27. Un paso más cerca, pero, ¿de qué?
Harry Styles - Matilda (0:32 - 1:07)
Es cinco de julio y es la peor fecha del año.
Han pasado exactamente seis años desde que mi padre falleció y, de alguna manera, eso fue el detonante que me terminó de romper. Caí en una terrible espiral de la cual aún no puedo salir.
Te diré si te amaba la próxima vez que te vea —me dijo—. Y ese jodido momento jamás llegó.
Sin respuestas a la forma en que me trató, sin saber si alguna vez realmente me amó, aunque sea un poco. Sin un perdón o un simple lo siento.
El cinco de Julio es el peor día del año y no puedo ser exactamente funcional este día, así que pido permiso en el trabajo para ausentarme, por supuesto, no digo la razón de mi ausencia.
—Amado padre y gran político —leo el reportaje en el periódico.
El papel se siente áspero en mis dedos y en la mesa descansa la foto que tenía de los dos en mi habitación de la infancia. En mi otra mano está su amado reloj y un poco de whisky en su vaso.
Por supuesto, me mencionan como su hija adoptiva. ¡Qué el mundo no se olvide que soy adoptada! No, eso sería terrible.
Hay una foto de sus otros hijos, los hijos que si fueron amados. Los hijos que él quería. No se parecen a mi padre al menos no en lo físico, no tengo idea si en el carácter porque no los he tratado. Me odian. No es una novedad, estoy acostumbrada a ser odiada por cualquier "familiar".
—No puedo creer que ya hayan pasado seis años.
Quería y planeaba quedarme en la cama todo el día y no hacer nada, pero si lo hacía mi mente no estaría tranquila, llevándome hacia lugares que estoy tratando de evitar visitar. Lo único que conseguiría si me quedaba en la cama es hundirme en mi propio dolor y miseria, o algo más que me recuerde todo lo que viví con mi padre.
Fue su idea adoptarme, así que, en mi mente, es su culpa todo lo que me tocó vivir cuando me sacó del orfanato y me dio su apellido. Pero este día, también me recuerda que, de alguna manera, me quedé sola. Su muerte me hizo sentir que lo perdía todo y, de alguna manera, así fue. Mi padre murió y todos se sintieron con el derecho de atacarme: la familia de él y la familia de mi madre. Se lanzaron como buitres hacia mí.
Y mi padre no fue el mejor, por el contrario, fue un padre terrible, pero yo le quería y lo extraño. Me dolió perderlo.
—... Extendemos nuestro sincero apoyo y comprensión en este día a su hija mayor, Leone Allen, quien es considerada por todos, como la hija favorita de George Allen, y tal vez también sea ella su sucesora en la política.
Hubo un momento, antes de la muerte de mi padre, dónde yo era algo más que esto... Ahora solo soy un espacio vacío y me duele.
Cierro el periódico y termino de beber el whisky para lavar el vaso y guardar todo en la caja donde pertenecen y regresarla al armario.
—Ojalá también pudiera poner mis sentimientos en una caja y seguir.
Mientras preparo el desayuno, escucho a Emrys moverse de manera silenciosa por la sala. Lo miro por encima de mi hombro y veo que se detiene frente al piano antes de sentarse y abrir la tapa, pero no toca.
Hace eso cada ciertos días.
No hemos hablado mucho después de su exposición de arte, entre mi trabajo y el suyo, apenas y hemos cruzado un saludo. Lo cual me parece una buena manera de mantener las cosas en orden de mi lado.
—¿No vas a ir al trabajo el día de hoy? —pregunta en voz baja y en ese tono seco que tiene cuando aún no ha tomado café.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que no noté que se acercado a la cocina para servirse su primera taza de café del día.
En serio no entiendo su amor por el café.
—No, hoy no.
Me gusta ausentarme hacia algún lugar lejano que esté tranquilo y alejado de todos. No contesto llamadas o mensajes.
Y antes que pueda reconsiderar o detenerme a pensar mejor, le pregunto:
—¿Vas a hacer algo hoy?
Por regla general, el día de hoy —considerado por mi como el peor día del año—, me gusta me que dejen sola, pero no quiero ir exactamente sola al lugar que tengo en mente porque no confío de todo en mí misma y mucho menos en mi estabilidad mental para no hacer algo estúpido; como saltar del puente.
Podría pedirle a Thalía que me acompañe, pero no quiero preocuparla o que me mire de aquella manera que me molesta; entre la lastima y la tristeza.
—Iba a estar en mi estudio. ¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?
Me sirvo el desayuno en un plato y lo acomodo en la isla de la cocina, antes de acomodarme de forma casual en uno de los banquillos para empezar a desayunar.
—¿Quieres ir a la playa?
Emrys se inclina hacia adelante y apoya los codos en la isla de la cocina.
—No a esta playa, si no la queda al otro lado del Golden Gate.
No lo miro mientras hablo y me dedico a comer mi desayuno, pero puedo sentir su mirada fija en mí.
—Yo puedo conducir —finalizo.
Muerdo mi labio inferior con anticipación por la ansiedad.
Levanto mi rostro y me encuentro con la mirada de Emrys. Me mira con curiosidad.
—Bien, vamos. Déjame tomar mi cuaderno de dibujo, el lugar tiene una excelente vista y suele ser una gran fuente de inspiración.
Asiento con la cabeza y termino de desayunar.
No es casualidad que hoy haya decidido vestirme completamente de negro, desde mis pantalones hasta el jersey, sin importar que sea verano.
Emrys no hace ningún comentario al respecto.
Él está hablando con Lauren cuando salgo a la sala y eso hace pensar en la conversación que escuché entre ella y su esposo la noche de la exposición de arte.
—No está funcionando con nosotros, simplemente deberíamos separarnos —le dice Lauren casi de forma casual a su esposo.
No puedo ver la expresión de él, desde donde estoy, pero observo la forma en que sus dedos sujetan con un poco más de fuerza la copa de champagne.
—¿Y me dices eso justamente aquí? ¿En la exposición de arte de tu hermano? Excelente elección de escenario, amor. El toque justo de drama.
—Alex...
—No. No vamos a hacer esto aquí. ¿quieres que esto termine? Bien, pero lo hablaremos en casa. No aquí.
Y luego continuaron con la exposición de arte como si nada hubiera pasado, como si ella no le hubiera prácticamente pedido el divorcio frente a una pintura llamada "Catarsis".
—¿Estás lista?
Asiento con la cabeza y recojo mi bolso.
Cómo es usual en nosotros, vamos en silencio, solo disfrutando de la música de Hozier que suena en el auto.
Cualquier otro día, agradecería el silencio, pero mientras me dirijo a aquel lugar y con demasiadas cosas en mi cabeza el silencio no es bueno.
—Hoy es el aniversario de la muerte de mi padre.
—Lo se. Lo leí en el periódico.
Miro de reojo en su dirección, Emrys está mirando por la ventana, con esa expresión de aburrimiento que suele tener casi todo el tiempo.
—¿Y no pensabas decirme nada?
—No veo porque lo haría. No somos nada y no pareces fanática de hablar de temas personales, y esto es algo demasiado personal. Tampoco me gustaría que las cosas se lleguen a confundir entre nosotros.
—Mantén ese pensamiento, Emrys. Te salvará de muchas decepciones que yo te pueda causar.
En otro momento, diría algo como: si no te importo, ¿por qué estás aquí conmigo cuando odias ir a la playa en esta época? Hincaría hasta obtener la respuesta que quiero, pero hoy no. Este día ya es de por si demasiado pesado para tener una discusión, sea cual sea.
—Mi madre sufría de trastorno límite de la personalidad, estaba en tratamiento y tenía sus mecanismos para lidiar con aquello, pero a veces había cosas que se salían de sus manos y antes de eso, había pequeños indicios que nos decían que ella no estaba lidiando bien con lo que sea que le pasaba. Así que debía ser muy observador, especialmente cuando ella estaba muy estresada con algo de la galería. Pasaba mucho tiempo con mi madre, de ella heredé mi amor por el arte y pintar.
» La galería de arte la heredé de ella, Sage heredó la galería de New York, pero la vendió, lo sé porque yo la compré. Desconozco sus razones, pero asumo que tal vez, Sage es como nuestra madre, un espíritu libre. A mí madre le gustaba viajar y pintar sobre sus viajes. La mayoría de cuadros que hay en mi casa, son de ella.
Hay una clara nostalgia en su voz mientras habla de su madre, pero también hay cariño y anhelo.
Debe ser duro para él y no me imagino como aprendió a lidiar con la perdida y el dolor, como no siente que todo se desmorona y regresa a él cada vez que está pintando algo.
—Fue duro perderlos, a ella, sobre todo, no tenía una buena relación con mi padre. Es por ello que estoy creando esta nueva fundación en su honor.
Guarda silencio por un largo momento y cuando vuelve a hablar, su tono es el mismo de siempre; monótono y seco.
—Nunca se vuelve más fácil, Leone. Perder a alguien duele y seguirá doliendo, pero aprendemos a vivir con ese dolor, con la ausencia y seguimos adelante, incluso sí hay días donde lo único que queremos es que todo se detenga y el dolor desaparezca.
Pero si el dolor desaparece, todo lo demás también.
A veces siento que, si dejo ir el dolor, es como si dejara ir todo lo que he pasado. Todo ese dolor para nada. ¿Cómo puedo simplemente dejar ir todo el sufrimiento que he vivido? ¿Cómo sería eso justo? No es que vivir de esta manera sea mejor, pero sin este dolor, solo flotaré en el vacío.
—Perder a mi padre me recordó que uno siempre pierde a quienes ama. Que todos a quienes amo se van.
—¿Por eso dejaste a Garrett?
Asiento con la cabeza.
—Sí.
No volvemos a hablar del tema y agradezco el silencio que nos envuelve.
El clima no está demasiado caluroso para ser verano, pero el sol parece muy brillante, el mar está demasiado ruidoso y algo de arena se mete por mis ojos. Emrys no menciona nada de eso mientras nos detenemos a contemplar el lugar.
Emrys está frente a mí, estudiando el lugar y moviendo su muñeca en el aire como si estuviera trazando algún tipo de patrón que solo él puede mirar. Sus ojos azules están fijos en un punto del puente y arruga la nariz ante una idea que parece descartar.
Sonrío al verlo y me detengo a observarlo. De alguna manera, es relajante ver la forma en que se concentra y se pierde en su mundo.
—Puedo sentir tu mirada en mí.
Mi sonrisa se hace aún más amplia ante el tono de fastidio en su voz.
—Lo sé.
—¿No tienes nada más que mirar?
Me encojo de hombros.
—Sí, pero no es tan divertido como molestarte a ti.
No le digo exactamente porque decidí venir aquí, que en este lugar fue donde pasé mi cumpleaños número cinco y fue la primera vez que reí de verdad, pero, me pregunto si él lo sabe. A veces es bueno sabiendo cosas sobre mi sin que yo tenga la necesidad de decirlas.
—¿Te importaría si caminamos un poco?
Asiente con la cabeza y empezamos a caminar a paso lento, el mar y la arena enmarcando el momento con el sonido de las olas como banda sonora.
Quizás caminamos demasiado cerca porque nuestras manos se rozan un par de veces y noto, con bastante interés, que Emrys no se aleja. Me pregunto si es por qué sabe que este día es difícil para mí o porque no quiere alejarse. Tal vez mi cercanía le hace cosquillas en la piel de la misma manera que su cercanía provoca en mi propia piel.
Tal vez...
Terminamos en la cima de un acantilado, él se detiene mirando hacia el mar con una mirada que solo he visto en mi propio rostro algunas veces cuando me veo en el espejo. Es la mirada de la soledad que tuve después de la muerte de mi padre, mientras me preguntaba si había hecho algo malo para merecer eso o si todo era solo una pesadilla.
—¿Emrys? Gracias por estar aquí. No hubiera querido estar aquí con nadie más.
Porque nadie más entendería por lo que estoy pasando. Intentarían entenderlo, darme un consuelo que no estoy pidiendo, ya que solo quiero sentir este dolor por la muerte de mi padre. Solo este día. Pero para otros sería difícil de entender.
—No hay nada que agradecer.
De hecho, lo hay, no hay necesidad de decir lo contrario, pero no digo aquello en voz alta.
—Nunca he compartido nada de esto con nadie —murmuro—. Solo tú.
Él se gira para mirarme, da un paso cerca de mí y se inclina, toma mi rostro entre sus manos y me mira fijamente.
—Es tan difícil estar cerca de ti. No sé si correr, si quedarme. Dudo entre creerte o... Leone, no me mientas. No me engañes o enredes en tus juegos. Solo dime lo que quieres. Sin mentiras o juegos. ¿Puedes hacer eso?
Muerdo mi labio inferior y asiento con la cabeza.
—Sí, yo puedo.
Nos sostenemos la mirada por un par de segundos más antes que él suelte mi rostro y dejé un beso en mi frente antes de alejarse.
Después de ese día en la playa puedo sentir que Emrys empieza a "encariñarse". Algo que me aterroriza y emociona a partes iguales. Mi primer pensamiento es que seguiré teniendo la atención que quería y que podría Incluso tener su amor. A ese pensamiento le sigue una ardiendo curiosidad por descubrir más sobre este hombre que me ha enfurecido y encantado desde el día en que nos conocimos.
Es un tipo extraño de subidón, uno que nunca había sentido antes y decido darme el lujo de disfrutarlo mientras escucho a Emrys compartir en voz baja partes de sí mismo. Asimilo sus anécdotas y peculiaridades, y de repente, mientras me habla del accidente que tuvo, me resulta tan dolorosamente humano que casi me siento culpable por mentirle.
—Te entiendo.
Estiro mi mano y tomo la suya.
—Lo sé, mascota. ¿Por qué crees que hablo contigo? Se que me entiendes. De la misma manera que yo te entiendo a ti.
—Te das cuenta que tú mamá tenía razón al quererme como tu esposa. Yo realmente puedo entenderte.
Sonríe.
—Si, no le digamos eso o jamás nos dejará olvidarlo.
No me doy cuenta de cuando ocurre el cambio de mi hacia él. Tal vez fue ese día en la playa, la forma en que se quedó ahí conmigo en silencio hasta que pasaron las doce de la noche y el cinco de julio terminó. O cuando al llegar a casa sabía exactamente la clase de castigo que necesitaba.
Podría haber sido cualquiera de los infinitos momentos dispersos a lo largo de estos casi cinco meses de convivir juntos porque he visto a Emrys por sí mismo, lo que hace que la idea de jugar con él pase de inducir un jubiló malicioso a algo simplemente dañino.
—Tierra a Leo, tierra a Leo. ¿Estás ahí?
Thalía mueve su mano frente a mí para llamar mi atención y parpadeo varias veces para regresar al presente y alejar mi mente de Emrys y todos los cambios que ha habido entre nosotros.
Mi amiga termina de acomodar el velo en mi cabeza y me sonríe.
—Eres la novia más hermosa que he visto.
De hecho, me veo muy hermosa.
Es una pena que nada de esto sea real o por las razones correctas.
—¿Estás así por qué tú mamá no pudo venir contigo?
Niego con la cabeza.
Incluso aunque no es real, pensé que mi madre querría compartir esto conmigo, pero no, dijo que no podía porque con la fusión a solo semanas, está muy ocupada.
Será solo media hora como máximo —le supliqué—. Por favor, mamá.
Leo, ya dije que no puedo —fue su respuesta final.
—No, es eso.
—Entonces, ¿qué es?
—Me siento un poco abrumada —le digo—, por todo esto.
Por eso detesto las emociones, ellas lo complican todo porque las cosas estaban bien hasta que empecé a tener estos sentimientos, sean cuales sean, por Emrys.
No sé qué son, porque no son iguales a los que tenía por Garrett, lo cual es entendible, mi relación con ambos es muy diferente y ambos hermanos son totalmente opuestos. Pero tampoco lo veo como un amigo o conocido. No sé en qué categoría ponerlo y eso me frustra.
—Cariño mío, querida amiga de mi vida, no tienes que hacer nada de esto. Lo sabes. ¿Verdad, Leo? No eres responsable por las malas decisiones que tomó Joseph y lo que eso provocó, y entiendo que quieras ayudar a tu mamá, pero no a costa de tu felicidad.
—Pero ella ha hecho tanto por mí, ¿no debería hacer también algo por ella?
Thalía pone sus manos en mis hombros y me hace mirarla.
—El amor no funciona de esa manera. Cuando amas a alguien, no haces cosas esperando recibir algo a cambio, lo haces porque quieres y no es responsabilidad del otro responder o devolver aquello. O dime algo, ¿ayudas a Lana esperando que ella haga lo mismo por ti? No, lo haces aun sabiendo que ella no lo hará y eso es porque la amas y te preocupas por ella. Es por eso que vienes cuando te necesito y escuchas mis problemas amorosos.
Asiento con la cabeza.
—Y no importa que suceda, Leo, no estás sola. Me tienes a mí y a Owen. Somos tu familia.
Asiento con la cabeza y trago el nudo en mi garganta.
Me doy una última mirada y observo por si hay algo que cambiar o arreglar, pero no, todo está justo como pedí.
—¡Oh, dioses te ves tan bonita!
La voz de Miranda me hace girar la cabeza y la veo con una mano sobre su boca y lágrimas en sus ojos, a su lado, Lauren parece que quiere vomitar al ver la reacción de su prima.
—Lauren, ¿verdad que se ve bonita?
—Sí.
Al menos dijo sí.
—Gala iba a venir, pero prefirió ir a ver a su nuevo interés amoroso —me dice Miranda.
—Y Miranda prefirió venir a acosar a tu amiga.
Sonrío al ver la expresión de Miranda y el no tan sutil golpe que le da a Lauren.
—No, vine porque quería llevarte a ver el lugar y hablar un poco sobre la decoración del mismo. Ya tengo todo listo y quiero tu aprobación. Solo faltan diez días para la boda y a mí no me gusta dejar nada para última hora.
Finaliza su frase con un ligero guiño en dirección a Thalía.
Les digo que me den un momento y me voy a quitar el vestido.
Miranda dirige el camino hacia el hotel donde se llevará a cabo todo lo referente a la boda. Ella nos enseña el salón donde se llevará a cabo la ceremonia civil y la terraza donde se realizará la fiesta para, según ella, aprovechar el hermoso clima de verano que tenemos.
—¿Está todo bien o hay algo que te gustaría cambiar?
Le dedico una sonrisa.
—Todo está perfecto.
Excepto que no es real y por un momento demasiado largo, el que esto sea real es lo único que quiero.
«Nota de Leone: ¿Recuerdas cuando solías decirme que era una caja fuerte de emociones? Bueno, tú encontraste la combinación y ahora estás pretendiendo que nunca pasó».
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