V E I N T I D O S
La alarma vibró en mi oído, me había dormido con los auriculares puestos, pero la música ya se había cortado. Mi fin de semana se resumió en hojas, hojas, y hojas. Encerrada en mi habitación estudié como nunca, a pesar de odiar hacerlo, me distraía. Mi madre me preguntó miles de veces que ocurrió, pero solo obtenía silencio por respuesta.
Hoy los vería nuevamente, desearía poder irme lejos y despejarme.
Me puse una remera de tirantes blanca y un jean gastado, até mi pelo en un moño desordenado y tapé todo rastro de lágrimas y trasnochada con mucho maquillaje.
Los pasillos estaban llenos de alumnos emocionados, oí algunos gritos ahogados al final del pasillo, luego lo recordé; Las Universidades. A esta altura ya debían haber obtenido respuesta, y yo también.
Me apresuré hasta llegar a la sala de informática, y suspiré cuando vi una computadora vacía, abrí mi correo.
International Acting Academy of Los Ángeles
Desde nuestra prestigiosa academia, nos complace informarle a Shelley Evans que...
– ¡Me aceptaron! – grité emocionada.
Recibí algunos aplausos de alrededor, pero la mayoría estaba en lo suyo. Miré todo en silencio, caras felices y de decepción. Todos aquellos chicos a los que conocía desde niña.
–Shelly. –Cam corrió a abrazarme, por la intensidad de su abrazo deduje que ya lo sabía todo, pero no hablaría de ello. –¡Me han aceptado! ¿Y a ti?
– ¡También! ¡Te felicito! ¿A dónde iras?
–A la Universidad de San Francisco. Te quedaras en Los Ángeles, ¿verdad?
–Sí, tenemos que disfrutar nuestras últimas semanas.
– ¿Ya sabes que te pondrás? Yo solo tengo el vestido de la graduación, no el del baile.
–No tengo nada, la semana que viene podemos ir a elegirlos juntas.
Un grito nos sorprendió a ambas. Era Ingrid. Se acercó corriendo.
–¡Recibí la respuesta de Stanford! ¡Y quedé!
No me sorprendía, era una de las mejores alumnas de la clase, aunque oí que la alumna de honor era Cam, por lo que tendría el discurso.
–Te lo mereces. –dije abrazándola.
Miré detrás suyo y vi entrar a Margaret. Un calor invadió mi cuerpo, tenía ganas de tomarla de los pelos y arruinar su perfecta cabellera rubia. Aun así, no dije nada y la seguí con la mirada. Ingrid se despidió. Cuando volví mi mirada, tenía el ceño fruncido, luego vi la típica expresión que ponía cuando quería llorar y no podía, eso me lo dejaba todo claro, no había entrado.
Las siguientes horas traté de evitar a Dorian. Los chismorreos empezaban a correr. Bratt se quedaría aquí y estudiaría para estar al mando del buffet de abogados de su padre. Katt, se iría a Paris con el fin de ser escultora. De Tasha oí que no podría estudiar, ya que se le complicaba pagar una Universidad.
Cuando llegó la hora del almuerzo, por fin pude acercarme a Jack.
– ¿Y? –le pregunté ansiosa.
–Me aceptaron, era obvio. – presumió. –El día después de la graduación viajaré para instalarme en lo de mi abuela.
Sentí una punzada en mi pecho. Él se acercó y me abrazó.
–Sabes que ese no será el fin, nosotros seguiremos siendo amigos.
–Te llamaré cada día, te lo voy anticipando.
–Dorian fue aceptado en la Universidad de Toronto.
–Es su asunto. Espero que le vaya bien. –respondí bajando la mirada.
–Shelly...
–No, no digas nada. Iré a la cocina, ya vengo.
Evan estaba de espaldas, me acerqué sigilosamente.
–Lo siento.
Siguió friendo patatas sin voltearse.
–No, no lo sientas, tienes razón. Lamento no ir a tu fiesta, vino mi hermano Colton, ¿Cómo estuvo?
–Fatal. –susurré.
–¿Qué pasó?
–Dorian ya va recordando, lo más importante ya lo sabe.
–¿Y eso es malo?
–Empezó a salir conmigo para darle celos a Maggie, y ahora dice que me ama.
–¿Crees que miente?
No contesté, no lo sabía. No quería pensarlo. No quería seguir sufriendo, porque ya nada valía la pena. Prometí luchar por él, pero me quitó las fuerzas, irónico, ¿no?
–Bueno, ¿Qué harás ahora? ¿Fingirás que nada pasó y pasaras de página? Tu historia de amor ya es un cliché de por sí, no pierdes nada.
–Necesito un tiempo para pensar.
–Eres fuerte.
–Dicen que "Uno no sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es tu única opción".
No me arrastraría por los pasillos llorando, todos sabían que me veía mal, pero no le daría el privilegio a Margaret de verme totalmente destruida, aunque lo estuviera.
Evan seguía sin mirarme. Supongo que así estaba mejor.
–Tengo que irme.
Estaba por llegar a la puerta que separaba la cocina de la cafetería cuando mi teléfono sonó.
– ¿Mamá?
–¡Shelly! Sé que no quieres saber nada de Nueva York, pero ¿Qué te parece si estas dos semanas las pasamos juntas? Ya han pasado los exámenes finales, puedo hablar en tu instituto. volveremos a California a tiempo para la graduación.
No lo pensé dos veces.
–Mañana tengo que terminar un proyecto para la clase de arte... ¡Pero si!
–Genial, sacaré los pasajes para el miércoles a la mañana.
Corté la comunicación lanzando un suspiro. Esto haría las cosas mucho más fáciles.
Había sido capaz de acompañar a Cam en los sanitarios, antes de cruzarme a Dorian en la cafetería, eso sería un gran espectáculo.
Era totalmente asqueroso y antihigiénico, pero era un lugar seguro ante el desastre de allí afuera. No me sorprende esta costumbre de ella. Hace un par de años atrás, venían un grupo de chicas que se habían empeñado en ser las mejores y más populares, pero con respecto a las notas, Cam siempre las superaba, la molestaban y aprovechaban la hora del almuerzo para humillarla. Ante todo este abuso constante, ella ya no ponía atención en clase sintiéndose amenazada por el grupo que se sentaba junto a ella y sus calificaciones bajaron. Pero no iba a quedar así, los profesores notaron su extraño comportamiento y yo no guarde silencio, les dije todo lo que ocurría y las cuatro taradas fueron expulsadas.
Supongo que ese se volvió su refugio.
Pero, volviendo a la normalidad, hoy ya no podía evitarlo, teníamos clases de arte y un proyecto por terminar.
Cuando llegué tomé asiento a su lado, en silencio, admiré lo poco que faltaba para acabar el cuadro.
La perspectiva era vista desde el lente de un telescopio, daba una verdadera sensación de estar mirando por él, y el cielo oscuro, estaba cubierto por estrellas, muchas de ellas formaban un ancla.
–¡Excelente! –gritó el profesor en mi oído. – ¡Cuantos sentimientos plasmados en el lienzo! Es un gran trabajo, chicos.
Yo pinté las minúsculas estrellas, mientras Dorian pintaba de gris lo que parecía el telescopio. Traté de ignorar su presencia a mi lado, pero su olor, su respiración, su ceño fruncido mientras trazaba las pinceladas, y sus sonrisas al oír las explicaciones del Señor Huthel, dificultaban todo. De verdad lo amaba, era algo muy fuerte. Miré al frente y seguí con lo mío.
Cuando sonó la campana, me levanté de un salto, él abrió la boca para hablar, pero lo detuve.
–No, no hagas esto más difícil, no nos queda nada pendiente, ¿No es así?
–Necesito explicarte...
–Oh, así te sientes mejor contigo mismo, inténtalo en otro momento, llevo prisa.
–Por favor, podemos quedar mañana y hablar tranquilamente.
–Me voy a Nueva York.
Se expresión cambió, por unos segundos pude ver como su mirada se oscurecía y se rompía. Cerró los ojos y cuando los volvió a abrir volvieron a la normalidad, un color miel intenso.
–Este no puede ser nuestro final, Shell.
–No, no puede. Nuestro final fue aquella noche, en mi fiesta.
–Pero...
Solté una carcajada, pestañeo dos veces seguidas.
–El final de nuestro libro ya está escrito, y es el que tú has escogido.
Me di la vuelta y pese al huracán que llevaba dentro, salí del aula. Mi madre me esperaba en el estacionamiento, aún tenía que empacar todo.
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