Capito 7: Una oscura noche de fiesta

Cada vez faltaba menos para el tan ansiado día y Abigail, en su locura, estaba dispuesta a interrumpir la boda a costa de lo que fuera.

Mientras Elizabeth daba un paseo matutino por el parque junto a su doncella, le fue inevitable prestar atención a una escena un tanto inquietante. Junto al arco de flores que decoraba una de las entradas al Jon coles park, se encontraban August y Abigail teniendo una pequeña conversación, aunque por la forma en la que el joven se comportaba parecía más una fuerte discusión. Horas antes, August había salido de la mansión Lexington para visitar al sastre y ver como estaba quedando el traje que usaría el día de su boda, sin embargo, mientras regresaba a casa, se encontró con Abigail, quien parecía estarlo esperando con mucha premura.

 Un tanto curiosa, Elizabeth intentó acercarse para confirmar que todo marchaba bien, pero entonces sucedió algo que le  hizo helar la sangre, y que provocó que su corazón diera un vuelco, como si este estuviera siendo estrujado. La peli roja de ojos azules besó a August con una pasión que jamás se había visto y el corazón de Elizabeth se encogió.

-August- dijo acercándose rápidamente, junto con sus acompañantes, hacia donde se encontraban. Si se iban a burlar de ella, no lo harían a sus espaldas, la joven estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa-

Tan pronto como escucharon la voz de Beth, Abigail se separó bruscamente de él fingiéndose indignada y molesta y  sin pensarlo le dio una fuerte cachetada a August

-¿Por qué me besas August?—preguntó— eres un hombre comprometido, ya te dije que lo nuestro no puede ser

-No es necesario que hagas este tipo de cosas querida Abi—dijo Elizabeth frente a sus amigas y su doncella, recordando lo que Eleonora le había advertido— lo vi todo, y como siempre, la que se lanza encima de su presa eres tu- soltó con ira-

-Elizabeth, déjame explicártelo- mencionó August corriendo al lado de su prometida—

-¿y tú para esto me dices que me amas? para que alguien como Abigail venga a darte un beso y tu no hagas lo más mínimo por evitarlo, aun sabiendo que medio Londres los está observando—preguntó furiosa Elizabeth aún sabiendo que su prometido no tenía culpa alguna—

-¡¿Cómo que alguien como yo?! —cuestionó Abigail furiosa escuchando el comentario de Beth— a qué te refieres con eso, maldita muerta de hambre- dijo  acercándose a la joven con furia

- Sí querida Abi, alguien de reputación dudosa como tu- contestó Beth llena de rabia sin importarle hacer un escandalo en pleno parque—

La peli rojo caminó rápido hacia Elizabeth dispuesta a abofetearla, pero la mano de August la detuvo

-No se te ocurra ponerle una mano encima a mi futura esposa Abigail, o te juro que vas a pagarlo muy caro

-Ay por favor -respondió la iracunda mujer- que vienes tu a darte aires de caballero, si hace un minuto estabas besándome, aun sabiendo que te vas a casar con esta ¿es que a caso no lo ves August? soy mucho más que ella, tengo mucho más que ella —gritó  mostrando todo su cuerpo—

-ella tiene algo que tu jamás vas a tener Abigail y es mi amor—respondió August molesto por lo que había causado la joven— amo a Elizabeth y eso nadie lo va a cambiar, y no vuelvas a intentar acercarte a mi, porque me veré obligado a hablar con tus padres y ponerle un alto a tu comportamiento, que como bien dice Elizabeth, con cada acto  pone más en duda tu reputación

August tomó del brazo a su prometida y junto con la doncella y demás mujeres partieron a casa de los Lexington

-Te explicaré todo Elizabeth, juro que no esperaba que algo así ocurriera- decía August a la joven mientras el carruaje iba camino a la casa-

-No tienes que explicarme nada, lo vi todo—respondió la joven cabizbaja, con ganas de llorar—  vi como discutían y vi cuando ella se arrojó sobre ti y te besó -contó con la mirada baja, porque sí, le dolía aunque tuviera claro que no era su culpa-

-Discutíamos porque Abigail me pedía que te dejara plantada el día de nuestra boda, que huyera con ella. Me estaba ofreciendo todos sus bienes, incluso se ofreció a ser mi amante—confesó el joven—

-no puedo creerlo, que mujer tan vulgar -respondió Elizabeth asqueada al ver lo que era capaz de hacer esa odiosa mujer —

-Abigail siempre ha estado enamorada de mi, pero yo nunca pude verla como algo más que una amiga

-Claro, entonces en un arranque de celos decide perder la cordura y volverse una cualquiera- respondió con enojo Beth-

-Elizabeth escúchame, Abigail es una mujer rencorosa y vengativa, prométeme que vas a cuidarte de ella—pidió August a su futura esposa, pues él al igual que Eleonora, sabía de lo que era capaz la mujer—

-Lo haré, pero tu también debes cuidarte de ella, esa mujer es capaz de meterse en tu cama con tal de arruinar nuestro compromiso

-No voy a permitir que nos separen Elizabeth, estaré contigo siempre

Beth no pudo evitar sentirse lastimada con lo que había presenciado, pero sabía que Abigail lo hacía para separarlos, en todo Londres era sabido que la envidia la gobernaba y que ella deseara lo que le correspondía no era nada nuevo, no era la primera vez que ella intentaba arruinar un matrimonio

Semanas después llego por fin el tan anhelado momento, era por fin el día de la  boda. Aquel día la mañana estaba hermosa, soleada y llena de brillo, el cielo despejado y los pájaros cantando en coro, las flores esparcían su mejor esencia y los nervios se comían a los futuros esposos.

-¡Por fin hija, llego el día! -dijo Joanne  entrando a la habitación de Elizabeth con emoción y alegría

-Lo sé, estoy tan nerviosa madre—respondió la novia desde su cama, pues la ansiedad no le había permitido dormir mucho y llevaba varias horas ya despierta—

-sé como te sientes hija, pero vas a estar bien, ahora vamos a prepararte, el día nunca rinde cuando un evento se aproxima —dijo Joanne animando a su hija para que se pusiera de pie—

La ceremonia era a medio día y la recepción sería en la mansión, no fue sino hasta que estuvo preparada, con su enorme y hermoso vestido blanco lleno de perlas y diamantes, su peinado en recogido alto para resaltar la belleza de su rostro y  el largo y extenso velo, que pude ver como había quedado la casa. Había flores por todos los rincones, una mesa enorme con miles de banquetes y el salón dispuesto para bailar sin parar

Está hermosa madre- mencionó tan pronto como bajó las enormes escalas y vio por completo toda la decoración de la casa-

-Tu padre hizo hasta lo imposible para que quedara así, fue él quien se encargó de encontrar a las mejores personas para tener esto, bueno, él y los padres de August

-Gracias por hacer de este día, algo tan especial, tanto tu como papá se han esforzado tanto, solo quiero que sepan que los amo, que siempre los llevaré conmigo sin importar lo que pase- Dijo la joven a su madre, agradecida por todo lo que ellos habían hecho para que lograra alcanzar su felicidad, con amor se acercó a ella dándole un fuerte abrazo, sin saber que este sería el ultimo

-Pero que hija tan hermosa tengo -dijo Nicholas acercándose a las mujeres— tan elegante como siempre, te ves esplendida Elizabeth, sé que serás muy feliz

- Lo sé papá —respondió —gracias a ti, porque encontraste a un hombre que de verdad me ama, uno con el que seré muy feliz. Ustedes dos han hecho por mi tanto que nunca me alcanzará la vida para agradecerlo, siempre estarán en mi corazón

-y tu en el nuestro Elizabeth, siempre serás nuestra pequeña.

—¿y August?—preguntó la ansiosa novia—

—está con sus padres en la iglesia, esperándote claro —respondió su padre—así que date prisa, no queremos llegar tarde

—papá, mamá—dijo la joven deteniendo a ambos— no podría haberle pedido a la vida mejores padres que ustedes, los amo y los voy a llevar en mi corazón siempre

Cualquiera que supiera qué pasaría en el futuro, hubiera deseado que ese instante fuera eterno, que el tiempo se hubiese parado allí y que nadie los hubiera separado jamás, pero la realidad era otra y en esa realidad, las cosas tenían que seguir su curso

La hora de la ceremonia llegó y la felicidad era más que evidente en el rostro de la feliz pareja,  ver a August allí parado frente al altar esperando por Elizabeth, confirmaba a cualquiera que los matrimonios por amor si eran posibles, aquel día en el aire habían mil emociones encontradas, y aunque la dicha era mayor a cualquier otro sentimiento, algo le decía a Elizabeth que todo estaba apunto de terminar, los nervios no eran solo cosa de la boda, esto era algo que sobrepasaba el momento, como si un presentimiento le estuviera anunciando lo que iba a ocurrir. Evidentemente durante toda la ceremonia reinó la felicidad, Elizabeth y August  se casaron y  ahora eran marido y mujer y no quedaba más que disfrutar de su  nueva vida juntos. pero al fin de cuentas ¿Quién dirige la vida? pues ella hace con cada uno lo que quiere, a su antojo.

La recepción era perfecta, todos los invitados los felicitaban y hablaban de la bonita pareja que August y Elizabeth formaban, de lo felices y prósperos que serian y de los muchos hijos que posiblemente tendrían. No hubo un solo instante en el que August y su ahora esposa se separaran, hasta un poco pasada la media noche, donde la tormenta estaba por comenzar

-Eliza, cariño, dame un momento, iré por un pequeño regalo para ti - dijo August besando la frente de su amada esposa antes de alejarse; con amor en sus ojos , la joven lo siguió con la mirada hasta la puerta trasera del jardín, donde perdió y ella decidió caminar por las mesas saludando a una que otra amistad cercana mientras esperaba a su amado esposo.

-Disculpe señorita- dijo uno de los meseros encargados de repartir la champaña- le han enviado esto- mencionó entregándole una nota en un pequeño papel y sin decir más se retiró

"te espero en el laberinto, A...."

Sin pensarlo dos veces Elizabeth salió sin medir consecuencias, creyendo que a quien encontraría sería a su amado esposo. Gracias a los cielos él vio cuando ella se dirigía camino al jardín y decidió seguirle, de otra forma no hubiese logrado despedirse

-Que bonita te ves con ese vestido blanco- dijo Abigail saliendo de entre los arbustos del laberinto con una mirada macabra sorprendiendo a la joven 

-¿que haces tu aquí? no te enviamos invitación—respondió Elizabeth—

-Lo sé, solo vine a ver a la feliz pareja y a desearles que pronto se separen— dijo la mujer con sus ojos llenos de lágrimas y maquillaje regado por todo su rostro— 

-Estás loca Abigail, que quieres

-Que te alejes de August y lo dejes libre para mi—sentenció—

-August y yo nos casamos Abigail, y no hay nada que puedas hacer para separarnos, mejor acepta que él nunca te va a amar

-Sabes querida Elizabeth, es una pena que ese hermoso vestido pronto se vea manchado

-¿de qué hablas?—preguntó Elizabeth con el corazón acelerado viendo la macabra expresión en el rostro de la joven peli roja

Abigail comenzó a caminar hacia ella y poco a poco fue dejando ver un enorme cuchillo, esa mujer estaba loca, tan loca como decidida a acabar con la felicidad que minutos antes embriagaba a la novia

-Qué es eso Abigail -gritó asustada Beth cuando vio aquel enorme cuchillo- que piensas hacerme-preguntó mientras intentaba retroceder  para no ser alcanzada

-Lo que debí hacer desde el día en que me enteré que serías la esposa de August, acabar contigo-dijo a la vez que corría hacia Elizabeth y la tomaba por el cuello apuntándole con el cuchillo-

-¡Déjala Abigail!- gritó August cuando vio que la mujer la tomaba con fuerza y ponía el cuchillo en su estómago dispuesta a terminar con su vida- ¡estás loca, que estás haciendo!

-Tu August, serás solo mío- dijo desquiciada-

-Déjala, prometo que me iré contigo, pero no le hagas daño a Elizabeth-gritó él desesperado-

-¿Y dejar que viva para que se acerque a ti?, puedes soñarlo querido— dijo la mujer— ella morirá y tu será solo mío

-August, mi amor -pronunció la joven esposa llorando, pues sabía que no había escapatoria, ese era su inevitable final, su vida terminaría en manos de una mujer envidiosa y loca- déjala—pidió— sé que este es nuestro destino, pero también sé que nos volveremos a encontrar, no me preguntes cómo, solo lo siento, recuerda nuestros sueños, en ellos estamos juntos, tendremos nuestro propio sueño mi amor, es mi promesa para ti

-Abigail, suelta a Elizabeth -dijo August corriendo hacia la mujer-

Todo fue tan rápido, todo ocurrió en cuestión de segundos, mientras August se acercaba, Abigail enterró con fuerza una parte del cuchillo en el vientre de Elizabeth, el dolor que sentía ella siendo atravesada, lo estaba viviendo August al ver como la vida de la persona que amaba se desvanecía poco a poco en manos de una desquiciada mujer. 

-¡Elizabeth!- escuchó la joven gritar a lo lejos, al hombre que le había enseñado el verdadero amor, aquel amor de sueños que un día se hizo realidad

-Si te acercas clavaré por completo este cuchillo en su cuerpo -dijo la mujer con una sonrisa malévola

-Sabes algo Abigail -alcanzó a decir Elizabeth en medio de la cruel agonía, una agonía dolorosa y perpetua- hay algo que tu no vas a tener nunca, y es el amor de August, él me ama a mi, y tu, morirás sola, sin amor y sin alguien que te cuide, nunca nadie te amará

Abigail oprimió con mas fuerza el arma y este atravesó por completo su cuerpo, de inmediato el hermoso vestido blanco terminó de teñirse de rojo, un rojo carmesí que lo único que representaba era dolor, su boca empezó a botar sangre y la poca fuerza que la mantenía de pie, se había ido por completo, sus rodillas cedían al poco vigor que le quedaba y lentamente se desplomaba frente a la mirada atónita del hombre al que amó

-Elizabeth -fue lo ultimo que pudo percibir su oído  cuando la mujer la arrojó bruscamente al suelo- despierta mi amor - decía August corriendo hacia el cuerpo de su amada- tenemos una vida por delante, hay mil sueños por cumplir, una vida llena de hijos y amor, despierta -decía mientras Elizabeth poco a poco perdía la conciencia

-Mi amor -dijo con sus ultimas fuerzas- recuerda lo que te dije, nos volveremos a encontrar, a través del tiempo, de los sueño, seré tuya siempre -aseguró, para luego soltar un ultimo suspiro y partir

Nunca antes se había experimentado un dolor tan profundo como el de perder al ser que amas y verlo partir frente a tus ojos, August ahora tenía su alma perdida, Elizabeth se había llevado con ella lo que a él lo mantenía vivo 

-Eres una maldita y mereces morir -gritó August levantándose rápidamente con su elegante traje y sus manos ensangrentadas, corriendo hacia la mujer con una furia jamás sentida

-por fin eres mío -dijo Abigail creyéndose victoriosa con una sonrisa desquiciada en su rostro—

Mientras toda la tortura ocurría en el jardín, alguien desde los balcones divisó la escena, y no dudo un minuto en correr al salón y gritar que la novia había muerto. En cuestión de minutos todos los invitados se encontraban en medio del jardín viendo como August, con todas sus fuerzas ahorcaba hasta la muerte a la mujer que le había arrebatado la vida a su esposa

-Juro que te vas a ir al infierno Abigail, te vas a morir por mi mano, así como por la tuya murió mi esposa, muere sabiendo que te odio, me repugnas, y que jamás podría amar a una basura como tu, que te pudras en el infierno es mi mayor deseo- dijo el joven apretando el cuello de la mujer hasta escucharlo tronar y ver como perdía la vida-

- ¡¿Por Dios August que hiciste?!! -gritó Joanne al llegar desesperada al jardín y ver la desgarradora escena

-Quitarle la vida a quien le arrebató la vida a mi esposa

-En medio de todo el alboroto, el padre de Abigail y Marina, su hermana, llegaron al lugar tratando de impedir que la joven cometiera una locura, pero era tarde, ambas habían muerto

-¿qué le hiciste a mi hija imbécil?-gritó el hombre desesperado-

-Ella mató a mi esposa, yo la maté a ella, una basura así no merecía vivir

-Entonces tu tampoco mereces vivir -gritó el hombre sacando el cuchillo del cuerpo de Elizabeth y enterrándolo justo en el corazón de August

Allí quedaron tendidos, uno al lado del otro, los amantes que se habían jurado amor por la eternidad, sin saber que la eternidad había escuchado su juramento y que la vida iba más allá de lo que ambos creían, aquella promesa no había quedado en el aire, las palabras de amor que no se llevó el viento, pronto se convertirían en una nueva oportunidad 

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