24. Yo soy el sol y tú eres Ícaro.
Hozier - Unknown / Nth (2:52 - 3:30)
Desde que tengo memoria, las emociones y sentimientos han sido un tema complejo para mí. ¿La razón? Suelo no saber exactamente lo que siento o como expresar dicho sentimiento de manera correcta. Voy de un extremo al otro.
Con ese pensamiento, me levanto de la cama y camino decidida hacia su habitación, toco la puerta con fuerza y espero. Sé que él está despierto y también sé que Emrys es consciente de que, si no abre, buscaré la forma de entrar.
—No es justo —es lo primero que sale de mis labios cuando él abre la puerta y veo que, al igual que yo, él tampoco ha podido dormir y encuentro consuelo en aquello—. Tú sabes tantas cosas de mí y no me dices nada sobre ti. ¡No sé nada!
—Sabes más que la mayoría.
Me burlo.
—Eso no es suficiente. Lo sabes. Necesito que me digas algo, que me dejes ver algo de ti, como yo te he dejado ver de mí. No es justo que sea la única aquí que muestra sus cartas.
—Nada de lo que me has mostrado ha sido porque querías y sigues ocultándome cosas. Me sigues mintiendo, manipulando las cartas a tu antojo. De una cosa que me muestras, hay otras siete que me ocultas.
Paso una mano por mi cabello y respiro hondo para intentar mantener algo de control en toda esta situación.
Retrocedo hasta chocar contra la pared del pasillo y dejo caer mi cabeza hacia atrás.
—Pero me has visto. Me ves y eso es muy frustrante para mí porque yo no puedo verte. Veo de ti lo mismo que todos los demás, mientras que tú has visto algo que nadie más. Estoy en desventaja aquí, Emrys.
—No estamos en guerra.
—Eso es una mierda, sabes cuál es mi punto.
¿Por qué quiero que me deje ver algo que nadie más ha visto de él? ¿Por qué no rehúyo a su toque?
—Nadie quiere realmente verme, Leone. Déjalo así —espeta y retrocede dentro de la habitación, pero no cierra la puerta, la deja abierta y lo tomo como una señal para seguirlo—. Mi mundo, lo que soy, estoy seguro de que no te interesa. Es solo un capricho para ti. Una necesidad de tener el control y que pronto desaparecerá.
Puede ser. No es del todo una idea descabellada.
Ahora entiendo porque entro en su espacio, porque dejo que ahora, él invada el mío y no rehúyo a su toque y, por el contrario, quiero más.
Emrys me dio más que migajas, me dio algo que no tenía y que nadie más me había dado. Me puso en el centro de la atención y me dejó ahí brillando. Me vio, a mí, no a la que finjo ser, a mí. Sin máscaras y armaduras, solo yo. Solo Leone y fue suficiente para él, tanto así que decidió pintarme y no solo eso, hizo toda una exposición de arte sobre mí. Me puso en el centro y me miró de una manera que nadie más ha hecho.
Ese es el problema con haber crecido con migajas y ahora sufrir de desnutrición emocional, que uno se vuelve adicta a gestos como esos, y es lo que me ha pasado a mí. Quiero que él me siga dando esa atención, que siga haciendo esas cosas por mí y por eso quiero saber más sobre él, por eso lo dejo tocarme y quiero tocarlo.
Quiero esa atención y haré lo que sea para seguir teniéndola, de la misma manera que llené a Garrett de promesas vacías para seguir teniendo y deleitándome con el amor que me daba.
Los viejos hábitos nunca mueren del todo —me burlo en mi mente—. Cinco años después y sigo teniendo los mismos hábitos egoístas y retorcidos.
—Quiero —le digo y doy un paso hacia él—. Por eso estoy aquí, porque realmente quiero.
Quiero que él siga yendo por mi si llamo, que se dirija hacia mí con la ternura con la que se dirige a su familia. Quiero que siga pintando cuadros sobre mí y quiero que me quiera, porque no hay muchas personas a las cuales a él le importen y eso vuelve, la idea de convertirme en una de esas personas, algo tan fascinante y atrayente.
¿Si pudo amar a Betty porque no podría amarme a mí?
Si él me quiere, seguirá protegiéndome contra Joseph, mirando que solo haya números pares en mi plato de comida o que pueda realizar aquellos hábitos extraños que no quiero compartir con nadie más.
No quiero solo migajas de Emrys, porque ya me dio todo un banquete y una vez que lo probé, no hay vuelta atrás. No puedo regresar. Seguiré adelante hasta que todo esto tenga que terminar y después me iré y no miraré atrás. Recordando por un tiempo como es sentirse la musa de Emrys Walker.
—No sabes lo que estás pidiendo, Leone.
Lo estudio por largos segundos. Analizando e intentado ver las grietas en la armadura, porque todas tienen pequeñas fallas, algunas son más pequeñas que otras, pero están ahí y Emrys no es la excepción. Obviamente también las tiene.
Necesito ver sus grietas para poder tirar de las costuras de su disfraz.
—¿Hay cosas que no me quieres contar? ¿O te preocupan las consecuencias de contar aquello? Porque soy yo, ¿cómo podría juzgarte?
Debo encontrar sus puntos débiles para usarlos a mi favor y dejarme entrar.
Porque sí, soy así de egoísta, buscando llenar a toda costa las carencias que tuve desde que fui adoptada, tratando de demostrar que puedo tener lo que me negaron y cuando lo tengo, no sé qué hacer con ello y me alejo.
Y entonces cuando lo pierdo, lo quiero de nuevo.
—No puedo, Leone. Buenas noches.
No puedo evitar odiarlo un poco por negarme algo que quiero, por mostrarme algo que puedo tener y después quitármelo. Hacerme difícil alcanzar el banquete y seguir con migajas.
—Hablas de que no confías en mí y toda esa mierda, pero, ¿sabes qué? Eres tú en quien no se puede confiar porque a diferencia de ti, yo no oculto quien soy. Sabes cómo soy, pero yo, no tengo idea de quién eres.
Siembro las semillas de duda, esperando que florezcan pronto. La manipulación es uno de mis fuertes, especialmente si aquellos están igual de jodidos que yo.
Camino hacia la puerta y salgo directo a mi habitación.
No pasan más de cinco minutos hasta que él toca la puerta y le digo que entre, me siento en el filo de la cama y observo en silencio, esperando a que diga algo.
—Sabes que perdí a mis padres en un accidente, ¿verdad? Bueno, dicho accidente dejó algunas cicatrices en mí.
Se sienta junto a mi lado en la cama y espero.
—¿Físicas o psicológicas?
—Ambas.
Sus dedos van hacia su camisa gris y duda por unos segundos antes de levantarla y dejarme ver las cicatrices.
Me levanto y me paro frente a él, en medio de sus piernas y observo las cicatrices que se entrecruzan por todo su pecho, formando un patrón intrincado. Todos son viejas y la mayoría están algo descoloridos. Algunos son rosados y otros de un tono rojizo, como si nunca se hubieran curado de manera correcta.
—¿Puedo? —pregunto y levanto mi mano hacia él.
Emrys asiente y dejo que un dedo roce su hombro hasta bajar para trazar las cicatrices en su piel.
—Soy un lienzo de cicatrices y cientos de miles de imperfecciones, Leone. No necesitas ser consciente de todas ellas, sin importar que ahora ya estés viendo la mayoría.
Entiendo lo que Emrys está sintiendo ahora: vergüenza. Lo sé porque yo he pasado toda mi vida ocultando mis propias cicatrices, ya que cada vez que alguien las veía, se alejaba de mi o, peor aún, se compadecían de mi dolor. Las cicatrices siempre me han hecho sentir como si fuera menos que los demás.
Pero él no aparta mi mano y deja que mis dedos vaguen sobre su piel.
—No me importan. Lo sabes. ¿Verdad? Cómo podría si yo también estoy llena de ellas. Solo que, a diferencia de ti, las mías están debajo de mi piel.
Huesos rotos y heridas en el alma
—No me importa nada de esto. Solo me importas tú —susurro contra sus labios antes de besarlo—. Solo tú.
"Nota de Emrys: Cada palabra tuya es una grieta en mi armadura emocional, dejándola vulnerable a tus ataques mientras me arrastras hacia el abismo con tus dulces mentiras y caigo ciego en la oscuridad de tu engaño".
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