Capitulo 3:Descubriendo un corazón
La cena fue anunciada y Elizabeth y August, anhelaban por fin verse de nuevo. Después de tomar el té, cada uno fue dirigido a su habitación y allí, en la privacidad de su alcoba, la hermosa joven de cabellos negros no paraba de suspirar y sonreír.
–¿Lo viste Maggie? – preguntó Elizabeth a su doncella mientras admiraba por la ventana lo extenso del lago que rodeaba su mansión
–¿A quién señorita Beth? ¿habla del joven hijo de los Chadburn? -preguntó acercándose a ella
– Sí -respondió dándose la vuelta- es encantador -dijo- y elocuente
– Asi parece, su padre nunca la entregaría a alguien que no estuviera a su altura, jamás haría algo para ponerla en peligro – respondió la doncella acomodando el tocador para empezar a preparar a Elizabeth – es una pena que jóvenes tan hermosas como usted no tengan la posibilidad de disfrutar de un amor real
– ¿por qué lo dices Maggie?— Preguntó la joven tomando asiento frente al espejo —
– Porque así es –dijo– La mayoría de las bodas realizadas no son más que meras alianzas, diariamente en el mercado, las doncellas de algunas jóvenes del pueblo comentan la infelicidad que muchas de ellas padecen, sus esposos solo las aceptan por su dote y no las ven más que como un buen negocio - contaba la mujer a la vez que peinaba delicadamente el cabello de Elizabeth—Usted en cambio señorita, es afortunada por estar unida a alguien que le agrada —
—Mi boda es también una alianza Maggie — comentó Elizabeth volteando delicadamente para ver a su doncella — aunque August es el hombre con el que siempre soñé, no sé que pueda pasar en el futuro ¿crees que pueda ser como alguno de esos hombres? — preguntó con un deje de angustia—
Margaret se puso de rodillas quedando un poco a la altura de la joven, después de compartir con ella durante diez de los dieciséis años que Elizabeth tenía, algo de confianza había entre ambas.
— mi querida joven Elizabeth -dijo Maggie tomando las manos de la inquieta señorita intentando brindar un poco de calma — es normal sentir temor en este momento, usted y el joven Chadburn están empezando a conocerse, pero le puedo asegurar que sus padres no se equivocaron al hacer la elección. Después de verlos en el jardín, aquel se atreva a negar que entre ustedes hay más que una chispa, entonces no conoce el verdadero amor
— Maggie, que haría sin tus palabras — respondió Elizabeth apretando fuertemente las manos de su doncella en señal de gratitud — bien — dijo — no perdamos tiempo, la cena casi es anunciada y yo aún no estoy lista, por favor ayúdame a verme encantadora
pues así fue, Margaret preparó a Elizabeth y al verse en el espejo no pudo decir más que "deslumbrante", un hermoso y delicado recogido y un vestido blanco con detalles de flores rojas, hacían que a la vista pudiese contemplarse una imagen tierna y frágil, sus labios en tono rosa y un maquillaje sutil le daban un toque de inocencia, en pocas palabras, un ángel ante los ojos de aquél que tanto anhelaba tenerla
— sin tu ayuda jamás podría verme así Margaret, eres increíble — dijo la joven abrazando a su doncella, a la que tanto quería y a quien confiaba cada momento de su vida —
— iré a la cocina y regresaré cuando la cena esté preparada para que baje al comedor — contestó Maggie — y no me agradezca jovencita, para mi siempre será un gusto hacer parte de cada uno de sus momento felices — finalizó con una cálida sonrisa—
La mujer salió del cuarto dejando a Elizabeth a solas un rato más. La ansiedad la carcomía, cada tanto se miraba en el espejo confirmando que todo estuviera en su lugar, que el peinado estuviese intacto y que su vestido estuviera tan liso como la seda
—Estoy muriendo de los nervios — pensó en voz alta mientras caminaba de lado a lado frente a su cama— ¿por qué tarda tanto? — se cuestionó—
— Señorita Elizabeth, la cena está servida — escuchó decir a Margaret del otro lado de la puerta.
Lista para salir se dio un ultimo vistazo, corroboró que todo estuviese perfecto, tomó aire, abrió la puerta y salió lista para cruzar tan rápido como su vestido y los incómodos zapatos se lo permitieran, el enorme pasillo lleno de cuadros que quedaba en la segunda planta, donde estaban todas las habitaciones de la enorme mansión
— Margaret ¿mi alcoba siempre ha estado tan retirada del comedor? — preguntó la joven al ver que tras caminar y caminar no llegaba a la escalera principal
— así parece señorita, o tal vez la ansiedad hace que este camino se vuelva un poco largo — respondió la doncella con una pequeña sonrisa —
Al llegar a la gran escalera principal, Elizabeth se detuvo de repente, tomó aire una vez más y se dispuso a bajar, pero tal fue su sorpresa al escuchar tras ella la voz que la envolvía como una suave melodía
— ¿a donde va con tanta prisa mi lady? — preguntó August alcanzando delicadamente la mano de la joven haciendo que esta se sobresaltara
— hola — dijo ella volteando a verle, estaba encantador con su traje negro y corbatín rojo, parecía estar de nuevo soñando, su rostro y su presencia llenaban su alma de felicidad — iba al comedor — respondió
—entonces permítame escoltarla — dijo August extendiendo su brazo— que clase de caballero sería si no le brindara mi mano para que me conceda el gran y maravillo honor de acompañarla
Elizabeth sonrió a la vez que lo hizo August y delicadamente con su cabeza asintió mientras tomaba el brazo de su prometido. Era evidente la atracción entre ellos, quien los viera pensaría que se conocían desde hace tiempo y quien supiera de la intensidad del amor que de ellos emanaba, juraría que no solo en esta vida estaban destinados. Quien reconociera ese amor verdadero, conocería la eternidad.
En el salón estaban ya reunidos los padres de ambos jóvenes a la espera de que los futuros esposos entraran para iniciar con el festín. En la mansión Lexington nunca se había sentido un ambiente tan acogedor a la hora de compartir la cena, normalmente solo eran tres los que ocupaban un asiento, en un comedor tan grande, ocupar solo tres puestos hacía que el espació restante se sintiera abismal, pero en esta ocasión todo era diferente, al verlos allí, a todos reunidos, Joanne, la madre de Elizabeth no pudo hacer más que agradecer desde su corazón, la hermosa oportunidad que la vida le estaba dando a su familia de crecer y a su hija, de conocer el amor verdadero.
— pero que bonita imagen— dijo Nicholas, el padre de Elizabeth al ver a su hija tomada del brazo de su futuro esposo cruzando el arco que separaba al comedor de los demás salones de la enorme mansión
—Hijo, esa joven que llevas del brazo ahora es tu mayor tesoro— dijo Rose, la madre de August, viendo con orgullo la unión que estaba por darse—
— lo sé madre, y prometo a cada uno de ustedes y a ti, Elizabeth — dijo tomando la mano de la joven y mirándola sinceramente a los ojos— que te haré feliz cada uno de nuestros días y por toda la vida
— sé que así será August — respondió ella con una dulce sonrisa—
— bueno, que estamos esperando — dijo Nicholas— tomen asiento y demos inicio al banquete
La cena transcurrió de forma amena y a través de la charla, las familias se iban conociendo un poco más. Entre Nicholas, el padre de Elizabeth y Edward, el padre de August ya se había formado una amistad desde hace un tiempo, inicialmente por asuntos de negocios, pero ahora, esa amistad se veía fortalecida, no solo por la unión de sus familias, sino por la cantidad de gustos similares y pasatiempos por los que ambos compartían una afición. Entre tanto Rose y Joanne, las madres August y Elizabeth, reían junto con cada ocurrencia que sus esposos decían, es que eran tan parecidos y al mismo tiempo tan divertidos, que resultaba imposible no disfrutar con gozo de la conversación. Nunca se había visto en Londres una alianza tan jovial y ansiada como la de la familia Lexington y Chadburn.
— August hijo — dijo Edward, el padre del joven — por qué no nos deleitas un poco con el piano
—¿tocas el piano?— preguntó Elizabeth —
—sí, me gusta interpretar las melodías en él, es mi lugar seguro— respondió sonrojado—
— Será un verdadero gusto escucharte — respondió Joanne, poniéndose de pie junto a los demás para dirigirse al salón frente al comedor, una acogedora sala en la que se encontraba el piano
El joven tomó posición y su prometida junto con los demás presentes, esperaba atenta y ansiosa el momento en el que las manos de aquel hombre comenzaran a producir una hermosa melodía. Al calor de la chimenea August empezó a tocas una hermosa sonata de Schubert, sus manos parecían seguir el ritmo de las llamas del fuego y envolver a su vez a quienes lo escuchaban y presenciaban tan magnifico arte.
Elizabeth no pudo evitar sonreír al verle allí tan entregado, recreando con sus manos una hermosa melodía, alli le fue imposible eludir a su mente imaginando su futuro con el hombre que tenía en frente; en aquellugar, en ese cómodo salón, sentada en el sofá junto a sus padres y los del joven, con el gran ventanal de fondo, la luz de la luna colándose por la venta e iluminando a August como si fuese un reflector, Elizabeth imagino una vida junto a su prometido, un par de lindos niños correteando por doquier mientras su padre endulzaba sus días con cada sonata, sus abuelos jugando con ellos y disfrutando de un plato de galletas y ella tejiendo un abrigo para el bebé que esperaba, porque ese era su anhelo, tener una gran familia, una muy unida y hermosa donde solo reinara la felicidad. De repente uno de sus sueños vino su mente, aquel en que August y ella vestían ropas diferentes, donde caminaban juntos de la mano por un lugar totalmente distinto y le resultó inaguantable que una lágrima comenzara a rodar por su mejilla.
—¿Estás bien querida Elizabeth?— preguntó Nicholas, su padre, al ver aquella gota brillante caer de los ojos de su hija—
— lo estoy padre — respondió— solo es emoción y gratitud por ver al hombre que has elegido para mi
—sé que van a ser muy felices hija mía— dijo abrazando a su pequeña—
—yo confío en que esa felicidad durará toda la eternidad padre, August es el hombre de mis sueños— confesó—
Unos minutos después la interpretación terminó y todos aplaudieron. Sin duda alguna, August tenía un hermoso talento, uno que había heredado de su abuelo, a quién había perdido hace tan solo unos días antes de enterarse de su compromiso
—Te felicito muchacho — dijo Nicholas brindando su mano al joven— para tener solo veinticinco años, tienes un gran talento, espero que sepas aprovecharlo y que nos brindes el honor de escucharte de nuevo algún día
— así será Sr,Lexington, el talento se lo debo a mi abuelo, quien se empeñó en que yo aprendiera a tocar el piano a la perfección. Cuando Elizabeth y yo nos casemos, podrán venir a nuestro hogar tantas veces como quiera y yo podré tener la dicha de complacerlos al tocar nuevamente
Mientras los padres de ambos discutían sobre el talento del joven, August se acercó a Elizabeth delicadamente
— ¿te gustó? — preguntó—
—más que eso— respondió— prométeme que vas a tocar solo para mi August— pidió con un brillo en su mirada y una tierna sonrisa— promete que harás de mis días a tu lado una hermosa melodía
— te lo prometo Elizabeth, haré de nuestros días una bella armonía, tanto que al oírnos, todos la envidiarán. Nuestro amor será una melodía que escucharemos incluso más allá de la eternidad.
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