O N C E
Desperté con una sensación extraña en el cuerpo, elevé mi mirada y los mechones rubios de Maggie, quien dormía en la cama superior, me hicieron tranquilizar.
Tenía mucha hambre, pero no sabía su Luka ya estaba aquí, por lo que salí sigilosamente con la intención de poder bañarme.
La ducha que me di fue renovadora. Aunque las ojeras debajo de mis ojos y mi palidez, de un color más marfil de lo normal, denotaba que no me encontraba bien, quizá sería mejor ir a un médico.
Cuando salí del cuarto de baño Maggie ya se encontraba en la cocina junto a Luka y un maravilloso desayuno ya preparado.
– ¡Hey pequeña lombriz! ¿Cómo te encuentras?
–Muy bien, Tigre, anoche me desmayé, pero se puede decir que estoy un poco mejor.
–Maggie, no la habrás drogado, ¿verdad? –bromeó golpeando el hombro de su hermana, quien abrió los ojos y pronunció algo inteligible. –Ya, era un chiste. Ahora coman, que deje todo mi presupuesto en el supermercado por ustedes.
Estaba todo riquísimo. Y en especial los bagles, eran mi debilidad.
–Shelly, come bien, te vas a atragantar. – dijo corriendo la bandeja que estaba frente a mí.
–Tu deberías comer más Mag, vas a desaparecer en cualquier momento. –volví a dejar la bandeja donde estaba.
–Estaba pensando, el lunes no hay clases, podríamos ir a la casa de playa, está un poco lejos, pero tienes auto, ¿Qué te parece?
–Sabes que por mí no hay problema, lo tendré que hablar con mamá.
– ¿Y yo estoy invitado? – preguntó Luka, llevándose una fresa a la boca.
–Tenemos el mismo derecho de estar en esa casa– murmuró. No se me pasó por alto el énfasis en "Tenemos".
–El viejo no estará, ¿no es así?
–No lo creo, lo llamaré en la noche para hablar de eso.
– ¿No hablado con él todavía? –pregunté.
–Se cuál será la respuesta. Me prestará la casa sin duda, a menos que su novia se encapriche con unas vacaciones.
Conociéndola, era muy probable que lo hiciera para molestar a Maggie. La idea llegó a mí, solo para salvarla de esa situación.
–Podemos quedarnos en la casa de papá. Él está en Las Vegas y su casa está vacía ¿La recuerdas?
–Cómo olvidarla, una autentica casa de cristal con vistas al mar.
Su manera de decirlo hizo que se me revolviera el estómago y recordara que mi madre se encontraba a miles de kilómetros trabajando para que a mí no me falte nada.
–Lo llamaré más tarde para preguntarle, no creo que tenga problema, sabe que no robaremos nada, aparte, es probable que haya seguridad o algo así.
–Mejor entonces, la pasaremos súper.
Conducía por la ruta que llevaba a la casa de mi padre. La semana pasó más rápido de lo que esperaba, y vacía. Mamá seguía en Nueva York, solo me había mandado un mensaje diciendo que tenía mucho trabajo.
Las palmeras se extendían hacia al cielo. Las casas eran de dimensiones impresionantes, no me sorprendía, después de todo era Beverly Hills.
Estacioné mi auto justo en la entrada, y después de pasar por un control totalmente innecesario, una llamada a mi padre, y un registro al auto pudimos bajar.
La casa tenía dos pisos. Las paredes, eran de vidrio con un borde de madera. Era impresionante, los pisos de mármol blanco estaban bien pulidos, y la gran sala se separaba de la cocina por otra pared de vidrio. Aun así, sentía que esta inmensidad no era un hogar, a pesar de que ellos se reunieran junto a la chimenea con detalles dorados en navidad, no me parecía nada calido, sin contar con la privacidad, que era claro que no existía.
– ¿Tienes habitación aquí? – preguntó Maggie, parecía incomoda.
–Sí, está arriba, si no la han convertido en un gimnasio. Vamos.
Todavía estaba aquí. La gran cama ocupaba el centro de la habitación, tenía un closet lleno de ropa que seguramente ya me quedaba chica, un escritorio y un baño. Recuerdo con que felicidad me dijo Angeline que la había diseñado ella, con detalles en amarillo porque mi padre le había dicho que ese era mi color favorito, no lo era, pero agradecí su esfuerzo.
–Es preciosa. ¿Cuántos años tenían tus hermanos? –se lanzó sobre la cama, hundiéndose en ella.
–No son mis hermanos. –murmuré. –Christopher tiene once, y Leon nueve.
Un estruendo proveniente del primer piso me hizo sobresaltar.
– ¡Jackson! ¿Qué rompiste? –grité y bajé las escaleras hecha una furia.
Entré en la cocina rápidamente. Un jarrón de porcelana estaba hecho pedazos en el piso.
–Fue Luka. – dijo con cara de inocente.
–Lo lamento, fue sin querer. Era un jarrón normal, no tiene mucho valor, lo repondré.
–Serás idiota, les advertí que tuvieran cuidado. Espero que para el lunes en la mañana lo repongas, porque perderás unas partes muy valiosas. –tragó saliva. –Bien, pueden ir acomodándose, los tres chicos dormirán en el cuarto de huéspedes y nosotras en mi habitación.
Dorian no estaba por ningún lado, había permanecido todo el viaje en silencio y cuando llegamos, prácticamente, desapareció.
Lo encontré en la sala, mis ojos siguieron su mirada. Frente a los sillones de cuero negro, justo encima de la chimenea, yacía un cuadro pintado a mano. Era una chica de pelo negro y enormes ojos verdes. Sentí las lágrimas acumulándose en mis ojos.
– ¿Esa eres tú?
–Sí, papá mando a hacerlo cuando todavía era su princesa. –mi voz se quebró. –Pensé que se había desecho de él.
–Es un cuadro precioso. – recorrió todo con la mirada. –¿Cómo es que...? –no terminó la pregunta, pero no necesitaba hacerlo.
–Cómo te dije, Carl Evans es contador de la empresa automotriz de mi tío. Siempre se dedicó a eso, pero dos años después del divorcio, el negocio hizo su "Boom" y hoy en día es una de las más conocidas mundialmente.
– ¿Puedes darme una pista?
–Empieza con F.
– ¡Por Dios! –abrió los ojos con sorpresa. –¿Cómo es que no lo sabía?
-No siento la necesidad de decirlo como si fuera mi carta de presentación. Es un gran logro para ellos, pero yo no entro en su círculo.
–Tienes razón. –se sentó en el sillón y lo imité. – ¿Y la esposa de tu padre? ¿Qué hace?
–Ohm, es modelo. No recuerdo de que línea.
Se acercó lentamente y hundió su rostro en mi cuello.
–Amo ese olor a frutos rojos que tienes.
Dicho esto, me besó. No necesitaba más para saber que sería un fin de semana grandioso.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top