D O C E
–Yo nunca, nunca... he besado a dos personas diferentes en una misma noche. –me reí. Fue estúpido, lo sé, pero algo mejor no se me ocurrió.
Maggie, Jack y Luka bebieron rápidamente el vodka.
–Yo nunca, nunca me he escapado del instituto. –Maggie ya parecía más animada y clavó sus ojos en mí.
Sentí un ardor en la boca, su gusto no me gustaba para nada, era el tercero que bebía y ya sentía un fuego en mi estómago.
–Mi turno. –dijo Dorian. – Yo nunca, nunca...traicionaría a alguien que quiero.
Nadie tomó. Supongo que fue más por cobardía, aunque me gusta pensar que, en realidad, no nos traicionaríamos nunca.
Comí los cheetos que quedaban en la bolsa. El personal doméstico era muy agradable, aunque no nos sacaran la vista de encima ni por un segundo. Traté de levantarme para limpiar un poco el desorden, pero me tambaleé.
–Ten cuidado pequeña lombriz, puedes lastimarte.
–No sirves para esto, Shelly. –Jack soltó una carcajada.
–¿Y acaso tu sí?
Nuestros tres espectadores abuchearon. Y mi cabeza no hizo mejor cosa que pasar las imágenes de mi cuidándolo después de noches de fiesta, cuando no hacia ningún movimiento coherente.
–¿Por qué no llamas a Cam? –preguntó cambiando de tema.
–Son las tres de la mañana uniforme, y no la necesitamos. –le respondió Maggie.
Intercambiaron miradas que no pude comprender. Pero por la frialdad de éstas, supe que iba mucho más allá de lo que imaginaba.
Dorian me tomó delicadamente por la cintura y me condujo hacia afuera. Nos sentamos en una de las jardineras.
– ¿Te imaginas la cantidad de estrellas que hay en el cielo? De aquí todo parece pequeño, fácil. – Cerró los ojos como si estuviera recordando algo. –Unas semanas antes de que Ben falleciera, papá nos llevó al observatorio. Fue increíble, las estrellas dejaron de ser tan pequeñas y las constelaciones se volvieron más claras. Siento que muchas veces necesitamos eso, ir a un lugar tranquilo y mirar nuestra vida de una perspectiva más amplia, observar cada detalle, analizar de cerca los problemas que son más pequeños, y los que creemos grandes. Nosotros somos nuestro propio universo. Sabemos que todos nos pueden conocer desde afuera, o a la distancia, pero muy pocos nos conocen realmente. –sonrió. –Muchas personas serán como estrellas fugaces, otras durarán muchos años, y... otras, como tú, serán meteoritos, que llegan de repente, a toda velocidad y dejan una huella imborrable.
Respiré profundamente. Y yo era malísima para este tipo de cosas, ¿Qué le respondo? ¿Gracias?
-Creí conocerte, hasta que lo hice de verdad. –continuó. – Sé que para ti es muy difícil todo esto, tu padre, tu madre, tratas de que no te afecte y sigues disfrutando la vida como mereces, te admiro por eso. Yo no encontré mejor forma que refugiarme en el silencio, mientras que el dolor parecía romperme cada vez más. Te vi mucho antes de que tú me hubieras visto a mí, te estudiaba en secreto, tratando de entender cómo podía existir gente como tú y Jack, fue por eso que cuando lo vi solo en la banca de suplentes me acerqué a él.
–Los problemas nunca desaparecerán, pero tenemos que aprender a vivir con ellos y superarlos en el camino, si no lo hacemos se apoderan de nosotros. La situación con mi padre me duele mucho, pero no puedo permitir que me defina.
Tomó mi rostro entré sus manos y me miró fijamente. En ese instante, sentí una sensación extraña, como si una parte de mi estuviera gritándome algo, pero no la escuché.
Nos quedamos sentados un largo rato. No podía creer que mi vida se hubiera convertido en un cliché. Mi relación con Dorian si era un poco cursi, pero jamás querría que mi historia se vuelva un libro que marque generaciones, como Romeo y Julieta.
Los primeros rayos de sol entraron por la ventana. Con Maggie olvidamos por completo que teníamos que usar un control que cerraba las cortinas. Nos habíamos acostado alrededor de dos horas atrás, y ni siquiera tenía fuerzas para levantarme.
– ¡Margaret! –susurré.
–Uh-Humm.
–Dale clic al botón.
Dormida tomó el control y me lo tiró, por suerte lo esquivé evitando que me golpeé en la cara. Le di clic al botón y las cortinas se cerraron.
Habían pasado unos treinta minutos...
–Pst, Shelly.
Me removí incomoda.
–Shelly. –una mano me movió suavemente.
–Shelly. –esta vez un poco más fuerte.
– ¡SHELLEY!
Sentí mi cuerpo golpear algo duro. Sí, me habían tirado de la cama.
–¿Qué quieres?
Me levanté y vi a Jack con un pijama color rosa, mi pijama. Se veía cansado y demasiado cómico.
–¿Cómo puede dormir una persona con estas paredes de mierda?
Oh, era eso.
–Eh, puede que haya olvidado decirte sobre el control. – me miró sin entender. –Las cortinas se cierran solas, en el cajón de la mesita hay un control, solo dale clic y vuelve a dormirte, princesa.
–Gracias, muy amable de tu parte. Ah y ¿Shelly...?
– ¿Si Jack? - pregunté con cansancio.
–Está linda princesa, tiene más estilo que tú. Pareces Shrek.
–Bien Fiona, vete que tengo sueño.
Cuando se fue y pude volver a dormir no quise ni imaginarme porque me llamó ogro.
Un golpe en seco proveniente desde el piso de abajo me sobresaltó.
– ¿Es que no saben que la gente quiere dormir? ¡Dejen el maldito ruido!
Después de gritar de esa forma, recé para que no fuera un personal del servicio que volvió porque se olvidó algo. Habría quedado como una loca desquiciada.
Cuando me disponía a cerrar los ojos la puerta de abrió de golpe y tres cuerpos gigantes se abalanzaron sobre nosotras.
Gemí de dolor. No podía creer que convivía con un trío de idiotas.
–Esto es demasiado. –gemí.
–No podíamos volver a dormir. – dijo Luka.
–No es nuestra culpa, y tampoco lo es que sean estúpidos y tengan la necesitad de tirarse arriba de la gente mientras duerme.
–Tranquila, Maggie, ya nos vengaremos. – le dije mirando a los tres aleatoriamente.
Puede ver la mirada de Jack iluminarse, eso quería decir que había tenido una idea.
El campo de golf quedaba cerca, y era allí donde nos dirigíamos. Yo no pensaba jugar a esa cosa, solo miraría mientras comía una enorme hamburguesa.
No sé cómo se las ingeniaron para acceder a las tarjetas de socios. Los cuatro ya estaban preparados con su ropa de Golf ¡Que aburrido! En fin, como prometí, estaba devorando una hamburguesa, pedí una doble con patatas, esto era sumamente increíble. Sé que no me alimentaba del todo bien, pero mi físico no era algo que normalmente me importara. Noté a Luka caminar hacia mí.
–Hey, ¿Qué hay pequeño gusano? –dijo despeinándome.
–Disfruto de mi comida, ¿Cómo van las pelotitas?
Sus ojos se abrieron ante la sorpresa, por lo que golpeé su brazo.
– ¡Oye! No me refería a eso, tienes una mente podrida Luka.
Soltó una sonora carcajada. Él era muy guapo, había que admitirlo, tenía unos ojos de un azul increíblemente profundo y su cabello era rubio, pero no tanto como el de su hermana. Aunque no sacaba el hecho de que fuera un mujeriego.
–Ya, está bien. La verdad es que no me gusta mucho, no lo entiendo. Así que... Tú y Dorian, ¿eh?
–Si... aún no me lo creo.
–Se nota que te quiere. Pero recuerda que si rompe tu corazón puedo romperle la cara sin problema.
–No creo que sea necesario, pero lo tendré en cuenta. –sonreí.
Verdaderamente creía que Dorian no sería capaz de lastimarme. Puede que me equivoque, pero espero que no.
–Como quieras.
Me sonrió y dio media vuelta para dirigirse a un grupo de chicas que estaban sentadas unas mesas más adelante.
Cuando terminaron de intentar jugar al Golf, decidimos que era hora de ir a asaltar las tiendas. No me malinterpreten, no íbamos a robar.
El cartel "Becky's" resaltaba por su luminosidad.
–Yo no entraré ahí. - advirtió Jack.
–¿Sabes quién trabaja en esa tienda? -le preguntó Maggie.
–Hmm... ¿Meghan Fox?
Dorian rodó los ojos y suspiró.
–¿Eres idiota? Creo que lo que intenta decirte que ahí trabaja Cam.
–Oh, cierto. Ella vive aquí.
Al entrar la vimos detrás del mostrador, nos sonrió.
– ¡Hola! Bienvenidos a Becky's. ¡Qué sorpresa!
– ¿Sorpresa? ¿Acaso te parece extraño que alguien como yo este comprando en una tienda como esta, o, mejor dicho, este en este barrio?
No sé qué le pasaba, siempre trataba mal a la pobre Cam, ella por su parte abrió los ojos sorprendida.
–No, claro que no. Solo que no esperaba verlos, eso es todo.
La ignoró y se adentró en la parte de cosméticos.
–Perdónala, no sé qué le pasa.
–No te preocupes, Shelly, está bien.
Su mirada se posó en Jack. Tengo que admitir que nunca había visto a mi amigo así, con los ojos brillantes.
–Bien, yo iré a ver algo de ropa. Dorian, ¿Me acompañas?
Asintió y me siguió.
–No falta mucho para el baile. - dijo pasando una de sus manos por la suave tela de un vestido.
–No, pero aún no buscaré vestidos. No tengo con quien ir.
–Eso es una lástima. –ironizó.
Maggie apareció detrás mío.
–Mira, Shelly, este vestido es ideal para el baile, ¿Qué dices?
Me mostro un vestido color turquesa, la parte de arriba era de un fino encaje que se extendía hasta la mitad de sus brazos.
– ¡Es precioso! Combina con tus ojos.
Sonrió con satisfacción y miró la pequeña etiqueta del precio. Suspiró, frustrada.
–No me sorprende, la verdad.
Volvió sobre sus pasos y entró al probador.
Esperé hasta que salió y se fue a buscar a Jack, para tomar su vestido.
–Eres muy buena amiga, Shell. –susurró en mi oído.
–Ella se lo merece.
Se lo pagué a Cam, y salimos de la tienda.
–¿Qué es lo que te compraste, Shelly? –me preguntó.
–Un vestido, ¿Quieres ver? –le tendí la bolsa.
– ¡Oh Dios! –chilló.
– ¿Te gusta? Es para ti.
Me abrazó tan fuerte que temí morir asfixiada.
–Gracias, gracias, gracias. No sé qué sería sin ti.
–Justo eso me pregunto siempre.
Golpeó mi hombro juguetonamente. La quería mucho.
Esto era una mala idea, muy mala idea.
Por esas cosas de la vida, a mis increíbles amigos no se les ocurrió mejor idea que salir del barrio y manejar durante treinta y cinco minutos hacia un supermercado abandonado. Pero eso no era lo peor. Lo peor era que en este preciso momento nos encontrábamos dentro del local, sin luz, y con una persona frente nuestro.
Retrocedamos un poco en el tiempo.
– ¡Ya se! – gritó Jack, quien ahora manejaba mi vehículo. – Hay un supermercado abandonado por aquí cerca, dicen que quedaron muchas cosas adentro. Hay gente que afirma que se escuchan ruidos extraños.
Él y sus ideas tan ingeniosas, estaba claro que me negaría, pero fui la única, y me ganaban por mayoría.
Se notaba que estaba vacío hacia años. La pintura azul ya estaba desgastada y las letras amarillas eran inteligibles. Las puertas y ventanas estaban clausuradas con maderas, por lo que el acceso se dificultaba.
–Déjenme esto a mí. – dijo Luka para luego darle una patada a la madera que ya estaba podrida, a la tercera vez, cedió.
Estaba todo oscuro. Se filtraba un poco de luz, pero no la suficiente.
No voy a negarlo, me moría de miedo.
Jack tenía razón, había muchos alimentos (que ya estaban vencidos) también películas, artículos para el hogar, ropa.
–Ya, está bien, ¿podemos irnos ahora?
– ¿Tienes miedo pequeño gusano?
Gusano, lombriz, los apodos de Luka me hacían sentir genial.
Escuchamos unos pasos detrás de la góndola que estaba a nuestro lado. Nos quedamos de piedra cuando vimos una silueta negra en frente de nosotros.
Y así, es como todo ocurrió, por culpa de Jack, vale aclarar.
– ¿Qué demonios están haciendo aquí niños? Esto no es un parque de diversiones.
Era una voz masculina. La figura se hizo más nítida y pudimos ver a un hombre con la mitad de la cara quemada.
–Lo...lo lamentamos...pensamos que...
–¡Váyanse a casa, ahora! –me interrumpió.
No había mucho más para decir, solo salimos corriendo.
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