V E I N T I C I N C O


Supongan que están de viaje en un lugar que no conocen y las invitan a una fiesta. Se preparan y van junto al grupo de amigos de la persona que te invito. Todo parece ir bien, exceptuando la mirada fija de un chico sobre ti, decides ignorarlo y como siempre, bebes un poco de más.

Cuando por fin dejas de tomar y de bailar como una loca, notas que estás sola, no ves ninguna cara conocida y tienes unas terribles ganas de hacer pipí.

Caminas en busca de un baño, hasta que chocas con una persona, al elevar la mirada te encuentras acorralada por aquel chico de mirada acosadora. Es muy guapo. Intentas pensar en algo para escapar, pero las ganas de hacer pipí no te dejan.

- ¿Buscas algo? - te pregunta.

Miras en todas direcciones, quizá alguien se compadezca y te ayude.

¡Al diablo con esto! Derian está a escasos centímetros de mí. Su perfume varonil golpea mi nariz.

¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?

¡Dios, si evitas que me haga encima te prometo que no vuelvo a beber en mi vida!

- Te pregunté algo.

- Necesito ir al baño. -permanecí quieta.

-¿Segura? - vuelve a preguntar, cada vez más cerca.

- No, te estoy diciendo que quiero ir al baño porque no estoy segura. ¿Crees que miento? - contesté desafiante.

Sonrió de lado.

- Tal vez es una forma de escapar de mí.

- O, tal vez necesite ir al baño.

Este chico ya me estaba cansado.

- Me gusta tu actitud.

- Y a mí la tuya no, eres demasiado egocéntrico. ¿Quieres por favor decirme donde hay un baño?

- Sube las escaleras, la segunda puerta.

Obedecí y efectivamente, ahí estaba el baño. Me sorprendió que no me mintiera.

Aliviada, salí del cuarto y bajé las escaleras. Divise a Keyla sentada en unos silloncitos individuales. Su mirada estaba fija en Ford, que bailaba con la chica que vino con él.

-¿Te gusta? - le pregunté cuando llegué a su lado.

- Desde hace años. Una vez intentamos algo, pero no funcionó. Fue en medio de lo de mamá y no tenía tiempo para una relación. Lo que más necesitaba eran amigos. Apenas podía cuidar de mi misma.

- ¿Y qué pasa ahora?

- Parece que él me ha olvidado. Cuando terminé con nuestra relación, le supliqué que hiciera como si nada hubiera pasado, y es algo que ha logrado muy bien. Yo soy la única que no lo supera. -secó unas pequeñas lágrimas y prosiguió - ¿Qué hay de ti? ¿Tienes a algún chico esperándote en casa?

- Es algo que también quiero olvidar. Él salió conmigo para darle celos a otra chica, que casualmente era mi amiga.

-¿Lo quieres?

¿Lo quería? Uf, ¿Qué hay de ustedes? ¿Quieren a esa persona que les ha hecho tan bien, pero tan mal al mismo tiempo?

- Mucho. Pero me quiero más a mí misma.

- Es bueno que te valores. Yo prefiero quedarme en un rincón mirando a Ford con otras chicas, sin siquiera divertirme.

-¿Piensas que él lo sabe?

- Lo nota. Pero ya está. ¿Quieres que volvamos a casa?

Miré en dirección a la puerta. El corazón se me aceleró cuando vi a Derian del otro lado de la habitación mirándome fijamente.

- Sí, vamos.

Keyla tenía un descapotable rojo. Nos subimos en el y empezó a conducir. El aire fresco golpeaba mi cara. Miré al cielo, una leve capa de neblina reflejada por la luz lo cubría, no podía ver las estrellas.

Estrellas...

Dorian...

El final de nuestro libro no iba a ser como supuse que seria, no sería el típico final donde todos reían felices. Cada quien se iría por su lado y viviría su propia historia.

Aún faltaban unos cuatro días para volver a casa y no había logrado mi objetivo.

- Ya quiero ir a Los Ángeles, nunca he ido. Papá viaja siempre, tiene que supervisar la empresa, pero no suelo acompañarlo a sus viajes.

- Yo tampoco acompaño a mamá. ¿Qué te pondrás para mi graduación?

- Un vestido azul. Es muy bonito, luego te lo muestro. - Apartó la mirada de la carretera unos segundos y me miró. - Shelly... ¿Derian te ha incomodado?

Es un acosador, literalmente.

- Un poco, es raro.

Sonrió.

- Él es así, pero no siempre mide su intensidad. Dime si vuelve a incomodarte, lo pondré en su lugar.

- Está bien, igual, no creo que se repita, en unos días ya estaré en mi casa.

Terminé de secarme el cabello, y miré a Keyla, quien todavía dormía en su cama.

- Key. - la llamé. - Muero de hambre, y la cabeza me duele horrores, ¿quieres bajar por algo de comer?

Se desperezó lentamente.

- Ve tú, estás como en tu casa.

Con mucho pesar, me dirigí a la cocina. Una figura estaba de espaldas, buscando algo en un gabinete.

-¿Qué haces aquí? - pregunté molesta.

- Esperaba llevarles el desayuno.

Gruñí. Estaba por darme la vuelta, cuanto me tomó del brazo.

- Vamos, no te hagas la dura. Tú me gustas y yo te gusto. En unos días volverás a tu vida normal, podemos intentarlo.

Quizás...

- Está bien.

Se acercó lentamente y me besó. Nada agradable, para ser sincera. Cuando se separó carraspeé.

- Bueno, Derian. Cuéntame un poco de ti.

- No me gusta hablar de mí.

Enarqué una ceja, ¿Iba enserio?

Probé nuevamente.

- Me gustaría visitar el observatorio, ¿tú has ido?

- No, no soy astrologo ni nada de eso. - Respondió haciendo una mueca.

Una vez más.

- En la heladera hay una tarta de frutos rojos, ¿Quieres un poco?

- Hmm, no. No me gustan los frutos rojos.

Eso fue todo lo que necesitaba para saber lo que en verdad quería.

Fingí una mueca de tristeza.

- ¿Sabes? - dije acercándome y acariciando su mejilla. -De verdad me gustas, pero en tres días volveré a casa y sé que te extrañare. No quiero sufrir por ti. Lo siento.

Dicho esto, emprendí mi regreso a la habitación.

Este chico tendría que aprender lo que era el rechazo.

-Puedo viajar a Los Ángeles para verte. - gritó.

Y lo que era el sarcasmo.

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