26 latidos
Y entonces el día de la obra llegó, la gran noche por la que se habían preparado mucho mis personas favoritas en este mundo.
—Lo voy arruinar estoy seguro —se quejó Bas.
—No, no, lo harás estupendo —dije recostado en él.
—Si lo haré... yo me trabo al hablar y tengo pánico escénico y... —se me paniqueo.
—Escúchame querido —tomé su mano— lo harás excelente, no quiero meterte presión pero estaré ahí apoyándote.
—Si lo haces —suspiró.
Negué para besar sus labios, me quedé un rato más en su pecho hasta que se tuvo que irse para prepararse.
—Te amo —me besó— te veré ahí.
—Ahí estaré —asentí.
Mi ruso se fue dejando entrar a mi madre que venía a revisarme, mi madre acaricio mi mejilla para verme con dulzura.
—¿Te sientes mejor cariño? —preguntó intranquila.
Negué cansado, había estado teniendo ya problemas para respirar, y eran más las horas que pasaba dormido que despierto.
—Descansa, si te sientes mal podemos hacer videollamada y...
—No —negué— prometí ir y quiero cumplirlo —insistí.
Mamá asintió acariciando mi mejilla, pasándome medicamentos para hacerme sentir mejor. Me quedé dormido ante sus caricias.
Desperté por el beso en la mejilla de mi hermano.
—Ya es hora —dije medio adormilado.
—No, lo siento —susurró mientras se acomodaba a mi lado— quería estar con mi hermanito un rato.
Asentí para acomodarme a su lado, no pasaron mas que unos minutos cuanto sentí otro peso hundir mi colchón del otro lado.
—Tu también eres bienvenido Damian —susurré sabiendo que era él sin necesidad de abrir los ojos.
—Mamá me obligó —se excusó.
Solo escuché el golpe de la mano azotar contra la cabeza de mi hermano.
Atraje a mi hermanito hasta a mi para poder abrazarle.
—No tienes que inventar excusas para estar a mi lado sabes —señalé revolviendo sus rulos.
Escuché su gruñido para negar, su bracito me abrazó como lo hizo mi hermano mayor... sabía que estaba llegando a mi final.
Me volví a quedar dormido con mis hermanos aferrados a mi, un par de horas desperté, desperté sintiéndome... normal.
No me dolía nada, sentía que podía respirar bien y ese cansancio aunque estaba presente podía con el.
—Es hora mi niño —dijo papá entrando— si no te sientes...
—Estoy bien —afirme— vamos por favor.
Papá asintió, me ayudaron a vestir semi formal pues era una obra de teatro... LA OBRA DE TEATRO.
Llegamos temprano pues quería buenos lugares, al llegar ya estaba el señor Art en la puerta.
—Bienvenidos —saludó el profesor con su traje, muy elegante como nunca— te reservamos un lugar especial para ti jovencito Lambert.
—No esperaba menos —me burlé.
Claramente estaba en una zona donde podía quedar mi silla de ruedas, ahí estaba ya mi moreno esperándome.
—Así que esta es la zona de los lisiados —me burlé.
—Es zona preferencial tonto —arregló divertido.
Mi chico me aplastó entre sus chichis para tenerme ahí un buen rato.
—El lugar en el que muchos desearían estar —sonrió Nadine burlona.
—¡Qué haces! —gritamos al unísono.
Nos tapamos los ojos para no verla en su ropa.
—No es mi boda dramáticos —se burló— solo vine a ver a mi chico favorito antes del estreno.
Mi chica me llenó de besitos aunque me digne a verla pues era tradición entre los del teatro no ver a los actores antes del show.
—Rómpete una pata —sonreí— bueno no lo tomes tan literal como este, la última vez que se lo dije sí se la rompió.
—Tu culpa —culpó burlón.
Me quedé con mi chico para recargarme en su hombro.
—¿Cómo estas? —pregunté mirando su pierna.
—Si no mejora en esta semana me tendrán que operar —se quejó— hablé con un reclutador... me dieron la beca para Tenesse.
—Eso es... mierda felicidades —lo abracé, habían sido años de entrenamiento.
—Tranquilo no quiero que se te pare el corazón —dijo preocupado mirando mi reloj.
—Que mejor que morir de felicidad verdad —insistí feliz.
Tyron negó para sobar mi pecho, una técnicas poco eficaz pero que le daba paz.
—Estoy muy orgulloso de ti —confesé.
Mi chico asintió un poco triste.
—He, que estaremos en contacto todo el tiempo —lo calmé— no te librarás de mi fácilmente, la distancia no nos separará.
Mi moreno asintió para tomar mi mano y precionarla con fuerza.
Dieron la primera llamada para la obra, poco a poco se fue llenando el teatro, mi mamá vino un par de veces a revisarme, al final mi hermanito se quedó a mi lado con su ramo de rosas para esperar a Nadine.
El telón se abrió para dejar ver a mi chica, mi hermanito aplaudió de inmediato.
—Escuchad discípulos la historia de amor que les voy a contar, aquella historia donde nuestro apuesto y un poco ruso Romeo no quería a Julieta esperaba aquel Julio del que se enamoró...
La obra inició y mi ruso se veía jodidamente hermoso, era todo un príncipe a decir verdad.
Había visto la obra en los ensayos mil veces, me sabía cada línea de memoria pero nada era como verla el día del estreno. Si bien era una adaptación un poco más moderna era muy fiel a la obra y aceptándolo encargaba demasiado bien.
La historia iba transcurriendo cuando el señor Art se acercó a mi.
—Joven Lambert te necesitamos —pidió.
—¿Yo? Y yo porque —pregunté confundido.
—Porque esta escena te pertenece —sonrió.
Me llevo a los vestidores donde me esperaba Nadi con la ropa de Julio.
—¿Nadi que esta pasando? —pregunté confundido.
—Que creías que nos íbamos a resignar a que no estuvieras en esta obra —se burló ella ya sobre mi ayudándome a vestir.
—Nadi no...
—Es la última escena —me calmó— que no te ganen los nervios de acuerdo tenemos todo planeado.
Suspiré... no me iban a dejar echarme para atrás.
Observaba que pasaba, en efecto se estaba disque muriendo mi Julio, toda la escena del cementerio transcurría prácticamente en el piso por lo que al cerrar el telón me ayudaron a poner a lado de mi ruso.
—Sabias de esto verdad —dije a un lado de Bas.
—A mi no me preguntes yo estoy muerto —dijo burlón tendido en el suelo con los ojos cerrados.
Negué para tomar su mano, estaba caliente como siempre.
El telón se abrió dejándome frente a todos... era mal momento para tener pánico escénico al parecer.
Mire a mi chica por ayuda que solo levantó los pulgares para sonreír, un liguero apretón en mi mano para hacerme saber que Bas estaba ahí.
—De ti Julio, quiero escuchar "¡Amado mío!", una nueva vida en la que seré libre —pronuncie mirándole— Ojos, mirad por última vez. Brazos, dad vuestro último abrazo. Y labios, que sois puertas del aliento, sellad con un último beso.
Besé a mi novio frente a toda la escuela, sin embargo aquel beso lo sentí demasiado especial.
Me tomé el supuesto veneno que no era más que jugo de uva para "morir" en el escenario mientras me acomodaba a lado de mi hombre.
Como sabemos él revivió dejándome como pendejo por matarme sin sentido para después apuñalarse falsamente.
—No me apartare de él, me iré con él, y lo amare hasta morir, él y yo somos libres de amarnos, y nos amaremos por toda la eternidad —pronunció el rubio para caer a mi lado.
Uno frente al otro nos quedamos viendo mientras Nadi daba el cierre de la obra.
—Dyre no te rías —regañó Bas mirándome.
—Lo siento... es que es tan tonto —dije riéndome más.
Mi ruso empezó a reírse de misma forma, gracias a dios cerraron el telón por que nos empezamos a reír sin parar.
—Maduren niños —nos regañó Nadi.
—Perdón guapa pero si es ridículo —me burlé.
La chica negó para ayudarme a reincorporar pues seguía tendido en el suelo.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó preocupada
—Bien, feliz —asentí.
Mi ruso me cargó en brazos para llevarme hasta donde estaba mi silla, había sido arriesgado quitarme el oxígeno... pero debía hacerlo así.
—Venga vayan a los aplausos —los corrí mientras me estabilizaba.
—Dy...
—Por favor, es su gran noche —insistí.
—Ya volvemos de acuerdo —acepto Nadi llevándose a mi ruso.
Ellos se fueron para recibir los vitoreó y aplausos de todos, mi hermano mayor llegó para ayudarme a quitar la ropa.
—Se te da bien la actuación niño —sonrió burlón
—Practica—dije cansado— toda mi vida he actuado estar bien, pero estoy cansado.
Mi hermano suspiró para asentir y tomar mi mano.
—Falta poco hermanito, falta poco —me animó.
Después de los agradecimientos y halagos mi profesor se acercó.
—Lo hiciste bien Dy —sonrió bajándose a mi altura.
—Y usted se salió con la suya —asentí— es un gran profesor, estoy seguro de que le irá bien en Francia.
Mi profesor asintió, las grandes ligas lo esperaban.
—Te voy abrazar, pero no quiero que pienses que tu profesor es todo un sentimental llorón —se acercó a mi.
Le correspondí al abrazo gustoso, había sido un profesor muy importante para mi.
—No necesito pensarlo señor... todos lo sabemos —me burlé.
El hombre de cabello rubio y nariz chueca revolvió mi cabello para darme una sonrisa.
Mi novio llegó para llenarme de besos.
—Bien no haré mal tercio pero es hora de irnos a festejar la noche de estreno a casa de Dyre —sonrio Nadi.
—Esperen y qué hay de los demás, que no habían organizado una fiesta en casa de Marco —los detuve confundido.
—Ah ni se darán cuenta que no estamos —me calmó Bas.
Negué para verlos y tomar sus Manos.
—Quiero que vayan —insistí— no quiero que dejen pasar esta celebración por mi.
—No es por...
—Si lo es —aseguré— chicos yo llegaré a casa a dormir y probablemente despierte hasta mañana por la tarde así que vayan y diviértanse por mi si, se lo merecen.
Ellos se miraron entre sí no muy seguros.
—No aceptaré un no por respuesta —dejé en claro— así que largo.
Nadi besó mi mejilla para abrazarme fuertemente.
—Te amo tonto —sonrió.
—Yo más —la abracé— llévate a Ty, anda un poco deprimido.
—Seguro —dijo riendo— he chichón no huyas que tú vienes conmigo.
Mi chico me miró, ese cabello rubio y gran sonrisa se puso frente a mi para besar mis labios.
—Romeo —me llamó.
—Julio —correspondí— prometo que te voy amar hasta que mi corazón deje de latir.
—Te amare hasta el último latir —me prometió dándome otro beso más— pero aún tenemos un viaje que hacer eh, no lo olvides.
—Nunca —sonreí.
Un beso en mis labios y lo vi partir.
—Es hora de irnos Dy —llamó mamá.
Asentí, había logrado estar en la obra.
Al llegar a casa como predije me quedé dormido, dormido en uno de los mejores sueños que podía tener.
Cerca de las dos de la mañana debido a la presión que mis pulmones ejercían para mantenerme estable uno de ellos colapso provocándome un intenso dolor.
La ambulancia llegó rápido, y aunque actuaron de forma rápida a mitad del camino al hospital mi corazón se detuvo... esta vez mi marcapasos si logro mantenerme con vida pero en estado crítico.
—Pero entonces es el primero de la lista no es así —dijo mamá nerviosa— eso... eso es bueno no.
—Lo es sin embargo...
—No le queda mucho tiempo no es así —supuso mi padre leyendo su mirada.
Mi doctor, aquel que me conoce desde hace años asintió con un nudo en la garganta.
—Es hora de que empiecen a despedirse —pronunció lo que no quería decir.
—No, no —dijo mi madre cayendo en llanto desesperada.
Papá la tomo en brazo para abrazarla y tratar de calmarla.
—No quiero yo... no...
—Cariño, cariño... —la abrazo— yo sé que no, yo tampoco quiero pero hemos hecho todo lo que hemos podido si —le recordó— tenemos que dejarlo ir tranquilo de acuerdo, tenemos que darle eso.
Mamá asintió, se limpió las lágrimas y mordió su labio... como le pedías a una madre que se despidiera de su hijo.
Mamá entró para sentarse a mi lado y ponerse a Damian en las piernas.
—Es hora de que te despidas cariño —le susurro a mi hermanito— dile que lo amas y que vas a estar bien, has eso por tu hermano si.
Mi Dami, mi pobre hermanito negó asustado, con sus ojitos empapados en lágrimas, jamás en la vida lo había visto ser tan fuerte.
—Te amo idiota —me susurró— te prometo que me volveré el mejor doctor del mundo... y —dijo entre lágrimas— eres un buen hermano mayor...
Ni pudo continuar, mi hermano se derrumbó en mamá llorando.
—Dedri —lo miró mi padre.
—No... ese corazón va a llegar yo... no me despediré —salió molesto.
Papá salió tras de él para calmarlo.
Mamá besó mi mejilla para pegar su frente con la mía.
—Te amo tanto mi niño —dijo aguantándose las lágrimas— me has hecho la madre más feliz de este mundo —confesó— y estoy muy orgullosa de ser tu madre.
Podía escucharlo todo, pero con un tubo en mi garganta y miles de cables entrando y saliendo de mi... no tenía las fuerzas para quedarme más.
A las dos de la mañana mis seres amados recibieron esa llamada que no querían recibir.
Por la bocina del teléfono escuché a mi hermana gimotear del otro lado del teléfono.
—Te amo hermanito —pronunció en un llanto ahogado — prometo que tus sobrinos sabrán el extraordinario tío que fuiste —me calmó.
Unos bebés que iban a ser afortunados por nacer en esta familia.
Nadi fue la primera en llegar, no dijo mucho... ya nos habíamos despedido antes.
Mi moreno también llegó para no soltarme ni un minuto, recordándome los mejores momentos que habíamos vivido juntos.
Casi con una hora y media mi padre por fin se atrevió, se sentó a mi lado para tomar mi mano, besar mi frente y susurrarme al oído.
—Está bien mi niño, ya puedes descansar —susurró las palabras más difícil que un padre puede decir— estaremos bien, te amamos mucho hijo.
Esas eran las palabras que necesitaba escuchar, peor aún no podía irme... no sin esperarlo a él...
—Lo tenemos —dijo la voz de mi doctor entrando— tenemos el corazón.
Creo que en ese momento el corazón de todos se detuvo.
—Dyre —dijo mi padre— te engañe, quédate con nosotros quieres.
El movimiento de los doctores se hizo en la sala... después de todo no tendría que despedirme de él.
Ahhhh estamos llegando al final 🥺
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