S E I S


Llevaba media hora sentada frente al café con leche sin poder terminarlo. El fin de semana comiendo porquerías no me había sentado muy bien, nada, mejor dicho. Tenía el estómago revuelto, pero por suerte no había vuelto a sentir los mareos y esas cosas extrañas que había sentido hacia semanas.

Cuando terminé de cambiarme bajé para ordenar la cocina y salir rumbo al instituto.

El aparcamiento estaba casi lleno, no era noticia que estaba llegando tarde, casi siempre lo hacía.

La clase de matemáticas ya había iniciado. Entré lentamente, tratando de no hace ningún ruido.

–Señorita Evans, parece que al fin decidió hacer acto de presencia. Siéntese por favor.

Le hice caso y me senté en mi lugar. Mi teléfono vibró.

«Jack ha creado el grupo "Los cuatro mosqueteros"»

«Jack te añadió»

«Jack añadió a Maggie»

«Jack añadió a Dorian»

Maggie: ¿Los mosqueteros no eran tres?

Usted: Si.

«Dorian ha cambiado el nombre del grupo "Los tres mosqueteros y Dar tañían"»

Maggie: ¡Son unos Idiotas! Se escribe D'Artagnan

Usted: Es nuestro último año y necesito entrar en una UNIVERSIDAD, Jack, ¿sabes lo que es eso?

Jack: Si, se lo que es eso, pero ¿Qué tiene que ver?

Usted: tengo que tener un buen promedio, y no lo tendré si el profesor Blackwell me reprueba.

«Jack te eliminó»

Así está mejor. No era la primera vez que se le ocurrían grupos con nombres ridículos. En primaria fuimos el Trio dinámico, Los Tres pesca-quesos, Los No-intelectuales. Son el tipo de cosas que solo se le ocurren a Jack.

–Señor Stone, ¿Ocurre algo demasiado importante que lo obligue a estar con su celular?

Mordí mis labios para no reírme.

–Sí, uno muy grave, por cierto. Mi abuela está internada y hoy darán los análisis clínicos.

–Si mal no recuerdo... Jackson–acomodó sus gafas y lo miró seriamente. –eso mismo me dijo hace dos semanas ¿Qué pasó con los otros análisis?

–Oh, bueno, dieron negativos, pero por su estado los médicos creen que han fallado y decidieron hacerlos de vuelta.

– ¿Qué tipo de análisis son?

Se desordenó el pelo en clara señal de nerviosismo. Sus ojos celestes parecían asustados.

Quimioterapia.

El aula estalló en carcajadas ante una mirada furiosa del profesor y una confundida de Jack.

– ¿Por qué me mando a detención? ¿dije algo mal? –nos preguntó mientras caminábamos a la cafetería después de que Jack pasara varias horas en detención.

–La quimioterapia es un tratamiento para las personas con Cáncer, Jack. –expliqué.

–Podrías haber dicho que era un análisis de sangre, pero la cabeza no te da para tanto–. dijo Maggie

–Bueno lo lamento, pero tú fuiste la que seguiste la discusión por el grupo.

–Por suerte yo no estoy.

–No estas porque yo te elimine señorita "Tengo que ir a una universidad", además, irás a una Academia de Actuación.

–También necesito un buen promedio.

–Para eso no se necesita buen promedio, hasta mi perro entraría.

–¡Oye! No juzgues a la gente, soy una artista.

–Yo prefiero la Administración, soy un profesional.

– Para eso si necesitas la universidad, genio.

–Sí, y lo tengo en cuenta, los exámenes los apruebo todos, no tengo ningún problema personal con los profesores, en cambio tu...

–Cierra la boca. –empujé la puerta de la cafetería y entré al caos.

El almuerzo, fue normal. Este tipo de cosas no suceden muy a menudo. Primero porque la comida siempre es un asco y segundo porque nunca faltaba el que iniciaba una guerra de comida o vomitaba.

– ¿Quién diría que estos espaguetis estarían tan ricos?

–No lo sé, Maggie, pero creo que cambiaron a la cocinera. Después de que la directora se descompusiera.

–Sí, y después de que la mitad de la escuela terminara intoxicada. –dijo Jack

Según mi madre el Instituto St. Francis siempre sirvió comida asquerosa, y eso no había cambiado mucho.

–¿Qué creen que le pasó a la antigua cocinera?

–No se sabe, Dorian, pero hay quienes dicen que murió y esparcieron sus cenizas en unos espaguetis.

–Jack eso es asqueroso. –gritó Maggie.

–Hablando de eso, ¿cómo te va con tu dieta, Shelly?

– ¡Eso es muy grosero de tu parte, Jackson Stone! –lo apunté con mi tenedor descartable.

–Ya, lo lamento.

Las horas de clases se me hicieron eternas y aburridas, como siempre. Maggie se la pasó mirando por la ventana e ignorando olímpicamente al profesor y a mí. Dorian hablaba en susurros con Jack y Cam había faltado porque se sentía mal.

Cuando llegué a mi casa ya me dolía la cabeza. Terminé la tostada con jamón que había preparado y subí a mi habitación.

Antes de llegar al último escalón me sentí mareada, la cabeza me daba vueltas y el corazón latía en mis oídos. No pude seguir caminando, me apoyé en la barandilla de la escalera y traté de respirar profundamente. Mi cuerpo no respondía. Permanecí quieta, no sabía porque me pasaba esto o que lo producía. El incesante martilleo me impidió siquiera pensar. Solo me quedé ahí, habían pasado quince minutos cuando oí la puerta de la entrada abrirse.

–Cariño, me han dado el día libre, ¿Dónde estás? –dejó sus cosas arriba de la isla de la cocina y elevó la mirada

– ¡Por Dios Shelley! ¿Qué te ha pasado?

Subió rápidamente las escaleras hasta que llegó a mi lado.

–Háblame mi niña, ¿Qué te pasa?

Traté de gesticular, me costó, pero lo hice.

–No, no lo sé.

Me moví un poco, lentamente guié cada uno de mis músculos hasta que por fin respondieron.

– ¿Has estado bebiendo? –preguntó preocupada.

–¡No! Son casi las cuatro de la tarde.

–Vamos al hospital.

–No, no es necesario. Ya estoy mejor. Debe ser algo que comí.

–Pero Shelly...

–Está bien mamá, ya no importa.

–De acuerdo, pero si vuelve a pasar me avisas.

Me besó la cabeza y empezó a bajar las escaleras, antes de llegar al último escalón habló.

–¿Te parece llamar a tus amigos para que vengan a cenar? Hace años venían y se quedaban a dormir, es una lástima que ya no lo sigan haciendo. He comprado muchas cosas y podemos ver unas películas.

No me resultaba del todo convincente. Mañana había que ir al instituto y había tenido que aguantarlos todo el fin de semana, pero ¿Qué más da? Solo serían unas horas.

–Está bien.

Justo en ese instante mi teléfono vibró.

«Los tres mosqueteros y Dar tañían»

«Dorian te añadió»

Esto era genial, me ahorraría el copiar y pegar en tres chats diferentes. Redacté el mensaje.

Usted: hola chicos, mamá quiere que vengan a cenar esta noche, como en los viejos tiempos ¿Qué dicen? Sé que no tienen nada que hacer.

Maggie: Esta bien, yo voy.

Jack: Oh miren quien viene arrastrándose a este grupo... ¡Yo también voy!

Dorian: Bueno ya que van todos, me sumo.

Sonreí ampliamente. ¡Dorian iba a venir a mi casa! Miré a mi madre que estaba sacando cuatro vasos.

–Dorian también vendrá, mamá.

– ¿Quién es Dorian? ¿Tu novio? –dejó los cuatro vasos en la mesa y se acercó a la gaveta para sacar uno más.

Ojalá. Pensé.

–No, un amigo.

–Ah bueno, nunca los invitas, ¿cómo quieres que sepa?

La ayudé a poner los platos. Había hecho lasaña y después teníamos todo tipo de comida chatarra para mirar la película.

– ¿Por qué te han dado el día libre? – pregunté.

–Bueno tenía pensado decírtelo después de la cena, pero ya que sacaste el tema... He pedido el día libre porque me han asignado un puesto en Nueva York. Solo serán unas semanas.

Solté un tenedor, provocando un estruendoso ruido contra los platos de vidrio.

–¿Y porque te lo han pedido a ti? ¿No saben que tienes una hija de diecisiete años? En unos meses me iré de casa, y ya no tendremos nada de tiempo para estar juntas.

–Si lo saben, y es por eso que lo acepté. Verás, estuve yendo a Nueva York para trabajar en la sede de allí y a uno de los ejecutivos le ha sentado bien mi trabajo, me han ofrecido una buena suma. Con ese dinero podremos comprar un apartamento y pagar la academia hija, solo serán unas semanas.

–Sabes bien que esas semanas se convertirán en meses, siempre es lo mismo. –me di la vuelta enojada.

Justo en ese momento sonó el timbre. Eran Dorian y Maggie. ¿Por qué venían juntos? Ella vive a tres cuadras y no es paralitica.

–Hola chicos, pasen.

–Hola Shelly, yo me traje ropa, me quedaré a dormir.

–Está bien sube y déjala en mi cuarto.

Me obedeció y subió las escaleras de dos en dos, como siempre hacia. Mi madre se acercó al living.

–Mamá él es Dorian, un amigo. Dorian ella es Nora, mi madre.

–Un gusto, Nora.

–El gusto es mío querido. Por cierto, me gusta tu nombre. Yo a Shelly le quería poner María Antonieta, pero a su padre no le gustaba.

Dorian reprimió una sonrisa.

–Ya, está bien, tú te iba a llamar Frida.

–Para mí es un honor.

María Antonieta Evans no podía salir de mi cabeza.

Maggie bajó y fue directamente a la heladera.

–Señora Back ¿Tiene frutillas?

–Si cariño, déjame que yo las busco.

El timbre sonó nuevamente.

–Debe ser Jack, yo le abro. – anunció mi amiga con un tazón enorme de frutillas. – Hey uniforme, ven, pasa. Nora me dió comida. –le gritó en la cara cuando entró.

–Norita, ya te extrañaba, viejita. –le dió un corto abrazo con una gran sonrisa.

– ¿Cómo me dijiste? - lo apuntó con el cuchillo con el que estaba cortando el pan.

–Que sigues siendo igual de guapa que cuando eras joven.

– ¿Cuándo era joven? Tu madre es más vieja que yo, muchachito insolente.

–Está bien, se lo haré saber.

–Oh créeme, ya lo sabe.

–Siempre se lo hechas en cara mamá. – dije con cansancio.

La madre de Jack y la mía eran amigas desde que nosotros nos conocimos, siempre nos hacían jugar juntos, aunque, como dije anteriormente, no fuimos amigos hasta primaria.

–Es verdad, solo son dos años, Norita, supéralo.

– ¿A todos les gusta la lasaña? –preguntó cambiando de tema.

Maggie y Jack asintieron.

– ¿Y a ti Dori?

–Dorian por favor. –sonrió. –Y no, no me gusta la lasaña, pero no se haga problema.

–Lo lamento, hay pizza también.

–Eso me parece perfecto.

¿Por qué tenía que ser tan educado? Y sobre todo guapo. Demasiado.

– ¿Shelly, Por qué no te quedas con Maggie?

La miré mal, este no era el momento.

– ¿Qué pasó? –interrogó mi amiga.

–Mi madre se irá a trabajar a Nueva York, por algunos meses.

–No son meses, solo semanas, dos como mucho.

–Claro, puedes quedarte en casa, o, podemos venir nosotros todos los días.

–Oh querida, eso solo puede desatar el apocalipsis.

–No te preocupes ma, solo serán unas semanas ¿no? –ella asintió. –Bueno, es por eso que no habrá problema en que me vengan a acompañar.

–Siempre te sales con la tuya jovencita, ese lado lo heredaste de tu padre.

–Espero que sea lo único que haya heredado de él.

La cocina se sumió en silencio. Dorian fue el primero en romper el hielo.

–Bueno... ¿Comemos? Porque se va a enfriar.

–Sí, la comida debe estar más fría que la mirada de Shelly.

–Jack recuerda "Pienso, luego existo" la próxima vez te clavo el tenedor en la mano.

–Estás loca.

–Cállate, Stone, Cállate.

Se lo tomó muy enserio, porque no habló durante toda la cena. A decir verdad, nadie lo hizo hasta que mi madre colocó el helado en la mesa.

–Uh ¿hay de chocolate?

–Sí, Shelley. –suspiró.

Pusimos una película que eligieron ellos y yo me adueñé del helado. Nadie lo extrañaría.

– ¿Dónde compraste estas frituras, Nora?

–En el supermercado, Mag, ¿quieres más?

–Si, por favor.

Estábamos viendo una película de suspenso. No me gustaba, se notaba que les había salido como mínimo diez dólares la producción. Además de ser malísima te daban ganas de que los protagonistas se murieran de una vez y que se termina rápido, porque, vamos, a nadie le gusta ver a una persona agonizar desde el principio de la película y ver los Flashback de lo feliz que era su vida y como acabo así.

–Shell, ¿me das helado?

Se lo pasé sonriendo como una estúpida.

La noche de películas y comida chatarra fueaburridísima, bueno, para mí lo fue. Mis amigos se la pasaron riéndose yjugando a juegos de mesa con mi mamá. Yo me dediqué a mirarlos y, cuando podíacriticar la película estúpida que ellos escogieron.

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