Capitulo 24: por fin juntos

Mientras Emma en el consultorio de Bonnie, trataba de poner los pies en la tierra después de comprender la razón de su reencarnación, Jacob por su parte, tomaba un taxi rumbo al aeropuerto para definitivamente, alejarse de Emma y todo lo que la rodeaba.

—Es hora de dejarla, no puedo arriesgarme a perderla de nuevo teniendo a Abigail tan cerca—pensaba Jacob mientras miraba por la ventana del auto cómo iba dejando atrás el lugar en el que vivía—seguramente nos veremos en otro lugar, uno en el que no corramos con la misma mala suerte

Jacob iba con su corazón entristecido, pues no había logrado hacer que Emma comprendiera  quien era, o por lo menos eso fue lo que pensó

—Cassie, necesito verlo, llévame al aeropuerto, él no puede tomar ese vuelo, no sin saber que por fin sé quien soy—pidió Emma aún temblando y con sus ojos llenos de lágrimas—

—Bonnie, tu auto—sugirió Cassie— llévanos cuanto antes al aeropuerto, el hombre por el que ella vino, está por tomar un vuelo y no sabemos hacia donde va

—no se diga más—respondió emocionada la mujer—vamos por lo que es tuyo Elizabeth

Las tres mujeres corrieron hacia el estacionamiento y rápidamente tomaron el auto, Bonnie no era una experta en conducción, pero en casos de emergencia, podía volverse la mejor piloto de formula 1. 

—¿Qué le voy a decir?—preguntaba ansiosa Emma—

—te aseguro que cuando lo veas, sabrás que decir, no te preocupes por eso, ustedes dos están destinados a estar junto, hoy no hay nada que pueda impedirlo—respondió Bonnie—

Un par de minutos antes de que las mujeres arribaran al aeropuerto, Jacob había llegado también, estaba a punto de pasar por migración, pero casualmente su maleta se atoró con un pequeño gancho, de alguna forma la vida los quería ver juntos

—Correo Emma—gritaban Cassie y Bonnie al unísono al ver como la desesperada joven intentaba llegar hacia su amado antes de perderlo para siempre. Estando dentro, Emma sintió que todo se le venía abajo, el lugar era tan grande y habían tantas personas que parecía completamente imposible poder ubicarlo. Pero cuando creyó que ya todo estaba perdido, un aroma particular vino a ella

—Jacob— pensó, mientras seguía la dirección del aroma—

Corriendo Emma gritó "JACOB" por cada rincón del lugar sin tener respuesta, siguió aquel aroma, pero de un momento a otro, desapareció y cuando estuvo a punto de dar la vuelta, en la ultima mirada a detalle del aeropuerto,  logró verlo, caminaba sin ganas y más triste que cualquier otra cosa, sin embargo ante sus ojos, seguía siendo aquel jovencito que la había enamorado un siglo atrás.

—Jacob—gritó Emma sin obtener una respuesta por parte del joven—

El desespero la invadió y una vez más gritó su nombre sin tener de nuevo una contesta de su parte. Jacob estaba a solo un par de pasos para atravesar la puerta que lo alejaría por completo de su destino, sin embargo Emma no se iba a rendir tan fácil. Con todas las fuerzas que tenía y rogándole a los cielos que lograra escucharla, la joven gritó el único nombre que sabía que reconocería, aquel nombre que tenía su primer y único amor

—¡August!—sacó en grito desde dentro de su ser suplicando que volteara—

Tan pronto como Emma gritó August, un escalofrío recorrió el cuerpo del joven haciéndolo detenerse y dar un paso atrás. Solo alguien podía saber ese nombre, no había ninguna persona que pudiese llamarse igual y mucho menos existía una voz tan hermosa capaz de pronunciar aquella palabra

—August, estoy aquí—gritó Emma con sus ojos llenos de lágrimas—

El joven tomó su maleta y salió corriendo hacia donde estaba Emma esperándolo con los brazos abiertos

—¿Quién eres?—le preguntó Jacob a la joven mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse—

—Soy Emma Taylor—respondió ella causando en el joven una pizca de decepción—pero también soy Elizabeth Lexington

Al escuchar a su amada decir esto, Jacob no hizo más que soltar su equipaje y tomar entre sus brazos a la mujer que amaba y por quien había esperado por tanto tiempo. Por fin el momento de estar juntos había llegado

—Estoy aquí mi amor—decía Emma fundida en el abrazo de su amado—la promesa que te hice aquella noche no quedó en el aire

Jacob se separó un poco de a joven contemplando el rostro de la mujer que amaba, el amor de su vida. Con ternura lo tomó entre sus manos, limpió delicadamente las lágrimas con sus dedos y sin pedir permiso alguno, se abalanzó hacia su boca atrapando sus labios en un cálido y ansiado beso, demostrándole al tiempo y a la muerte que a pesar de ellos, el amor siempre será más fuerte.

 —Perdón por no haberlo visto antes, por no comprenderte, por tratarte como te traté, perdóname por haber sido una completa tonta y no haber entendido lo que tantas veces quisiste decirme

—No digas eso Elizabeth, no podías hacer nada, y yo aunque quisiera tampoco debía decirte nada—respondió Jacob abrazando de nuevo a su amada—

—Si te hubieras ido jamás me lo hubiese perdonado Jacob, pasé por tantas cosas para poder encontrarte, que ahora no pienso dejarte ir, estoy aquí para cumplir nuestra promesa de ser felices juntos

Ambos de nuevo se besaron con ansias, pues después de un siglo, las almas que una vez anhelaron con fervor estar juntas, ahora  derrumbaban las barreras del tiempo y de la muerte para dar fe de la magia que un amor tan grande puede lograr.

Al salir del aeropuerto rumba a casa, Bonnie y Cassie, quienes esperaban muertas de nervios en el auto, lloraron de la emoción al contemplar la escena más hermosa jamás vista. Dos espíritus que guardaban su amor dese el pasado, ahora estaban frente a ellas

—¡por fin juntos!—gritó Cassie—

—logré detenerlo—respondió Emma acercándose al auto—

—y menos mal lo hizo—contestó Jacob— estuve a punto de irme, Emma llegó justo a tiempo

—En el momento perfecto—respondió Emma besando tiernamente al hombre que la llevaba de la mano—

Junto, regresaron a Kensington dispuestos a comenzar con su nueva vida, una en la que por fin estarían unidos sin importar que.

—Cassie, creo que hoy iré a casa, hay un millón de cosas de las que Jacob y yo debemos hablar y sería bueno hacerlo nosotros solos, llevamos un siglo separados—dijo Emma bromeando—necesitamos nuestro espacio

—No te preocupes hermana—Respondió Cassandra—lo único que me importa ahora es que logres ser tán feliz como te lo mereces—dijo—Bonnie, por favor vamos a Kensington Square

En cuestión de minutos, Emma y Jacob estuvieron solos en la casa de la joven, listos para compartir tantas cosas como pudieran

—Parece mentira que por fin estás a mi lado Elizabeth—Dijo Jacob abrazando a su mujer, a la única que había amado durante todas sus vidas— no quiero volver a perderte nunca, no quiero que nadie te vuela a separar de mi

Emma besó a Jacob delicadamente en los labios mientras con sus manos acariciaba su cabellos—nadie nos volverá a separar, ni siquiera la muerte pudo hacerlo, tu y yo estamos hechos el uno para el otro y por más que la vida se empeñe en alejarnos, siempre volveremos a encontrarnos August

El beso que inicio siendo puro y casto fue poco a poco ganando fuerza, se volvió más apasionado y deseoso. El jugueteo de sus lenguas provocaba corrientazos en la piel de cada uno y el roce de sus dedos en el recorrido de su piel, provocaban más intensidad. Jacob besó el cuello de  Emma y poco a poco fue quitándole una a una, cada prenda que llevaba, su abrigo cashmere, su blusa, el pantalón, lentamente cada parte del cuerpo de la joven iba quedando al descubierto al igual que Jacob, a quien Emma desvistió en medio de la pasión que los estaba consumiendo. Era su primera noche en siglos y estaban viviendo lo que antes les había sido arrebatado. 

Poco a poco se fueron tumbando en el sofá que había en el recibidor y dejándose llevar por lo que sentían, hicieron el amor. Jacob se introdujo en Emma volviéndose con ella uno solo, haciéndola gemir de placer, y repitiendo el acto de amor un par de veces más durante toda la noche. Era un frenesí de amor rebosando de ellos, inundando cada rincón de aquella casa e impregnándose cada uno de su esencia, aquella que seguía intacta, esa esencia que no había desaparecido ni con el paso de los años.

—Te amo, en esta vida y en mil más—Confesó Emma encima de Jacob mientras se fundía con él en el abismo profundo del deseo—

—Yo te amo Emma, o Elizabeth, o quien quiera que seas, en esta vida, en la siguiente y en las mil que vengan, serás mía y yo tuyo sin importar lo que pase— sentenció para fundirse de nuevo en un beso que los llevara al éxtasis de su amor.


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