Capitulo 36: ¡En esta no!
Emma se encontraba de pie ante el enorme espejo que tenía en su cuarto admirando la hermosa creación que había hecho la modista con su vestido. El blanco marfil era radiante y se ceñía perfectamente al cuerpo, combinaba de maravilla con los encajes de flores que tenían las mangas y el cuello, una cola larga y una hermosa corona de flores para dar el toque final, adornando su cabello recogido a un lado. Estaba más que lista para partir a la iglesia al encuentro con su amor, sin embargo, un vacío en el estómago y el dolor en su cicatriz, que parecía querer comenzar, no le daban la tranquilidad que deseaba
—¿por qué no puedo sentirme feliz hoy?—se preguntaba viendo su reflejo, sus ojos no irradiaban el brillo de siempre, por el contrario, transmitían temor, porque era lo que sentía, miedo de repetir lo que aquella noche no pudo evitar— debo confiar en que todo saldrá bien, como dice Jacob, Alexandra no está enterada de nada y no hay manera de que pueda irrumpir
—Eres la novia más hermosa que he visto en mi vida—Dijo Sarah entrando al cuarto de su hija para bajar con ella hacia el auto que la esperaba— eres el regalo más grande que la vida me ha dado, deseo que seas muy feliz al lado del joven que elegiste como tu esposo—decía acariciando el rostro de Emma delicadamente— siempre vas a tenernos a tu padre y a mi, pase lo que pase
—Gracias madre, por todo lo que me has enseñado hasta ahora—dijo Emma— jamás podría haber pedido mejores padres, quiero que sepan que pase lo que pase, siempre estarán en mi corazón, han sido lo más hermoso que he tenido en toda esta vida
—No tengas miedo cariño—pidió Sarah a su angustiada hija— nada malo ocurrirá, te lo aseguro
—¿Cómo estás tan segura de que todo saldrá bien?—preguntó la joven—
—por que los malos tiempos nunca son eternos, si las cosas fuesen a salir mal, este día no se vería tan perfecto como hasta ahora. Recuerda, el pasado es eso, solo pasado, tu eres dueña de tu presente y puedes construir el futuro que quieras—respondió la madre de la joven, dándole a su amada hija algo de tranquilidad—
—Gracias mamá, no sabría que hacer sin ti—dijo Emma, para luego dar un fuerte abrazo a su madre— ahora vamos, no quiero llegar tarde a mi boda—mencionó sonriente—
Emma y Sarah caminaron hacia el primer piso listas para tomar el coche rumbo a la iglesia, pero una voz alterada las detuvo
—¡Esperen!—gritó Cassie corriendo con el ramo en sus manos luchando con sus tacones para no caer y que no le dejaran— se olvidan de dos cosas importantes, el ramo y yo—dijo divertida
—¡pero claro mamá! el ramo era lo que me faltaba—dijo Emma volteando a ver a Cassie con su maratón — Tranquila, no vamos a dejarte
—Pensé que no iba a poder ir con ustedes, me tomó algo de tiempo conseguir las flores para hacer este ramo, pero por fin logre terminarlo—dijo Cassie agitada—
—¡Es precioso!— respondió la joven novia, ilusionada con el hermoso ramo de rosas blancas y lavanda que le había regalado su hermana— Gracias Cass, es el regalo más hermoso
—Es un ramo precioso—dijo Sarah— al igual que la novia, irradian una belleza única. Ahora vamos, se nos hace tarde para llegar
Y así fue, las tres mujeres y George, partieron en el auto de Emma rumbo a Christ Church Kensington, la hermosa iglesia en la que se celebraría la más esperada boda.
Jacob por su parte, ya había llegado al lugar, la espera y los nervios recorrían todo su cuerpo y un a pizca de temor asomaba en su mirada, mucho más después del encuentro con Alexandra. Ahora estaba prevenido, buscaba detenidamente por cada rincón, observando todo el lugar, intentado comprobar si por alguna situación, la joven de rojos cabellos había decidido seguirlos, sin embargo, por más que recorría el espacio con su vista, no lograba hallar nada.
—espero que me haya creído y que no intente acercarse a nosotros—decía el joven en la puerta de la iglesia mientras sobaba sus manos en un intento por calmar su ansiedad—
Jacob no contaba con la astucia de Abigail, para él, la mujer que estaba actuando era únicamente Alexandra, no era consciente del dominio que tenía el espíritu malvado de aquella mujer sobre la débil Alex. Después de observar meticulosamente los movimientos del joven, Abigail salió tras ellos siguiéndolos hasta la iglesia, actuar allí le resultaba imposible, pues había una gran cantidad de invitados y no podía exponerse para volver a perder a Jacob después de acabar con Emma, si quería lograr su objetivo, debía ser prudente y saber esperar, como un depredador rodeando a su presa para luego saltar sobre ella
—No puedo acercarme aquí, cualquiera podría reconocerme y entonces todo acabaría y no pienso perder una vez más lo que es mío, porque Jacob me pertenece—decía Abigail mientras observaba a lo lejos a Jacob caminando de lado a lado en las puertas de la iglesia—
—¡ahí viene la novia!—gritó una mujer señalando el auto de Emma y dándole a Jacob la señal para que entrara junto con Hobson a esperar a su prometida en el altar—
La radiante novia bajó del auto y verla era un espectáculo, lucía como un ángel con aquel blanco vestido y su hermosa corona de flores, las muchas invitadas se susurraban entre ellas lo hermosa que se veía al caminar por la alfombra roja, mientras los hombres envidiaban lo afortunado que era el novio, al tener a su lado a una belleza tan inigualable.
La ceremonia se llevó a cabo sin ningún contratiempo, todos en el recinto transmitían la felicidad a los novios y se alegraban al ver la nueva unión ante ellos. Después de una hora, el rito terminó, dejando como resultado una nueva pareja de casados, el Señor y la Señora Williams eran los felices nuevos esposos
—¡felicidades!, ¡que vivan los novios! ¡que sean felices!—se escuchaban vítores y gritos de alegría por todo el lugar mientras en la distancia Alexandra, o mejor, Abigail, se preparaba para llevar a cabo su aterrador plan
—veremos cuanto dura esa sonrisa en tu rostro estúpida Elizabeth — dijo la mujer observando con odio a la joven esposa—
Poco a poco todos se dispersaron partiendo rumbo a la recepción en el hermoso restaurante en el que continuarían con la celebración. Al llegar, la magia inundaba el lugar, era como estar en un bosque encantado rodeado de una cantidad exuberante de flores de todo tipo, velas y cristales.
—¿de verdad esto lo hiciste tu papá?—preguntó Emma a George tan pronto como entró al lugar—
—Bueno, unas cuantas personas me dieron la mano—respondió el hombre—
—Gracias por hacer de este día, el más especial de todos—dijo Emma abrazando a su padre—
—Te mereces esto y mucho más hija, haría todo por poner el mundo a tus pies—respondió el hombre apretando fuertemente a su hija entre sus brazos— ahora ve con tu esposo, saluda a cada uno de los invitados, ellos te esperan
Emma sonrió y volvió junto a su ahora esposo y tal como su padre le dijo, iniciaron un recorrido por las mesas para agradecer a cada uno de sus invitados. Desde el bufete de abogados en el que había trabajado Jacob, hasta el director del diario en el que trabajaba Emma, y claro, no podía faltar Bonnie, una gran cantidad de personas se encontraban allí reunidas festejando junto a la feliz pareja, la unión de sus almas.
—te lo dije, nada malo va a ocurrir hoy mi amor— dijo Jacob a Emma mientras juntos abrían la pista de baile al ritmo de Can't help falling in love de Elvis Presley— este es nuestro día y esta nuestra vida, el destino no nos dio una nueva oportunidad para volver a morir
—Lo sé mi amor—respondió la joven recostando su cabeza en el pecho de su esposo—todo el miedo que sentía al iniciar el día poco a poco se ha ido, no hay nada más importante que tu y yo en este momento—Dijo con seguridad la enamorada mujer, sin saber lo que aún faltaba—
Mientras los novios bailaban y las parejas poco a poco comenzaban a unirse en la pista de baile, Harry logró ver a lo lejos un largo cabello rojo muy conocido, la mujer caminó discretamente hacia el fondo del lugar y subió por las escaleras que llevaban a la terraza del restaurante con una bandeja de cubiertos en sus manos, Harry pensó haberse equivocado, pues tenía entendido que nadie le había mencionado a Alexandra sobre el evento; por un momento creyó que era ella, la mujer que había robado su corazón, sin embargo cambió de opinión, al verla subir como cualquiera de los empleados del lugar, por lo que desvió su vista y continuó bebiendo champagne.
—Espérame aquí, tengo una sorpresa para ti—Dijo Jacob a Emma minutos después, terminando el baile— no te vayas a ir a ningún lado
—¿sorpresa?— de qué se trata— preguntó la curiosa joven—
—Si te digo, no es sorpresa, pero te prometo que va a encantarte—aseguró Jacob besando el dorso de la mano de su esposa—
—Muy bien, te esperaré en la mesa de Hobson, quiero saludarlos a todos—respondió Emma caminando hacia donde se encontraban todas las personas que vivían en la mansión—
Jacob salió del lugar y Emma cruzó un par de palabras con los integrantes de la mansión, todos estaban felices por estar allí compartiendo con los novios, pero la interrupción de uno de los meseros detuvo la charla
—señorita, me informan que su sorpresa la espera en la terraza— mencionó el hombre para luego continuar repartiendo los tentempié
—Bueno, me temo que la charla debe continuar en otro momento, porque hay una sorpresa esperando por mi en la terraza—dijo Emma emocionada para luego continuar con su camino—
Mientras atravesaba el pasillo para salir del lugar y tomar las escaleras que llevaban a la terraza, el recuerdo de aquella noche vino a su mente, la nota que le envió Abigail y el fatídico encuentro en el laberinto
—no puede ocurrir dos veces—se dijo deteniendo el paso— a demás nadie le dio información sobre esta boda, jamás se atrevería a poner un pie en este lugar. Jacob dijo que me tenía una sorpresa, estoy segura que solo es eso—se aseguró a si misma para continuar con su camino después de soltar un temeroso suspiro—
Del otro lado del pasillo, Harry observaba como Emma caminaba indecisa hacia la terraza, mientras recordaba a la mujer de rojos cabellos que había subido con la bandeja de cubiertos en mano
—Papá ¿sabes dónde está el señor Jacob?— preguntó Harry un poco desesperado—
—¿quién?—cuestionó Hobson, quien aún no se aprendía los nombres actuales de los jovenes—
—Papá, el esposo de la señorita Lexington—dijo con angustia—
—Oh sí, salió un minuto al auto, tiene un presente para su esposa—respondió con tranquilidad el hombre—
—¿entonces quién espera a la señorita Lexington en la terraza?—Preguntó alarmado Harry levantándose rápidamente de su mesa en búsqueda de Jacob
Mientras Harry corría deprisa para evitar una nueva tragedia, Emma llegaba a su supuesta sorpresa
—¿Jacob?—preguntó mientras miraba cautelosa por todos lados sin lograr encontrar a alguien conocido—
—No querida, Jacob no, soy yo—respondió una voz escalofriantemente conocida—
—¿Qué haces aquí?—preguntó asustada dando un paso atrás— ¿Quién te informó sobre este evento?
—Nadie, eso es lo más maravilloso de todo querida Elizabeth, que no tuve que preguntar nada, el destino me está poniendo todo en el camino para hacerme las cosas mucho más fáciles—Respondió Abigail— Mira, nos volvemos a encontrar, otra vez en las mismas circunstancias
Emma arrugó su entrecejo, pues frente a ella no sabía si tenía a Alexandra o a Abigail
—¿Quién eres?—preguntó caminando hacia atrás mientras la peli roja se acercaba a ella—
—¿no me recuerdas?—preguntó con un tono de voz entristecido— pero si fui yo quien acabó contigo hace tiempo, una persona como yo no se olvida tan fácilmente—respondió—
—Sabes algo, no te tengo miedo ¿Quién te crees para querer adueñarte de la felicidad ajena?—dijo Emma enfrentando de una vez por todas a su mayor temor— ¿por qué nunca buscaste tu propia felicidad?
—Sí LO HICE— Gritó la mujer con sus ojos rojos llenos de ira— pero tú me la robaste
—yo no te robé nada, ni en esta vida ni en ninguna otra, entiende de una vez por todas, tu felicidad no era él
—SÍ LO ERA, LO ERA PORQUE ERA A QUIEN MÁS AMABA, ESTABA DISPUESTA A DEJARLO TODO POR ÉL, YO LO IBA A DAR TODO POR ÉL —Gritaba Abigail mientras caminaba de lado a lado con desespero como una completa desquiciada— Eres la única culpable de todo lo que pasó y de todo lo que va a pasar, él me ama a mi—decía señalando a Emma con su dedo—
—¿Por qué insistes en querer a una persona que nunca te demostró su amor?—preguntaba Emma intentando ganar un poco de tiempo mientras pensaba cómo salir de aquel apuro— ¿nunca pensaste que tal vez alguien más podía amarte más de lo que mereces? ¿por qué conformarte con el amor de un hombre que nunca te vio?
En ese instante una lágrima rodó por el rostro de Alexandra, pues en el fondo ambas, tanto Abigail como Alex, sabían que Emma tenía razón, solo que en esta vida, Alex sí lo había comprendido, pero Abigail continuaba aferrada al amor que sintió en su pasado por un hombre imposible.
—En el pasado no me amó, pero en esta vida, te juro que lo hará—dijo Abigail sacando una vez más, un cuchillo, aquel que tomó de los cubiertos que llevaba en la bandeja—
—No otra vez— dijo Emma con frustración— sabes muy bien que tu no eres esto Alexandra, recuerda lo que nos dijiste a Jacob y a mi en Hyde Park, nunca nos harías daño
La mano de Alex comenzó a temblar y su mirada empezó a opacarse mucho más, la furia de Abigail se estaba liberando poco a poco y ya no había marcha atrás, estaba decidida a terminar con la vida de la joven
—Hoy nuevamente vas a morir— gritó mientras se abalanzó sobre Emma con toda la intención de quitarle la vida, sin embargo, la resistencia que oponía Alexandra ante el espíritu que dominaba su cuerpo era grande, restándole fuerza a las acciones de Abigail
—Suéltame —dijo Emma forcejeando con la mujer al borde de la terraza—en cualquier momento vendrán y tu no vas a salir ilesa de este lugar, así que déjame de una vez
Astutamente Abigail logró poner el cuchillo en el cuello de Emma y justo cuando estaba a punto de enterrarlo, Jacob y Harry llegaron al lugar
—¡ABIGAIL DETENTE!— Gritó Jacob logrando desviar la mirada de la joven y haciéndole perder un poco de fuerza—
—¡Alexandra, no lo hagas, tu no eres esto!—Gritó Harry con sus ojos humedecidos al ver al monstruo que tenía en frente—
Escuchar la voz de Harry fue como ordenarle a Abigail que abandonara el cuerpo de Alex, tan pronto como el joven dijo su nombre, Alexandra volteó a ver a Emma y aterrorizada por lo que estaba haciendo soltó a la joven esposa y se lanzó lejos de ella arrojando a un lado el cuchillo con el que iba a destruirla.
—¿Estás bien?—preguntó Jacob corriendo a abrazar a su esposa—
—lo estoy—respondió ella— estoy agitada y asustada por lo que acaba de ocurrir, pero gracias a Dios no logro hacerme daño
Harry corrió a acoger entre sus brazos a Alex, quien se encontraba sentada en el suelo abrazando sus rodillas y llorando desesperadamente
—Alex, mírame—decía con impaciencia el rubio intentado recuperar la atención de la joven— mírame por favor, soy yo, Harry
Alexandra volteó sus ojos lentamente hasta cruzarlos con los de él, y en un segundo se lanzó a sus brazos descargando todo su llanto y miedo
Aunque Abigail no había logrado su objetivo, aún habían pendientes por resolver, pues el encuentro más importante todavía no había ocurrido
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