Capítulo 7. ¿Paraíso?

Habían pasado un par meses desde que Ace y Luffy se conocieron. Al principio, el pecoso se sentía extraño y hasta un poco incómodo  al tener al menor a su alrededor por su gran energía, pero con el pasar del tiempo ya no era una molestia. Aquello se volvió cálido, tranquilizante y en una nueva manera de relajar al mayor.

Las tonterías y extravagantes ocurrencias que hacía el azabache con tal de hacer reír al otro era muy gratificante. Lo había ayudado mucho a dejar lentamente ese lugar al que casi siempre recurría para ocultarse del mundo, solo para enterrarse así mismo en la inmensa soledad, tristeza y culpa que pasó.

Desde que ambos jóvenes conectaron, todo cambió para Ace, puesto que el pequeño chico de sombrero de paja se había convertido en su único rayo de luz para no volver a aquella lobreguez. Las conversaciones que tenían eran cada vez más fluidas, ya no había vergüenza por hablar de cualquier tema; por un momento pensó que Marco se enojaría con él por estar llegando tarde a casa, pero fue todo lo contrario. El rubio se había alegrado que estuviera volviendo a sonreír y que sus ojos no dejaban de brillar cada vez que hablaba de Luffy.

Los dolores de cabeza que tenía frecuentemente el pecoso se fueron desvaneciendo al igual que su interés por saber qué sucedió y con quién estuvo en aquel accidente, no podía negar que le causaba algo de curiosidad...

Aún así, Ace decidió pasar página.

Otro día lluvioso más en la pequeña ciudad hizo que el dúo no pudiera salir de casa. Ace se encontraba tumbado en su cama, mirando hacía el techo, preguntándose a qué se refería la tan inusual propuesta que le hizo Luffy aquella vez. También recordó como le contaba emocionado sobre sus aventuras que tuvo con sus amigos, irradiaba mucha felicidad al hablar sobre ellos. En especial cuando mencionaba a ese tal Zoro.

No podía dejar de sentirse un poco celoso, vaya suerte tenía ese tipo al ser el mejor amigo del pequeño, pero ¿Por qué lo estaría si ni siquiera lo conocía del todo? Debe de ser cosa suya seguramente, además sus sentimientos no podían interferir en su amistad ¿Verdad?

— Ace ¿Estás bien? —preguntó Marco al verlo perdido en su cabeza—. ¡Ace!

— ¡Que sí! Sabes, no tienes que gritar mi nombre —respondió este fastidiado al sentarse en la cama para mirar al rubio apoyado en la puerta—. ¿Qué acaso no tienes que estar en el trabajo?

— Soy yo o alguien está enojado porque no pudo ver a su alma gemela —dijo el rubio con tono burlón—. Respondiendo tu pregunta, no, hoy tengo día libre.

Ace frunció el entrecejo cuando su camarada decidió picarlo un poco con Luffy, sus comentarios  comenzaban a volverse aburridos y cansinos. El pecoso lo pasó por alto, así que miró por la ventana que tenía al lado para calmarse, pese a que quería darle un buen golpe a su amigo no lo haría porque es buena persona... Arrastró la mirada hacia Marco, luego de dar un suspiro pesado con tal de continuar con la conversación que estaban teniendo.

— Marco, ¿Puedo preguntarte algo?

—No lo sé, ¿Tienes ganas de preguntarme algo? —dijo Marco cruzando los brazos, seguida de una sonrisa en el rostro. Le gustaba responderle con preguntas, pero tampoco quería obligarlo a contarle algo de lo que no se sintiera seguro, a pesar que la mayoría de veces lo hacía para colmarle la paciencia, era divertido.

— Idiota... —murmuró Ace—. Sabes, la otra vez que estuve con Luffy... me hizo una pregunta un tanto rara...

— ¿Rara? —Marco no sabía si creerle, después de todo Luffy era demasiado inocente y tonto como para hacer preguntas subidas de tono—. ¿Estás seguro que no fuiste tú?

— ¡Acaso tengo cara de preguntar cosas raras! —bufó Ace entre dientes sonrojado, sí que su hermano sabía como sacarlo de sus casillas. Se dio cuenta que estaba a punto de seguir, pero lo calló—. ¡Ni se te ocurra Marco!

— Vale, vale —respondió entre risas el rubio—. Entonces ve al grano ¿Qué tan raro puede ser lo que te preguntó Luffy?

— ¿Y si vamos en busca del paraíso?

Marco parpadeó unas cuantas veces ante la respuesta de Ace, se quedó descolocado. No sabía cómo tomar ello, pero también podía ser un chiste ¿Cierto? Al fin y al cabo al menor le gustaba hacer bromas con tal de tomar un poco el pelo y hacerlos reír. El rubio recordaba claramente que Luffy era MUY malo mintiendo, si se pudiera dar un Oscar al peor mentiroso ese era el joven de sombrero de paja.

— ¿No es extraño? ¿Marco? —Silencio. El mencionado no respondió, se había quedado pensativo, al parecer estaba analizando la situación—. ¡Marco!

— ¿Eh? Sí, seguro será una ocurrencia de Luffy... —contestó el rubio—. Aunque pueda que se esté refiriendo a... No, no lo creo... pero es una posibilidad ¿Podrá ser? —Marco se dio cuenta que estaba hablando en voz alta, sintió la mirada curiosa de Ace por lo que continuó—: Perdón, fue mi imaginación. Oye, dime ¿Tú quieres buscar el paraíso?

— ¿Por qué tendría que buscar algo que no existe?

— Ace, llevas intentado recordar lo que te ocurrió ese día, pueda que la respuesta se encuentre en ese lugar —dijo el rubio con un semblante serio y sereno—. Desde que Luffy apareció no has vuelto a contarme nada... es como si quisieras aferrarte a algo que no existe. 

— ¡¿Qué demonios hablas?! ¡Ni siquiera sabes lo me pasó! —gritó el pecoso. ¿Qué estaba insinuando? ¿Qué Luffy era el problema? No, no le permitiría hablar así de él—. ¡No tengo que contarte nada! ¡Tampoco te pedí ayuda!

— Es cierto, no tienes que contarme nada, pero lo haces ¿Por qué? —Ello último hizo que Ace se callara, no sabía como contestar—. No eres más que un niñato, que no quiere afrontar la realidad. —Marco suspiró profundamente, luego de dejar caer sus hombros; tenía derecho de recriminarle todo lo que hizo por él cuando se metía en grandes líos, y aunque fuera un cabeza hueca lo quería—. Créeme... sé muy bien lo que te pasó, estuve allí dos veces... 

Marco se retiró de la habitación, si pudiera le daría un puñetazo en toda la cara para que dejase de mentirse a sí mismo. Sabía muy bien que la situación de Ace era delicada, tenía que ser paciente con el pelinegro todo el tiempo, pero no toleraría que se cruzase de la línea y más que dijese que nunca le pidió ayuda. Tal vez no recordaba lo que hizo, ni tampoco todo el rechazo y odio que recibió después de la muerte de Luffy, no por parte de los amigos del menor sino por otra persona.

Quizá fue muy duro con él esta vez... quizá debería darle tiempo.

Mientras tanto Ace pegó un portazo a penas el rubio se alejó, estaba tan enojado que tiró todos los objetos que tenía en el escritorio hasta romper objetos valiosos que fueron para él. Sin pensarlo dos veces sacó toda la ropa del armario, cogió las sábanas de su cama y se encerró en la oscuridad nuevamente... quería estar solo, no aguantaba los estúpidos sermones y reflexiones de Marco, ya tenía suficiente con todo.... nadie podía ayudarlo...

"Vamos, acaba con todo"

La cara del pelinegro palideció al oír esa voz, no pensó que volvería a escucharlo.

"¿Qué pasa? ¿Acaso tienes miedo? ¿No tenías suficiente?" 

— Cállate... Por favor...

"Solo eres un problema para los demás...un maldito estorbo.... quizás un..."

— ¡No lo soy!... no lo soy... yo no...

"¿Por qué crees que Marco sigue contigo? Solo le das pena... Le damos pena, nadie nunca nos necesitó"

— Nadie...

"Exacto... estamos solos...SOLOS..."

Ace no veía nada, la oscuridad del armario no lo dejaba por lo que con la ayuda de la linterna de su teléfono iluminó el provenir de esa voz. Un frío estremeció todo su cuerpo al ver que era su mismo reflejo sonriéndole tétricamente; su rostro pálido y delgado, lo aterrorizó; y no había ojos, las cuencas estaban vacías. El pecoso comenzó a hiperventilarse, los nervios se apoderaron de él como nunca antes y el miedo impidió que gritase con todas sus fuerzas para espantar a aquello, simplemente no reaccionaba.

"Nosotros sabemos que esta es la mejor opción... ¿No?"

— La mejor opción...

El pelinegro no dejaba de mirar con tristeza a los ojos de su otro yo, estaba perdido y no oía absolutamente nada... solo esa voz que lo volvía loco cada vez que se encerraba. El lazo entre ambos se volvía más profunda de manera rápida al ignorar lo que les rodeaba, al menos ya no se sentía tan solo como antes. Después de todo, él sabía qué era lo mejor para los dos...

"Somos culpables de TODO y merecemos lo peor..."

— Culpables... lo peor...

"Así es... Vamos... Cierra los ojos y relájate, será divertido... Solo sígueme"

— Divertido...

El joven seguía bajo el trance: no reclamaba y tampoco se quejaba de las peticiones que le pidió esa voz... tan solo obedecía sus deseos. Ace sintió como su otro yo lo ayudó a levantarse para que lo siguiera ciegamente, no sabía a dónde se dirigía... todo era oscuro y por alguna razón sus pies estaban húmedos con cada paso que daba. El suelo seguía igual, pero esta vez la textura de esta era lisa y rasposa al mismo tiempo... Con mucho cuidado ambos se detuvieron en el borde.

— "!!!"

Alguien lo estaba llamando a la lejanía, él no comprendía lo que decía por la distancia entre ellos... Se sentía cansado, la cabeza le retumbaba y los ojos le pesaban demasiado. Dormir no le vendría mal...

"Les estamos haciendo un favor a todos..."

— ¿Un favor?....

"Si saltamos y cerramos los ojos al mismo tiempo... podremos reencontrarnos con él"

— ¡Despierta! —Otra vez esa voz, pero estaba cerca ahora—. ¡Ace!

"Tú y yo sabemos la respuesta...salta..."

— Salto... 

"¡SALTA! "

— ¡ACE! ¡DESPIERTA, POR FAVOR!

— Ese es.... ¿Por qué vino?...

"¡NO LO ESCUCHES Y SALTA DE UNA MALDITA VEZ! ¡SALTA!" 

— ¿Por qué ahora?

"¡¡QUE SALTES ASESINO!!"

— ¡¡¡ACE!!!

Aquel grito lo hizo despertar de golpe. Ace se dio cuenta que estaba lloviendo, que había mucha gente detrás suyo tratando de hablarle, no los escuchaba hasta que miró hacía abajo... Estaba en el borde de un puente, a punto de caer si no fuera por sus brazos que estaban bien sujetos a las barandas. Su respiración comenzó a fallarle, el pánico incrementaba poco a poco porque no sabía que hacer, habían muchos espectadores que lo ponían nervioso, pero al escuchar la voz de alguien familiar lo hizo volver a sus sentidos nuevamente.

— ¿Marco? —Lo ojos del pelinegro se llenaron de lágrimas—. Marco... yo... yo no quise...

— ¡Lo sé! ¡Lo sé, joder! —El rubio estaba nervioso—. ¡Volvamos a casa, Ace! Así que, por favor....

Marco extendió su mano, tenía que ser paciente y sabía que era el único capaz de hacerlo entrar en razón. Los segundos de espera lo estaba matando hasta que el pecoso la agarró de manera inmediata, con mucha fuerza por parte del mayor lo alejó del borde cayendo al suelo para luego acogerlo en un abrazo fraternal. No podía hacer más, solo le quedaba escuchar a Ace lamentándose por lo que estuvo a punto de hacer.

— Perdón... perdón... por favor, Marco... —dijo entre sollozos—. No me dejes solo...

— No lo haré.... lo prometo...

Esa muestra de afecto brindada hacia Ace junto con unas palmaditas en la espalda, hizo que rompiera en llanto desconsoladamente. Que más daba si seguían bajo la gran tormenta que diagnosticaron; que importaba si estaban presentes los bomberos, policía y ambulancia, sin mencionar a los espectadores agradeciendo que el joven no cometió una locura.

— Es mi culpa.... yo... perdón... Marco... —Apenas podía vocalizar el pelinegro.

El rubio sabía de los arranques caóticos que sufría Ace, él tuvo que vivir en carne propia todo ese sufrimiento en el que su hermano estaba atrapado. Sabía de lo autodestructivo que se convirtió, del sonambulismo que desarrolló, de lo tan frágil que se volvió emocionalmente... Y de lo fácil que se dejaba llevar por sus pensamientos negativos y subconsciente, hasta el punto de llevarlo al suicidio. Es por ello que cuando reaccionaba, no recordaba como terminada en esos lugares, ni como Marco se encontraba allí para evitar que lo hiciera en más de una ocasión.

Todo fue a raíz de la muerte de Luffy...

— No lo entiendo... ¿por qué? —dijo Ace entre sollozos al sentir la mano del mayor acariciar su cabeza lentamente—. No quiero buscar eso... no lo quiero... no quiero... no más... basta por favor... por favor...

— Ace... —Lo abrazó más fuerte, ahora él se sentía culpable—. Lo siento...

Ese día, Marco no durmió en toda la noche con tal de ver a Ace descansar tranquilamente y asegurar su despertar al día siguiente. Él era como un niño pequeño al que no podía dejar solo, tenía que cuidar de él... Su hermano y amigo de la infancia lo necesitaba, era más que obvio que se quedaría ahí para apoyarlo sin importar la situación. Sin embargo, el rubio iba a terminar siendo consumido por la angustia, se debía saber la verdad de una vez o el caos llegaría.


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Creo que fui algo cruel hacerlos esperar tanto tiempo y regresar con un capítulo así...

Bueno, ¿Qué tal? ¿Cómo llevaban la espera?

Una disculpa de antemano, pero pasaron muchas cosas este año para mí y digamos que no me asentaron muy bien del todo. Cuando terminaron mi clases, me tomé un largo descanso para desconectar completamente de todo... PERO ¡YA VOLVÍ! Eso creo...

Las actualizaciones serán lentas, eso sí, me aseguraré que cada capítulo sea una sorpresa tras otra para que saquen sus propias conclusiones.

Solo puedo decir que se preparen para lo que viene.

¡Nos vemos!

AustriaSaurio

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