21. Viví de migajas y no sé qué hacer con un banquete.

Tom Odell - Another Love (3:13 — 3:37)

Con todo lo que ha pasado en mi vida, no es de extrañar que yo haya terminado aquí, en la sala de espera para mí consulta semanal con mi terapeuta.

—¿Leone Allen? ¿Eres tú?

Mierda.

Cierro los ojos con fuerza y suelto una maldición interna. Una de las razones por las que escogí este horario es para justamente esto, evitar a personas que podrían conocerme.

—No sé si me recuerdas, soy Lennox...

—Reagan —completo por ella—, si te recuerdo.

Black and Company, dónde trabajo ha manejado varios asuntos de Reagan Corp, la compañía de la familia de Lennox y yo trabajé en uno de esos casos.

—No esperaba encontrarte por aquí.

Se ríe y mueve la cabeza.

—Soy una Reagan, por supuesto que necesito terapia. Estoy aquí por mi ansiedad y depresión. Lo cual, dado que conoces a mi familia, no es una sorpresa.

—Ansiedad, depresión y estrés post traumático —comento, aunque ella no preguntó.

Pasa una mano por su cabello rubio y tararea en señal de comprensión.

—¿Problemas de mamá o papá? En mi caso, fueron provocados por una madre abusiva y un padre presente, pero ausente en todos los sentidos.

Así como es de conocimiento público que soy adoptada, también es de conocimiento que Lennox y el resto de sus hermanos fueron concebidos mientras el padre de ellos estaba casado. Eso no es lo peor, cada hijo es de una madre diferente.

—Ambos —respondo—. Problemas con la familia de mis padres. El duelo y los abusos de mi papá. Ya sabes, lo normal.

La veo bajar el libro que estaba leyendo y colocarlo sobre su regazo, la portada llama mi atención y veo que es de Julia Sullivan, una escritora nueva que Lana me recomendó leer.

Anoto mentalmente el título de aquel libro para revisarlo después.

—Sí, lo entiendo. ¿Eres nueva aquí? Lo digo porque no te había visto antes.

—Sí, pero no sé si siga viniendo, no siento que esto esté funcionando. Es decir, hago lo que me dice y aun así no veo cambios.

No llevo viniendo mucho tiempo, pero, ¿no debería ver ya un avance? ¿Un alto a todo este dolor?

—Bueno, es difícil ver los cambios cuando sientes que mereces todo lo malo que te sucede, cuando aceptas las malas acciones hacia ti porque dices que tal vez hiciste algo que lo provocó. Es difícil ver los cambios cuando no estás realmente intentado cambiar. Vienes aquí, no porque querías venir, sino porque sientes que es lo que debes hacer, entonces sí, es difícil que algo llegue realmente a cambiar hasta que uno misma no quiera que en verdad cambie.

—¿Qué? Ni siquiera me conoces y...

—Estaba hablando de mi —me explica—. Lo que dije es sobre mí, pero, si te sentiste identificada debe ser por algo. La cuestión es que entiendo tu punto. Mejor de lo que crees. No estoy precisamente aquí por qué quiero, es porque necesito ser funcional y no quebrarme ante el mundo.

Muerdo mi labio inferior y observo a Lennox, quien parece como si tuviera todo en orden, ningún cabello fuera de lugar, ninguna arruga en su traje de tres piezas. Un disfraz para enfrentar el mundo.

Es como yo —me digo—. Un reflejo de quién soy.

¿Así es como me veo? Parece que el mundo no me puede doblegar, pero si miras de cerca, se pueden ver las grietas en la armadura que se ha empezado a oxidar.

—¿Y qué me queda si dejo ir todo esto? Terminaría flotando en la nada. Vacía. ¿Sería eso mejor que esto?

Lennox se encoge de hombros ante mi pregunta.

—Ese también es mi temor —responde—. Tal vez por eso nos da tanto miedo tomarnos la terapia en serio, porque esto es todo lo que conocemos y nos asusta lo demás. Es un poco triste, ¿sabes? Querer seguir en este infierno solo porque nos aterra lo que sucederá si se apagan las llamas.

—¿Por qué me resulta fácil hablar de esto contigo?

Me sucede igual con Emrys.

—Fácil, compartimos los mismos traumas. ¿Quién mejor que alguien que vive el mismo infierno para entenderte? Es más sencillo hablar con alguien que ha pasado lo mismo que tú. Qué sabe que no debe juzgar un dolor que no está sintiendo y apresurarte a una sanación para la que no estás lista.

De hecho, eso tiene mucho sentido.

Casi sonrío de alivio porque no encontraba una explicación que me convenciera ante la forma y facilidad con la que puedo hablar con Emrys —en los momentos donde no quiero matarlo—, estaba volviéndome loca tratando de entender el porqué. Pero si, lo que dice Lennox tiene sentido.

No es que me agrade Emrys, lo que me gusta es sentirme comprendida.

Somos dos caras de la misma moneda —me recuerdo.

—Me acabas de quitar un peso de encima, Lennox. Necesitaba escuchar y saber eso.

—Me alegra haberte ayudado.

La asistente dice su nombre y que la están esperando y Lennox se levanta del asiento junto al mío.

—Espero que no dejes la terapia, Leone. Al menos no sin darle una verdadera oportunidad.

—¿Eso es lo que estás haciendo?

Se encoge de hombros.

—Es lo que me queda por hacer si quiero empezar a vivir y no solo sobrevivir como he venido haciendo.

Me dedica una sonrisa y se aleja hacia un pasillo para entrar a su consulta, y tan solo unos pocos minutos después, me llaman a mí.

Suelto un gran suspiro y me dirijo a pasar una hora con mi terapeuta hablando de problemas y reconociendo que los tengo. ¿Acaso piensa que no lo sabía?

Al salir del consultorio me dirijo hacia la tienda de vestidos de novia donde tengo una cita para elegir mi vestido, al llegar ahí, Owen ya me está esperando.

—¿Por qué tienes esa expresión? Si no querías acompañarme a esto pudiste decir que no, Owen. No te estaba obligando.

Él pone sus manos en mis hombros y yo intento apartarlo, pero niega con la cabeza y hago una mueca ante en contacto y espero que diga lo que sea que vaya a decir.

—Gala está loca. ¡Loca!

Aparto sus manos y pongo los ojos en blanco.

—Leo, hablo en serio. ¿Sabes que sucedió? Ese día que me pidió que la lleve me preguntó si podríamos ir por una copa, que ella conocía un lugar. El lugar no estaba mal, hablamos de temas extraños. Es divertida, se lo concedo y dijo que ella invitaba, ¿sabes lo que vi cuando abrió su bolso para sacar su billetera? Una navaja y me dijo que forma casual que también tenía veneno en su bolso, pero que este tranquilo porque no lo usó conmigo.

No puedo evitar soltar una risa ante su expresión, pero él me dice que esto es serio.

Abre la puerta del lugar para mí y hacemos una pausa para dirigirme hacia la recepcionista para que me lleve hasta el área que reservé. Una asesora habla conmigo y me pide opciones que yo entrego en una carpeta y le digo que estoy abierta a opciones similares.

Me acomodo en un sofá azul y tomo la copa de champagne que me ofrecen. Una vez solos, Owen continúa con su historia.

—La llevé hasta su casa y me invitó a entrar...

—¿Te acostaste con ella? ¡Owen! ¿En qué estabas pensando? Sabes qué, no me digas. Ya me puedo hacer una idea.

Doy un largo sorbo a la bebida para intentar alejar ese pensamiento.

Desagradable.

—Sí, pero ese no es el punto. Cuando terminamos me dijo, eso fue bueno, ahora vete. No lo tomé como algo personal y simplemente recogí mis cosas y me vestí para irme, pero al salir, veo que en su sala hay una pared llena de cuchillos y ella apareció detrás de mí y susurró en mi oído, son los cuchillos que utilicé para matar a mis ex amantes y ahora tengo uno con tu nombre. ¡Y después me dijo buenas noches y cerró la puerta de su casa en mi cara!

—Dejando la broma a un lado y el que nuestra familia es psicológicamente abusiva. ¡¿Qué demonios pasa con los Walker Evans?! Por un lado, tenemos a Emrys que está jodido a nivel... Bueno yo. Así que ya te puedes hacer una idea de cómo es. Por el otro lado tenemos a Miranda que es algo acosadora y le gusta Thalía y Gala es una psicópata. Lauren es Lauren, no hay necesidad de decir más.

—¿Y Garrett?

Lo pienso un poco antes de responder.

—El ex que te dice que ya te superó, pero descubres que está tratando de saborear tu nueva relación.

—Si mi ex tuviera una relación con mi hermano yo también intentaría sabotearla.

Golpeo su brazo.

—Cállate, tú eres hijo único, además, ¿de qué lado estás?

—Con esa mano pesada que tienes, por supuesto que de tu lado.

La asesora regresa en ese momento con algunos vestidos y me paro para ir hasta el probador. Cierro la cortina y ella me dice que me va ayudar, pero yo le digo que no es necesario, duda, pero me mantengo firme.

Tomo el primer vestido que me ofrece y ella sale dejándome sola para poder quitarme la ropa, colocarme la bata y estudiar el vestido. Es lindo. No me emociona, pero me gusta. Es largo y de encaje, con un delicado diseño floral en los bordes que cae en cascada con una vaporosa capa que flota detrás.

No es tan complicado ponérmelo y una vez lista salgo para ver qué dice Owen, al abrir la cortina veo que Thalía también está ahí.

—No podía perderme este gran día —me dice—. Y ese vestido es lindo, pero no eres tú.

—Es justo lo que pensé.

Owen toma el cuaderno de dibujo que trajo y escribe 6 y ha dibujado una cara pensativa junto al número.

Pongo los ojos en blanco y entro para probarme el siguiente, que es igualmente lindo, pero no soy yo, y, aunque me veo hermosa —a mi todo me queda bien—, no es lo que quiero.

—Escuche, soy un poco supersticiosa con los números y el siguiente vestido es el séptimo, así que debe ser bueno. Haga que sea bueno o busque uno que lo sea.

La mujer estudia el vestido que tiene y me pide que la espere un poco, regresando casi cinco minutos después con otro modelo.

—Este es un vestido Berta Bridal, es hermoso, pero también uno de los más caros que tenemos y dado que parece gustarle el número siete pensé que le gustaría este vestido que cuesta veintisiete mil dólares.

El precio no importa porque Emrys lo va a pagar.

Me muestra el vestido que tiene un estilo encantador y audaz. Es un vestido largo, con un ajuste corse y corte de encaje. La espalda baja y cruzada. La falda es amplia y los diseños delicados le dan un toque. Es preciso.

Y al probármelo reitero que este vestido es el indicado.

—¿Qué les parece?

Por la expresión de ambos me doy cuenta ya que están de acuerdo conmigo: este es el vestido.

Y solo tardé dos horas en elegirlo.

—Ese es el indicado, prima.

—Es el vestido.

Me miro en el espejo detrás de mí y la sonrisa titubea un poco, al recordar que todo esto es parte de un show y yo soy el espectáculo central y es por eso que estoy aquí, escogiendo un disfraz apropiado para el debut

La asesora coloca un delicado velo de tul, con encaje en la parte delantera. Es largo y blanco, que flota detrás de mí con delicadeza y elegancia. La tela está ligeramente recogida en una diadema adornada con diamantes que adornan mi cabello.

—No pensé que algún día estaría comprando un vestido de novia para mí.

Me bajo de la pequeña pasarela y regreso al probador para quitarme el vestido y colocarme mi ropa.

Coordino la compra del vestido y el pago de los arreglos para dos semanas antes de la fecha de la boda. Me dicen que es un poco difícil tener todo eso listo, pero que harán una excepción.

—Lamento tener que irme, pero tengo una sección de fotos para la galería y la fundación de mi prometido.

De camino a Hoax le mando un mensaje a Lana preguntándole si quiere cenar conmigo después de su cumpleaños para celebrar.

Una sensación amarga se instala en mi pecho al recordar que no puedo estar en la fiesta de mi hermana porque según la familia de mi madre —y en el fondo ella también— soy un problema.

Igual a la última vez que estuve aquí, soy recibida por Betty, quien se tensa y se fuerza a mantener la sonrisa cuando me ve llegar.

—Hola, Betty. Es bueno verte. ¿Cómo estás?

Coloco mis manos hacia adelante, ambas sosteniendo mi pequeño bolso marrón y mostrando, de esa manera, el brillante y hermoso anillo de compromiso.

—Bien. ¿Tú cómo estás?

—De maravilla. Hoy escogí mi vestido de novia y es perfecto. Ya estoy esperando a que Emrys me vea con él, y sin el vestido también, por supuesto.

Tensa su mandíbula, pero no aparta la sonrisa, incluso aunque parece que ha empezado a causarle dolor sonreír de esa manera.

—Quisieras ser tú la que está en mi lugar. ¿Verdad? Es que intento, pero no lo entiendo, si lo amabas, ¿por qué lo engañaste?

—No es asunto tuyo.

Sonrío y doy un paso más hacia ella.

—No, no lo es. Pero, ¿sabes otra cosa? A Garrett jamás le importaste. Desperdiciaste todo por nada. Qué tonta, pero tranquila, me encargaré de enviarte una invitación a nuestra boda, para que veas lo que pudiste tener. La vida que pudo ser tuya y que ya jamás será, porque si por alguna estúpida razón tienes pensado hacer algo como seducir a mi prometido, acabaré contigo y desearas jamás haberme conocido. ¿Entiendes, Betty?

—No me asustas y no tengo por qué hacer lo que tú quieres que haga.

A parte de infiel, atrevida. Vaya osadía la suya.

—Oh, Betty, no sabes con quién estás hablando. Pero, ¿sabes qué? Haz lo que quieras, porque a diferencia de ti, Emrys si sabe lo que es la lealtad y la fidelidad.

Le dedico una sonrisa antes de empezar a caminar hasta la oficina de Emrys, dejándola ahí de pie, tratando de controlar sus emociones.

Toco la puerta dos veces antes de entrar.

—Pero si aquí está mi modelo estrella. Gracias por hacer esto, Leone, y gracias por entender el cambio de fecha, es que hemos estado muy ocupados estos días.

Dominik me cuenta que tiene preparada un área de la galería para la sección de fotos en el Atelier de la bruja ubicado en el segundo piso.

Es un área un poco más rústica y moderna, una extraña combinación entre lo actual y lo místico del pasado. Funciona. Me gusta.

—¿Por qué lleva este nombre?

—Mi madre biológica era irlandesa. Fue ella también quien escogió mi nombre.

Ahora tiene sentido.

Leí un poco sobre su nombre porque, ¿qué clase de nombre es Emrys? Vi que es de origen galés y que significa "el gran señor". Un nombre asociado con la leyenda de Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda.

—¿Conseguiste el vestido?

Asiento con la cabeza y saco la tarjeta que él me dio para dejarla en la palma de su mano.

—También renové mi armario porque como tu futura esposa, lo voy a necesitar.

—Pienso que al llegar al año de matrimonio estaré en bancarrota.

Niego con la cabeza.

—Se cuánto dinero tienes, ambos sabemos que no será así.

—¿Cómo sabes cuánto dinero tengo?

—Soy abogada. Saber cosas y solucionar problemas es parte de mi trabajo.

Con una sonrisa miro alrededor del lugar y noto algo que llama mi atención, es un cuadro colgado en el centro en medio de todo con reflectores de luces suaves para observarlo mejor y que las personas que lo vean, puedan apreciarlo en su totalidad.

Es parte de la nueva colección de arte que van a exponer este fin de semana.

—Soy yo. Me pintaste a mí. Esa del cuadro soy yo.

Aunque no es eso lo que me causa mayor sorpresa es en sí la pintura en su totalidad.

—¿Cuándo? ¿Cómo?

—Te vi esa noche en el puente. Eras un cuadro viviente de dolor, te veías tan desolada y simplemente no pude apartar la mirada y al llegar a casa empecé a pintarte. Aunque no sabía que eras tú hasta ese día que fui a tu apartamento.

Doy unos pasos vacilantes hasta la pintura para poder verla más de cerca, notando la forma en que pintó de forma violenta las olas, como si quisieran atraparme y casi las podemos escuchar corear: salta. Mi rostro no es visible, podría ser cualquier persona mirando fijamente el agua con su cabello cayendo sobre su rostro y algunas lágrimas goteando de sus ojos ocultos.

Pero sé que soy yo, recuerdo esa noche a la perfección y la forma que abracé mi cuerpo con mis brazos alrededor de mi torso tal y como en el cuadro.

—No lo expondré si no quieres. De hecho, no tengo pensado venderlo. Si te he ofendido...

—No, no es eso. Es solo... Me pintaste. A mí. ¿Por qué? Entiendo que al principio no sabías que era yo, pero ahora lo sabes y lo tienes aquí. ¿Es el único cuadro sobre mí?

Niega con la cabeza y señala el título de esta exhibición que está en letras negras con un toque plateado en lo alto de la pared lateral.

—¿Llamaste a esta exhibición como yo?

—Dado que la mayoría de los cuadros son sobre ti, ¿qué otro nombre le podría poner?

Estoy acostumbrada a las migajas.

Me gustaban, especialmente la que las personas solían dejar esparcidas a su paso como una señal de que han estado allí, en mi vida. Una representación física de que habían dejado algo en mi vida. Que me habían dado algo.

Solo que, por una vez, no recibo migajas si no todo el pan, y ni siquiera tuve que pedirlo.

—Esa noche —le digo y señalo el cuadro—. Fue unos meses después de la muerte de mi padre, estaba en una terrible espiral de autodestrucción y, esa noche, tenía pensando suicidarme. Estaba ahí lista para morir. Quería hacerlo. Entonces justo antes de saltar miré hacia la orilla, hacia las rocas y me di cuenta de que no estaba sola. Estabas ahí. No vi tu rostro, pero eras tú, ¿No? Que ironía. Porque me detuve a preguntarme, ¿qué está haciendo aquí? ¿Está aquí porqué está tan roto como yo? Y esos segundos o minutos donde me detuve a pensar porque estabas ahí, fueron suficientes para que Thalía me encuentre y evite que haga lo que iba a hacer.

Me giro hacia Emrys y lo miro a los ojos.

—Leone...

—No me des más que migajas, Emrys. Porque no sé qué hacer con algo más que eso y lo más probable es que termine jediéndolo todo, porque, al parecer, soy experta en el tema.

Y entonces hago otra cosa en la que soy muy buena: me alejo.

Doy media vuelta y simplemente me voy.

"Nota de Leone: Cada vez que me enfrento a mi propio reflejo, veo todos los errores que he cometido, todas las cicatrices que he acumulado, y me pregunto si alguna vez podré sanar por completo, si alguna vez podré mirarme sin sentirme enferma por dentro. ¿Cómo reaccionas cuando te enfrentas a tu propio reflejo y te das cuenta de que te estás enfermando? ¿Te hace querer cambiar o prefieres ignorarlo?"

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