D I E C I S I E T E

Mi reflejo era deprimente, nunca me había visto tan mal. Una persona se paró a mi lado, la miré por el espejo.

– ¿Qué tal lo llevas?

– ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? –gruñí.

–Mira, Shelly, estoy cansada de que seas la víctima. ¿Has visto como me miraban todos? Por una vez en la vida puedo tener algo que tu no.

La miré sin entender.

– ¿Es que no te das cuenta? Eres tan egoísta que no puedes comprender lo que pasa a tu alrededor. Culpas a tu madre por trabajar tanto, pero no te fijas que ella por lo menos te da un beso de buenas noches, que es una mujer exitosa y tienen todo lo que el dinero puede comprar, no vives en una mansión, pero si en una casa bonita, tu familia es increíble, y tu padre no es una basura como el mío. Crees que tienes problemas, pero hay gente que la pasa peor. Siempre tuviste todo lo que quisiste, vivía a tu sombra, pero cuando te interesaste en Dorian, supe que por fin había encontrado algo que yo podía tener y tu no. Estuvimos en secreto, bueno, en secreto para ti, pero cuando nos distanciamos llegaste tú y lo arruinaste todo.

Procesé sus palabras, sin detenerme a sentir un poco de lastima, quizá tuviera un poco de razón, pero no justificaba nada.

–Estás loca, lo sabes ¿verdad?

–Claro que lo sé, pero aun así Dorian, está conmigo. –se dió la vuelta y comenzó a caminar hasta la puerta, antes de cruzarla añadió. –Aléjate de él.

Me apoyé contra los lavabos, de uno de los baños salió Ingrid, lo había escuchado todo.

–Vamos, te sentaras a comer con nosotros.

Ella se sentó junto a Bratt, algunos chicos del equipo y porristas estaban en la mesa.

–Sabemos lo que hizo esa perra, no te preocupes, desde hoy te juntaras con nosotros. – me dijo Katt, una chica pelirroja que amaba las sudaderas amarillas.

–Gracias. –musité.

Cuando la hora del almuerzo terminó, me levanté y caminé hasta los vestidores, tenía que cambiarme para educación física. El lugar era amplio, del lado izquierdo estaba la puerta que se dirigía al de los chicos, y a la derecha era el nuestro. Mi móvil sonó.

Mamá Hermosa:

Shelly, en la noche ira alguien a cenar, ponte linda.

Estaba creando hipótesis cuando choqué contra alguien, una fragancia varonil me invadió, no necesité levantar la vista para saber quién era. Él tardó en reaccionar.

–Lo lamento, venía en otra cosa, no te vi. –mi voz salió rasposa, quería irme de allí cuanto antes.

–No te preocupes, Shelley. Nos vemos al rato. –respondió para luego desaparecer tras la puerta izquierda.

Me apoyé contra la pared, mirando el campo de futbol, busqué mi botella de agua en mi bolso deportivo y bebí un poco.

Cuando recobré la compostura, entré a los vestidores y me cambié, unos segundos antes de que el silbato sonara.

Los jugadores del equipo estaban reunidos en el centro, a un costado, las porristas practicaban saltos. Nosotros solo teníamos que correr alrededor de la cancha, creo que iba a morir.

En las gradas solo estaban Jack y Dorian, como siempre. Recuerdo cuando nos gritaban cosas mientras corríamos.

Maggie corría más adelante, pude escuchar a los chicos gritarle cosas y reírse, "Corre más rápido patas de rana", "Piensa que te están persiguiendo zombis". Pero uno llamó mi atención.

– ¡Shelly, tu puedes, mueve esas piernitas!

Levanté la mirada y vi a Jack guiñarme el ojo. Lo ignoré y seguí corriendo. Corrí intentando pasar a la cara de perro, hasta que me empecé a marear, todo se movía a mi alrededor, mi cabeza daba vueltas y sentí mis piernas fallar. Caí y todo pareció desvanecerse lentamente. Lo último que escuche fue a alguien gritar mi nombre.

Abrí los ojos sintiendo un peso en mi estómago, una cabeza masculina descansaba allí, lo golpeé.

– ¡Au! ¿Por qué hiciste eso? –preguntó acariciándose la cabeza.

–Me molestabas, ¿Qué haces aquí?

–¿Cómo que hago aquí? Soy tu amigo, te desmayaste y necesitaba saber cómo estabas.

Asentí, no quería discutir con él por el título de "amigo". Recorrí la sala con la mirada.

–¿Dónde estoy?

–Te trasladaron al hospital, tu madre está en camino y...

– ¿Y? – pregunté confundida.

–Los chicos están afuera.

–Jack...

–No digas nada, lo sé, pero Margaret esta incontrolable, ahora quiere hacerse pasar por la amiga del año, no soporto seguir fingiendo, pero tampoco quiero dejar a Dorian solo con ella.

–No lo puedo creer.

Tomó mi mano.

–También están Ingrid, Bratt y Cam.

– ¿Bratt?

–Por raro que parezca, él fue quien te cargó hasta la enfermería. Shelly... – suspiró. – Necesito que me respondas una pregunta... ¿Te drogas?

Abrí los ojos con horror, cuando me di cuenta que no era una broma solté una carcajada.

–¡Claro que no!

–El medico ya hablará contigo y con tu madre, a nosotros nos lo mencionó por arriba.

Me di la vuelta y miré por la ventana. Jack era un buen amigo, siempre lo fue, no valía la pena perderlo a él.

–Ven aquí. –le dije y lo abracé.

– ¿Me perdonas?

–Sin duda. Ahora, has pasar a todos.

Cuando salió, me obligué a tranquilizarme, no soportaría estar con Dorian mucho tiempo. No sin cometer un error.

–¡Shelly! No sabes lo preocupada que estaba. – gritó, hipócrita, mientras me abrazaba.

Todos en la sala, excepto, "su novio" la miraron con asco.

–Muchas gracias, Maggie, eres de esas amigas tan buenas que te dan ganas de abrazarlas hasta dejarlas sin respiración.

Le sonreí mientras ella me miraba irritada.

–Nos diste un buen susto. –dijo Cam.

-Bratt te llevó a la enfermería, estaba muy asustada.

–Sí, lo se Ingrid. –miré a Bratt, quien estaba apoyado contra la puerta. – Gracias, de verdad.

–No te preocupes, enana.

Maggie frunció el ceño, moría por dale una buena bofetada.

Mis oraciones fueron atendidas, el doctor entró pidiendo a todos retirarse, detrás de él venía mi madre.

–Bueno, seré sincero. Hemos detectado una sustancia extraña dentro de tu cuerpo, ¿Has estado consumiendo algún tipo de droga?

–No, ¿no puede ser algo que comí?

–¿Es la primera vez que te pasa? –respondió mi pregunta con otra.

–Me ha pasado otras veces, la primera vez fue alrededor de un mes atrás, pero no era algo constante.

–Tendrías que haber venido al médico, Shelley. Ahora no te preocupes, no es nada grave, lo único que causa son mareos y te hace sentir debilitada. Por suerte no tuvimos que recurrir a un lavado estomacal, ven dentro de unos meses para hacerte nuevos análisis, por el momento puedes volver a casa.

Mi madre se acercó y besó mi frente.

–Mi niña, me asusté mucho.

Le pedí que les dijera a los chicos que ya podían irse, no tenía ganas de ver a nadie. No sabía que era lo que supuestamente me estaba afectando, pero tenía una vaga idea.

Nos subimos a mi auto, ella de conductora y yo de copiloto.

–¿Quieres que cancele la cena de esta noche?

–No, ¿Quién vendrá?

–Cuando estuve en Nueva York conocí a un hombre, bueno, es mi jefe.

Sonreí, mamá nunca había estado así de emocionada por salir con alguien desde que terminó con papá. Debía ser el que vi esa noche cuando llegué a casa echa una furia.

La comida ya estaba preparada, solo restaba arreglarnos. En mi armario encontré un vestido color negro, con dos líneas blancas a los costados, era bonito, me calcé unas sandalias bajas, y me apliqué un poco de labial.

– ¿Y, como me veo?

Maravillada vi como mi madre daba media vuelta, tenía el pelo recogido en un elegante peinado, y un vestido rojo ajustado que resaltaba su figura.

– ¡Pero qué guapa!

Se acercó y me abrazó fuertemente.

–Lamento no ser suficiente.

Sus palabras me dolieron, debió ser horrible escuchar eso de mí.

–Eres una guerrera, yo lamento haberte dicho eso.

El timbre sonó rompiendo nuestro abrazo.

Bajé las escaleras rápidamente para abrir la puerta. Era apuesto, como había notado la primera vez. De abundante cabello negro y ojos color miel. Llevaba un cartel de "Empresario" pegado en la frente.

–Hola, soy Shelly, es un gusto. –extendí mi mano.

–El gusto es mío, Edgar Brown.

Miré a mi madre, que estaba del otro lado de la isla, sonriendo. No solo era solo jefe, era el dueño de Brown Properties. Uno de los Magnates inmobiliarios más conocido de los Estados Unidos.

Lo seguí hasta llegar a la mesa, saludó a mi madre y se sentó. No lo podía creer, en mi mente traté de convencerme que todo este tiempo en verdad había sido por trabajo y no solo por esta persona.

Mi vida se estaba volviendo una locura.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top