Capitulo 8: ¿Crees en los sueños?
Londres, 1970 Lago hyde park
-Que frío hace- dijo más para ella que para cualquier otro ser escuchándola cerca- el invierno está por llegar, será mejor que vuelva a casa
Mientras decía estas palabras, un hermoso copo de nieve cayó sobre la mano de Emma, haciéndole recordar un hermoso sueño que había tenido, uno de todos los que había comenzado a tener varias semanas atrás
-que bonito es contemplar un poco la vida- pensaba en voz alta mientras observaba aquel copo de nieve- a veces de verdad parece que nada malo puede ocurrir
-Estoy de acuerdo contigo, es hermoso contemplar las cosa lindas que la vida pone en el camino- respondió un hombre cerca del lugar en el que Emma se encontraba
La joven levantó la vista de su guante, sobresaltada, pues estaba tán sumida en sus pensamientos que no notó nunca tener a alguien tan cerca. lo miró directamente a los ojos intentando reconocerlo, pero no era alguien que lograra identificar en su lista de selectas amistades, lo que sí percibió, fue su alma, sentía que era especial, sentía que ese hombre hacía parte de su vida. No era normal ni fácil de explicar aquella sensación, pero era como si lo conociera desde siempre, algo dentro de su ser le llamaba hacia donde él estaba
-Discúlpame si te he asustado, no era mi intención —se excusó al ver la cara de sorpresa que la chica había hecho—
-Descuide, he sido yo, estaba tan concentrada que no me di cuenta cuando llegó—respondió—
-Mucho gusto, mi nombre es Jacob- dijo aquel hombre extendiendo su mano para presentarse-
-Mucho gusto Jacob, mi nombre es Emma— respondió la joven asustadiza—
El roce de sus manos produjo en ambos un corrientazo que atravesó todo su cuerpo, provocando en Emma rememorar una vez más aquel sueño que recientemente había llegado a su mente. Un sueño en el que era muy feliz, donde se veía tomada de la mano con un hombre, corriendo a carcajadas por un inmenso laberinto de flores, un sueño en el que nunca había visto el rostro de ese hombre, pero que aun así, sentía que amaba
Un breve momento después de reaccionar del trance al que la había llevado su confundida cabeza, Emma notó la mirada fija de aquel hombre- ¿Ocurre algo? -preguntó entrecerrando sus ojos y notando ahora que Jacob traía los ojos empañados
-no—respondió sacudiendo su cabeza de lado a lado—lo lamento- dijo soltando rápidamente la mano de la joven- es que te pareces mucho a alguien que he estado esperando por mucho tiempo
-Comprendo, ¿es tu novia?—preguntó—
-Era mi esposa -contestó con pesar en el tono de su voz- pero alguien la alejó de mi y hasta hoy, siempre creí que no la volvería a ver, pero verte a ti, ha sido reconfortante
-Bueno, es una pena que haya pasado por ese dolor, pero me alegra saber que puedo hacerle bien a alguien —respondió dándole una tierna sonrisa—
Aquel hombre tenia una sonrisa dulce y un rostro angelical, todo lo que transmitía era bueno y sincero, solo el destino sabe como hace sus jugadas, eran los mismos, pero diferentes y sin embargo sus almas, continuaban latientes.
-Emma, ha sido un gusto conocerte- dijo Jacob brindándole de vuelta una cálida sonrisa- espero volverte a encontrar pronto
-Igualmente Jacob, espero encontrarte de nuevo-
Aunque era un completo extraño, no podía negarse la fuerza inigualable que la hacía querer tenerlo cerca, era un completo desconocido, pero en su interior algo lo reconocía. Emma nunca fue una persona sociable, en Londres tenía muy pocos amigos y no era de las mujeres que amara socializar con cualquiera, pero lo que había pasado con Jacob, la había dejado fuera de lugar, realmente deseaba volverlo a ver.
Después de aquel paseo por el lago, Emma volvió a su casa en Kensington Square, una casa sola que en ocasiones sentía enorme. Sus padres Sarah y George habían decidido mudarse a Alemania cuando ella se había titulado como comunicadora y por cuestiones de trabajo había decidido no ir con ellos y quedarse sola en Londres. Por ratos esa soledad abrumaba, pero el consuelo de hacer lo que amaba, le llenaba de motivación, aunque en ocasiones, solo el sueño le hacia olvidar el agobio por el que pasaba transportándola a un lugar en el que realmente era feliz. Al llegar inició con su rutina, preparar la cena, comer, ver tv, y leer uno de los mil libros que tenía en su inigualable colección. Pero aquel día, por mucho que quisiera iniciar un capítulo más, el poderoso Morfeo le atrapó entre sus brazos haciéndola ceder por completo a sus encantos.
Mientras dormía, Emma volvió a sentir nuevamente lo que con Jacob y ahí estaba otra vez, el sueño en el que era feliz, pero algo no era normal, esta vez había algo más, esta vez el jardín ya no estaba, ahora caminaba por un enorme pasillo en una hermosa casa, se sentía igual de feliz, igual de tranquila, pero no iba de la mano de ningún hombre, solo caminaba, contemplaba todo lo que la rodeaba y sentía incluso el aroma de aquella casa. Que curiosa es la mente y cuanta información puede guardar el subconsciente, que en sueños nos deja ver lo que una vez creímos olvidado. De repente en el sueño, todo se tornó oscuro y algo comenzó a inquietarle, la sensación de que le faltaba el aire comenzó a atacarla haciendo que en su cama se revolcara hasta caer y entonces despertó, con un golpe en su cadera y una sensación de temor que incluso causaba escalofríos
-¡¿Qué fue eso?! -se preguntó mientras regresaba a la cama sobresaltada intentando recomponerse- si que han pasado cosas extrañas hoy -se dijo- definitivamente no puedo leer antes de dormir, es contraproducente - dijo culpando a los libros que había decidido comenzar a leer, sin notar que no había pasado siquiera mas de tres páginas
La noche transcurrió con el sueño pausado, a decir verdad, se le hizo una noche larga, pues dormía, pero se sobresaltaba cada vez que intentaba dormir profundamente, sin embrago hizo lo posible por olvidarse de aquella pesadilla. Se puso de pie, preparó un té y volvió a la cama, era la madrugada del sábado y solo rogaba al cielo poder tener aunque fuera una hora de descanso. Muy a las siete de la mañana Emma se encontraba de pie preparando su desayuno, después de no haber logrado conciliar el sueño, no tuvo más opción que iniciar su día temprano, se dio un baño, se preparó y dispuesta a dar un paseo por las frías calles de Londres tomó su abrigo y sus guantes y salió de casa
-Bien, devolveré estos libros a la biblioteca y tomaré otros, quizá algo de fantasía me haga tener sueños mas tranquilos- dijo saliendo de casa camino a la librería-
-Mientras rebuscaba entre un estante y otro, algún libro que leer, recordó el sueño que había tenido la noche anterior, incluso volvió a sentir la opresión en el pecho que parecía, le quitaba la respiración
-Hola de nuevo- escuchó detrás suyo a la voz que le helaba la piel, haciéndola volver a la realidad de un brinco
-Hola -respondió agitada tratando de concentrarse
-¿Estás bien, quieres que llame a un médico?- Preguntó Jacob tomando a Emma delicadamente por el brazo para ayudarle a sostenerse
-No- respondió sacudiendo la cabeza de lado a lado- dame solo un momento para reponerme
-Entonces ven, toma un poco de aire- indicó guiándola hasta la salida de la librería con toda la buena intención de que lograra recuperarse
El frío aire de invierno azotaba fuertemente las calles de Londres y así mismo golpeó el rostro de Emma haciéndole regresar al ahora, pues en aquel lugar, realmente el aire le faltaba y recordar ese sueño no hacía mas que perjudicarla.
-¿realmente te asusté tanto como para quitarte el aire?- cuestionó Jacob culpándose por su estado
-¡¿QUÉ?! no, como se te ocurre, estaba recordando algo y simplemente comencé a sentir que me faltaba el aire, en ese instante llegaste tu y si no hubiera sido por ese saludo, probablemente me hubiese desmayado
-comprendo —respondió sin realmente comprender nada— ¿hay algo en lo que pueda ayudarte?-preguntó-
-Jacob ¿crees en los sueños?— cuestionó Emma dudando de lo que decía, pero necesitaba saber que ocurría con su cabeza, por qué todo se estaba tornando tan extraño
La pregunta lo dejó sin palabras, o tal vez un poco pensativo, pues él creía en los sueños y sabía a la perfección que Emma también lo hacía, pero estando la situación en ese punto no podía decir algo que le comprometiera con el pasado
-Sí, creo en ellos y mucho-respondió con seguridad- ¿tu crees en ellos? -preguntó
Emma dudó, pues las cosas que estaban pasando en su vida los últimos días la estaban haciendo dudar incluso de la realidad en la que vivía, creía, pero se negaba a pensar en que algo de lo que había en ellos podía hacerse realidad
-No puedo responderte eso ahora—dijo— pero espero poder hacerlo pronto, porque... también necesito respondérmelo a mi
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