25. Seguir como si todo estuviera bien.

Adele - Love In The Dark (0:53 - 1:45)

—Hice algo egoísta —le digo Jackson cuando ocupo mi lugar habitual frente a la barra—. Muy egoísta.

Son más de las cinco de la mañana y a esta hora no hay casi nadie en el bar, solo unos jóvenes borrachos en una esquina y dos hombres que ríen y hablan muy fuerte.

Jackson coloca el trapo de franela con el que estaba limpiando la barra sobre su hombro y mira alrededor suyo.

—¿Perdón? ¿Estás hablando conmigo? Leone, sabes que no soy sacerdote o psicólogo. ¿Verdad?

—Lo que eres es un idiota.

Se ríe y pregunta si quiero un Negroni y dudo antes de responder que no, porque no confío en que pueda beber solo uno.

—¿Qué hiciste?

—Tuve sexo con Emrys.

Jackson finge estar sorprendido.

—¿Tuviste sexo con tu prometido que es totalmente tu tipo? Vaya, no lo esperaba. Eso es una información tan inesperada.

—Se serio —lo regaño—. Lo hice por razones puramente egoístas.

Después de ver y saber que él hizo aquella exposición de arte sobre mí, me puse a pensar en todas las otras cosas que ha hecho. En como escucha y retiene la información que le doy, incluso aunque parezca ser algo insignificante. Por ejemplo, cuando le dije que me gusta el número siete, compró este anillo que vale setecientos mil dólares. Como ese, hay varios ejemplos, y quiero seguir teniendo aquello.

Quiero esa atención y para eso, utilizaré el sexo como un medio para un fin, ya lo he hecho antes. Es fácil.

—¿Y cuál es el problema?

—Él es diferente.

Jackson levanta una ceja y se inclina un poco hacia mí, al parecer, intrigado por lo que acabo de decir.

Niego con la cabeza.

—No, no me gusta o algo como eso, y no, yo tampoco le gusto, a veces creo que ni siquiera le agrado. No confía en mí y para alguien como Emrys, la confianza lo es todo. El sexo no será suficiente para hacer que él haga lo que quiero, para que me de lo que espero.

Dar para conseguir algo, ese ha sido el lema de mi vida. Jamás he tenido algo sin tener que ofrecer algo primero, y, usualmente siempre solía dar más de lo que iba a recibir. Hasta que crecí y aprendí como los hombres podían hacer lo que quisiera si el sexo estaba sobre la mesa.

Pero eso no funciona con Emrys, es una pena, incluso funcionó con su hermano.

—Y eso lo hace más atractivo para ti ahora que has decido que él, es justamente lo que quieres. ¿Verdad? Ahora se volvió un reto personal. Tiene algo que quieres y no puedes tener. Mi amiga, la fanática de lo prohibido.

—Él no está prohibido.

Señalo el anillo de compromiso en mi dedo.

—Pero tampoco es tuyo.

—Lo será.

Será mío. ¿Qué tan difícil puede ser? Le mentiré lo suficientemente bien, para que él piense que estoy siendo honesta. Lo envolveré en mis mentiras y dejaré que sus atenciones sigan llegando.

Después de todo, él es Icaro y yo soy el Sol, quien se podría terminar quemando es él y no yo.

—¿Por qué decidiste ahora que lo quieres?

Me encojo de hombros.

—Me gustó la sensación en mi pecho cuando vi la exposición dedicada a mí. Me gusta que venga por mi si llamo. Que me dé un auto que vale tres millones de dólares solo porque quiero.

A Garrett lo quería a mi lado porque me daba el amor que no había tenido, y a Emrys lo quiero porque me da la atención que jamás recibí.

Dioses estoy demasiado jodida.

Voy por la vida tomando lo que otros tienen que ofrecer y no doy nada más que mentiras y promesas huecas a cambio. Me excuso diciendo que no es justo que yo de algo cuando jamás he tenido nada. Así que solo recibo y sigo pidiendo más, viendo hasta cuándo y cuánto pueden soportar, y, al notar que están llegando a su posible límite, me voy antes de que ellos se vayan.

—Sabes que no hay forma de que esto termine bien. De hecho, estoy seguro que esto terminará muy mal.

Asiento con la cabeza.

—Lo sé, pero tengo un acuerdo con el padre de Emrys y solo debo llegar al año de matrimonio. Una vez que el año termine, me iré lejos. No pienso mirar atrás.

Por eso quiero esos dos millones de dólares, para que me ayuden en mi nuevo comienzo. Necesito volver a empezar muy lejos de aquí, dónde nadie me conozca, dejar mis máscaras y disfraces atrás y simplemente ser Leone.

Quiero y merezco empezar de nuevo.

—¿Y vas a estar bien?

Tarareo de forma afirmativa.

—Sí.

—Sabes que no necesitas nada de lo que él te pueda ofrecer. Si tienes que esforzarte tanto, no lo vale. Debería dártelo solo por, ya sabes, tenerte ahí. Por ser tú. Lo mereces y, sobre todo, lo vales.

Sonrío.

—Vaya, te estás poniendo sentimental. Pero gracias y lo sé. Créeme que lo sé.

—Y aun así lo quieres tener.

Me encojo de hombros.

Las personas deberían dejar de intentar querer entenderme, ni siquiera yo me entiendo.

—Gracias por escucharme, Jackson.

—Para eso están los amigos, pero espero que no tomes esto como terapia y en serio estés asistiendo con un profesional.

—Si voy a terapia. Voy todas las semanas, aún no me doy de alta.

Lo cual es un logro, usualmente me se dar de alta yo misma después de máximo cuatro secciones.

Está vez realmente estoy haciendo un esfuerzo.

Me despido de Jackson y conduzco despacio hasta la casa de Emrys. Cuando llego son más de las siete de la mañana.

—Pensé que no te vería hasta la noche, pero al parecer no tendré esa suerte.

—A mi también me da gusto verte, querido prometido.

Tomo la nota con mi nombre que dice que me ha preparado el desayuno y la pego en su frente, ganándome una mirada molesta de su parte.

—Me debes un tatuaje con la constelación de mi nombre.

El sonido de mi teléfono interrumpe lo que sea que él iba a decir y me disculpo antes de alejarme para atender la llamada de Lana. Dónde me pregunta si podemos desayunar.

Sonrío ante la petición de mi hermana y acepto, ella me deja elegir el lugar y me dirijo hacia ahí.

—Gracias por el desayuno, pero iré a desayunar con mi hermana.

—No te apures en regresar.

Pongo los ojos en blanco y me despido de forma dramática con mi mano.

Si alguien me pregunta, voy a fingir que tomé esta ruta del parque por pura casualidad, que la mujer que me dijo el futuro y algo sobre que yo sería la perdición de alguien no tuvo nada que ver.

—¿Vienes para que te lea de nuevo la mano?

La mujer baraja unas cartas con figuras extrañas. Las golpea contra la mesa y repite la acción.

—O vienes por algo de suerte. La necesitas.

—¿Le dice eso a todos?

Se ríe y deja las cartas a un lado, inclinándose hacia el costado y buscando algo en una bolsa marrón.

Saca lo que parece ser una moneda de cobre. Aunque es más grande que una moneda normal y con símbolos que no reconozco.

—Dos caras de una misma moneda —me dice—. Él es tu destino y tú eres su perdición y condena. Pero eso ya lo sabes.

—¿Qué acaba de decirme?

Pone la extraña moneda en la palma de mi mano.

—Que tú y él son dos caras de la misma moneda.

Niego con la cabeza.

Todo esto solo son patrañas.

—¿Por qué estás aquí? Si viniste, es porque una parte de ti, tiene curiosidad. ¿Verdad? Bien, dime, ¿sobre qué? ¿Tú felicidad o la de él?

—Me dijo que había lágrimas en mi futuro. ¿A qué se refería?

Su rostro cambia y hay una expresión casi de pena.

—¿No te han dicho que las mentiras no son buenas en especial las que nos decimos a nosotros mismos?

—¿Qué?

—Mi pobre niña, has creado un hermoso castillo a base de mentiras que se está tambaleando y como veo, tienes dos opciones: aprendes a sanar y te das cuenta que no mereces ese dolor, ni nada de lo que te ha sucedido, o vuelves a caer en los mismos comportamientos autodestructivos de antes y lo pierdes para siempre.

Doy unos pasos hacia atrás.

No es real —me repito—. Todo lo que dicen son mentiras.

—Cuida la moneda y recuerda mis palabras. Tienes la opción de avanzar o hundirte en el abismo. ¿Qué vas a elegir?

"Nota de Leone: Dije muchas mentiras y me llené de excusas extrañas para seguir manteniéndote a mi lado. No quería perderte o la atención que me estabas dando, pero ¿las cosas que te hice? Tú nunca me las harías y eso es lo que más me duele. ¿Por qué te mentí sobre eso? ¿Por qué lo seguí haciendo? E incluso si me dijeras que podrías llegar a perdonarme, no sé si alguna vez podría pedirte perdón o merecerlo".

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