negaba a aceptar que dos personas pudieran coincidir de nuevo en el mismo lugar
-¡¿qué?! no, como se te ocurre-Dijo Jacob desconcertado -si vine aquí fue para devolver estos libros -continuo, enseñando el par de libros que tenía en sus manos- no sé de dónde sacas que te estoy siguiendo
-ya te dije- respondió Emma comenzando a caminar de lado a lado sobre el anden frente a la librería- ¿o a ti no te resulta muy coincidente que nos encontremos tan seguido? recién nos conocimos y ahora te vuelvo a ver -reprochó mirándolo a los ojos-
-¿será porque vivimos casi en la misma calle y esta es la única librería en muchas cuadras donde pueda encontrar un buen libro?- Respondió tranquilo, sin una pizca de mentira en sus palabras.
Kensigton square era un barrio pequeño y tranquilo, no era imposible ver a la misma persona varias veces en el día, lo que Jacob decía, era real, la única librería cerca, y a demás buena, era aquella en la que ambos coincidieron
-¡¿vives en esta misma calle?! -preguntó sorprendida - explícame ¿por qué no te había visto antes?- pidió deteniendo su marcha repetida de lado a lado
-bueno porque realmente solo llevo viviendo aquí un par de semanas- respondió
-no me estarás confundiendo con tu esposa y por eso te has venido a vivir cerca mio- cuestinó mirando al hombre frente a ella y regalandole no más que una extraña mirada
-¡Dios!- contestó exasperado levantando las manos en señal de "me rindo"-sabes qué, aunque quisiera, nunca serías como mi esposa, Elizabeth jamás hubiese sido tan grosera con alguien que solo trata de ayudarla
Tan pronto como Jacob dijo el nombre de su esposas un golpe de viento o una fuerte corriente hizo sentir a Emma como si la estuviese golpeando, era como si alguien estuviera abofeteándola, sacudiendola bruscamente. por un momento incluso sintió perder el equilibrio, y seguramente el aire le falto, pero cuando creyo que caeria al suelo ahi estaba una vez más, Jacob había la tomado por los brazos evitando que se desvanecieron por completo
-Emma ¿estás bien? te llevare al doctor-Dijo preocupado al ver el estado de la joven en sus brazos-
-¿cómo dijiste que se llamaba tu esposa?-preguntó agobiada-
Jacob se detuvo, fue como si el tiempo se hubiera frenado, en sus ojos había un brillo esperanzador, como si estuviese esperando a que algo muy grande ocurriera
-Elizabeth- respondió
nuevamente un escalofrío recorrió su piel, pero esta vez estaba acompañado de una fuerte nostalgia, un dolor que le oprimía el corazón y provocaba, sin intención alguna que comenzara a llorar. Sin explicación y sin un motivo real, Emma lloró como cuando de niña perdió su oso de peluche, como cuando vio a sus padres tomando el avión para dejarla sola, como cuando pierdes algo que amas y que sabes que nunca va a volver.
-no llores -dijo Jacob acogiéndola con ternura en su pecho tratando de reconfortarla- ya verás que todo va a estar bien-aseguró-
-no sé que me pasa - respondió abrazándolo tan fuerte que pensó, partiría alguno de sus huesos-
-¿crees en los sueños? - le preguntó, tal como lo había hecho Emma momentos antes—
despacio, tratando de calmarse y queriendo asimilar un poco mas la realidad, se separó un poco de él para verlo a los ojos
-no lo sé -respondíó sollozando-
Él nuevamente la abrazo hasta que poco a poco los latidos de su corazón hicieron que volviera de nuevo a la realidad. No encontraba forma de explicar todo lo que le estaba pasando ni lo que estaba sintiendo, había sido algo tan extraño, era agobiante ver que un completo extraño podía desequilibrarla de esa forma, que alguien que nunca había estado en su vida, podía crear un caos emocional. Para Emma, nada de lo que le pasaba parecía tener sentido, pero estaba dispuesta a descubrirlo aunque se tardara la vida entera
-¿te sientes mejor? -preguntó Jacob sacándola de sus pensamientos-
-sí—respondió— podemos por favor ir a tomar un café, necesito saber más de ti -pidió la joven, pues no entendía por qué estaba reaccionando de esa manera, su cabeza estaba vuelta un ocho y al parecer el único con respuestas era aquel que tenía en frente
-¿y ahora por qué el interés?-respondio Jacob- hace un rato decías que yo te estaba siguiendo
-lo sé, pero tu, mis sueños, lo que me pasa, estoy segura que todo tiene una conexión
Jacob se acercó y tomó su rostro con delicadeza dando un suave roce con sus dedos
-Eres muy lista Emma, tanto como lo eras antes, pero aunque yo sea la clave de tu vida, no puedo ayudarte en nada, solo tu puedes resolverlo.
Y sin darle tiempo de responder o reaccionar, Jacob simplemente se fue. él era la clave, pero ¿para qué necesitaba Emma la clave? ¿Qué era aquello que necesitaba descubrir? La confusión la abrumaba y quería arrancarse el cabello del desespero que sentía cuando tenía aquellas reacciones pero sabia muy bien que nada pasaría si solo se quedaba allí, esperando a que las respuestas a todas sus preguntas cayeran del cielo. Después de todo lo que había ocurrido en esa fría tarde, decidió no darle mas vueltas al asunto y regresar a casa, encerrarse en su cuarto con una tasa de té y dormir mientras escuchaba música. Volver a su lugar seguro era la única solución... por ahora.
Esta vez las cosas no serían diferentes a las veces anteriores en las que Emma había tratado de dormir, o tal vez solo un poco, o quizá mucho. Los sueños no paraban, seguían siendo tan lucidos como los demás, pero esta vez ese sueño no se tornó en pesadilla, no se sobresaltó, contrario a los otros sueños, este era uno que le llenaba de felicidad, en él pudo ver al mismo hombre de siempre, pudo notar que era un poco mayor que ella, pero su cara seguía siendo desconocida, solo reconocía su mirada, aquella tan dulce que fácilmente podría derretirse.
-Recuerda nuestra promesa mi querida Elizabeth -decía mientras tomaba su mano par dar un paseo por aquella casa con la que antes también había soñado- ni el tiempo, ni la distancia podrán separarnos, la eternidad no es tan grande como nuestro amor y pronto nos vamos a encontrar-
Tomada de la mano de aquel hombre se sentía segura y protegida, jamas habia experimentado una sensacion de paz en su vida. no quería despertar, Emma queria seguir así, sintiendo esa felicidad y esa plenitud que solo ahí tenía, pero los sueños son solo eso, sueños... Aunque no es mentira, algunos de ellos, esperan para hacerse realidad
-Elizabeth ven- decía aquel hombre mientras corría hacia un enorme laberinto florecido junto a un lago- corre, vamos, la ceremonia está por comenzar
En aquel sueño Emma corrió tras ese amor, lo hizo con todas sus fuerzas y sin embargo no logro alcanzarlo, pero la promesa que le había mencionado la mantenía fuerte, corrió y corrió anhelando llegar hasta él, y justo antes de poder tomar su mano despertó. Había dormido desde esa tarde en que había regresado a casa y en la noche no despertó ni por un segundo, había tenido un sueño tan profundo que al abrir los ojos se sentía renovada, después de varias semanas sin poder dormir bien, por fin despertaba feliz, tranquila, reconfortada, y agradecida, pues había sido el primer sueño que le había removido tantas emociones.
La mañana estaba fría, como todos los días de invierno en Londres, por lo que Emma tomó la decisión de quedarse en casa organizando un poco, tampoco se perdía de mucho afuera, calles solas y húmedas, y la posibilidad de pescar un resfriado. Después de la partida de sus padres y de haberse recibido de comunicación, Emma logró entrar en uno de los periódicos más importantes de todo Londres, el Daily Mail era uno de los más importantes, y allí logró, junto con su amiga Cassie, un interesante puesto. Emma era una gran escritora, en el periódico estaba encargada de redactar una columna dirigida únicamente a mujeres, donde expresaba cada situación diaria que constantemente vivían cada una de las lectoras. Después de encontrar la pasión por escribir y dedicar la mayor parte de su tiempo al diario, no tuvo mucho tiempo para hacer amigos. Su vida no era tan interesante como lo era antes de graduarse, sin embargo era feliz, Emma no necesitaba de más personas, la amistad de Cassie era más que suficiente. Cassandra y Emma fueron amigas desde el primer día de estudio y con el paso de los años, esa amistad floreció más y más hasta convertirlas en casi un par de hermanas, convertido su amistad en algo inigualable e incondicional.
Antes de salir a sus vacaciones, Emma había tenido semanas tranquilas. Los sueños habían iniciado pocos días atrás, pero se intensificaron mientras estuvo en casa y ni decir de cuando conoció a Jacob, a quien había comenzado a extrañar. Después de como se comportó la última vez, no pudo siquiera imaginar en cómo verlo a la cara, la vergüenza se la comía por dentro. Sin embargo no dejaba de preguntarse como estaba, si tal vez, solo tal vez ella había pasado por su cabeza un par de veces, tal como le ocurría a ella.
Los sueño cesaron días antes de retomar las labores en su trabajo, y extrañamente las cosas habían transcurrido con total normalidad, o eso pensó hasta que llegó el día de iniciar.
Como era costumbre, antes de llegar a la oficina Emma pasaba por su café en I park Coffe, el lugar más concurrido por vender, según el diario Daily Mail, el mejor café de todo Londres.
Al parecer esa mañana de Lunes, todo iba a continuar como hasta ahora, tranquilo y sin novedades, pero esa es la aventura de la vida, que cada día, trae algo nuevo
-Hola- dijo Emma saludando a la chica en la barra- me das por favor lo de siempre -pidió
-Claro que sí, en un minuto sale -respondió la amable camarera—
En definitiva, y no iba a entrar en discusión, el café que allí vendían podía considerarse, si no el mejor, al menos entrar en el top 10 de los mejores. Era increíble ver cada día muy temprano una gran cantidad de personas esperando por su pedido. Tantas personas acudían allí, que era imposible recordar a todos los que pasaban a disfrutar del sabor que ofrecía, pero esa mañana en especial, alguien muy particular haría el cambio.
-Me da por favor un americano, lo necesito de inmediato- ordenó
Esa voz y la forma en la que se dirigía a las personas, la actitud que mantenía y la energía que emanaba de aquella mujer, provocaban en Emma temor, uno tan grande que le quitó el movimiento, la sonrisa que llevaba en su rostro reflejando amabilidad, había desaparecido al escuchar a la chica y una extraña sensación de terror había aparecido.
-¡¿eres tú?! - Dijo Emma señalándola sin ser muy consciente de lo que hacía.
Quien sabe que pasa con el destino, a veces pone en frente nuestro algunas pistas para guiarnos, otras veces, simplemente debemos dejarnos llevar, y otras, como está, que eran un camino sin salida
¿Quién era y por qué le producía ese miedo agobiante?
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