19 Latidos

Los cumpleaños no eran mi fuerte, de ningún tipo... nunca sabía como actuar, de pequeño me aterraban los payasos por lo que pasaba la mayoría de las fiestas escondido y cuando crecí no me dejaban hacer mucho más que sentarme y ver a los niños correr... ninguna buena experiencia a decir verdad.

Sin embargo haber llegado al cumpleaños de mi hermanito si era un gran logro, uno que quería disfrutar.

—Esto es una mala idea —señale.

—Así vivimos los hombres, de malas ideas —afirmó Dedri con un pastel en sus manos.

Abrimos la puerta para entrar la habitación del pequeño demonio, una a la que casi no entrábamos.

El niño estaba dormido en su cama con libros tirados por todos lados, estanterías completas.

—¡Feliz cumpleaños hermanito! —exclamó Dedri.

El chico abrió los ojos para vernos con molestia, el primer error fue entrar a su habitación, el segundo fue entrar con su pastel de cumpleaños, sin previo aviso terminamos con la cara llena de pastel...

—Déjenme dormir idiotas —se quejó dando vuelta para acomodarse.

—Lo que quiera el cumpleañero —dijo Dedri respirando para no lanzarme lo que quedaba de pastel.

Salimos de su habitación, me quité parte del merengue que me había ensuciado.

—Bueno te quedó rico al menos —sonreí

—A ti te encantaba cuando hacía esto —señaló— yo lo amaba cuando Dianne lo hacía para mi.

—Salió medio raro el niño que quieres que te diga —comi más del merengue pues mamá no me dejaba comer azúcar— pero a ti te toca limpiar.

Me fui ante sus reclamos pero sabía que aún así lo iba hacer.

Me bañe para vestirme, hoy volvía a la escuela después de una semana de no ir.

El desayuno era a la elección del cumpleañero, y la obsesión de mi hermano por los sándwiches de queso hizo que todos desayunáramos lo mismo.

—Otro añito más mi niño —felicitó mamá abrazándolo — ¿Estas emocionado?

—No —dijo mirando su emparedado con amor.

—Nadie, si ya es insoportable así imagínate en su plena pubertad —negué asqueado.

Tal vez no lo iba a llegar a conocer así... pero no sonaba tan mal, no quería llegar a ver qué tan imbecil llegaba a ser.

Mi amiga llegó por mí con los gemelitos corriendo a mi hermano.

—¡Feliz cumpleaños! —dijeron al unísono.

Mi hermano solo correspondió al abrazo algo incómodo ante el contacto sin hacerle nada a sus cuñados.

—¿Donde está mi cumpleañeros favorito?—sonrió Nadi entrando.

Mi hermano solo se puso rojo de inmediato.

—Feliz cumpleaños Dami —lo abrazó besando su mejilla.

El enano solo hizo corto circuito para salir corriendo.

—Ah devuélvanme al niño que podía abrazarme sin salir corriendo —negó con tristeza.

Mamá ya tenía en sus brazos a los bebés, ella había querido tener como veinte hijos pero cuando estaba reconsiderando el hecho de tener otro mi diagnóstico llegó.

—Bueno nos vamos que se nos hace tarde —dijo Nadi.

—Mamá ya devuelve a los bebés —la miré negando.

—Mi bebito ya creció y si me quedo con estos —los miró.

—Por mi quedeselos —se quejó Nadi— pero no hay devoluciones.

Al final mamá nos dejó ir, después de dejar a los niños llegamos a la escuela a lo que me recibió mi novio.

—Hola querido —lo abracé.

—Querido —me abrazó con fuerza— te extrañe.

—Yo más —lo llene de besos.

Nos saltamos un par de clases pues al parecer nadie había hecho la tarea y no queríamos el regaño de la maestra juzgando las decisiones de nuestra vida.

—Tengo tres opciones de acuerdo —dijo el ruso serio— este, este o este —señaló los libros indeciso.

—Le encantará cualquier que le des —afirme.

El rubio suspiró para asentir.

—Le daré los tres —afirmó metiéndolo a la bolsa de regalos.

Negué divertido, mi moreno llegó para sentarse adolorido.

—Mal sexo —le mire confundido.

—Ya quisiera —suspiró recostándose— un mal golpe solamente.

—¿La rodilla otra vez? —pregunté preocupado.

—Costillas otra vez —suspiró adolorido.

—Hasta que no quedes tonto no vas a estar feliz —señaló Nadi molesta.

—Ahora no si —se quejó— no necesito tu discurso otra vez.

Nadi... era algo sobre protectora con nosotros por eso no le gustaba que jugara un deporte tan agresivo, a mi no me gustaba ver a mi amigo herido pero tenía que apoyar su decisión.

—Yo creo que es genial que sigas tus sueños —afirmó el ruso mientras jugaba con mi cara.

—Gracias, eres el único que me apoya —se enojó.

—Te apoyamos... pero cuídate mas si —pedí.

El moreno asintió, no lo haría porque siempre entregaba el 100% de él, no estaba mal pero tenía que bajarle o terminaría lastimándose de gravedad.

Nos fuimos a la clase de teatro donde estaban ensayando.

—Dyre —me saludó el profesor— me alegra que estes de vuelta.

—Si... podemos hablar a solas —mencioné.

El asintió para irnos a su oficina, me senté en la silla mientras él se sentaba en su escritorio como acostumbraba.

—Primero que nada quiero decir que lamento lo del corazón —se adelantó.

—Gracias —asentí— entenderá porque estoy aquí.

—Me dirás qué quieres dejar la obra no es así —suspiro— y yo te diré que no y volveremos a lo mismo así que porque no nos ahorramos tiempo.

—Quiero ser parte de la obra, estar aquí y ayudar en lo que pueda pero no... no puedo ser el personaje principal, no cuando se me está derrumbando la vida —confesé— no quiero que dependan de mi cuando no sé si pasaré del mes.

Art suspiró para verme.

—Entiendo, no quiero estresarte con este tema —señaló— pero parte de mi quiere que seas tu Romeo...

—Hay más chicos gays aquí que pueden hacerlo —señale.

—Claramente y son mejores que tu actuando —aceptó— pero Dyre no te das cuenta de lo que proyectas al actuar y esta obra... es una de las más importantes en mi vida como profesor, así que no, porque solo no lo intentas, disfruta lo más que puedas, vives la experiencia y tranquilízate... siempre sabes que Carlo está para cubrirte la espalda si algo pasa.

Sin más volvimos con los demás, me senté procesando lo que había pasado.

—Ese... otra vez se salió con la suya —señalé molesto.

—Me alegro —sonrió Bas— por ti me metí a la obra, y contigo es con el que quiero hacer esto.

Le miré para negar riendo.

—Demasiado cursi para ser ruso —me burlé

—Eso dice mi mamá —asintió para abrazarme.

Cada quien tiene derecho ser como quiera ser, sin importar los estándares que se les imponga.

Después de la escuela volvimos a casa para festejar el cumpleaños de mi hermanito.

Al llegar ya estaba adornado de libros mientras mi hermano disfrutaba la fiesta con sus amigos.

—¿Y a ti quien te invito? —miró de arriba abajo a mi chico.

—Te compró dos ediciones exclusivas —lo arreglé.

—Bienvenido —asintió tomando el regalo.

—Feliz cumpleaños —le dijo pero ya se había ido.

Nos sentamos en la sala, mi hermano tenía pocos amigos... los necesarios para subsistir decía el, estaba Mckena su amiga que vivía enamorada de él pero claro mi hermano sólo tenía un amor.

Luego estaban los gemelos, eran muy callados cosa que le encantaba a mi hermano y claro su mejor amigo desde que estaban en pañales sin embargo se había tenido que mudar al otro lado del mundo.

—Vamos a partir el pastel —animó Papá— este que no termine en tus hermanos de acuerdo.

—Que no me provoquen —gruñó mirándome.

Negué divertido junto con Dedri.

—Pide un buen deseo —le dijo Ty.

—No me digas que hacer —le miro serio.

—Ya se que va a pedir —dije burlón mirando a la pelirroja

Recibí una mirada asesina de su parte, sin más cerró sus ojitos para soplar la vela.

Entre los aplausos y vitoreos la puerta se abrió.

—Llegas tarde —se quejó mi hermano.

—Lo siento el vuelo de alguien se atrasó —sonrió Dedri dando paso al rubio tras de él.

—¡Alex! —exclamó sin ocultar su felicidad para correr a él y abrazarle.

—¡Dami! —hizo el mismo gesto.

Los dos se abrazaron con fuerza, aproveché para tomar miles de fotos de extorsión.

Después del emotivo rencuentro nos dispusimos a comer el pastel.

—Hola Alex —salude feliz— me da gusto verte.

—Igual —dijo dándome un abrazo— me alegra estar aquí de nuevo, es como si hubieran pasado años —acompaño con su risita.

El chico era el lado contrario a mi hermano, un solecito en el sentido de la palabra.

—Ho... Hola Tyron —saludo al Bakyordigan nervioso.

—Hola chico —dijo revolviendo su cabello— estas creciendo muy rápido.

—Agh consíguete tu a un mejor amigo y no me estés quitando el mío —regañó Damian apartándolo del moreno.

—Quisiera pero me cambian por este —señaló al ruso.

—Que... —dijo mi rusito confundido comiendo pastel.

Negué riendo para darle una probada al pastel.

Los niños no dejaban de comerse con la mirada a mis amigos.

—De todas las personas en este pueblo y tenían que gustarles ustedes —negué decepcionado.

—Porque somos los más lindos obviamente —señaló Nadi riendo.

—Ilegales —reafirme.

—Bueno pero yo me quedé con el mejor de este trío —sonrió Bas atrayéndome a él para besar mis labios.

Pasamos un rato más en la fiesta pues Damian corrió a todos para aprovechar su tiempo con su mejor amigo que solo se quedaría un par de días.

Estos niños se conocian desde que estaban en pañales y su separación había sido muy difícil para ambas familias.

Por la noche recibí la visita de Alex.

—¿Ya se durmió Damian? —le miré riendo.

—Son las nueve tú que crees —sonrió— solo venía a ver cómo estabas y a contarte que he crecido tres centímetros y en tus palabras cuando creciera me darías el número de Ty así que...

—Lamento decirte que aún tiene novia —me quejé.

—Aún —contestó sorprendido— mierda tendré que esperar más.

—Te recuerdo que es un hetero aliado —señale.

—Su heterosexualidad es cuestionable cuando juega un deporte rodeado de hombres —dió un gran argumento.

Negué divertido, tenía buenos puntos de vista.

—¿Como te va, ya has hecho amigos? —pregunté emocionado

—Algunos, pero no es lo mismo sin el malhumor y comentarios sarcásticos de Dami —afirmó sentándose en la cama— ¿cómo va él? dice que bien pero no le creo.

—Golpeó a unos niños con un libro por invitarlo a jugar basketball con ellos —conté riendo.

—Típico de el —asintió.

—Me alegro de que te dejaran venir, mi hermano te necesitaba hoy —afirmé la realidad.

—Lo se —suspiró— volveré con él en vista de mi plan fallido.

Asentí divertido, ciertamente era otro hermanito para mi... uno que si me quería.

—Ah yo... se supone que no debo decirte pero tiene miedo —contó— hay noches que no duerme por cuidarte y yo, quería que lo supieras así le dejas una cobija extra.

—Gracias Alex —asentí.

Ya me lo suponía, no es normal sentir que te observan mientras duermes.

Dejé la cobija en el sillón junto a la ventana donde supongo pasaba las noches. Al despertar a media noche los vi, dormidos a los dos junto a la ventana.

Me alegraba haber llegado al menos a un cumpleaños más de mi hermanito.

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