Capítulo 11

Pasó toda la noche pensando, quizás lo sabía desde el principio y se negaba a aceptarlo, pero debía hacerlo. Debía dejar a Roger, él no se merecía lo que él le estaba haciendo.

Pero sólo la mirada del chico le hacía sentir un cierto malestar de estar haciendo algo mal. Él le había dado todo, le había mostrado partes de él que pocos podían llegar a conocer, sabía cómo podía lastimarlo o salvarlo al mismo tiempo; tenía el poder de hacerlo feliz y miserable al mismo tiempo, y quizás eso le aterraba.

Sabía que sí lo dejaba, él estaría mal, pero también podía reconocer que Roger se merecía algo más, algo mejor que él. Alguien que pudiese estar para él, que lo amase sólo a él y que no tuviese miles de fantasmas del pasado.

De cierto modo sentía que estaba repitiendo un ciclo, pero esta vez él era quién hacía sentir mal a la otra persona. ¿Andy se habría sentido así de culpable cuando se marchó? ¿O sólo era cosa de él?

Deseó poder regresar a la secundaria por un momento, para ese entonces sólo debía preocuparse de que nadie supiese su enamoramiento hacia Gastón y hacer las cosas bien para ganarse un par de entradas para un concierto. La vida era más sencilla, pero ya no era un niño y debía afrontar eso.

Se levantó de su cama y buscó su celular, lo desbloqueó y marcó el número de Roger.

—Mickey—escuchó su voz y suspiró.

Era un ahora o nunca.

~•~

La madre de Andy era recepcionista de la oficina central de la Torre de la Luz, un par de oficinas encargadas de la administración y el diseño de la infraestructura y el servicio eléctrico de varios centros comerciales de la ciudad.

En ese momento se encontraba de vacaciones por todos los acontecimientos que habían pasado con su padre. Ella había decido escuchar a Andy y asistir a un psicólogo para poder trabajar el estrés postraumático que había causado las agresiones de su padre, llevaba dos sesiones y a pesar de que no podía ver cambios tan claros, sabía que algo en ella había cambiado un poco. Algo que la hacía querer volver a consulta.

Andy, por su parte, llevaba ya varios meses asistiendo a terapia, su psicólogo lo veía cada quince días y lograba darle a él una cierta seguridad en sus acciones. Andy se sentía libre cada vez que iba a consulta y eso lo ayudaba a cargar con todo el peso que le había dejado su padre.

Ese día, tuvo una reunión con su abogado. Para su suerte, ya había terminado de pagar todos los gastos que había ocasionado el juicio de su padre y sólo faltaba entonces hacerle un seguimiento mensual de las acciones que tenía su padre; eso de cierta forma le daba a Andy la libertad de poder escoger qué hacer.

Luego de pasar varios meses trabajando todos los días, con dos trabajos que lo llegaban a sofocar, tenía la libertad y la tranquilidad de poder decidir si seguir o no en ellos.

«Tú escoges lo que te sienta mejor»—le dijo su abogado.

Y Andy decidió dejar uno de los trabajos para poder tener tiempo para él, para su mamá, sus amigos y el amor.

Decidió trabajar un último día en la pizzería y quedarse sólo con Ellie's, que de los dos lugares, era su favorito.

—Pizza primavera para la mesa cinco—habló y le entregó la orden a uno de los cocinero, el chico asintió y puso a trabajar en el pedido.

Uno de los clientes lo llamó, se acercó a él y le sonrió.

—Chico, ¿puedes traernos un vaso con hielo extra? —pidió el señor, Andy asintió y fue hasta la cocina para tomar un vaso y llenarlo con varios cubos de hielo.

—Me dijo Will que trabajas hasta hoy—le habló Marisol, una de las chicas de la cocina.

—Ya terminé de pagar todo—respondió—, necesito descansar.

—Es lo mejor, aunque te extrañaremos por aquí.

—Prometo volver.

—Pero traigas chicas que me pongo celosa—le sonrió un tanto coqueta, Andy rio por el comentario.

Marisol siempre le había lanzado un poco la onda pero él se mantuvo al margen en todo momento.

—Tranquila que no lo haré—le sonrió, ella asintió con una sonrisa y continuó con su trabajo.

Andy tomó el vaso con hielo y se lo entregó al señor que se lo había pedido. Estuvo casi todo el día en eso y cuando terminó la jornada, recogió sus cosas para terminar de despedirse de todos sus compañeros.

Había cerrado un ciclo en ese trabajo y se sentía feliz por eso.

—Un chico te está esperando afuera—le dijo uno de sus compañeros.

—Vale gracias—le sonrió y salió para poder ver a quién lo esperaba.

Pero se sorprendió al ver que no era Mike quién estaba afuera del lugar, sino Roger.

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