Capitulo 28: Una visita inesperada

Increíblemente el camino que llevaba a la mansión, parecía haberse detenido en el tiempo, las rosas, los lirios, los arboles que rodeaban cada lado del sendero; se mantenían intactos, sin rastro alguno de haberse marchitado, tan frescas como la primera vez en que abrieron sus hojas al viento. Los aromas que desprendían las plantas, sin dudarlo y sin demora, comenzaron a traer recuerdos a cada uno de los jovenes. 

Mientras veían por la ventana del auto, cada uno vivía, o mas bien, revivía su propia historia, pues todos, aunque tuvieran un lazo que los unía, había creado distintos recuerdos de aquel lugar

—nunca voy a olvidar el día en el que crucé este camino en el carruaje con mi familia para conocerla—pensaba Jacob, o August, al volver hacia atrás con las sensaciones de aquel momento— que nervioso estaba, creía que jamás llegaría a amar a una completa extraña, lo único que quería, era vivir  con la mujer que en mis sueños aparecía, pero de alguna forma la vida nos guarda un gran cariño—pensaba mientras desviaba la mirada de la ventana hacia Emma, tomando delicadamente su mano y dándole una tierna caricia— No hubiese pedido un mejor destino que ella—decía para sus adentros— amarla es un privilegio y un regalo—se declaró así mismo, para luego finalizar aquel pensamiento con un cálido beso en el dorso de la mano de su amada Elizabeth o Emma, o mejor, aquella que era ambas y una sola— 

Al sentir el calor de aquellos labios en su mano, Emma sonrió llena de amor, sabía que su promesa se estaba cumpliendo y que gracias a la vida, que de alguna forma les quería, ahora de nuevo terminaría la inconclusa historia que había dejado con Jacob.

—y pensar que un siglo atrás lloré hasta el cansancio discutiendo con mi padre por obligarme a casarme con un completo desconocido —recordaba Emma, mientras con una mano conducía hacia la mansión y con la otra, sostenía la mano de Jacob— bendito el día en el que mi padre y mi madre lo eligieron a él para comprometernos, lo amo tanto como aquel día en el que sentados en el jardín, nos dimos nuestro primer beso— pensaba mientras esbozaba una delicada sonrisa al recordar aquel primer y casto beso— algo bueno tuvimos que hacer para que esta oportunidad de nuevo llegara a nosotros— se dijo mientras proyectaba en su mente el momento en el que; antes de morir; prometió volver a estar con August—quisiera haber vivido con él mucho más, tener hijos a su lado, verlos crecer, haber podido conocer a mi hermana en ese tiempo —se lamentaba a la vez que por el retrovisor veía a Cassie, quien iba igual de distraída observando el paisaje por la ventana

—Cuantas veces mis padres y yo fuimos y vinimos del panteón para dejar una rosa a mi hermana—recordaba Cassie con pena—quién iba a creer que la vida me tenía guardado el mejor de los regalos; poder tenerla a mi lado en esta vida es un premio y de alguna forma, la mayor bendición jamás obtenida— pensaba con agradecimiento al ver a su hermana frente suyo conduciendo— si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y compartir con ella todo lo que en ese tiempo no fue posible, si tan solo el recuerdo de pasear con mi padre, la incluyera a ella y en lugar de ser yo sola quien colgaba de la mano de papá, fuésemos las dos —decía con dolor para ella misma, pues a Cassandra o  Emilie en aquel tiempo, saber que había tenido una hermana y que por el egoísmo de una mala mujer, no había podido disfrutar de ella, le causaba una gran tristeza, creció sintiendo un vacío en su corazón, y murió anhelando, en el mas allá, poder conocer a quien alguna vez tuvo su sangre, llevo su apellido y fue su hermana.

Sin pensarlo, los deseos y anhelos de las tres almas que iban en el coche, habían sido escuchadas, y el destino, que a veces juega malas pasadas, esta vez, tuvo la osadía de desafiar incluso a aquella de la que nadie se salva, la muerte.

—Hemos llegado—dijo Emma haciendo que todos volvieran a la realidad después de haberse sumido por unos minutos en lo profundo de sus recuerdos—

—No lo puedo creer—dijo Cassie al observar detenidamente por la ventanilla, el enorme portón que tenían en frente a la espera de ser abierto— esté lugar está intacto, como si el tiempo no hubiese pasado jamás, lo recuerdo tal cual a como lo estoy viendo ahora—mencionó con un par de lagrimillas amenazando con salir de sus ojos—

—Así es—respondió Emma soltando un gran suspiro—y espera a verlo cuando entremos—dijo—solo espero que esta vez no tenga los malos de recuerdos que tuve la última vez que estuve aquí—

—¿viniste?—preguntó Jacob—

—lo hice—respondió ella— aquí tuve mi despertar, una gran parte de la verdad la descubrí aquí, por eso una parte de mi teme recordar solo lo malo que ocurrió aquí—confesó temerosa—

—No pasará—dijo Jacob tomando fuertemente ambas manos de la joven— en este lugar ocurrieron más cosas buenas que malas, y las que van a ocurrir, serán mejores, tan buenas que opacarán cualquier memoria oscura que tengamos aquí—aseguró—

Emma sonrió agradecida por la confianza que Jacob le brindaba cada instante, pues tenía la certeza de que a su lado, ya no era posible vivir ningún tormento

—Hobson—gritó desde el auto mientras hacía sonar el claxon para que el mayordomo se acercara a abrir el enorme portón—¡Hola! —saludó fuertemente 

El .hombre corría tan rápido como sus sesenta y siete años se lo permitían. La emoción en él era evidente, pues había reencarnado, al igual que los demás, con el fin de ayudar a Emma en su despertar, y con el deber de cuidar de la mansión hasta que sus legítimos dueños, volvieran a ella. De alguna forma, su paso por la nueva vida, estaba a punto de terminar, pues había cumplido su misión a cabalidad; sin embargo, había jurado proteger a Emma y a la familia hasta el final de los tiempos, fuese él, o alguien de su línea quien continuaría con el legado que venían trayendo de generación en generación

—Señorita Lexington—dijo con una gran sonrisa en su rostro— que alegría verla de nuevo

—A mi también me alegra verte Hobson—respondió Emma devolviéndole una cálida sonrisa de oreja a oreja— esta vez no vine sola—anunció —¿habrá espacio en esta mansión para unos huéspedes?—preguntó Emma a modo de broma—

—Lo hay, claro que sí—contestó el hombre abriendo el portón para dar entrada al auto y que este llegara a la mansión—

Mientras Hobson cerraba el gran portón que adornaba la entrada de la enorme mansión Lexington, Emma, junto con Jacob y Cassie, bajaban del auto justo frente a la fuente en el patio principal

—esto huele a hogar—dijo Cassie quitando sus gafas color rosa para admirar de nuevo aquella casa por la que guardaba tantos sentimiento y dando la espalda al gran arco de arboles que adornaban el camino de la entrada—

—Señorita Lexington, déjeme decirle que es un verdadero gusto tenerla de nuevo en su casa—decía Hobson mientras con su paso calmado se acercaba a ellos—

—¿y a mi, no te alegra volver a verme?—preguntó Cassie volteándose para ver al hombre que por tantos años había cuidado de ella y de su familia procurando que nada les faltase—

—¡Señorita Emilie! —gritó con emoción al reconocer a la extraña joven que había alcanzado a ver dentro del auto— pero como es posible, no puedo creerlo—dijo dejando escapar una lágrima de sus ojos, al recordar los momentos que había compartido al lado de la maravillosa familia Lexington, porque sí, las personas que habían estado allí en sus años gloriosos y en los no tan gloriosos, podían asegurar que la familia, muy a pesar de la adversidad que los rodeaba, nunca, en ningún momento, perdía la calidez, el amor y la amabilidad que los caracterizaba.

—es bueno tenerte a ti también de vuelta—dijo Cassie abrazando al hombre—

Hobson lloró sin reconocer aún la presencia del hombre que acompañaba a las jovenes y que contemplaba con dulzura la imagen 

—Espero que a mi también le alegre verme señor Hobson—dijo Jacob—

Hobson se separó de Cassie y se acercó al joven entrecerrando los ojos para distinguir y recordar bien aquel rostro

—¿no me diga que usted es?... —pronunció, recordando al amable jovenzuelo que una vez llegó tímido a aquella mansión para conocer a su prometida— el joven Chadburn

—es un gusto verte de nuevo en esta vida—dijo Jacob abrazando al anciano, quien no paraba de llorar al verse rodeado de las personas a las que una vez, con tanto amor y dedicación, había servido

—Parece que el tiempo ha dado marcha atrás y que las cosas en la mansión vuelven a ser como en el pasado—dijo el hombre limpiando sus lágrimas y sonriendo de la emoción—ahora mismo voy a la casa y le digo a todos que la familia ha regresado

—¿a la casa?—preguntó Emma—

—Si señorita—respondió el hombre— Gracias a la generosidad de su padre, no solo yo, sino varios de los empleados que servían con gusto a la familia Lexington, tuvimos la posibilidad de tener una gran casa, una enorme y muy linda, con suficientes habitaciones y abastecidos hasta el cansancio hasta el día de hoy

—¿de verdad mis padres hicieron eso?—preguntó Emma sorprendida y orgullosa de lo que había ocurrido después de su partida—

—Así es hermana—respondió Cassie— Padre y madre en agradecimiento a todos los que nos cuidaron y atendieron durante tanto tiempo, decidieron construir una gran casa, con todas las comodidades, para los empleados y sus familias, algunos con el tiempo decidieron irse, otros, como Hobson y Margaret eligieron quedarse con  nosotros y dejar un legado de servicio a nuestra familia—Contaba Cassie mientras recordaba toda la generosidad que sus padres habían tenido, no solo con los empleados, sino con el pueblo de Castle Combe y sus habitantes, y la misma que le habían enseñado durante toda su vida

—¿Entonces Maggie también está aquí?—preguntó ilusionada Emma

—No —respondió Hobson— Maggie murió después de enseñarle a sus hijos el arte del servicio, a sus ochenta y cuatro años nos dejó, pero dejó una herencia con sus hijos, y los hijos de sus hijos, hoy, la linea de sangre que viene de Maggie todavía nos acompaña y junto con mi familia y otras cuantas del servicio, nos encargamos de darle vida a la mansión

—Pensé que por alguna razón Maggie también nos acompañaría—dijo Emma con pesar— pero me alegra que estuviera al lado de mamá y papá hasta su último día—mencionó la joven agradecida—

—No está Maggie —Dijo Hobson— pero sí está Raquel, cuando la vea, se dará cuenta que es la viva imagen de la Margaret que una vez conocimos

—Quisiera conocerla— dijo—y conocer la casa que mis padres mandaron hacer para todos, quiero recorrer cada rincón de mi hogar y vivir lo que no pude

—Así será señorita Lexington—dijo Hobson— ahora por favor, pueden ir recorriendo el jardín mientras yo le pido ayuda a los demás para preparar sus habitaciones, que emoción que la mansión vuelva a tener movimiento como antes

—Gracias por todo Hobson—agradeció Emma, para luego ver marchar al hombre con una luz irradiando en su rostro

Como había dicho Hobson, un siglo después, la mansión Lexington volvía a tener vida, los legítimos dueños estaban de regreso y ahora la posibilidad de tener una nueva y feliz vida, estaba comenzando



¡Buenas buenas mis queridísimos lectores!

Espero que estén super super bien el día de hoy. Como primicia  de este día, les cuento que... ¡llegamos a las 1.000 lecturas!

Eso me pone muy feliz porque quiere decir que de verdad esta historia les está gustando tanto como a mi me está gustando escribirla. Saben que esto lo hago por ustedes, y les estoy infinitamente agradecida por todo.

Deseo de corazón que este mes de Diciembre sea  muy feliz para todos, que siempre tengan una gran sonrisa en sus rostros y amor en su corazón.

Los quiero mil y nos seguimos leyendo, y ya saben...

¡Si les gustó, recuerden comentar y votar!

Besos

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