D O S


Desperté temprano, justo cuando escuché la puerta principal cerrándose tras mi madre.

Bajé a la cocina, arriba de la isla había un licuado de durazno y un tostado, me senté a comer, con la vista en la pantalla apagada del Smart tv. No tenía una casa muy lujosa. Sillones blancos, muebles negros, y una mesita de vidrio en el centro de la sala. Nora Back es una de esas personas ahorrativas que compran todo lo que ve en rebaja o por centavos más barato. Si se ponen la revisar las etiquetas de los cojines, o el bordado de las toallas de baño, verán que es de segunda mano.

Mi teléfono vibró.

Maggie

¡Buen día, Shelly! ¿Te parece ir de compras en la tarde?

Le respondí que sí. El viernes era su cumpleaños y daría una fiesta en la mini-mansión de su padre.

Entré a Facebook, a... bueno, a stalkear a Dorian. En su foto de perfil estaba abrazando a una chica rubia a la cual no se le veía la cara, me removí y seguí bajando, una de sus publicaciones llamó mi atención.

"No lo imaginé, la verdad es que te quise y todavía te quiero, pero no vales la pena ni como pareja y definitivamente como persona. Borrón y cuenta nueva".

¿Quién le haría daño a alguien como él? Sus publicaciones eran todas de ese tipo, melancólicas y reflexivas. Volví a subir y vi que ya había actualizado su foto de perfil, ahora estaba él solo, tenía un suéter azul y unos pantalones negros, su pelo estaba mojado, se veía tan bien, incluso si no sonreía.

Cuando terminé de desayunar subí a mi habitación para reemplazar el pijama por una blusa blanca y un short negro. Sin desenredar mi cabello lo até en una cola alta y evité mirar mi cama cuando agarraba la mochila. Esta era la clase de días en los que prefería seguir durmiendo, pero no podría olvidar el examen de matemáticas fácilmente.

El instituto no quedaba tan lejos, pero no caminaría. Aparqué junto a un auto que conocía bien, era el Jeep negro de Dorian, tenía una calcomanía gris en el capot con forma de ancla. Bajamos al mismo tiempo.

–Hey. –saludé.

–Oh, hola Shelley. –sonrío mientras pasaba por mi lado.

Entramos al instituto en silencio.

–¡Shelly! –Maggie, quien me esperaba en mi casillero, corrió a saludarme.

–Te vez muy contenta.

–Mi padre me regaló un IPhone.

Guau, mi padre apenas me saludaba en la calle. Aunque era muy materialista, mi Audi, por ejemplo, fue un regalo por parte de él y su nueva familia. Ese tipo de cosas no llenaban el hueco en el corazón de un hijo, pero es algo que ni mi padre ni el de ella entienden.

La abracé fuertemente. Sabía que en realidad no estaba feliz.

–Es lo mismo de siempre. –susurró, y me sorprendió que por primera vez lo expresara en voz alta. –Me permitió hacer mi fiesta en su casa, y me da este tipo de regalos porque sabe que mi madre, en lo material, no podrá competir con eso. Pero sabes que para mí no es así. –sollozó. –No me interesa...

Sentí su dolor oprimir mi pecho. Podíamos parecer diferentes, pero esto nos mantenía unidas, no conocíamos muy bien, y siempre estuvimos la una para la otra.

– Tranquila. –susurré.

Se apartó, rompiendo el abrazo, y secó sus lágrimas rápidamente.

–Tiene una novia joven que está embarazada. No me puede seguir haciendo esto, nunca me llama, nunca se preocupa, pero parece acordarse de mi existencia cerca de mi cumpleaños, no sé si sea su intención arruinarlo cada año, pero yo prefiero que no me llame.

Los alumnos pasaban a nuestro lado y susurraban o caminaban lento para ver lo que ocurría. En cuanto Jack llegó, nos abrazó a ambas.

–Vengan aquí, pequeñas.

Detrás de él, Cam y Dorian miraban atónitos. Jack se apartó lentamente, justo en el momento en que sonó la campana.

–Acompáñame al baño. –me pidió.

No me importó llegar tarde a clase y que el profesor me regañara. Aunque le dije que algo andaba mal, y mi amiga necesitaba mi ayuda, no me creyó. Me dió la hoja de mala gana, con algunos ejercicios para resolver. Algo de aprecio me tenía, solo era cuatro. Los primeros dos los resolví sin problema, los que quedaban los hice, seguramente mal, pero los hice.

Al finalizar le entregué la hoja. Corrigió lentamente, como si estuviera preparado para hacerme sufrir.

Un siete.

Debía ser una broma.

– ¿Y? – preguntó Jack.

Le mostré la nota y se tiró al piso haciéndose el desmayado, luego se fue a detención por orden del profesor.

Caminé lentamente a la cafetería. Hoy servían hamburguesas con puré ¡Devuelta el Bendito puré! Debí imaginarlo, ayer nadie lo quiso y hoy lo mezclaban con hamburguesas de la semana pasada. Maggie venía detrás mío, fuimos a la parte donde estaban los congelados y tomamos un yogurt cada una, ella con frutas y yo con chispas de chocolate.

Hoy Cam no estaba con nosotros. Podía insistirle mucho, pero prefería refugiarse en el baño.

–Hola, chicos. –saludó Jack.

Maggie permanecía callada, Dorian miraba su celular, y yo jugaba con las chispas.

– ¿Pueden dejar eso? –nos miró irritado.

Levanté mi cabeza.

– ¿Qué quieres que haga? ¿Bailar arriba de la mesa?

– No, deja eso para la fiesta de Margaret.

– ¿Ustedes irán? – la pregunta era más para Dorian. Jack sin duda iría.

– Claro, tratare de convencer a Dori.

Dori, reí internamente, a él le molestaba que le dijeran así.

–No me llames así. –espetó.

Era frío, hasta me daba miedo.

–Relájate, pececito, no te preocupes, Nemo te hará recordar la fiesta.

No pudimos evitar reír. Jack podía ser muy idiota.

– ¿Quieres dejar las compras para otro día? – pregunté mirando hacía Maggie.

– No, claro que no, iremos esta tarde, definitivamente.

–Bien.

Condujimos hacia el Centro Comercial. Primero compramos Smoothies y nos sentamos en un banco frente a la joyería del padre de Jack.

– ¿Qué dijo tu mamá de todo esto?

–Como siempre, se guarda todo para ella, pero sé que le duele. Ella me regalará una remera y me hará el desayuno como todos los años y soy feliz con eso, trato de que lo entienda, no necesito más, pero sabes... no lo sé, también pienso en mi futuro hermano, yo quiero tener una relación con él, en cambio Luka no quiere saber nada.

Luka era el hermano mayor de Maggie, por solo un año y medio. Seguía enojado con su padre, aun así, decía haberlo perdonado, pero que no olvidaría tan fácil.

–Yo sé que llegará el día en que tu padre se arrepentirá por todo lo que les hizo, al igual que el mío, te lo aseguro.

Asintió con una sonrisa triste, tiramos los vasos del Smoothie y empezamos la cacería de ropa.

En la primera Maggie se compró unos zapatos color champagne, en cambio, a mí no me gustó nada.

No fue hasta la tercera que encontramos los vestidos ideales. Ella tenía un vestido ajustado color salmón, era corto y en la parte de atrás tenía encaje. Por mi parte elegí un vestido negro con un cinturón de piedritas.

En mi casa, mi madre comía pizza mientras miraba una película

– Shelly, ven amor.

Era una mujer cariñosa, todo lo opuesto a mí. Lo único que compartíamos físicamente era el color de los ojos, verdes. Ella tenía el pelo rubio y los rasgos de la cara finos, yo, en cambio, tenía la cara redonda y el pelo negro.

Me senté a su lado y tomé una porción con peperoni. Estaba entretenida con la película sobre tres mujeres que buscaban venganza porque un hombre las engañó, cuando me quedé dormida.

Me encontraba en el baño maquillándome para la fiesta, mientras Maggie orinaba a unos pocos metros.

– Te queda muy bien, estas preciosas, amiga. –me animó.

–Gracias y... ¿Sabes si Dorian vendrá?

–Según Jack si, a él le encantaras.

Puf, eso sería imposible, creo que la única manera de llamarle la atención seria cayéndome con estos zapatos y eso si era posible.

Su madrastra tendría unos veinticinco años y su padre cuarenta. Era bonita, tenía el cabello rubio y sus ojos color ceniza, parecía de lo más simpática, pero no lo era. Mientras el Sr. Twice estaba, trataba bien a Maggie, pero era una falsa y lo había visto con mis propios ojos. Cuando él se iba, era toda una víbora, lanzaba comentarios hirientes, esta tarde, por ejemplo, tuve que agarrar a mi amiga y llevármela porque terminaría mal.

Todo estaba muy bien organizado, la decoración era de tres colores. Champagne, salmón y blanco. Las personas del catering iban y venían. En uno de los costados estaba la barra con daiquiris y licuados frutales, y del otro, la mesa dulce, con la torta de cumpleaños, golosinas e innumerables tartas y tortas. El centro estaba decorado por una gran M en Salmon, pero su tamaño no se asemejaba con el del número dieciocho de la entrada.

La gente empezaba a llegar, incluso chicos de otras escuelas. Pero no veía ninguna cara conocida.

– ¿Invitaste a Cam? – grité para que me escuchara sobre la música.

– No, no la soporto.

Seguía sin entender que era lo que ocurrió entre ellas. Pero no era asunto mío.

Estábamos sentadas en unos silloncitos, cuando Dorian atravesó la puerta. Llevaba puesto un pantalón de jean y una camisa negra.

– Feliz cumpleaños. –dijo y le tendió un paquete color rosa.

Era una remera con un diseño de The Beatles. Maggie abrió sus ojos tanto que parecía que se les iban a salir. Bueno, no tanto.

– No lo puedo creer, con Shelly la buscamos por miles de tiendas y no la encontramos. –me miró con una sonrisa.

–Mi padre tiene una tienda en San Diego y se la pedí.

–¡Gracias! – respondió e inmediatamente lo abrazó.

Se sonrieron.

Me empecé a descomponer, la música fuerte, las luces, el humo, el olor a sudor, el sofocante calor, era insufrible.

Salí rápido hacia afuera. Respiré y rebobiné hacia lo que había acabado de pasar; esa remera era la que Maggie tanto quería y no la pudimos conseguir ¿Cómo es que él lo sabía? puede que Jack le haya dicho. No, no puede, Jack tampoco lo sabía. Yo le había regalado un viejo vinilo porque ni mi madre había podido conseguir esa bendita remera en su viaje a Nueva York.

– Hey ¿Todo bien?

Me di vuelta y ahí estaba él, con el pelo desordenado, la camisa recientemente arrugada y uno de esos vasos rojos en su mano.

– Eh...Sí, sí, todo bien. –mentí. El calor estaba alojado en mis mejillas.

– ¿Por qué te fuiste? – pateó una piedra hasta que cayó a la calle produciendo un leve ruido.

– Necesitaba aire.

– Oh, ya veo...

– ¿Has visto a Jack? - desvié mi mirada hacía la casa.

– Si, dijo que iba a la pileta.

Le sonreí y volví mi vista a la calle. Una canción de Nicky Minaj comenzó seguido de gritos de euforia.

– ¿Te quedaras a dormir?

Pasó una mano por su cabello, desordenándolo aún más. Sentí la necesidad de peinárselo. Pero no podía.

–Si. – respondí al fin.

–Bueno, si necesitas algo estaré en la cocina. –se dió la vuelta y volvió a entrar en la mansión.

Al cabo de unos minutos entré y caminé entre las personas. El olor de los alumnos no era nada comparado a esto. Busqué a Maggie y la vi besándose con un chico, no vi quien era, solo fui a la cocina, pero él no estaba, tomé una cerveza del refrigerador.

¡Que la noche comience!


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