C A T O R C E

La siguiente semana fue lenta y oscura.

"Tiene Traumatismo Craneoencefálico, se lesiono el hipocampo. Le hemos diagnosticado Amnesia Retrograda, creemos que solo será temporal, pero lo sabremos cuando despierte. Tengan en cuenta que él mismo debe recuperarse, siempre les decimos a los familiares que es como un niño que tiene que armar un pluzze, deben ayudarlo, pero permitir que logre construirlo solo. Será difícil, pero es por su bien."

Las palabras del médico resonaban en mi cabeza, sin darme un respiro para terminar de entender lo que ocurría.

– ¿Te vas a comer eso?

Miré a Jack, el griterío de la cafetería me estaba haciendo doler la cabeza.

–Adelante, comételo.

Con respecto al accidente, ocurrió cuando estaba yendo a buscarme, al principio me sentí un poco culpable, pero Bob me tranquilizó. Fue envestido por una camioneta que se saltó el semáforo en rojo. Su jeep había quedado destrozado, pero lo mandarían a reparación.

Lo visitábamos al salir del instituto. Ver a Helen en esa situación me partía el alma. La pobre tenía crisis nerviosas, y no es para menos. Contrariamente a lo que pasó con Ben, sabíamos que Dorian despertaría, solo había que esperar el momento.

– ¿Eso tampoco lo vas a comer?

Miré mi panquecito de chocolate.

–¡Ni se te ocurra poner una mano en mi panquecito!

–Vamos, tú tienes dinero, Isabella me sacó la mesada durante un mes.

–Si vas a llegar borracho, por lo menos trata de no chocarte todo y no romper la urna con cenizas de tu abuela, eso es algo que digo siempre. –ironizó Maggie sonriendo.

–Eso no fue lo que los despertó. El problema fue la aspiradora, hizo un ruido infernal cuando la encendí.

– ¡¿Quisiste aspirar las cenizas de tu abuela?! –pregunté horrorizada.

Hizo un gesto restándole importancia.

–Ya está muerta. –lo miré mal. – ¿Qué? Solo es polvo.

–¿Y qué pasó con las cenizas?

–Las juntaron nuevamente, Maggie. A mí me da escalofríos.

– ¿Es que no tienes corazón? –rodé los ojos.

–No, Shelly, lo que tengo es miedo.

–¿Miedo de que? ¿De qué se te aparezca el fantasma de tu abuela y te mate por haber tirado sus cenizas?

Me reí.

–No quiero hablar del tema.

Caminábamos hasta la pizzería Rooley. Al salir del instituto visitamos a Dorian y fuimos a mi casa en busca de comida, pero lo único que encontramos fue Nutella, y pan viejo.

Elegimos una mesa que estaba contra la ventana, me gustaba ver la ciudad toda iluminada.

–Hola, chicos ¿Qué van a pedir?

Una pizza, duh.

Jack pareció leer mi gesto y se rió, para luego pedir.

–Una pizza de anchoas, y tres sodas.

–Enseguida se los traigo. –nos sonrió y pasó a tomar la orden en la mesa siguiente.

–Eres mala, Shelly. –susurró Jack.

–Lo sé, no lo puedo evitar.

– ¿No te da un poco de miedo que Dorian no te recuerde? –preguntó Maggie, dejando su celular sobre la mesa.

–Con que despierte ya me basta.

–Pero sería horrible si no recuerda que salen.

–He esperado mucho tiempo para que me proponga salir, –jugueteé con un mini-salero. –un poco más no me hará daño, lo volveré a intentar, será como empezar de cero.

–Me gusta esa forma de pensar. Eres una pequeña guerrera.

–Y tú eres un gran idiota. Parecido, ¿no?

–Creo que yo me vería genial en un traje de guerrero, seria sexy.

–Gracias uniforme, ahora no podré sacar esa imagen de mi cabeza. –gruño Maggie, frunciendo el ceño.

Sonrió de lado.

–Soy irresistible.

–Claro, como no. –pareció mirar algo detrás de mí y tener una idea. - ¿Ves a esa chica de allí? –señaló discretamente a una joven morena que estaba sentada dos mesas más adelante. – Quiero que nos demuestres tus habilidades.

Asintió seguro y se levantó al mismo tiempo que nos traían el pedido, y nosotras empezábamos a comer, dispuestas mirar el espectáculo.

Lo vimos decirle unas palabras, supongo que le preguntó si podía sentarse, ella asintió. No sé qué le dijo, pero la estaba haciendo reír, hasta que un tipo se acercó a la mesa y apoyó su mano en el hombro de la chica, su voz era gruesa, la escuchamos claramente.

– ¿Algún problema?

Jack se paró rápidamente.

–Eso imaginé, ahora, desaparece de mi vista, mocoso, no quiero volver a verte cerca de mi hija.

Volvió cabizbajo y empezó a comer en silencio.

–Guau, que impresionante.

–Cállate, Margaret, cállate.

– ¿Cómo está Isabella? La última vez nos dijiste que quería hablar de algo importante. –pregunté.

–Sí, ya sabes como es, quería hablarnos del futuro y sobre las últimas semanas que nos quedan juntos, que a decir verdad es muy poco tiempo.

–Creí que faltaba más. – admitió Maggie retocando su labial.

–Yo me adelanté, y ya preparé mi pase de acceso a la universidad. San Francisco promete mucho, o al menos eso creo.

–Será aburrido no tenerte. No tendré a quien pelear.

–Ni quien haga cosas estúpidas por diversión. –añadí.

– ¿Ya saben que es lo que hará Dorian?

La gran pregunta.

Jack negó con la cabeza, me tocaba responder a mí.

–La última vez que hablamos de eso, Toronto era lo más probable.

Sentí un nudo en mi garganta.

– ¿Te irías con él? –guardó su labial.

–Lo dudo. Incluso, me han dado una beca en Nueva York y me negué, sé que es algo único, pero no es lo que quiero.

–Lo bueno es que seguiremos juntas.

–Lamento interrumpir su charla tan emotiva, pero quiero ir a casa, tengo sueño.

Bostezó y se tiró encima de la mesa, una camarera lo miró mal y lanzó un bufido de desaprobación.

Pedimos la cuenta y nos fuimos. Jack tomó un camino diferente y nosotras aprovechamos para continuar nuestra charla. Parecía que todo iba viento en popa. 

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