23 Latidos

¿Qué pasa cuando el corazón sufre un ataque?

Bueno básicamente deja de llegar sangre al corazón, este se bloquea y como consecuencia el corazón se lesiona o muere... pero no es tan sencillo para un corazón tan herido como el mío.

No es la primera vez que me sucede, razón por la que me habían puesto el marcapasos y a pesar de que el marcapasos funciona como desfibrilador no fue suficiente, mi hora había llegado...

Oscuridad... es lo que se siente la muerte, plena oscuridad, no vi ángeles, no vi mi vida pasar frente a mi, solo oscuridad.

Después solo una voz que me pedía que no me fuera, no hacía falta adivinar para saber que era la de mi hermanito menor.

Desperté... desperté adolorido, asqueado y molesto de seguir vivo, no debería pero lo estaba.

—Dy... Dy... —escuché la voz seguida de un beso— tranquilo mi niño ya estás bien.

Abrí los ojos con tremendo esfuerzo, no querían abrirse, me pesaban demasiado.

—Estoy... vivo —pronuncié débilmente.

—Si mi niño —dijo mamá besando mi mejilla.

—Debiste... debiste dejarme morir —susurré agotado.

Una vez más oscuridad, una diferente, me había quedado dormido.

Dos  semanas en terapia intensiva fue lo que me tardé en "recuperarme" mi cuerpo estaba muy débil y mis ganas no ayudaban, pero tampoco sentía esa fuerza para irme.

La única persona que me dejaron ver fue a mi madre durante esas dos semanas y es un decir pues me la pasé inconsciente por lo débil que estaba mi cuerpo.

—Listo para ver a tu familia —me sonrío mi doctor.

—Seguro que no me puedo quedar aquí hasta morir —insistí.

Si moría aquí al menos estaba seguro de que me dejarían morir en paz.

—No, te devuelvo a tu familia ya —revolvió mi cabello.

Bufé cansado, me subieron a mi habitación, ahí estaba mamá ya esperándome, con una sonrisa y muchos ánimos.

Me abrazó sin más para llenarme de besos, seguía adolorido.

—Con cuidado mamá —pedi cansado pues apretaba mi pecho con fuerza.

Ella asintió besando mi frente.

Las puertas de la habitación se abrieron dejando entrar a mis hermanos y mi padre.

—¡Dyre! —exclamó Dedri llegando hasta a mi.

No me libre de ninguno de ellos exceptuando a Damian quien mantenía su distancia como era usual sin embargo se veía afligido, no podía con esa cara de tristeza.

Por la tarde me quedé un momento con papá mientras mamá se iba a descansar y preparar la comida con mis hermanos.

—¿Qué le pasa a Dami? —pregunté mientras veíamos una película en la tele.

—Está enojado con la vida ya sabes, lo mismo de siempre —señaló mi padre burlón— que está rodeado de idiotas, lo normal

—Ya pero hoy no estaba molesto —insistí.

Papá suspiró para verme.

—Tu hermano... a estado mal estos últimos días, la situación lo sobrepasó esta vez —señaló.

—No es el único —suspiré.

Papá asintió para girarse y mirarme fijamente.

—El doctor dice que estas deprimido...

—¿Tú no lo estarías? —ataque como respuesta— si no hubieras hecho nada en tus diecisiete años de vida más que estar enfermo.

Papá suspiró para acomodarse a mi lado en la cama y abrazarme.

—Todo lo que sientas está bien y es correcto —me calmó— hacer sentir mal a las personas por eso no lo es.

Suspiré para asentir y abrazar a mi papá.

—Lo siento —susurré— que le pasa al enano —proseguí.

Mi papá me miró no muy seguro de si decirme.

—Tiene que ver con lo qué pasó —supuse.

Papá asintió para verme.

—Él fue el primero que llegó para auxiliarte, te estuvo reanimando por casi cinco minutos —me contó— verte así... fue muy duro para él.

Suspiré para negar.

—Él... me mantuvo vivo hasta que llegaron los paramédicos—dije asombrado— ¿Él me rompió la costilla? —era fuerte pero no para tanto.

Papá me miró para negar.

—No, ese fui yo lo siento —confesó.

Mire a mi padre molesto, no por romperme una costilla si no por salvarme.

—Tu... tú me salvaste —le reproche molesto.

—Dyr...

—No, papá debiste dejarme morir —ataque molesto— tu sabias... sabias que yo... y me dejaste aquí.

Papá me miró herido para negar.

—Quieres estar molesto bien, quieres estar triste también está bien pero no me vengas a decir que debí dejar a mi hijo morir porque tu menos que nadie sabe lo que es estar del otro lado —dijo serio— cúlpame todo lo que quieras, pero no me arrepiento de lo que hice.

—Pues yo si —me di la vuelta— te culpo por dejarme aquí a sufrir.

Papá suspiró, besó mi frente para salir de la habitación.

Soy un idiota lo sé, pero uno cansado.

Como supuse tendría más visitas y mis amigos no tardaron en llegar, Ty entro aún con sus muletas y la férula, lo que indicaba que todavía no estaba mejor, mi Nadi no dudo en aventarse a mi para abrazarme sin dejar hasta el final a mi novio.

—Me alegro de que estés bien amigo —dijo Ty abrazándome— no nos vuelvas a dar un susto así por favor.

—Si, para la otra prometo morir bien —bufé irónico.

—Dy —me llamó Nadi herida.

—Es verdad, debí morir pero por culpa de mi padre tengo que estar aquí viendo como sufren por mi —ataque— lo mejor hubiera sido si me hubiera quedado muerto.

Ty me miró serio, sabía lo que se avecinaba pero en su lugar empezó a reírse.

—Es una broma cierto —dijo dolido— crees que morirte resolverá todo.

Asentí, creía fielmente en que alguien morir dejaría de ser una carga para mi familia.

—Sabes como pase esa noche... rezando, pidiendo que me dejara a mi mejor amigo porque no sé qué sería de mi vida sin él, y no pude pegar ojo en toda la noche porque estaba aterrado de recibir esa llamada y cuando por fin amaneció me dije que bien mi aún tengo a mi persona favorita conmigo...

Un nudo se hizo en mi garganta sin saber que decir.

—Y luego me enteré y yo... me dije bueno esta aquí lo que significa que mi amigo sigue luchando —un par de lágrimas se habían escapado de mi moreno— pero si te vas a comportar así prefiero pensar que si moriste.

Sin decir más el chico se levantó para irse.

Mi chica me miró para suspirar y besar mi frente.

—Duele mas perderte que los sustos que nos metes sabes —suspiró para seguir al moreno.

Solo se quedó mi rubio frente a mi... mirándome con pena.

—Si tu también quieres irte esta bien —afirmó— no tienes que quedarte por lastima.

Mi ruso suspiró para cruzarse de brazos y mirarme enojado por primera vez.

—Si me voy esta bien pero si tú te vas no lo está —pronuncio con cierta molestia— no lo acepto sabes, no... no acepto que te vayas sin pelear.

—He peleado toda mi vida —dije cansado.

—Pues pelea un poco más si... porque ya me imagine toda una vida contigo y ahora no consigo imaginármela sin ti...

—Lo siento —dije dolido— estoy cansado —susurre entre sollozos.

—Lo sé —se sentó a mi lado.

Sin más me abrazó, me acomodé en él para sin más empezar a llorar.

—Tranquilo si —dijo besando mi frente.

Me quedé ahí desahogándome hasta que me quedé dormido.

Mi madre regresó por la tarde para cuidarme, mamá siempre era muy blanda conmigo a la hora de cuidarme en el hospital.

Si quería dormir me dejaba dormir, si quería hablar pues hablábamos, me permitían hacer todo lo que quisiera... hoy no quería hacer nada.

Dami llegó después de su club de lectura... lo sé todo un adulto en miniatura.

—Iré por algo de jugo de acuerdo —dijo mamá saliendo— ¿Quieren algo?

Ambos negamos quedándonos a solas.

—Me puedes dar algo de agua —pedi a mi hermano quien estaba leyendo uno de sus libros.

—No —dijo sin mirarme.

—Venga ya —insistí, ni estaba para sus juegos.

—Dije que no —se quejó.

—¿Por qué no? —me quejé.

—Porque eres un idiota —afirmó.

—Pues es de hermanos sabes —lo mire molesto.

Mi hermano cerró su libro molesto.

—¡Quieres morir bien! Prometo no hacer nada la siguiente ves, pero dime entonces de qué sirvió —me confrontó.

—De que sirvió haber crecido en hospitales he —me atacó lanzándome su libro apenas rozando mi rostro— de que sirvió todos los cursos de primeros auxilios...

—Dami...

—¡No! —se levantó— de que sirve que me haya leído media biblioteca de medicina, que me preparé día a día para ser un doctor en un futuro si tú no vas a estar ahí... !Si no quieres estar ahí¡

No supe que decir... miré a mi hermano que me miraba con tristeza.

—Lamentó hacerte pasar por esto —susurré.

—¡Ese no es el punto idiota! —me gritó— no me molesta hacer todo eso, me molesta que te rindas y ya se que estás cansado, yo también Dyre... yo también... pero quiero a mi estupido hermano mayor entiendes .

Suspiré para atraer a mi hermano hasta mi, negó un poco pero al final terminé abrazándolo.

Muy pocas veces he visto llorar a mi hermanito, pero en cuanto su cabeza se posó en mi hombro dejó salir todas esas lágrimas.

—Lo siento Dami, soy un idiota —dije calmándolo.

—Si lo eres —afirmó— lo eres.

Una tras otra lágrima dejé que mi hermanito se desahogara, cuando estaba más tranquilo por fin me animé hablarle.

—Y yo que pensaba que me odiabas —le dije cuando estaba aferrado a mi.

—Si que eres estupido —susurro— porque odiaría a mi estupidos hermano mayor.

—Bueno te doy razones no —señale.

Mi hermanito asintió para hundir su cabeza en mi pecho, me quedé ahí acariciando esos rulos, cual bebé se quedó dormido en minutos.

—Serás el mejor doctor este o no este hermanito —aseguré al aire.

Papá se lo llevó tiempo después, en mi revisión de las noches mi doctor llegó para llenarme de medicinas.

—¿Cómo estás? —me preguntó .

—Al parecer soy un idiota —susurré.

—No lo eres... solo estás atravesando un momento muy difícil en tu vida —explicó— no te da derecho a comportarte como uno pero es entendible.

Asentí para mirarle fijamente.

—Nos conocemos desde que tengo ocho años —mencioné— sabe por lo que he pasado, conoce mi historia médica mejor que nadie no es así.

—Así es Dy —me miró— ¿Ha que viene eso?

—Sinceramente cree que tengo oportunidades —pregunté nervioso— estoy muy cansado para aguantar más... pero si usted me dice que tengo oportunidades lo intentare.

—Como doctor sabes que no puedo influir en tus decisiones —insistió— pero como la personas que te conoce desde que tienes ocho años te pido que no te rindas aún, estás a tan solo un par de números de conseguirlo.

Asentí, tal vez estaba en un error... tal vez solo debía esperar un momento más, debía conseguirlo porque me lo merecía.

Merecía tener una vida larga.

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