U N O


Antes de leer!!

Hola! Quería recordarles que esta historia se encuentra publicada en físico en Amazon y kindle. Pero también ESTÁ COMPLETA aquí en wattpad. Los capítulos son solo BORRADORES, pero estaré dispuesta a corregir los errores que me hagan saber.

Ahora si, gracias por darme una oportunidad<3

***

El sudor pegaba mechones de pelo a mi rostro, olía fatal. Esto de tener pesadillas era algo que no sucedía a menudo, pero cuando ocurría era una catástrofe; transpiraba y me costaba adaptarme a la realidad, el resto del día lo pasaba perseguida por lo que ocurría en el sueño, pero hoy sería diferente.

Empujé la puerta forrada en un tapiz con pequeños inodoros, era ridículo, pero no hay forma de sacar esa idea de la cabeza de mi madre, y entré al baño rápidamente. Una vez en la ducha lavé mi cuerpo de una manera exagerada, quería borrar todo el rastro de sudor y su olor insoportable.

Escogí la ropa de forma despreocupada, aunque en lo que si detenía más tiempo era en ponerme mi amado humectante de frutos rojos.

Cuando por fin bajé a la cocina, comí lo más rápido que pude el desayuno que mamá había dejado sobre la isla y corrí escaleras arriba. Me apresuré a lavarme los dientes, apliqué un leve maquillaje para tapar mi aspecto de "Recién me levanto, es lunes, y tengo matemáticas".

Me paré antes de llegar a la puerta, algo me faltaba, pero ¿Qué... ¡Mi mochila! La busqué con la mirada, ¿Dónde la había dejado? oh, ya sé ¡Debajo de la cama! Lo mejor que podía hacer un fin de semana, sonreí y salí disparando de mi casa en mi nuevo auto. Puse un poco de música y conduje hacia "El parque del aburrimiento y el saber".

Aparqué junto a un escarabajo de... ¿Color? Bueno era multicolor, digamos que era "Edición especial", Capot negro, dos puertas azules y dos rojas, techo gris y la parte de atrás ¡Vaya a saber qué color era! Estaba oxidado, y yo me quejaba del "rayón" con el que vino mi auto. Entré, era lo mismo de siempre, chicos corriendo, chicos hablando, chicos besándose, chicas sonriendo exageradamente, chicos presumiendo con quien estuvieron el fin de semana y yo acá, en medio de todo, sola y con la tarea sin hacer.

La gran "S" rosa flúor resaltaba en mi casillero, saqué el libro de matemáticas y fui directo al salón de clase. Había pocos alumnos, pero mi fiel amiga se encontraba en su asiento.

–¡Maggie!

Levantó la vista de su teléfono sobresaltada.

–Me diste un buen susto, ¿Cómo estás?

–Como siempre un lunes a la mañana.

–¿Con sueño? – esbozó una sonrisa.

–Exacto.

El timbre nos aturdió por unos segundos e instantáneamente una estampida de alumnos entraron, estaban todos empujándose por los lugares. Los olores se mezclaban, los doscientos litros de perfume de mujer, los cien litros de desodorante de hombre, y el apestoso olor de algunos sucios que no se bañaron.

–Buenos días. – saludó el profesor Blackwell mientras dejaba su portafolios sobre el escritorio.

Devolvimos el saludo cordialmente y empezó a preguntar por la tarea. Divagué un rato, hasta que escuché su nombre.

– ¿Dorian Williams?

Fijé mi mirada en él. Estaba sentado junto a Jack, nuestro amigo en común. Nunca habíamos hablado, aunque quisiera, era como una estatua. Maggie siempre me decía que me gustaba.

¿Me gustaba?

¡Claro que no!

Solo me atraía inconscientemente.

¡Si, eso!

Porque no me puede gustar alguien con el cual nunca hable, eso sería ridículo y...

–Señorita Evans ¿me escucha?

Tenía muchos ojos encima, y el profesor me miraba esperando una respuesta.

–Hmm ¿Puede repetirlo?

Las risas parecieron molestarlo aún más. Suspiró.

–¿Hizo la tarea?

Oh era eso, lo había olvidado.

–Es obvio que no.

Apuntó algo en su libreta, ya resignado, y comenzó con su clase.

Faltarían unos cinco minutos para que sonara el timbre del receso, eso quería decir que venía la pregunta...

– ¿Entendieron?

–No. – exclamé.

Nuevamente, todos voltearon a verme. No sé si era la única sincera en este lugar, o todos entendían, porque nadie se compadeció de mí.

–¿El que no entiende?

Miré al pizarrón lleno de números, flechas y cosas raras.

–Todo.

–Se quedará después de clase.

–Oh, no se preocupe, ya entendí. - me apresuré a responder.

–Bien, entonces dará lección.

–No se moleste de verdad, aparte usted ya lo sabe ¿no es así? no necesita que se lo diga.

Las risas volvieron y su rostro parecía a punto de explotar.

–Mañana dará lección. – sentenció.

– ¡Cada día bates un nuevo record, amiga! – me dijo Jack mientras caminábamos por el pasillo.

Miré sobre su hombro y vi que Dorian me sonreía. ¡Santas hormonas! Contrólense.

–No es mi culpa. Seguramente conoce mi promedio y quiere que me luzca.

–Tienes un siete. –se burló, deteniéndose en su taquilla.

–No es mala nota.

–Pero tampoco tienes para regalar.

–Cállate.

–¿Te veo en la tarde?

Tenía que estudiar...pero de todos modos no sabía nada. También podía leer las definiciones y buscar algún tutorial. Así mañana sacaría un siete, como mínimo.

–Claro, pero un rato, porque tengo que estudiar.

–Guau eso es nuevo.

Lo miré mal y me fui en busca de Maggie. Cuando la vi hablando con Dorian decidí que era mejor ir afuera.

Hacía muchísimo calor. Por suerte salíamos después del almuerzo, el pantalón o tardaría en pegarse a mi piel, y no había cosa que me pusiera de mal humor como eso.

Los bancos estaban todos ocupados. Pero en uno había lugar de sobra por esa razón me acerqué. Camille Darliss, era rubia y muy bonita, sus anteojos le daban un aspecto intelectual, y lo era, íbamos al mismo curso.

–Hola. –saludé.

–¡Shelly! No te había visto, lo siento.

Hice un gesto restándole importancia y me senté.

¡Auch! Mis nalguitas sufrieron ante el tacto del cemento caliente.

Cam miraba el pasto en silencio. Me resulto bastante comodo. No me gustaban los silencios incomodos, y me apenaba tener que forzar una conversación.

–Al fin te encuentro. – dijo Maggie acercándose.

–No tenías que buscar mucho.

Rodó los ojos.

–Que graciosa, vamos, ya está por sonar la campana.

Sonreí como despedida hacía Cam y la seguí.

Llegamos a la puerta del aula justo antes de escuchar esa especie de chirrido que nos indicaba que las clases continuaban. La mezcla de olores llegó nuevamente a mis fosas nasales. La profesora entró y luego de saludar coloco en el pizarrón "Los tiempos verbales" y empezó a explicar.

Estaba jugando con mi lápiz, cuando un compañero pasó por mi lado haciendo que se me resbale y caiga al suelo. Pensé que como buena persona iba a detenerse a recogerlo, pero no. Estiré mi mano, por el lápiz ya no estaba ahí.

Dorian me miraba con una sonrisa, mientras me lo tendía.

–Gracias. –susurré.

Reí estúpidamente, su sonrisa era encantadora.

–Deja de mirarlo así. Eres demasiado obvia. –susurró Cam.

–¿Tanto se nota? – pregunté, temerosa.

– Si la profesora no lo notó, es un milagro.

Una hora y media después, me encontraba haciendo fila en la cafetería. Cuando llegó mi turno miré asqueada al puré color negro.

– Dame una soda y ensalada de frutas.

–Buena elección. – me sonrió la cocinera mientras colocaba mi pedido sobre la bandejita de plástico.

Busqué a Maggie con la mirada.

–Shelley, aquí. –gritó Cam.

Me senté frente a ella, y al lado de Jack, quien la miraba como un acosador. Dorian se sentaba en el otro extremo de la mesa. Nuestros almuerzos siempre eran de cuatro, esta era la primera vez que Cam nos hacía compañía.

–¿No querías puré de carbón?

–No, Jack, el carbón no es lo mío.

–Y Shelley... ¿Tienes novio? –me preguntó Cam, nada disimulada, vale aclarar.

–No.

En ese momento llegó Maggie, tomó lugar junto a Dorian, pero él ni se inmutó.

–¿Qué tal su fin de semana? –preguntó.

–Horrible. –Respondió Jack.

–Nosotras vimos unas pelis. –dije sin esperar una respuesta por parte de Dorian.

–Yo también, me pasé el día entero echada sin nada más que hacer.

–Nadie te preguntó. –le respondió Maggie.

–¡Margaret! –Jack la miró furioso.

Se levantó y se fue, el resto del almuerzo pasó en un incómodo silencio. Y ya saben lo que pienso de los silencios incomodos.

Terminé de comer mi ensalada de frutas y me levanté rápidamente. Saludé a los chicos y me largué. No sé qué era lo que le pasaba a Maggie, pero generalmente, ella no era así.

Cuando llegué a casa, encontré una nota pegada en el refrigerador. Lo de siempre, estaría trabajando. Mejor, necesitaría silencio para estudiar.

Abrí mi carpeta, tenía que estudiar quince hojas de definiciones, y después aplicarlo en lo práctico.

Cancelé mi salida con Jack y pasé toda la tarde estudiando mientras comía barras de chocolate.



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