V E I N T I U N O

¿Para qué decir que esto era una locura? Claro que lo era.

¿Oyeron hablar de la cuerda floja? Sí, esa que usan en los circos, en la que una persona, preparada, camina sobre ella. Bueno, Jack estaba subiendo las escaleras de unos cuatro metros de altura, dispuesto a caminar por la frágil barandilla.

– ¡Vamos Shelly! –gritó a pocos metros de la cima. –Aún me falta darte el regalo, si no sobrevivo, está en mi mochila.

– ¡Entonces iré por el! –sonreí.

–Qué poca fe me tienes, mujer.

Comenzó a caminar lentamente, estaba muy nerviosa, quizá más que él mismo. Los pasos eran lentos y cuidadosos, pero antes de llegar a la mitad falló. Todo fue muy rápido, se resbaló y cayó, logrando sostenerse con las manos.

–¡Espera! Tengo una idea. –gritó Dorian corriendo hacia uno de los costados de la carpa.

No había mucha luz, por lo que no pude ver lo que estaba haciendo. Maggie lo miraba con los ojos abiertos, estaba tan asustada como yo. Las carcajadas de Jack resonaban y agolpaban contra las paredes de lona, produciendo eco. Un sonido parecido a un inflador tapó la risa que me estaba exasperando. ¿Cómo podía reírse en esta situación?

– ¿Puedes aguantar un poco más? –volvió a gritar Dorian.

–¡Claro, viejo!

Bufé. Seguía horrorizada, y temí lo peor.

Unos minutos después apareció arrastrando una especie de pileta inflable, estaba vacía, pero parecía acolchonada.

–Listo, arrójate.

Mi amigo se soltó y lo vi caer. El impacto contra la superficie acolchonada me hizo cerrar los ojos. Cuando los volví a abrir lo vi levantarse, seguía riendo.

– ¡¿Qué demonios pensabas?! ¿Y cómo puedes reírte? ¡Pudiste haber muerto!

–Tranquila, Shelly, fue divertido, sabía que no moriría, aun si lo hacía, la adrenalina y esa experiencia fue alucinante.

–El golpe que te daré cuando vuelvas a hacer eso te hará alucinar.

Rió más fuerte y caminó hasta su mochila.

–Como lo prometí, tu regalo, pequeña.

Me tendió un paquete, estaba mal envuelto, por lo que pude ver que se trataba de un cuadro. Era la pintura de un frasco de nutella.

– ¿Te he dicho que te amo?

Dorian cerró los ojos fuertemente, como si recordara algo.

- ¿Te he dicho que te amo?

-Creo que nunca lo habías mencionado.

Maggie tocó su hombro, haciéndolo volver en sí. Sonrió de una manera extraña y ella se inclinó para besarlo, aparté la mirada.

Como tantas veces, Jack decidió interrumpir.

–La pizzería Rooley abre una nueva pista de karaoke hoy, podemos ir.

No sé cómo este chico tenía información de todo. Llevé a Jack en mi auto, mientras Maggie iba en el jeep de Dorian.

– ¿Qué piensas hacer? –preguntó después de un rato.

–Tengo un plan.

Suspiró.

-No olvides que, si el plan A no funciona, puedes seguirlo intentando. Él te quiere de verdad.

Aparqué mi auto en el estacionamiento y bajamos.

Pedimos una pizza de peperoni y unas sodas. El clima estaba tenso, lo podía sentir, no era como siempre, los temas de conversación no surgían de la nada y los diálogos eran forzadas. Jack carraspeó y levantó el vaso en señal de brindis.

–Por la fiesta de Shelly.

Cam me ayudaba a prepararme, mamá ya había salido para el bar a terminar de organizar la decoración. Mi padre me llamó a última hora del día de mi cumpleaños y le avisé, pero como era predecible, no podía. Según sus excusas, el trabajo le impedía hacer un viaje de seis horas para solo quedarse un día. En fin, no me importó.

–Te queda perfecto. –me sonrió por el espejo.

El vestido azul se ajustaba a mi piel, era corto, y tenía encaje en la parte trasera. Ella optó por una pollera color violeta y una blusa blanca.

–Tú también.

–Lista. – anunció dejando el rizador sobre mi tocador. –¿Vamos?

Le mostré las llaves de mi auto sonriente, estaba más que lista.

Todo estaba decorado de azul y negro, los manteles, los globos, y hasta las mesetas de los centros de mesa. Una tela similar a la seda caía por las paredes. En uno de los costados habían montado una mesa con la torta y mi nombre en letras de madera de color azul brilloso.

Había dicho que yo enviaría las invitaciones para tener control de las personas que vendrían, pero al parecer, estas trajeron consigo a otras más y así sucesivamente. El lugar se iba llenando. Pocos eran los que se acercaban a saludarme, la mayoría me empujaba para correrme del centro de la pista. No habían pasado ni dos horas y mi vestido ya estaba manchado con alcohol.

Me acerqué a la barra y pedí lo más fuerte que tuvieran. El chico me dio un líquido rojo, me lo tomé de un sorbo y sentí como un ardor se extendía por mi garganta, parecía fuego que iba quemando mi interior, tenía un vago gusto a frutilla. Tarde unos segundos en recuperarme de ese trago y vi como una chica de mi edad se acercaba y el barman le daba un líquido violeta, le pedí uno igual, este parecía de uva, luego vino otro de naranja, no llegué al cuarto y ya sentía un ardor en mi estómago, era leve, pero me obligaba a quedarme quieta.

Pero algo me hizo moverme, vi a Dorian caminar por el centro de la pista, parecía perdido, detrás de él venía Maggie, le decía algo, pero no quería oírla. Mi corazón latía con fuerza, los seguí hasta la cocina, no había nadie allí, era un lugar pequeño, a pesar de que el bar era inmenso. La música llegaba algo distorsionada, pero me tuve que acercar lo suficiente para oír, teniendo en cuanta de que si se volteaban me verían. Dorian pasó las manos por su cabeza desesperadamente, tenía un mal presentimiento.

–Estaba.... Estaba con Shell, en tu fiesta. –contuve la respiración. –Ese fin de semana la pasé a su lado, fuimos a un parque, si, ahí le pedí de salir... lo recuerdo, ¿Qué demonios estás haciendo? ¿Esta es tu forma de vengarte, utilizar mi accidente a tu favor?

Maggie retrocedió unos pasos, pareció dolida, pero volvió a recomponerse.

–Vamos, Dorian, ambos sabemos que empezaste con Shelley para darme celos.

Sentí dolor, decepción, pero luego, nada más. Él hizo una mueca, mis lágrimas empezaron a caer.

–Eso fue al principio, luego de un tiempo me di cuenta de que no es como tú, de que ella si vale la pena.

– ¿Crees que ella tomará tus palabras con calma? Que poco la conoces. Ya se lo he dicho, pero la pobre debe creer que no serias capaz, todo el rollo de amor verdadero y eso.

No, no lo tomaría con calma al punto de regresar con él. Pero ya no tenía las fuerzas para llevar esto, ya no podía. Él apretó la mandíbula, no esperé a que le respondiera, me di la vuelta apresurada, pero choqué contra la puerta de metal ocasionando un estruendoso ruido, solo salí corriendo. Me había usado, Dorian me había usado, eso dolía mucho más que el hecho de que no me recordara, de que mi mejor amiga me traicionara, y tener que soportarlo todo con una sonrisa.

– ¡Shell, espera! – su voz me detuvo en seco, me volteé.

–No, ya no, Dorian, no podré olvidar lo que ocurrió. Me lastimaste y es demasiado tarde.

–Pero no recordaba nada, no es mi culpa.

–¿Y todo lo demás?

Se quedó en silencio, y yo proseguí.

– ¿Alguna vez me quisiste?

–Sí, yo te amo...

– ¿Y al principio? ¿También me amabas o lo hiciste por ella?

Otra vez, silencio.

–Eso creí. –sonreí sin ganas.

–Pero dejemos atrás todo lo que pasó y empecemos de cero, te amo, Shelley, fue un error, lo siento.

–Yo también lo siento.

Caminé hasta mi auto, no me importaba irme en medio de mi propia fiesta, nadie me extrañaría.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top