Mike esperó al menos unos veinte minutos a que Andy terminara de limpiar el baño, miraba a todas las personas que estaban en el local, no eran muchas, unas diez posiblemente pero ninguna le causaba interés. Se veían tan normales, comiendo de forma normal, sin nada peculiar o extraño que notar.

Más de una vez le echaba un vistazo a la puerta del baño para verificar que Andy siguiera ahí, no sabía cómo comenzar a explicarle todo pero tenía que hacerlo de alguna forma.

Ese era su día, ese era su momento, no podía esperar y tampoco quería hacerlo. Había pasado tanto tiempo haciéndole ver a todos que se encontraba feliz cuando realmente lo único que quería era poder serlo de verdad. Sabía que Andy no era la razón principal de su felicidad, pero era una ayuda para ella.

Mike_7:12pm:

Estoy nervioso

Roni_7:13pm:

Sin nervios Mike! Es tu momento de ser feliz

Mike_7:13pm:

¿Y si huye de nuevo? No podría aguantarlo

Roni_7:15pm:

No pienses en eso

Roni_7:15pm:

¡Mente positiva!

—Estoy listo—dijo Andy secándose las manos, Mike guardó su teléfono en el bolsillo—. ¿Quieres que hablemos aquí o te apetece caminar un rato?

—Caminemos, así fluyen mis ideas mejor—respondió, Andy rió y asintió para caminar junto a él—. Quiero que sepas que terminé con Roger, lo hice por mí, porque quiero estar contigo.

—Yo también quiero estar contigo—tomó su mano—. Sin que nadie se meta o diga algo al respecto. No quiero que entren terceros, quiero que seamos tú y yo solamente.

—Ese el punto de una pareja ¿no? Solo dos personas—le sonrió.

Andy llevó la mano de Mike a sus labios y depositó un beso en ella. Quizás este era su momento de ser feliz; luego de tantos momentos malos que había tenido que pasar, y de tantas batallas que luchó, podía darse el tiempo de decir que ese era su momento. Su turno de ser quién quisiera ser con el chico que ama.

—Te amo—le dijo, soltó su mano y se colocó frente a él, Mike detuvo sus pasos—. La primera vez que te vi supe que cambiarías mi vida, lo vi en tu mirada; fue como: tú no me conoces pero haré volar todo a tu alrededor...y lo hiciste.

Mike sonrió y tomó la cara de Andy para besarlo lentamente, Andy lo tomó de la cintura y apretó un poco su cuerpo aferrándose a él. Los finales felices no existían, pero ese se parecía bastante a uno.

—La luz te alumbra el rostro—le dijo Mike—. Es como si sólo se enfocara en ti; así como yo sólo te miro a ti.

— ¿Cuánto tiempo te llevó ingeniarte eso? —Mike rió.

—Medio segundo posiblemente—se encogió de hombros—. Quería ser romántico.

—Funcionó—continuó caminando—. ¿Quieres ir por un helado?

—Me parece buena idea.

~•~

A veces los finales de cuentos de hadas no existen en la vida real, a veces el chico lindo no se arrepiente de lo que hizo y no regresa en busca de la persona que ama, a veces las relaciones no terminan con un felices para siempre, pero esta vez, los a veces dejaban de cumplirse y ese momento que tanto buscaron había sido logrado.

No como un final feliz, los finales felices no existen, la felicidad viene dada como una montaña rusa; da vueltas, sube y baja pero siempre llega al punto en donde todo se normaliza, la felicidad que por mucho que no se vea, no es un mito; es algo real.

Mike era la clase de chico que podía complicarse solo, que solía aguantarse el dolor y que a pesar de todo lo malo, intentaba seguir adelante, pero no quería aguantarse lo malo, quería dejarlo salir, que se alejara de él y que pudiese sentirse vacía por un momento, porque sólo estando vacío, puedes llenarte por completo.

—Quiero presentarte a mi mamá como mi novio—le dijo Andy—. Seguro se emocionará—sonrió.

Mike asintió.

—Novios, me gusta—respondió—. ¿Puedes decirlo una vez más?

Andy negó y Mike hizo un puchero. Observó cómo Andy comía del helado y por un momento se sintió perdido en su mirada. ¿Era posible conocer a alguien que te hiciera perder la noción de las cosas con sólo un gesto?

Era como un ángel, podía observarlo y sonreír a cada momento, pero ese ángel llevaba muchos demonios por dentro y él no iba a dejarlo solo, no cuando sabía que lo necesitaba. Pero le daría su momento de contarlo, sabía que faltaban muchas cosas por las que Andy debía soltar y estaba dispuesto a esperar cada segundo.

—Te amo.

—Lo sé, ya me lo dijiste tres veces en los últimos diez minutos—rió Andy, Mike se encogió de hombros.

—No puedo dejar de decirlo, realmente amo que estés aquí. Que estemos juntos.

—Yo igual—le dijo—. Lamento haberme ido la primera vez.

—Lo importante es que estás aquí.

—Y no pienso alejarme, Mike—confesó—. Cometí un error al hacerlo, tenía miedo y no sabía qué hacer. Siempre supe que eras el valiente de los dos, tú quisiste continuar, yo huí como todo un cobarde.

—Pero es de valientes admitir cuando se está equivocado y rectificar. Pienso que eres valiente al haberlo hecho—besó su mejilla—. Me gustaría besarte en los labios pero siento que esa señora nos está viendo feo—susurró, Andy volteó a ver y notó cómo una señora los observaba a lo lejos.

—Pues que siga haciéndolo, no dejaré de vivir por alguien que no tiene nada que aportar—respondió y lo besó en los labios—. Que piense lo que quiera, a mí me parece que esto está perfecto.

Mike sonrió y lo besó nuevamente.

Lo mejor de aceptarse como eres, es entender que la opinión del otro es sólo eso, una opinión y que no debe nunca afectarte a ti. Mientras tú te aceptes, nadie puede llevarte la contraria.

El amor puede a veces volverse un poco complicado pero está en nosotros saber jugar en el campo y ganar. No hay barreras más que las que te pones tú mismo y la clave de la felicidad está en aceptarse; aceptar lo bueno, lo malo y lo que quizás sea necesario para cambiar. La clave está en aceptar lo errores y corregirse antes de que sea peor, en poder confiar en el otro y en que las cosas, por muy feas que se pongan, siempre tendrán una solución.

Hay historias en las que el amor no logra conseguirse, pero esta no es una de ellas, porque a pesar de todo el camino que se recorrió, el amor siempre tendrá la victoria, más cuando estás dispuesto a competir junto a él en el juego.

¿Fin?