Capítulo 9
Capítulo 9
Yuri
Actualidad, Rusia
Se iba a disculpar con Mila. No porque la pesada de Sara lo dijera, ni porque estaba harto de que JJ preguntara que había ocurrido cada dos minutos. Tampoco porque Otabek lo había pedido.
Lo haría porque quería a Mila y porque ella se lo merecía.
La esperó a la puerta de sus clases, y cuando ella finalmente salió, se llevó las manos a la boca y fingió sorpresa cuando vio a Yuri apoyado en una pared, encapuchado.
— ¡Pero miren que tenemos aquí! Es nada más y nada menos que un Yuri salvaje, presten mucha atención a sus movimientos, ya que no es fácil encontrarse con esta esquiva criatura.
— ¿Podemos hablar? — Intervino Yuri durante su sarcástico monólogo.
— ¿Nada de bruja o vieja zorra o esposa de Satanás? — Preguntó con una ceja alzada.
— No esta vez.
— Entonces no me interesa hablar contigo.
— Anda, Baba Yaga (1). No me lo hagas más difícil — Pidió, mientras elevaba el tono de voz. Mila sonrió victoriosa.
— Tomemos un café y comamos pan de miel. E invito yo.
* * * *
Yuri y Mila se encontraban en una bonita cafetería digna de turistas. A Mila parecía no importarle los flashes de los celulares ni tampoco la explosión de idiomas extranjeros que sonaban en el ambiente. A Yuri sí.
Pero el pan de miel era tan bueno que todo aquello quedaba opacado. Tenía que llevar a Otabek a ese lugar.
Se abofeteó mentalmente, ya que se estaba comportando como un niño de 13 años enamorado.
— Espero que estés aquí para disculparte que tuve que enterarme por JJ ¡JJ! Que ahora eras amigo del nuevo. Dicen que estuvo preso en Praga hace unos años.
— Se llama Otabek. Y claro que no estuvo preso, ¡Ni siquiera tiene edad suficiente para haber estado preso "hace unos años"! Tampoco conoce Praga, ¿De dónde sacaste tantas mierdas?
— ¡De eso mismo hablo! Al parecer es tu nuevo mejor amigo y no solo me desplazas si no que ya no me traes ni los chismes. Estoy sumamente ofendida — Dijo cruzándose de brazos. Yuri le sacó la lengua.
— Jódete, eso es tu propio karma por ser amiga de la bruja de Sara Crispino. Esa loca de mierda me emboscó el otro día — Tras decirlo, vio como Mila se ruborizaba. Una nube de pensamientos nada agradables se formó en su mente, pero la empujó hasta el fondo. No era el momento.
— Ah sí, ella me dijo. Bueno, me disculpo por eso. Estaba un poco molesta de que no me hablaras y cometí el error de comentárselo.
— Jamás dejé de hablarte.
— Pero no me hablas de lo importante.
Yuri la miró y ella le devolvió la mirada. Casi parecía un concurso para ver quien soportaba más. Al final ganó Mila, porque siempre ganaba Mila para el pesar de Yuri.
— Vas a decir que estoy loco.
— Prometo no hacerlo. O al menos no tanto.
— Te lo advierto, mujer demonio ¡Y te callas hasta que termine!
Mila hizo como que cerraba sus labios con una cremallera. Yuri inspiró y soltó el aire. Puso sus manos sobre la mesa, para que éstas dejaran de temblar. Su café se enfrío.
Y habló, sin peros ni intervalos, sobre Yuuri Katsuki.
* * * *
Al final, su mejor amiga no lo había llamado loco. Ni psicópata ni obsesivo. Simplemente lo miró con curiosidad, con los ojos azules brillándole.
Y luego le recomendó un psicólogo. Hasta que Yuri dejó de insultarla en ruso, inglés e incluso español (Yuri estaba volviéndose un haz del español), no había entendido la recomendación realmente. Mila le decía que un psicólogo lo ayudaría a entender sus sueños, el porqué, y si eran provocados por algún asunto no resuelto en su vida.
Se negó rotundamente, aludiendo que él no estaba loco a diferencia de muchas personas. Mila ya se veía cansada, e iba por el cuarto pan de miel.
— Pues vamos a una vidente — Propuso. Yuri golpeó la mesa con la cuchara, tan amenazador como un chihuahua.
— ¡La que necesita psicólogos entonces eres tú! Si dejaras de leer el horóscopo tanto, quizás serías más normal.
— Típico de piscis — Se burló, haciendo enojar a su amigo—. Son tan tercos a veces.
— Te voy a coser la...
— Yuri, no tienes nada que perder. La pagaré incluso yo si tanto te molesta.
— No me importa el dinero.
— ¿Y entonces?
— ¡No iré a que me mientan en la cara!
— Será divertido. Es más, pagaré para tomar una sesión contigo.
Se puso a farfullar algo que sonaba como a un "como me hagas perder el tiempo, vieja bruja..." a oídos de Mila. Ella quedó encantada. Pagaron sus cosas y partieron a la casa de la clarividente Agrafena. Yuri tenía que darle crédito por no usar algún nombre ridículo como Madame Luna o Baba Roga.
— No puedo creer que me arrastres a estas cosas. Casi prefiero ser mejor amigo de Leroy.
— ¿Ya ves? Casi ¡Vamos adentro! No hay clientes a la vista — Dijo alegre. Yuri rodó los ojos.
— Me preguntó porqué.
La casa sí que parecía sacada de algún cuento gitano. Estaba lleno de chucherías bohemias, justo como el cuarto de Mila. Luces de colores, colgantes y un montón de amuletos contra quién sabe qué.
Agrafena no usaba turbantes ni uñas exageradamente largas ni túnicas ni brillos. Se vestía como una señora cincuentona de clase media baja normal. Pero sí tenía una mirada enigmática.
— ¡Buenas tardes, señora Agrafena! Me llamo Mila y este es mi amigo Yuri — Saludó enérgicamente la pelirroja. Yuri se tragó las palabrotas.
— Bienvenidos, jóvenes. Las cartas me habían dicho de que tendría un caso muy interesante que atender hoy.
Yuri rechinó los dientes. Era una vieja embustera cualquiera, haciéndote creer que eras especial. Los ojos de Mila brillaban con curiosidad.
— Venid a mi mesa con buena voluntad, que los espíritus de nuestra dimensión compartirán su sabiduría con buena fe — Recitó, alzando las manos.
— Ay, por favor — Masculló Yuri. Al ver los rostros de las mujeres, se mordió la lengua.
— Yuri Plisetsky, si tan no creyente eres no hubieses atravesado la puerta de entrada, así que baja esa falsa armadura y siéntate — Ordenó. Yuri abrió los ojos como platos.
— ¿Cómo sabes mí...?
— ¡Yo primero! — Chilló Mila con emoción tomando asiento. Agrafena se dedicaba a mezclar un mazo de cartas muy viejas y gastadas. Tras observar a Mila por un rato, la vieja habló.
— Para ti chica, haremos la tirada de abanico. Once cartas sobre once aspectos de tu vida.
La tarotista hizo que Mila cortara el mazo con su mano izquierda, y luego las dispuso sobre la mesa en tres hileras, tal como el nombre de la tirada lo decía, en forma de abanico.
Mila se tomó su buen tiempo. Pasaba la mano, despacio y con ojos cerrados, sobre cada carta hasta que finalmente decidía que esa era la elegida. Al cabo de unos 15 insoportables minutos, o eso pensó Yuri, Mila ya tuvo sus once cartas.
La Justicia, El Mago, la Emperatriz, la Templanza, el Cinco de Espadas, el Sol, la Sota de Bastos, el Ocho de Bastos, el Rey de Copas, El Juicio, la Sota de Espadas y el Ocho de Oros. Muchas de ellas estaban al revés. Mila no parecía estar desilusionada, puesto que a simple vista ninguna de sus cartas parecía indicar un suceso nefasto.
— Bueno, Mila, tienes una interesante colección. En tu pináculo tienes al Mago, lo que habla sobre tu energía básica. Pero éste está invertido, lo que quizás no te deja en una muy buena posición...
Agrafena habló por un buen rato. Toda la diversión se había drenado del rostro de su amiga y ahora miraba a la bruja con consternación.
Yuri sería mentiroso si dijera que no le había picado la curiosidad. Al menos quería saber cómo funcionaban aquellas estafas milenarias.
Cuando le hablaron algo sobre el perdón para conseguir la armonía que en su vida faltaba, Mila dio un brinco en su lugar, asustando a Yuri ¿Acaso esa vieja había dado en el clavo? Seguro había sido por pura suerte. De todas formas se preguntó a quien no estaba perdonando ¿A él? Mila no parecía guardarle rencores, o no se habría encargado de arrastrarlo hasta allí ¿A alguien de su familia? ¿Una pareja?
Al final cuando acabó con su amiga, la vidente tuvo que llamar a Yuri varias veces para sacarlo de ensimismamiento.
— Que sepa que me parece un intento de bruja — Masculló. La vieja solo le sonrió de lado.
— Para ti prefiero hacer una tirada especial, Yuri Plisetsky. Haremos la copa de vino.
— ¿Y eso?
— Porque estás vacío por dentro. Y buscas respuestas a problemas específicos. Al menos me ahorras el trabajo sabiendo que es lo que te acongoja.
Tragó saliva, pero al instante se puso firme. No se dejaría asustar por ella.
— Haz tu pregunta, Yuri Plisetsky.
Eso estaba difícil. Mejor no preguntaba nada y luego asentía a todo lo que ella le decía pero ¿Y si se daba cuenta? ¡Claro que no se daría cuenta! Si era una vieja embustera.
Pero... no perdía nada con intentar.
Debía reformular bien, para que no se prestase a confusiones. Borró de su mente todo, excepto las palabras que quería saber.
Quiero saber que ocultan mis sueños.
La mujer asintió, como si hubiese estado leyendo su mente. Todo el vello que le cubría el cuerpo se le erizó. Ya no se sentía con tantas ganas de ser altanero.
Para elegir sus cartas, que ahora estaban dispuestas de la misma forma que las de Mila, Yuri utilizó su método. Pasó la mano intentando sentir algo, una quemazón o llamada. No sintió nada. Pero tampoco era consciente de porqué elegía las cartas que elegía; su mano trabajaba independiente de su cerebro.
La vidente empezó a acomodarlas para formar la silueta de una copa, como ella había mencionado. Cuando las siete cartas estuvieron listas, empezó a voltearlas.
El Caballero de Bastos en la cúspide. Para él no significaba realmente nada.
— Los Bastos otorgan curiosos aspectos sobre nosotros mismos. El caballero, principalmente trata sobre un joven fuerte y energético, pero atrevido ¿Te suena de algo?
— Sí, me suena a como me comporté desde que llegué aquí. Curioso es que usted ya sabía eso ¿No? — Retrucó. Agrafena chasqueó la lengua y volteó la siguiente carta: La Torre.
— Ah, una de mis favoritas. Has estado sufriendo cambios en tu vida, cambios que no estabas buscando. Pero es solo el principio.
— Ya.
— Pero mira la carta que sigue, la Estrella — Dijo. Cuando Yuri la vio tembló, recordando el sueño bajo las estrellas de Katsuki—. Una pequeña estrella ha caído en tu vida. Y esta carta junto a la Torre solo puede significar que una persona está haciendo estragos en tu vida, pero para bien.
— ¿Puede hablarme de alguna mierda no genérica? — Espetó furioso.
— Las cartas no dirán nada que no sea real, Yuri. Está en ti que sepas que hacer con ellas ¿Debo continuar?
— Sí — Dijo, dando vuelta la carta que tenía más cerca.
Los enamorados.
Oh, mierda.
— No es lo que estás pensando. Esta carta no significa que te salió porque tienes pareja o te gusta alguien en tu vida. Esta carta es un balance. Es tu carta a futuro. El balance está al alcance de tu mano, pero te da miedo. Esta carta habla de los sueños que tenemos y como los equilibramos para que hacer que todo funcione en nuestra vida.
Santo Dios, se dijo. Cálmate, está buscando que piques.
Pero no pudo calmarse, porque la siguiente carta rompió sus estructuras:
La Muerte.
— ¿Así es como usted conquista a sus clientes, eh?
— No hay cartas nefastas, niño, solo clientes nefastos. La muerte es general. Algo debe morir en tu vida para que puedas renacer como el ave fénix. Puede ser tanto literal o no. Eso dependerá de tu precio para renacer.
Intentó no pensar en el abuelo. Ni en su madre. Tenía que dejar de actuar como si alguna de esas cartas significara algo serio.
Después de todo, aquellas cartas no hablaban sobre lo que significaban sus sueños, lo que había preguntado inicialmente.
La mujer ya había dado vuelta las dos últimas cartas.
El Diablo y la Rueda de la Fortuna, invertida.
Agrafena irguió su espalda y carraspeó.
— Tienes un destino que te has impuesto solo, Yuri. Intenta no arrastrar a las personas que amas en él. Porque no será un proceso rápido, y probablemente dolerá. Así lo has decidido tú.
Yuri finalmente se hartó, y pegó un manotazo a todo lo que había en la mesa, haciendo volar decenas de cartas. Agrafena no se inmutó, puesto que seguramente tenía muchos clientes con aquellos arranques.
El chico se fue pitando, sin decir ni una palabra y rechinando los dientes. Oyó a Mila disculparse a lo lejos y entregarle unos cuantos rublos a Agrafena, quien le agradecía por la interesante visita.
Su amiga lo persiguió con dificultad unas cuantas calles, hasta que decidió quitarse los tacones y pegarle un tacle.
— Eres un jodido subnormal ¿Lo sabes? No se te caerá el cabello por ser educado.
— Claro, ella nos roba y yo soy el maleducado — Espetó, quitándose a Mila de encima.
— Si no te gusta lo que has escuchado...
— Eran puras mierdas, Mila. No me gusta que me mientan en la cara. Te lo he dicho ya.
Se quedaron callados. Yuri no sabía por qué Mila no habló más, pero sí sabía por qué no habló él.
Su cerebro lo había estado maquinando hacía unos minutos, pero solo ahora cobraba sentido.
Agrafena lo había llamado Yuri Plisetsky varias veces, excepto hacia el final ¿Podría ser...?
Era una locura. Pero su vida estaba llena de locuras últimamente. Y mientras ambos chicos se alejaban de la casa de la vidente, Yuri se preguntó si las cartas en realidad no estaban dedicadas al otro Yuuri.
* * * *
Yuuri
1941, Corea
El conductor lo había dejado cerca de donde Chris lo había recogido. Yuuri ya casi ni recordaba ese suceso, parecía que habían transcurrido siglos desde eso. De repente recordó a Minami y que pronto sabría de lo que había sido de él.
Por favor, suplicó, que no esté muerto.
Caminó sin rumbo hasta que llegó a la ciudad. La misión de reconocimiento seguía en pie, y más ahora que un Jotohei había desaparecido hacía varios días. Se acercó al primer soldado japonés que se le cruzó. El chico se cayó sobre sus nalgas al verlo.
— ¡Katsuki-san! ¡No sabes lo que te han buscado! — Dijo apresurado— El Cabo Mayor se volverá loco ¡¿Dónde has estado?!
— Con los rebeldes, más que nada — Respondió Yuuri, calmado, pero con una gota de sudor helado recorriéndole la espalda.
— Ay, por Izanami (2) — Masculló el Ittohei—. Anda, te llevo a la base, hemos tenido que cambiar de ubicación por si dabas información o por si querías volver y te seguían.
— Vaya — Dijo Yuuri poniéndose triste de repente.
Claro que la cambiarían ¿Acaso les importaría que un tonto como él estuviera perdido? Solamente si eso significaba que traería información importante. Y también estaba el hecho de que su vida era menos importante que dar la ubicación de la base.
Debía enfocarse.
Cuando llegaron a la base, el Cabo Daisuke prácticamente hizo que lo arrastraran a su despacho. Yuuri quería huir como gallina a los brazos de Viktor.
Viktor, tan hermoso y luminoso. Viktor, que brillaba más que todas las estrellas.
— Jotohei Katsuki — Habló el Cabo. Yuuri estaba sentado, mientras su superior lo miraba desde arriba—. Dice el Ittohei Tsukuda que estuviste con los rebeldes.
— Solo el primer día. Me noquearon por unas horas e intentaron llevarme, pero me escapé antes de llegar a su guarida.
— Entonces, ¿No sabes dónde está la base? ¿No lo has seguido?
— No, señor.
El Cabo lo escrutó con la mirada, como si así pudiera sacarle lo que escondía su alma. El corazón de Yuuri le martilleaba contra las costillas, pero aparte de eso, nada revelaba su mentira.
— ¿Y cómo es que estás en tan buena forma?
— Porque les robé provisiones. Y también cacé algunos animales cerca del límite con el bosque. No estaba muy seguro por dónde volver, o si es que todavía estaban cerca. Yo estaba desarmado.
— Es extraño, ¿Sabes? Cuando Kenjirou-san llegó gritando como loco sobre que te habían llevado, imagina la sorpresa cuando no había ni rastro de los rebeldes. Y eso que tardamos unas horas en ir.
— ¿Minami ha regresado? — Preguntó con ilusión.
— Sí, Katsuki-san. Ha estado fastidiando con hacer misiones de rescate.
No podía creerlo. Se sentía tan emocionado, que mentirle al Cabo Mayor se sentía como una nimiedad. Cuando terminó de interrogarlo (Por el momento, por supuesto), corrió a buscar al joven soldado. Lo encontró dándole órdenes a unos chicos mayores sobre como tenían que hacer un conejo.
El chico lloró y quiso tirarse a sus brazos, pero se aguantó a medio camino.
— ¡Sabía que estabas vivo! ¡Lamento haberte dejado! ¡Te debería haber cargado!
— Minami-kun, no hace falta hacer tanto escándalo. Me alegro de ver que estás vivo, no pude dejar de pensar en ti todos estos días — Le dijo. A Minami se le iluminaron los ojos.
— ¿De verdad?
— En serio. Oye... ¿Sabes que andan diciendo los otros sobre mí?
— Pues que te escapaste para tener sexo alocado con tu novia.
Yuuri se ruborizó, lo que hizo reír a Minami.
— Otros dicen que estuviste pasándole información a los rebeldes y que trabajas para ellos.
— ¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que piensas tú?
— Yo pensaré en lo que sea que Yuuri-kun me diga que ocurrió.
— Muy bien, Minami. Te contaré toda la historia.
Y así fue. Esa noche, escondidos y a la luz de la luna, Yuuri le habló sobre campamentos de refugiados, la lucha de los soldados chinos y los civiles coreanos, voluntarios europeos y un hermoso soviético con una sonrisa que podía detener la guerra.
* * * *
Glosario:
1- Baba Yaga: Famosa bruja anciana de la mitología eslava.
2- Izanami: Diosa de la vida y la muerte en la mitología japonesa.
* * * *
Espero disfruten de este capítulo. Y les traigo una pequeña propuesta.
Para el capítulo 11 se revelará algo muy importante y que quizás nadie se imagina (No, no es que Yuri y Otabek descubren de los sueños del otro), les propongo que tiren pistas y si alguien consigue adivinar el tema general, pondré capítulo doble cuando suba el 11. Es decir, pondré el 11 y el 12 :) espero se prendan y tiren muchas ideas.
¡Saludos!
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