Cambios para Mejorar.
El soldado alzó una ceja mirando a la mujer que lo estaba estudiando con la mirada como si fuese algún tipo de criminal, que de hecho si era, pero le molestaba sentirse juzgado así que hizo ruido aclarando su garganta.
—Hora de irnos. –Marcó más su acento berlinés dirigiéndose a la de trenzas que al oírlo giró en dirección de su voz dándole una mordida al Strudel de manzana entre sus manos—.
Vió a la mujer murmurar algo al oído de la más baja mientras lo seguía mirado, sabía que esta seguramente estaba refiriéndose a su apariencia así que viró los ojos y lo dejó pasar solo porque sabía que en esos tiempos los colores en su piel eran desconocidos, en ese año debería verse totalmente albino y con el emblema de su padre en un lado del rostro justo igual que su hermano mayor.
—No se preocupe Frau Konstanz, estoy perfectamente bien, por favor le encargo mi hogar y a mis animales por un tiempo.. –Leyna trató de desviar el tema ya que la mayor am oír que ella se iría del pueblo junto con alguien comenzó a preocuparse por su seguridad debido a que estaba en desventaja por la condición de sus ojos y aún más en tiempos de guerra, más aún cuando esta vió a Reich y su inusual piel roja—.
El de traje negro se limitó a virar los ojos y le tendió una pequeña bolsa con marcos que ella le entregó a la mujer que la conocía desde que nació, charlaron un poco más para intentar calmarla y luego finalmente se alejaron llevando también más cosas que habían faltado en la lista, comenzando a salir del pueblo y ya con el sol en lo alto del cielo la más baja se acomodó apoyando los codos en el borde de la carreta observando el camino pues a pesar de ver muy borroso podía distinguir el panorama moviéndose a medida que avanzaban.
—Entonces.... ¿Por qué quieres ir a Berlín? –La menor rompió el silencio para intentar distraerse además de querer saber la razón por la cual él se había empeñado tanto en planear el viaje—.
—Tengo que buscar algunas cosas –Reich prefirió dar una respuesta vaga para evitar revelar información de más en ese momento, no estaba seguro de si todo era exactamente igual a como lo había vivido o habían cosas que cambiaron, realmente detestaba las paradojas del tiempo y espacio—.
Ella volvió a quedar en silencio un rato mientras pensaba, también quería saber la razón por la que él había decidido llevarla en lugar de irse solo como bien pudo haber hecho pues sabía que cargar con alguien como ella iba a retrasarlo de lo que necesitara hacer.
Un par de horas después el de esvástica detuvo la carrera y soltó al caballo guiándolo a la hierba para que se acostara a descansar pues sobre explotar al animal sería un error demasiado estúpido, además él también estaba cansado y necesitaban comer por lo que sacó pan y manzanas de la bolsa de provisiones.
—Ten, come, avísame cuando quieras beber para darte la cantimplora –El rubio se dejó caer en la hierba luego de ayudarla a sentarse y pasarle su ración del almuerzo, mientras tanto repasaría sus mapas marcando las partes que ya habían recorrido para evitar equivocaciones de novato—.
La joven humana comió tranquilamente en silencio, estaba emocionada por conocer la capital pero a la vez nerviosa por los cambios tan bruscos y repentinos, no era tan fácil para un pueblerina dejar atrás todo lo que conocía solo para seguir a alguien pero algo dentro de ella la hacía querer mantenerse junto al más alto.
El carmesí tan minucioso como siempre revisó sus mapas y notas a detalle durante su cronometrado tiempo de descanso, todo parecía estar en orden aún así que acopló al caballo nuevamente a la carreta y ayudó a subir a la de largas trenzas que se acomodó de vuelta a su pequeño lugar designado, colocando una manta sobre sus hombros. Aún se sentía extraño tener tantos cuidados y precauciones con alguien pero quería que estuviese segura ya que después de todo había sido él quien la sacó de su hogar haciéndola dejar todo por algo que no sabía con certeza si iba a funcionar.
Pero sabía que Leyna no iba a estar más segura en otro lugar del mundo más que con él; Por ella despedazaría a cualquiera, por ella incendiaría ciudades enteras, por ella iniciaría una guerra..
Sus pensamientos comenzaron a tornarse más y más violentos hasta que fue interrumpido por un pequeño estornudo delicado provenido de la joven, la miró de soslayo, sus cabellos rizados que no alcanzaron a ser atados por sus trenzas se movían por el viento y sus ojos curiosos se movían por el panorama aunque no pudiese distinguir nada.
Por ella...
...¿Por ella cambiaría su sádica existencia?......
Alguna vez había oído a su hermano decir que era fácil matar por placer, ¿Pero qué hay de vivir por amor?
Eso lo detuvo otra vez.
¿Vivir por amor?, ¿Amor?
Se congeló un momento y casi deja caer el diario sobre sus piernas pero se recobró con rapidez, qué carajos iba a a saber de sentimientos una criatura como él. Su piel representaba la sangre, sus colmillos podían desgarrar la carne de sus enemigos y sus oscuras garras rebanar a los mismos. Su mera existencia era para ser una criatura de guerra, su razón de estar ahí era para destruir a sus enemigos, no para sentarse a resguardar.
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