C I N C O


–Shell, despierta. –el sonido de la voz de Dorian me hizo sobresaltar.

Él sonrió al verme. Le devolví la sonrisa ¡Oh Dios! Mi pelo se debe ver horrible... Salí corriendo al baño antes de que me pudiera decir otra cosa. Tal como lo imaginé, parecía que acababa de bajar de una montaña rusa. Me peiné y cepillé los dientes, digamos que ahora estaba más presentable. Salí del cuarto de baño y él seguía allí.

–¿Qué haces aquí? –pregunté. Temí que pensara que era un reproche. Me acerqué a la cama y se senté, esperando su respuesta.

–Bueno, todos nos hemos levantado hace horas y ya te extrañaba. Los chicos fueron a buscar algo para comer.

–Oh, veo que por eso decidiste arruinar mi esplendido sueño.

– ¿Qué estabas soñando?

–En un mundo más mágico que Narnia, pero de Nutella y Smoothies. –mentí.

–Guau, no me sorprende. Digo, soñamos con lo imposible.

Es por eso que sueño contigo.

–Yo creo que todo lo que se trabaja con esfuerzo se logra. Y mereces todo lo que sueñas Dorian, aunque parezca loco e irreal, nada es imposible.

–Haces que suene fácil, pero merece la pena, tienes razón.

–Hmm... siempre la tengo.

Rió, su risa era mi debilidad.

–¿Qué harás el año que viene, cuando termines el instituto?

–Estudiaré actuación, siempre quise ser actriz. ¿Y tú? Medicina, ¿verdad?

–Si. –se cómodo a mi lado, con las piernas cruzadas sobre la colcha. –creo que mi pasión inicio con una repetición de "ER emergencias", y creció con "Grey's Anatomy". Es difícil, mi padre lo acepta, pero... creo que me voy a ir a Canadá, es lo más probable.

¿Canadá? La simple idea de Dorian en otro país me estremeció.

–Sé que lo lograras.

–Gracias, Shell, eres increíble.

Lo había hecho de nuevo, desde el momento en que lo conocí, aunque permaneciera en silencio, lograba hacer que mi corazón enloqueciera.

Nos quedamos así, sentados en la cama mirando a la nada. Mi mente trataba de procesar lo que acababa de pasar, mejor dicho, lo que pasó en todo el fin de semana. ¿Cómo es que de un día para el otro se convirtió en alguien sociable? No hablábamos mucho, parecía alguien frío, no entiendo cómo se terminó llevando con Jack, son completamente opuestos.

– ¿Bajamos a desayunar? – pregunté, no sabía si él había desayunado o no.

–Vamos.

Nos sentamos en la isla y lo miré nuevamente, era como si mi mente no lograra entender que estábamos a centímetros, nuestros rostros frente a frente.

–¿En qué piensas?

–En... nada, solo que... mañana es lunes y hay que volver al Instituto.

Eres una mentirosa, Shelley.

–Sí, te entiendo y más cuando tenemos con el profesor Blackwell.

Ese profesor me odiaba. En los primeros años de secundaria, tenía serios problemas de carácter y no me gustaba que me molestaran a la mañana, y casualmente, ese día teníamos matemáticas en la primera hora. Cuando preguntó por la tarea y dije que no la tenía, me reprendió y acusó con llamar a mis padres. En fin, me molesté aún más y el tipo terminó con una carpeta de corazones estampada en la cara.

Dorian en ese momento era más callado que ahora, no hablaba con nadie, y, tampoco expresaba nada. Jack y yo éramos los únicos que hacíamos reír al salón, pero él ni se inmutaba. Se hizo amigo del inepto gracias a que los dos odian el futbol y se la pasaban sentados en la banca, poco después se sentó con nosotros y bueno, su silencio e inexpresión fue lo que más me llamó la atención.

La puerta principal se abrió y mis dos mejores amigos entraron con bolsas en la mano.

–Bien chicos, trajimos hamburguesas para comer... ¿Shelly recién estas desayunando?

Asentí hacia Maggie como respuesta.

–Dorian tú ya desayunaste.

– ¿Y cuál es el problema?

Bufó frustrada y se puso a preparar la comida.

Jack tenía un ojo morado, el labio partido y los nudillos vendados. Me daba un poco de pena. Solo un poco. Porque, nadie lo mando a perseguir a esa pobre chica, no sé porque estaba tan obsesionado con ella.

–¿Por qué perseguías tanto a esa chica?

–Pff, se parece al bicho raro de Cam. –dijo Maggie.

– ¿Te gusta Cam? –fingí estar sorprendida.

–Claro que no, dejen de molestar. –dicho esto, subió las escaleras rápidamente, y Dorian lo siguió.

–Oye, Shelly ¿todavía te gusta Dorian?

–Sabes que sí. –me paré para dejar la taza en el fregadero, y ayudarla a preparar las hamburguesas.

–Tienes que aprovechar las horas que nos quedan y encargarte de que él no te vea como amiga.

Definitivamente no, ¿Qué pasa si yo le demuestro que no quiero solo ser su amiga y él me rechaza? Eso sería horrible, y ya ni siquiera podría tener su amistad.

–No se... no lo creo. –llené la jarra de jugo y la dejé sobre la isla.

–Deja de ser tan estructurada Shelley.

–No soy estructurada, para ti todo es fácil, eres hermosa y los chicos se comportan como unos idiotas cuando les hablas.

No me consideraba fea, pero ella era diferente, era de esas personas seguras de sí mismas. Sabía lo linda que era y lo popular que era su nombre entre los chicos, y claramente lo aprovechaba.

–Sí, y yo no estoy con todos los chicos que quieren estar conmigo. Solo los más lindos y que van de frente, ¿piensas que saldría con alguien que apenas me puede decir hola? No cariño, tienes que aprender, por eso mamá está aquí.

Reí, por estas cosas la amaba.

–Mira, no haré con Dorian lo que tú haces con Bratt, pero tienes razón, si solo le demuestro que quiero ser su amiga nunca llegará más lejos.

–Eso es, ve por él, niña.

Era obvio que no lo haría, o por lo menos no hoy. Por alguna razón mi instinto me hacía permanecer callada. ¿Quién lo hubiera dicho? Shelley Evans "enamorada".

Terminé de poner la mesa en lo que Maggie freía las papas. Era raro no escuchar el murmullo de los chicos.

¿En qué momento me hice amiga de ellos? Nos conocemos desde prescolar, pero nuestra amistad empezó en primaria, después de un trabajo de Ciencias, que, terminamos reprobando. Lo bueno es que nos empezamos a juntar más seguido, hasta hacernos amigos.

Una canción de The Beatles que no pude reconocer empezó a sonar.

Los chicos bajaron unos minutos después de que Maggie sirviera las hamburguesas, se sentaron y, sin decir una sola palabra, empezaron a comer. Ambos ignoraban todo a su alrededor y se mostraban cosas en el teléfono.

– ¿Me pueden decir qué les pasa? –pregunté.

Primero me miraron a mí, y luego entre sí.

–Estamos haciendo algo muy importante. –respondió Jack

–Algo ¿Cómo...?

–No te lo diré.

–Ay por favor, una pista. –supliqué llevándome una papa a la boca. No tenía mucha hambre, pero era tentador.

–No.

¿Qué estarían ocultando? ¿Tendría algo que ver con Cam?

Jack y Cam no tienen mucho en común, son dos personas totalmente distintas. En otras palabras, me atrevería a decir que él no era para ella. Pero tal vez me equivoque.

–Luka me escribió, vendrá en una hora. – dijo Maggie

–Genial, eso garantiza que no me aburriré.

–Si, dijo que te prepares. Lleva tiempo sin molestarte.

Sonreí.

– ¿Quién es Luka? – preguntó Dorian.

–Mi hermano.

–Ah. –tomó un sorbo de su bebida y siguió comiendo.

Luka llegó alrededor de dos horas después, tan impuntual como siempre.

–Hey pequeño gusano ¿Cómo estás? – preguntó en cuanto me vió sentada en el sillón.

–Bien, ¿Cómo van esas conquistas, tigre?

Sí, Luka era todo un rompecorazones.

–Tan bien como siempre, ya sabes, nadie puede resistirse a mi.

–Si claro.

– ¡Hey! – Jack lo saludó con esos abrazos de hombres y Dorian le extendió la mano.

–Él es Dorian. Dorian él es Luka.

Ambos se saludaron con la mano y una sonrisa.

Como era de esperarse se pusieron a jugar a las cartas. ¡Odio jugar a las cartas! Tomé mi teléfono y me puse a revisar las redes sociales. Este fin de semana lo había pasado apartada de mi celular. En la barra de búsqueda coloque Dorian Williams. Hacía mucho que no lo stalkeaba en Instagram, solo lo hacía en Facebook o Twitter. Leí su biografía;

La vida es tan impredecible que, podrías estar enfrente del amor de tu vida dejándolo de lado por diversiones espontaneas.

Soy un humano, perdono, pero no olvido.

Soltero.

Eso último me había gustado. No era de poner fotos de él, ponía frases y carteles en contra del maltrato animal.

–Shelley, ¿Qué es lo que haces tan concentrada?

–No te importa Luka, sigue jugando a las cartas. –respondí sin apartar la mirada del teléfono.

–Oh, ¿Hablas con tu novio?

–Yo no tengo novio. –lo miré alzando una ceja.

–Eso no es lo que me han dicho.

El calor se alojó en mis mejillas.

– ¡Cierra la boca!

Las horas se pasaron muy rápido. No tardaría en anochecer y teníamos que volver a casa.

Cuando llegué, mamá me esperaba con la cena lista. Siempre cenábamos temprano, debido a su trabajo, pero yo siempre me quedaba hasta la madrugada y bajaba a prepararme un sándwich si tenía hambre.

–Hola madre. –dejé mi bolso sobre el sofá y me senté a comer.

–Hola Shelly ¿Qué tal les fue?

–No te imaginas lo bien que la pasé. –sonreí.

Mientras comíamos hablamos sobre cosas triviales, su trabajo, mis amigos, su trabajo, la escuela, su trabajo y su trabajo. Cuando ella se fue a dormir no me olvidé de recordarle que pidiera un aumento.


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