Capítulo 62


Después de un día lleno de aventuras, tocaba ducharse. Como era la única chica, fui la primera en usar el baño de las mujeres. Disfruté de una ducha rápida y refrescante, sintiendo cómo el barro y el sudor se iban con el agua, dejando mi piel limpia y fresca.

Mientras tanto, los chicos tuvieron que organizarse de dos en dos, ya que solo había dos duchas en el baño de los hombres. Escuchaba sus risas y quejas mientras esperaban su turno, lo que me hizo sonreír. 

Al salir de la ducha, decidí adelantar la preparación de la cena. Era nuestra última noche en el campamento, así que quería que fuera especial. Me dirigí a la mesa de picnic y comencé a cortar las verduras, picando cebollas, pimientos y zanahorias con precisión. Luego, troceé unos filetes de carne, preparando todo para un delicioso platillo coreano.

Encendí el hornillo de camping y empecé a cocinar. El sonido de las verduras chisporroteando en la sartén se mezclaba con el suave murmullo del río cercano. Añadí la carne y las especias, dejando que los aromas se mezclaran en el aire. Mientras tanto, calenté arroz, asegurándome de que estuviera listo para acompañar el plato principal. En cuestión de minutos, la comida estaba lista. Aunque era una preparación sencilla, sabía que sería deliciosa.

Uno a uno, los chicos regresaron de las duchas, luciendo limpios y relajados. Se acercaron a la mesa, atraídos por el olor de la comida.

—Huele increíble, Mary —dijo Chan, con una sonrisa de aprobación y poniendo su mano en mi cintura, sin querer.

Aquello me puso nerviosa, por el repentino contacto. Él quitó la mano corriendo.

—Lo siento - se apresuro a decir - es la costumbre con los chicos.

—No te preocupes - sonreí - Y gracias —respondí, sirviendo las porciones en los platos—. Espero que os guste.

Nos sentamos alrededor del fuego, disfrutando de la comida juntos. Las risas y las conversaciones llenaban el aire mientras comíamos. La mezcla de sabores coreanos y el arroz caliente resultó ser un éxito, y todos devoramos nuestras porciones con gusto.

Después de cenar, comenzamos a cantar y a hacer una batalla de baile. El fuego crepitaba frente a nosotros, proporcionando calor y luz mientras la oscuridad nos envolvía. Esta última noche en el campamento se sentía especial, llena de alegría.

Luego, Minho sugirió que jugáramos algunos juegos típicos coreanos. Dan y yo nos miramos, curiosos y un poco nerviosos, ya que sabíamos que nos costaría entender las reglas. Pero eso solo añadía a la diversión.

El primer juego fue "Yutnori," un juego tradicional con palos de madera. Chan nos explicó las reglas, pero todavía nos resultaba confuso. Tratamos de seguir el juego, riendo cada vez que cometíamos errores.

—No, Mary, tienes que mover esa pieza, no esa —dijo Han, tratando de contener la risa.

—¡Oh, ahora entiendo! —respondí, aunque no estaba del todo segura.

Dan también se unió al caos, y pronto todos estábamos riendo a carcajadas, disfrutando de la confusión y la diversión. Los chicos nos enseñaron otro juego llamado "Jegichagi," que consistía en mantener un pequeño saco en el aire con los pies. Intentamos nuestro mejor esfuerzo, pero rápidamente quedó claro que no éramos muy buenos en eso.

—¡Cuidado, Dan, casi me das! —exclamé, esquivando el saco que voló en mi dirección.

Finalmente, terminamos con un juego de "Tuho," donde teníamos que lanzar flechas en una jarra. Aunque este juego parecía más sencillo, también resultó ser un desafío.

—Creo que necesitas más práctica —bromeó Félix, después de que mi flecha cayera muy lejos de la jarra.

—Definitivamente —respondí, riendo.

A medida que la noche avanzaba, nos dimos cuenta de lo unidos que nos habíamos vuelto durante este tiempo y este viaje. 

Finalmente, decidimos sacar los sacos de dormir y acortarnos al rededor del fuego, viendo el cielo repleto de estrellas. Había mucho ruido ya que los diez estábamos juntos hablando, pero poco a poco fueron cayendo hasta quedar rendidos y en brazos de Morfeo.


********


Después de un viaje largo y lleno de risas, finalmente llegamos a nuestro apartamento. La puerta se cerró detrás de nosotros, y ambos dejamos caer nuestras mochilas con un suspiro de alivio. El silencio del lugar era un cambio bienvenido después de la constante actividad del campamento.

—¿Lista para deshacer las maletas? —me preguntó Dan con una sonrisa.

—Más que lista —respondí, comenzando a sacar la ropa sucia y colocarla en el cesto.

Dan me siguió, haciendo lo mismo con su propia ropa. Poco a poco, el apartamento comenzó a recuperar su orden habitual. Colocamos cada cosa en su lugar, desde los zapatos llenos de barro hasta los utensilios de camping que habíamos usado para cocinar.

—No puedo esperar a tomar una ducha —dijo Dan, estirándose—. Siento que aún tengo barro en todas partes.

—Te entiendo —respondí, riendo.

Nos turnamos para ducharnos, disfrutando del agua caliente que lavaba los últimos vestigios del campamento. Sentí cómo mis músculos se relajaban bajo el chorro, el cansancio desapareciendo poco a poco. Después de la ducha, me puse mi pijama más cómodo y salí al salón, donde Dan ya estaba sentado, también en pijama, con una expresión de total relajación.

—Esto es vida —dijo, sonriendo—. Pero mañana toca volver a la rutina.

—Sí, y debemos prepararnos bien para las presentaciones —respondí, consciente de la responsabilidad que teníamos.

Como dúo que había debutado bajo JYP y 3RACHA, sabíamos que teníamos que estar a la altura del prestigio que eso implicaba. Pero el descanso del fin de semana nos había dado la energía que necesitábamos para afrontar el desafío.

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano. El sol apenas asomaba por el horizonte cuando nos dirigimos a nuestra sala de ensayo. Estábamos llenos de energía, listos para empezar un nuevo día de trabajo. La sala de ensayo nos recibió con su familiaridad, un lugar donde habíamos pasado innumerables horas perfeccionando nuestras habilidades.

—¿Vamos para calentar? —pregunté a Dan mientras ajustaba mi atuendo de entrenamiento.

—¡Vamos! —respondió, comenzando con algunos estiramientos.

Empezamos calentando con nuestras acrobacias. Las vueltas, saltos y movimientos que formaban parte de nuestra coreografía requerían precisión y fuerza. Sentí cómo mi cuerpo respondía, cada músculo trabajando en armonía. Dan y yo nos movíamos sincronizados, nuestras habilidades complementándose perfectamente.

—Buen trabajo —dijo Chan, quien había venido a vernos ensayar—. Se nota que el descanso del fin de semana les hizo bien.

—Gracias, Chan —respondí, sin detenerme en mi calentamiento—. Estamos listos para darlo todo.

—Eso es lo que me gusta oír —dijo con una sonrisa de aprobación.

Seguimos con nuestro ensayo, repasando las coreografías una y otra vez. La música llenaba la sala, cada beat guiando nuestros movimientos. Aunque el trabajo era duro, la satisfacción de ver cómo mejorábamos cada día era incomparable.

Tomamos breves descansos para beber agua y comentar algunos detalles técnicos. Dan y yo discutíamos pequeñas mejoras, ajustando movimientos para que fueran más fluidos y impactantes. La retroalimentación de Chan y los otros miembros de 3RACHA era invaluable, siempre dispuestos a ayudarnos a perfeccionar nuestro arte.

Pero, tal vez, y solo tal vez, llegar a este punto donde todo parece maravilloso y perfecto no sea lo mejor.


¡Hasta aquí el capítulo de hoy!

Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!

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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.

EDITORIAL: Ediciones Arcanas.

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♡¡Hasta pronto!♡

♥Os dejo un collage del gran día que conocimos a los chicos de SKZSTRAY KIDS, MI PICALPONCHO (Wolfchan), y yo♥ ♥

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