V E I N T E

Siempre me gustaron las clases de arte, pero esta se convirtió en mi favorita justo hoy, cuando el profesor me puso junto a Dorian, en la única clase que no compartíamos con Maggie.

–¿Qué piensas del amor, Shell?

Lo miré, esta era la primera vez después del accidente que me llamaba Shell, ¿Eso quería decir que iba recordando?

Pensé claramente antes de responder. El día que Margaret me preguntó qué haría si Dorian no me recordaba, mi respuesta fue que lo volvería a intentar. Quiero volver a intentarlo, volver a hacer que se enamore de mí. No creo que sea verdad que él salió conmigo para darle celos, eso es lo que quiero creer.

–Depende, puede ser hermoso o cruel, pero no hay que culparlo por errores humanos.

Sonrió.

–Exacto. Muchas veces buscamos el problema desesperadamente, y no nos damos cuenta de que el problema somos nosotros mismos... He visto a gente que se empeña en salir con alguien que sabía que no le convenía, o, que era algo imposible, hizo caso omiso a los grandes baches en su matrimonio, les son infieles a sus parejas, se enamoran de alguien que ya está con otra persona, y cuando todo resulta salir mal, dicen que el amor es una mierda mientras beben como si no hubiera mañana.

–Y así se vuelve un circulo.

–Lo bueno sería salir, ¿sabes cómo se logra?

–Buscando a otra persona, supongo. Los problemas existen sí, pero el amor aún más. Es como conducir ebrio, chocar contra un muro y echarle la culpa al muro.

Lanzó una carcajada. Las extrañaba.

–No hay que apurarse para buscar el amor. –me dijo, mientras trazaba una línea color azul en la hoja. – Esta en todos lados de diversas formas. Mira al profesor Huthel, la manera en la que da sus clases denotan amor por su profesión.

Desvié mi mirada, Charles Huthel, le explicaba a un grupo el significado de una pintura de la cual teníamos que tomar inspiración.

–Sí, o en la mirada de una madre a su hijo. En todos lados... –jugueteé con el pincel, –¿Crees haberlo encontrado?

Su rostro se tornó pensativo.

–Siento algo, pero... no lo sé, es extraño. A veces siento una cosa, pero cuando lo traslado a la realidad y veo a Maggie, siento que algo no encaja. Su forma de hablar, de pensar, incluso su olor, me confunde.

No sabía que decirle, aunque moría por gritarle que era yo. Sentí que no era el momento, no sabía de qué manera se lo tomaría, y si de alguna forma podría dañarlo. Él intentaría recordarlo todo para verificar si era real, y quizá se volviera loco al ver que en su memoria todo seguía en blanco.

Lo miré pintar, como el pincel se deslizaba suavemente dejando líneas de colores donde antes todo era blanco. Era magnifico.

El profesor carraspeó para llamar nuestra atención.

–Bueno alumnos, el próximo trabajo será en parejas según sus lugares asignados. Tendrá que ser una pintura que plasme todos sus sentimientos y emociones, quiero poder ver qué es lo que hay en ustedes y quienes son por dentro.

Suspiré, si tenía que plasmar lo que había en mi interior, podía pintar todo un lienzo de gris y listo.

La campana sonó, me despedí de Dorian y caminé hasta mi taquilla.

–¿Qué dices de ir mañana a comer algo por ahí? Es tu cumpleaños, hay que celebrar. –dijo Evan recargándose contra otra taquilla.

–No quiero celebrarlo.

–¿Cómo qué no?

–Mi madre estará de viaje en Santa Mónica, mi abuela quiere vender su propiedad y ella la guiará para que haga una buena inversión, y mi papá no ha vuelto de Las Vegas, como me dijo que iba a hacer.

–¿Tus hermanastros no van al instituto?

–Sí, y a uno muy costoso, cuando están fuera cumplen sus clases por internet.

–Bueno, ya, pero tenemos que hacer algo, por lo menos tú y yo...o podemos alquilar un bar e invitar a todos tus compañeros.

–De verdad, no tengo ganas.

Suspiró.

–No te negaras a una torta y un regalo, ¿no es así?

Negué con la cabeza.

– ¡Shelly! –Jack llegó junto con Margaret y Dorian.

– ¿Quieres comer con nosotros? –me preguntó con una sonrisa falsa.

Miré a Evan, me hizo un gesto para que cediera.

–Sí, vamos.

Caminamos los cuatro en silencio hasta llegar a nuestra mesa.

– ¿Qué hay entre tú y el cocinero?

–Nada, y se llama Evan.

–Es guapo, y se le nota interesado en ti.

–Claro que no. –bufé.

– ¿No ves cómo te mira? Harían muy linda pareja.

–Algo así me dijiste hace un tiempo atrás.

Me miró mal, pero fue fugaz, volvió a sonreír.

–Con él veras que funcionara, él si te quiere.

– ¡Bueno, a comer que muero de hambre! –intervino Jack.

Mis pies dolían, subí a mi auto rápidamente y, antes de empezar a conducir, sentí mi teléfono vibrar.

Desconocido:

La confusión es grande, pero creo saber la respuesta.

¿Quién era y de que hablaba? ¿Sería Dorian? O podía ser Evan que cambió de número. Le respondí preguntando quien era, pero no obtuve respuesta.

Desperté sobresaltada por el sonido de mi celular, era una llamada entrante de mi madre.

–Hola.

– ¡Feliz Cumpleaños, hija! En la tarde te llegará el regalo por encomienda, lamento no estar ahí, pero te lo compensaré.

–Gracias, y no te preocupes, ya es normal.

–La abuela te manda saludos. –respondió pasando por alto mi comentario.

–Mándale muchos besos de mi parte.

–Está bien, ¿necesitas algo?

–No...

–Bueno, debo colgar porque estoy en una subasta de muebles, te quiero.

–Adiós, mamá.

Me levanté y me metí a bañar. Había escogido una falda blanca y una blusa con florecitas, quería verme bien. Cuando salí del baño oí pasos provenientes del piso de abajo, luego subieron por las escaleras.

Asustada tomé lo primero que encontré, mi rizador. Esperé detrás de la puerta, y cuando comenzó a abrirse lentamente grité y golpeé lo primero que vi. El golpe lo recibió Jack. Dorian y Maggie reían.

Suspiré. No los quería aquí, bueno, a Dorian sí, pero a la cara de perro no.

– ¡¿Qué demonios hacen aquí?!

Jack me ignoró se acercó para abrazarme fuertemente.

– ¡Feliz legalidad! – gritó separándose de mí. –Iré a buscar hielo.

Asentí. La cara de perro también me abrazó, pero tomando un poco de distancia.

–Feliz cumpleaños, ten. –me tendió una bolsa color rosa, con el logo de "Becky's".

Le di las gracias y abrí la bolsa para encontrarme con una bonita blusa amarilla.

–Iré a ver porque Jack tarda tanto. – dicho esto, se fue dejándome con Dorian, a solas.

–Espero que tengas un gran día, Shell. No sé si te gustará.

Abrí la cajita que me tendió. Una cadenita con un ancla pequeña descansaba sobre una almohadilla. Me la quitó de las manos y la colocó delicadamente en mi cuello.

–Me encanta. –susurré. –Gracias.

Un estruendo me sobresaltó. Lo mataría, algún día lo haría.

– ¡Jackson! ¿Qué rompiste? – grité.

–¡Ven a desayunar, loca!

Bajamos las escaleras y caminé hasta la isla. Jugo de frutas, huevos, pan tostado, tortitas y nutella.

–Como todos los años. – murmuró entre dientes, lo del desayuno era una rutina de todos mis cumpleaños, pero esta vez no sería como todos los años. – ¿Qué planeas hacer?

–Nada.

–¿Cómo qué no? Cuando yo cumpla los dieciocho será una locura, todo Los Ángeles hablará de mi fiesta.

–Bien por ti. –dije metiéndome un trozo de pan tostado en mi boca.

–Iremos a un bar.

– ¿Un bar? Es martes, no quiero hacer nada, ya te dije.

–Tienes que celebrar. Anda, piénsalo. –intervino Dorian.

Bajé la mirada, puede que tuvieran un poco de razón, aunque significara pasarla con ellos. Los miré a los tres aleatoriamente.

–Está bien, pero será el viernes y yo envió las invitaciones.

Eso emocionó a Maggie.

–Genial, yo trataré de reservar algún bar, si es que aún hay tiempo. Jack tu encárgate del Dj. Dorian podrás ayudarme con la comida luego. ¿Shelly, quieres elegir la decoración?

Asentí.

¿Creen que sería posible regresar el tiempo atrás y no solamente evitarlo todo, si no, evitar conocerlos?

Creo que me he victimizado demasiado, pero veamos, ¿Qué harían ante esta situación?

Evan hablaba, más yo no lo estaba escuchando. Me había regalado una caja de bombones de nutella, que él mismo preparó. Estábamos analizando los posibles nombres con A.

–¿Me estas escuchando?

Negué, pero moví la mano restándole importancia.

–Puede ser Ashley, Anastasia, Alya, April...–continué.

–O, Annette, Antonia, Allison. Esto es interminable. –se levantó pasándose la mano por el cabello. –No tiene sentido, ningún nombre me suena, puede que lo hayamos pasado ya. No servirá.

–Ya encontraremos la forma. Puede que te hayas apresurado, y en San Diego estén todas las respuestas.

–Pero ella está aquí.

–Sí, una sombra con ojos azules y un nombre que inicie con A. Puedes pasar toda tu vida aquí, recorrer todos Los Ángeles de punta a punta, y jamás encontrarla.

Fue un golpe de realidad, demasiado brusco.

Caminó hasta la puerta, muy molesto.

–Gracias por tu ayuda, Shelley, pero no olvides a Dorian, a él lo tienes a un lado, y pierdes el tiempo.

Sabía que estaba siendo estúpida, y más con todas las oportunidades de hablar a solas, Maggie lo sabía, no me atrevería. En comparación con ella, yo si lo quería, y no haría nada que lo pudiera perjudicar.

La campana sonó, y me alegré de tener clases de arte. Salí de la cocina, y fui hasta mi taquilla para dejar el libro de la clase de español. Había una nota pegada en la puertita.

Dulce corazón roto

Tan sereno, Tan remoto

Dulces intensiones que alivian

Más no se hará justicia

Piensa con claridad,

Más yo no puedo hacerlo

Un recuerdo fugaz,

Más todo tan ajeno.

Contuve el aliento. No era buena con la Literatura, pero sabía claramente lo que eran las metáforas, pero ¿Por qué? No se habían confundido, el mensaje de la otra vez y este poema, tenían una conexión, ¿Podría ser Dorian? Bueno es decir ¿Podría estar recordando algo? Esa parte; Piensa con claridad, más yo no puedo hacerlo, un recuerdo fugaz, más todo tan ajeno...

Los pasillos estaban vacíos, eso quería decir que estaba llegando tarde. Dejé la carta dentro de la taquilla y la cerré rápidamente, para correr hasta el salón de arte.

Golpeé suavemente.

–Disculpe señor Huthel, ¿pudo pasar?

–No.

–Pero...

Soltó una carcajada, pestañé varias veces.

–Anda, pasa niña, pero que no se repita.

Me senté en mi lugar escuchando su risa. ¡Qué buen chiste! Eso no tenía nada de gracioso, parecía un niño.

Dorian me miraba con una sonrisa.

–Te estaba esperando, tenemos que hacer la pintura. He pensado en un ancla, ¿te parece bien?

Si tan importante era para él...

–Claro, en un fondo estrellado.

Las estrellas me recordaban aquella noche. En mis pensamientos, entré al observatorio de mi vida, cuando miré por el telescopio y enfoqué, vi mi corazón. Tenía quebraduras, algunas más grandes que otras, pero seguía latiendo y bombeando la sangre, seguía teniendo espacio para más decepciones. Mi mente, era un caos, ahí se encontraban personas, Dorian en el centro, y luego todos a su alrededor, Maggie, Jack, mi madre, mi padre, y las personas con las que había interactuado últimamente; Luka, Evan, Ingrid, Cam, Bratt, Tasha. Miré la traición de mi amiga, pero era diminuta, en la parte que decía "Mejor Amiga" estaban todos los recuerdos de nuestra niñez, cuando jugábamos a las guerras de lodo, le robábamos el maquillaje a nuestra madre, y nos metíamos en miles de problemas. De nuestra adolescencia, cuando empezamos a usar productos de higiene femenina e íbamos a comprarlos juntas. Cuando nuestra figura física se volvió un complejo y la forma de vestir lo más importante. Me dolió ver como perdía todo en fracción de segundos, en aquella sala de hospital, y no solo por ella, si no por mí. También era mi culpa.

– ¿Estas bien? –su voz me sacó de aquel mundo en el que me encontraba.

–Sí, solo pensaba.

–Bien, entonces un fondo estrellado y un ancla. Manos a la obra.

La hora transcurrió rápidamente, mientras trazábamos el borrador de la pintura.

Ya había tocado la campana y estábamos limpiando los pinceles.

–¿No te parece curioso el dicho "¿Si no es blanco, es negro"? –lo miré sin entender. – Supongamos que te hacen una pregunta con solo dos respuestas, es claro, si no es una es la otra. Creo que es muy acertado. –sonrió ampliamente. –Si la vida no es blanca, es negra.

Me dirigí a la salida, pero antes de cruzar la puerta me volteé para hablar.

–Nunca olvides la escala de grises.

Recibí el saludó por muchas personas, alumnos y profesores. La misma Cam, a quien no venía desde hacía un tiempo, me mandó un mensaje, dándome las felicitaciones y contándome que se sentía mal y por esa razón no venía al instituto.

Cuando salí al aparcamiento en busca de mi auto, tres figuras conocidas estaban ahí.

–Dicen que un circo cerró por reparaciones y nadie lo está custodiando. – dijo Jack.

Oh, no. Esto significaba problemas.

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