O C H O
Lunes.
Hice caso a Ingrid y me puse el vestido rojo. Mi madre nunca se enteró que me escapé y con mis amigos no volví a hablar, con Dorian tampoco.
–Pero mira nada más, te ves muy guapa. –me dijo Ingrid, su taquilla estaba al lado de la mía.
–Gracias a ti. Por cierto, me gusta tu blusa.
Ella por su parte llevaba la blusa que yo le había escogido. Era negra con pequeños puntitos blancos.
–Y a mí. Creo que tus amigos te buscan.
Maggie me miraba furiosa, mientras Jack y Dorian me sonreían.
–Está bien, nos vemos en química. – se despidió.
– ¿Qué hacías con ella? Es una zorra, Bratt me dijo que ella le pidió un tiempo y se fue con otro.
–Hola, Maggie. No creo que eso sea verdad, teniendo en cuenta que ellos ya volvieron, no le hagas caso a él. –cerré la puerta rápidamente.
–¿Cómo que ya volvieron?
–Sí, me lo dijo. –empezamos a caminar hacía la primera clase.
–Pe... Pero ayer por la noche salimos y no me dijo nada.
–¿Ya lo ves? No te tienes que fiarte de él. Tienes que dejarlo, no te conviene, ni a ti, ni a Ingrid.
–Tienes razón. Hablaré con él en la tarde. –alisó su falda negra y respiró profundo. – ¿Ya estás mejor? ¿Se te pasó el mal humor?
–Sí, ya te dije que no me sentía bien.
–Genial, porque hoy iremos al parque de atracciones.
–Es noche de instituto, no tengo ganas.
–Oh no, si iremos. Dorian también irá. –agregó sonriendo pícaramente.
–Bien, me convenciste. Iré.
–Si no te gastaste todo el dinero de tu tarjeta, claro. Por cierto, me gusta tu vestido.
–No, no me gasté todo el dinero y gracias.
No le iba a decir que lo escogió Ingrid, y que estuve con ella. Se enojaría mucho.
–¡Chicos! Vengan ¡Dijo que si! – les gritó a Dorian y a Jack, que venían unos pasos más atrás.
–Shelly, estas muy guapa.
–Qué lindo vestido, Shell.
–Gracias chicos, ¿A quién se le ocurrió ir al parque?
–A Dorian, dice que tiene algo muy importante que hacer. –dijo Jack haciendo una mueca extraña.
–Uh, suena interesante.
¿Qué seria eso tan importante? ¿Se iría del país? ¿Le descubrieron una enfermedad y en un mes morirá? ¿Se casará porque sus padres le arreglaron el compromiso? Ahg, pero que ridícula.
–Bueno por más interesante que suene eso tendremos que esperar. Hay clases de Historia y Maggie Twice necesita aprobar. –dijo refiriéndose a sí misma.
Las clases nunca eran interesantes, NUNCA. Pero hoy se me dió por analizar lentamente la historia de Romeo y Julieta en clases de Literatura. Siempre creí que si uno verdaderamente ama a alguien hace lo que sea para que la otra persona sea feliz, aunque eso incluya no estar juntos, ¿Por qué ese trágico final? Su destino estaba marcado desde el inicio, era de esperarse que no consiguieran estar juntos.
–¿En qué piensas tanto? –susurró Cam.
–Que todo esto es ridículo.
–Para mí es muy romántico, ¿Acaso tu no piensas en tener una historia de amor?
–Sí, pero con un final feliz, no uno deprimente.
–Ya, tienes un poco de razón. –respondió riendo.
–Siempre.
–Dorian te está mirando.
Disimuladamente dirigí mi mirada hacia él, efectivamente, me estaba mirando.
–Y bien, es por eso, que podemos considerar a Romeo y Julieta la mejor historia de amor de todos los tiempos y, a Shakespeare como el mejor escritor de todo el mundo. –dijo la profesora, en modo fangirl.
Para mi suerte la clase terminó con una tarea para mañana, ver la película de Romero y Julieta, veámosle el lado positivo, en esta versión actúa Leonardo DiCaprio.
– ¡Shelly!
Su voz chillona me sobresaltó, no sé cómo hice para olvidarlo. Di media vuelta y la vi corriendo hacia mí.
–Te habías olvidado, ¿verdad? –gimió intentando recuperar el aliento.
–Sí, pero no importa, ya me lo hiciste recordar, ahora vamos.
–Según Dorian él nos llevará al parque de atracciones y después iremos a casa de Jack a ver la maldita película.
– ¿Y que pasará con mi auto?
–Le puedes decir a tu mamá que lo venga a buscar.
–Ella no está ¿recuerdas? Se fue a Nueva York la semana pasada.
–Bueno, trataré de convencer a Luka. Ha venido porque tenía algo de no sé qué.
–Genial, lo último que quiero es que me lo roben, apenas tengo dinero para ponerle combustible, no me podría comprar otro ni con un año de trabajo en la cafetería.
–Nadie podría comprarse algo trabajando en la cafetería.
–Pues, Tasha se compró uno de segunda mano.
–No seas ingenua, ella trabaja de otras cosas, la cafetería es una excusa. –su respuesta me tomó desprevenida.
– ¿Por qué una chica de diecisiete años tendría que vender su cuerpo por dinero?
–Supuestamente su madre hace lo mismo, y se lo gasta en drogas y alcohol. Ella necesita dinero para comer y las necesidades basicas. Además de trabajar tiene que estudiar para mantener la beca del instituto.
–Es una pena, Tasha es muy buena persona, y se la ha ingeniado bien trabajar y estudiar al mismo tiempo. A partir de ahora, trataré de quejarme menos del trabajo de mi madre.
–Y haces bien, yo pensé lo mismo cuando me enteré. Mamá tiene tres trabajos limpiando casas, y ya no es por mí, es por ella. No le hace bien pasarse en día agachada y moviendo muebles.
Oí el sonido de claxon. El jeep de Dorian se estacionó frente a nosotras.
–Vamos chicas, el parque no espera. – gritó Jack.
–Ustedes viven de fiesta. ¿No tienen ninguna responsabilidad? –pregunté mientras me sentaba en el asiento trasero y cerraba la puerta.
–Tranquila Shelly, es el último año. Aún nos quedan un par de semanas para los exámenes finales y aplicar a las universidades. Quizá, este sea el último año en que estemos todos juntos.
– ¡Eso es manipulador, Jackson!
–Es verdad, tú te quedaras aquí en Los Ángeles y Maggie también. Mis padres quieren que vaya a San Francisco, ahí puedo quedarme en casa de mis abuelos por un tiempo. Y Dorian es muy probable que se mude a Toronto.
Mi mandíbula calló. No puede evitar preguntarme cuan probable era.
–Ya, pero prométanme que esta será la última noche, por lo menos de la semana.
Los tres estuvieron de acuerdo.
Las luces brillaban, y la gran rueda de la fortuna daba un aspecto mágico. Hacía mucho tiempo que no venía.
El calor era infernal, y, añadiendo que mi modesto vestido de trescientos dólares se estaba arrugando y pegoteando a mi piel.
–¡Esto sabe riquísimo! – exclamó Dorian, mientras comía un copo de nieve.
–¿Nunca lo habías probado? – me acerqué a él y tomé un poco. Se deshizo en mi boca, y recordé cuando me sentaba en un banco a compartir uno copo con mi padre.
–No, en realidad, esta es la segunda vez que vengo. Mis padres no me trajeron nunca, pero vine una vez con Jack.
–Dime que has comido una manzana acaramelada. –paseé mis ojos por su rostro... Era muy lindo.
–No, tampoco. –bajó la vista apenado.
–Tenemos mucho para aprender.
Jack tosió para llamar nuestra atención.
–Nosotros iremos a algunos juegos, ustedes hagan lo que sea que vayan a hacer.
–Está bien. Nos vemos en un rato, aquí mismo. –respondí.
Asintió, Maggie, en cambio, parecía molesta.
–Bien ¿por dónde empezamos? –preguntó Dorian, sonriendo.
Al sonreír se le achinaban los ojos, aunque no era la primera vez que lo notaba, claro.
–Primero te tienes que terminar el copo de nieve, después iremos por una manzana.
Al cabo de dos minutos después ya había terminado.
Caminamos sin decir una palabra hacia el puesto rojo con franjas blancas. Miré una manzana con deseo, pero no quería que el caramelo se pegara en mis dientes. Pedí una y esperé a ver su reacción.
–Esta buenísima, ¿quieres un poco? –estiró la manzana hacía mí.
–No, gracias. Prefiero esperar las palomitas.
–¿Palomitas? –pareció confundido.
–Sí, miraremos la película. ¿recuerdas?
Hizo un ademan con el dedo, dándome la razón.
–Cierto.
Nos sentamos en un banco frente al carrusel. Siempre me subía al pony dorado que ya estaba un poco deteriorado, pero los niños jugaban igual. Me daba la sensación de que aquel viejo juego era mágico, era como subir y ver como tus problemas desaparecían de manera inmediata. Me giré bruscamente.
–Tenemos que ir a ese carrusel.
Tomé su mano y traté de mantener la compostura. Cuando llegó nuestro turno, le dejé a Dorian mi pony y subí a uno de color negro que se encontraba a su lado.
Lentamente comenzó a dar vueltas. Un leve aire fresco golpeó mi rostro, y sentí como todo empezaba a desaparecer, el trabajo de mi madre, la ausencia de mi padre, las actitudes extrañas que trataba de ignorar, incluso, los sentimientos por mí la persona que estaba junto a mí. Solo cerré los ojos y me dejé llevar por el tintineo de la campanilla.
Podía sentir como Dorian también se relajaba, cualquier tipo de tensión desapareció.
El carrusel se detuvo. Abrí los ojos y me habitué a la luz. Sentí la misma sensación que sentí cuando mis amigos me tiraron un balde de agua helada para despertarme.
–Eso fue... no sé cómo explicarlo. Nunca había sentido eso antes.
Le sonreí, y en ese momento, noté que aún teníamos las manos entrelazadas.
Bajamos y la conexión que había entre nosotros se rompió. Luego lo recordé.
–¿Qué era eso tan importante que tenías que hacer?
–Oh, bueno... es que... me...me preguntaba si mañana querías acompañarme... al nuevo restaurant, dicen que su comida es deliciosa, y si no quieres podemos hacer otra cosa, no sé cómo ir a pescar.
Sonreí, ¿ir a pescar? Hablaba demasiado rápido, y estaba nervioso, ¡Esperen! Esto...
–¿Me estas pidiendo una cita?
Respiré ondo, ¿desde cuándo era tan directa? ¿Y si ahora solo me decía que quería que lo acompañe a pescar?
–Sí, algo así. ¿Qué dices?
–Me encantaría. –liberé el aire que, como buena dramática, había acumulado. Al menos pueden decirme que tengo madera de actriz.
–Mañana pasare por ti a las siete.
–Está bien. Los chicos deben andar por aquí. Vamos a buscarlos.
Caminábamos demasiado cerca, lo sentí tenso y mi corazón enloqueció.
Estábamos por llegar al carrito de Copos de nieve, y vimos a los chicos caminando hacia nosotros.
– ¿Lo hiciste? –le preguntó Jack.
Dorian asintió.
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