Luz Al Final Del Túnel

 10/enero/2008
Derek 16 años

—Derek... pareces un tonto cargando eso. —se burla Danny, mientras me mira divertido en lugar de ayudarme.

Cierra la boca, Danny. —bufo, mientras trato de no dejar volar los globos con una mano y sostener un ramo de rosas y una caja de chocolates con la otra.

Solo espero que de verdad le guste este detalle, ya que tuve que limpiar el ático y el sótano para que papá me pagara y así poder comprar todo esto.

Llegamos al lugar en el que esperamos el autobús del Instituto y nos sentamos en las bancas. Mis ojos viajan por todos los alrededores, deseando verla, esperando a que su hermosa cabellera roja, o sus ojos verdes, lleguen a mi campo de visión.

—Pareces un niño ansioso por ver algún espectáculo. —se burla Danny nuevamente, pongo los ojos en blanco y luego lo fulmino con la mirada.

—Cierra la bo... —no termino de hablar cuando veo una camioneta negra estacionarse frente a nosotros.

Es una Maybach 57, sin duda, uno de los autos más caros del mundo. Lo sé porque mi padre es mecánico automotriz y sabe mucho de autos.

Entorno los ojos al ver la puerta abrirse, un chico pelirrojo baja del auto y avanza hacia la puerta trasera para abrirla como todo un caballero.

Mis cejas se alzan al cielo y mi mandíbula cae al ver quién es la persona que sale del auto, es Hanna. Ella abraza al chico pelirrojo y le da un beso en la mejilla; debe ser su hermano, tienen mucho parecido.

El chico se sube a su auto, más caro que mi vida, y se marcha. Hanna se voltea y sonríe al verme... bueno, al vernos, ya que ahora es amiga de Danny también y él la saluda con un gesto de mano, luciendo igual de sorprendido que yo.

No lo comprendo, si su hermano usa un auto tan caro, eso debe significar que... Hanna viene de una familia adinerada. Ahora sí, me siento muy nervioso.

Ella avanza dando pequeños saltitos mientras camina hacia nosotros, su pelo suelto ondea con el viento y su hermosa sonrisa no puede faltar.

—Hola, chicos. —saluda tímidamente mientras juega con el borde de su vestido floreado.

Danny me codea para que reaccione, debo tener una cara de idiota en este momento, ya que él sonríe con burla. Me aclaro la garganta y me pongo de pie, no creo que no haya visto los detalles que traigo, ya que son muy escandalosos. Avanzo hacia ella con una sonrisa nerviosa en mis labios, solo espero que todo salga bien; y que no huya.

—Hola, Hanna. —digo, nervioso, sin dejar de sonreír.

Ella sonríe igual, y luego observa extrañada las cosas que tengo en mis manos. Suspiro profundo y me arrodillo. Sí, arrodillado como si le estuviera pidiendo matrimonio.

—Hanna, desde hace ya una eternidad que quería preguntarte esto, desde hace seis meses y cinco días que te conozco, para ser exactos.

Ella frunce ligeramente el ceño y suelta una risita por lo último que dije. Eso me anima a seguir.

—¿Quieres ser mi novia?

Amplía los ojos con evidente sorpresa y su mandíbula cae.

Continúo arrodillado y ella me observa directamente a los ojos. Sus ojos esmeraldas me observan de una manera que nunca antes había visto. Y de pronto, en sus labios presionados en una línea recta, se dibuja una curva que se va extendiendo hasta convertirse en una hermosa sonrisa.

21/06/2017
02:34 AM.

Intento girarme en la cama para quedar de costado y dormir más cómodamente, pero no lo consigo; y es ahí cuando siento un peso extra sobre mí pecho. Rápidamente recuerdo de quien se trata, muevo mi mano y la coloco sobre su brazo con la intención de removerla un poco. Pero, amplío los ojos de manera exagerada en el momento en el que la palma de mi mano toca su piel... ¡Es lava! No, rayos, hablo enserio, está ardiendo. Pongo mi mano en su frente y sí, tiene fiebre, y muy alta.

—Hanna... Hanna, despierta —digo agitándola y ella suelta un jadeo como respuesta. —. Estas ardiendo, hay que llevarte al hospital. —digo con preocupación mientras me incorporo, obligándola a apartarse de sobre mí.

Me pongo de pie y avanzo rápidamente hacia el baño para ver si tengo algo para bajar la fiebre, creo que tendré que llamar a una ambulancia ya que mi auto no se encuentra aquí.

—Derek... tranquilo... estoy bien. —dice entrecortado las palabras.

Me giro en su dirección y la observo con el ceño fruncido, ¿Cómo dice que está bien? ¡Está ardiendo!

—No quiero ir al hospital, estoy bien. —repite nuevamente.

—Veré si tengo acetaminofén para que puedas tomar. —le digo mientras busco en el botiquín de primeros auxilios, encuentro el frasco de pastillas y vuelvo lo más rápido que puedo para entregárselo junto a un vaso con agua.

—¿Así te pones cuando se enferma alguno de los niños? —pregunta graciosa mientras toma dos pastillas.

—Créeme, me pongo peor. —respondo y ella suelta una media risa al igual que yo.

Vaya, hace unas horas quería ahorcarle y ahora bromeo con ella. Cosas de la vida.

—¿Qué hora es? —pregunta, curiosa, recostándose en la cama nuevamente.

—Son las 2:47AM. —digo viendo mi reloj de mano.

Sonríe con debilidad y me observa desde la cama.

—Feliz aniversario. —susurra viéndome a los ojos.

Frunzo el ceño, todo estaba yendo bien, ¿por qué tenía que arruinarlo?

—Nos casamos un 21 de junio ¿recuerdas?

Me cruzo de brazos y un bufido se escapa de mis labios antes de que pueda detenerlo.

—¿Qué tiene de feliz? —cuestiono, arqueando una ceja.

—Pues, el que tengamos tres hermosos hijos —responde, volteando en la cama para quedar de costado. —. Sé que me odias, Derek, no te culpo, hasta yo me odio... no te pido que las cosas sean como antes, solo te pido que me des una oportunidad y me permitas acercarme a ti y a los niños, solo eso. —suplica, con sus ojos puestos en mí.

Me obligo a verla a los ojos, su mirada... su mirada es igual a esa que tenía ese día, el día que le pedí que fuera mi novia. Lo recuerdo como si fuera ayer.

—Te amo, Derek. —sus palabras me sacan de mi ensimismamiento.

Mi corazón late a toda prisa y mi respiración se atora en mi pecho. No sé cómo actuar ante esto, no estoy preparado para dejarlo todo atrás, para volver a sentir algo por ella. Sin embargo, mi necio corazón no me pide permiso y, a pesar de todo lo malo que ha hecho... aún la ama.

—Los niños vuelven más tarde. Podrás verlos. —las palabras salen de mis labios como si no fuera yo quién las dijera, como si fuera un robot.

La verdad de todo, es que la amo, y aunque mi mente quisiera hacerme despreciarla, mi corazón me recuerda que la amo, que ella lo era todo para mí, que yo la obligue a alejarse ya que sabía a qué tipo de vida estaba acostumbrada; la vida que nunca pude darle. Y aún ahora, como contador público y agente de ventas, tampoco podré dársela. Pero ella está aquí, y me pide una oportunidad; quiero dársela, aunque mi mente se niegue por temor a otra decepción.

—Gracias, Derek. —susurra, agotada, antes de recostarse boca arriba de nuevo.

Avanzo hacia la cama y me recuesto a su lado nuevamente, ella no lo piensa dos veces y se recuesta sobre mí, yo la envuelvo en mis brazos, aún está caliente. Pero creo que se le pasará prontopronto.

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