Capítulo 5. Lo Siento

—¡Mierda, mierda!

Zoro salió de su departamento rápidamente, llamó a emergencias mientras bajaba las escaleras dando saltos largos para ahorrar tiempo. Acaba de ocurrir un accidente y la policía no le creía, pensaron que era una broma que les haría perder el tiempo. Sin embargo, el local recibió otra llamada con la misma información, ya no era un broma, era real.

Era su culpa por dejarlo ir, ese miserable no cuidó de Luffy como prometió... Ace era el responsable, pero la culpa estaba matando a Zoro por no haberlo detenido antes, por no contarle a lo que solía dedicarse su querido novio.

—¡Zoro! —Usopp logró llamar la atención de su amigo que apenas lo vio salir del edificio todo alterado—. Oye, ¿Por qué tanta prisa? ¿Pasó algo?

—¡No puedo! ¡Luffy!

—Luffy está de viaje con Ace, no lo olvides idiota —dijo Sanji sacando un nuevo cigarrillo para encenderlo.

—¡Acaba de tener un maldito accidente en la puta carretera!

Tanto Usopp como Sanji tragaron frío, con solo ver el rostro de preocupación de Zoro sabían que no estaba diciendo tonterías. Él era la persona que menos bromas hacía cuando se trataba de algo serio y más si era sobre Luffy.  Sin perder tiempo usaron el coche de Zoro para llegar al lugar lo más pronto posible y por precauciones necesarias, Sanji estaría al volante. No querían que ocurriera otra tragedia.

—¡Date prisa cocinero de mierda!

—¡Cálmate, Zoro! Tiene que haber un mal entendido —dijo Usopp con tal de calmarlo, no valió para nada—. Luffy está con Ace, ¿Qué te hace creer que tuvo un accidente?

—¡Porque estaba hablando con él por teléfono! ¡Maldita sea, pisa ese acelerador!

—¡Qué te hace creer que voy a hacerlo musgo imbécil! ¡Acaso quieres ocasionar otra estupidez!

Las palabras de Sanji hicieron entrar en razón a Zoro, estaba completamente cegado por los nervios de la situación. No podía echarle la bronca, después de todo lo salvó de haber cometido una tontería que casi pudo acabar con él. 

El rubio era consciente que cuando estuvieran cerca no los dejarían entrar por obvias razones, no eran los familiares de ninguno de ellos dos, pero sí sus amigos, bueno solo de Luffy. Les preocupaba Ace de igual manera aunque no se comparaba con el menor. Ese pequeño que irradiaba luz todos los días en la escuela, que alegraba hasta los días más grises de alguien, no sabían si de verdad estaría a salvo de aquel desastroso incidente.

—¡¡LUFFY!! —gritó Zoro tratando de entrar a la escena, pero fue retenido por los oficiales de inmediato—. ¡Suéltenme! ¡Tengo que verlo!

—¡No puede pasar!

—Somos amigos de uno de los chicos —dijo Usopp tratando de razonar con el oficial, no iba a servirles de mucho—. Por favor, es nuestro amigo... Es el mejor amigo de Zoro...

—Lo siento, pero son las reglas —contestó el policía cabreado, no podían perder ni solo un minuto—. ¡Controlen a su amigo! ¡Malgastan nuestro tiempo!

—¡Yo te daré buenas razones para perder el tiempo! —gritó Zoro, estaba a punto de lanzarse hacia el oficial con tal de pasar. No pudo, Sanji lo detuvo—. ¡Suéltame maldito cocinero!

—¡CÁLMATE IMBÉCIL!

Sanji se había hartado del comportamiento de Zoro, no lo llevaría a ningún lado así que junto con Usopp lograron aguantar a su amigo quien estaba todo desesperado por llegar a Luffy. Claramente el equipo de rescate hizo todo lo que pudo, de manera rápida y efectiva, tenían que salvar a un par... No tenían idea si seguirían con vida hasta que llegaran al hospital.

—¡Está bien! ¡Me calmo! —bufó Zoro al dejar de poner resistencia. Los dos jóvenes lo soltaron, estaba tranquilo por ahora.

—¡Rápido! ¡Muévanse!

Los tres jóvenes alarmados miraron como movían los cuerpos de Ace y Luffy en las camillas a toda prisa hacia las ambulancias. Ninguno de ellos podían creer lo que estaban viendo sus ojos: ambos jóvenes semi-inconscientes, con cortes en todas partes, heridas profundas en lugares sumamente delicados como el abdomen y pecho. Las cosas se volvieron más turbias cuando el cuerpo de Luffy pasó en frente de Zoro, quedó helado, no tenía palabras. Estaba mucho peor que Ace, a penas podía respirar y las heridas eran peores.

—Per... Perdón Zoro...

El pequeño pelinegro a penas pudo musitar aquellas palabras con la poca fuerza que tenía y hasta intentó levantar su brazo, pero no pudo, el gran dolor que recorría por todo el cuerpo era tan desmesurado que lo hizo callar de inmediato, dejando caer unas cuantas lágrimas. Las puertas de las ambulancias se cerraron de golpe, abandonaron el lugar y a aquellos espectadores con la palabra en la boca mientras que otros se regresaban a sus coches para seguir con su destino.

—Luffy... Vuelve... Por favor —susurró Zoro conteniendo las lágrimas—. Sí tan solo...

Mientras Zoro seguía mirando en la dirección que se fue la ambulancia, su corazón se desgarraba lentamente; el solo pensar que nunca más lo volvería a ver, lo estaba comiendo cada vez más. Por otro lado Usopp aprovechó para hablar con el oficial para preguntar hacia dónde los estarían llevando, tenían que llegar y avisar a los demás.

—Los llevan a la Clínica Drum, no tardarán en llegar.

—¡Zoro, muévete! ¡Tenemos que ir al hospital! —gritó Usopp sacando del trance en el que se encontraba su camarada—. ¡Lo llevarán con Law!

No tenían nada que perder, volvieron al coche nuevamente con dirección a la Clínica Drum, una de las mejores de la ciudad. Llegaron rápido tal y como les había dicho el oficial. Al entrar, vieron a todos los asistentes y doctores movilizarse a toda velocidad, el tiempo era esencial y más en una situación como esta.

—¡De prisa! ¡A cuidados intensivos! —ordenó una mujer mayor de cabellos blancos—. ¡Crocus y Marco vayan con el pecoso! ¡Law vienes conmigo!

—Voy —contestó secamente el mencionado.

Law era doctor, uno de los más sobresalientes y hasta se podría decir que uno de los más jóvenes por el momento. Sabía que no podía retrasarse, la situación era crítica y delicada. Ya había tratado a Mugiwara-ya antes, pero esta vez se veía peor. El joven ojeroso estaba a punto de cruzar la puerta de cuidados intensivos, pero fue detenido por Zoro.

—¡Ahora no es el momento Roronoa-ya! —refutó Law antes de que comenzara a chillarle—. La vida de Mugiwara-ya depende de un hilo, no me hagas perder el tiempo.

Con ello dicho, Law desapareció. Zoro estaba destrozado por dentro, no podía creer que su mejor amigo estaría al borde de la muerte. No dijo nada, se alejó de la puerta y se sentó en el suelo pegando su espalda contra la pared, encogido de piernas.

"No es bueno que reprimas tus sentimientos" Esas palabras vinieron a la cabeza de Zoro de golpe. Estaba confundido, triste y enojado consigo mismo. No escuchaba nada, no quería oír a nadie. Solo quería ver a Law salir diciendo que Luffy estaba fuera de peligro, que seguía vivo y no había que preocuparse... No fue así, las cosas simplemente se complicaron.

Los demás amigos de Luffy vinieron, ni hablar como se sentían Sabo y su abuelo. El rubio estaba siendo consolado por Koala mientras que el abuelo no perdonaría a quien haya hecho aquél acto cobarde. Ace tenía amigos, pero no muchos... ¿Sus padres? Ellos fueron asesinados cuando era un niño, dejándolo al cuidado de Edward Newgate. Lo crió como si fuera su propio hijo y ahora temía por perder a uno más de la familia.

Las malas noticias no dejaban de llegar, el abuelo de Luffy, Monkey. D. Garp, quién era Vice Almirante informó que los frenos del coche fueron cortados y que eran recientes. Estaban descartados los presentes que despidieron a su nieto y el mismo Ace, puesto que el coche había pasado una revisión días antes que viajaran. Había un responsable, pagaría las consecuencias a toda costa, no había duda de ello.

—¡¿Qué demonios?! ¡¿Solo tenía 22 años?! ¡¿Quién desearía ver muerto a Luffy?! —gritó Sabo exaltado, necesitaba respuestas.

—Sabo-kun... —dijo en susurro Koala, intentó darle unas palmaditas en la espalda con tal de animarlo—. Ya encontrarán al culpable. Tu abuelo no se quedará de brazos cruzados.

—No lo sabremos hasta que investiguemos a las últimas personas que tuvieron contacto tanto con Luffy como con Ace —contestó Garp cruzando los brazos—. No descansaré hasta encontrar a ese maldito desgraciado...

Nami y Robin querían ayudar con la investigación cómo sea; Luffy era como un hermano pequeño para ellas. Dulce, inocente, terco, gracioso y leal... Nadie podría suplantar ni cambiar esas cualidades del menor.

Chopper se encontraba llorando mientras Franky y Brook intentaban consolarlo, sabían que era duro y más aún cuando este formaría parte del equipo médico pronto. Sanji y Usopp no dejaban de mirar a Zoro, sabían que lo estaba pasando fatal, querían alentarlo, pero no encontraban las palabras correctas para hacerlo.

—Oye, ¿Quién es ella? —preguntó el chico de nariz larga, llamando la atención de todos—. Es la primera vez que la veo.

—Monet —dijo Robin cruzando los brazos—. Compartí clases con ella algún tiempo; tiene una forma muy peculiar al tratar a los chicos...

Nami se sorprendió con el comentario que hizo Robin, ella no era de las típicas personas que daban comentarios sobre otras chicas, aunque no se equivocaba. La reputación de Monet era muy conocida en el instituto y universidad: ir de fiestas, beber y estar con chicos. La mayoría de los jóvenes no podían negarle nada a la bella mujer de cabellera verde, con sus encantos y ases que tenía bajo la manga hacía que todos cayeran en sus garras... Zoro era la excepción, no le prestaba ni la más mínima atención. Según él, Monet no era muy amigable como otros decían y si quería algo, lo obtenía.

—Zoro... —dijo Monet al ponerse a la altura del joven moreno, quien al sentir la mano de esta reaccionó de inmediato para encontrarse con una cálida sonrisa comprensiva—. Seguro que todo saldrá bien, Luffy es alguien muy fuerte. Esto no es nada para él.

—¿Qué haces aquí? No sabes nada de Luffy y tampoco de Zoro —dijo Nami interrumpiendo el "inicio" de una conversación entre ambos—. Así que regresa por donde viniste Monet, no deberías estar aquí.

—Como si fuera a hacer lo que dices —contestó irritada. Frunció el gesto levemente ante la imprudencia de Nami—. ¿Qué acaso está mal preocuparme por alguien que no sea yo? Al menos no soy una ludópata como tú cariño.

—¡Pero con qué cara vienes a decir eso! ¡Si tú te vas a la cama de cualquiera hasta por dinero!,

Nami estaba perdiendo los estribos con Monet, esa mujerzuela la estaba poniendo de los nervios. Si no hubiera sido por Robin y Usopp que sujetaron a la joven, ya se habría desencadenado otra pelea. Lograron calmarla sin mucho esfuerzo, ella era consiente que no serviría de nada pelearse con alguien, lo que importaba ahora era Luffy. 

—¡Cuánto tiempo van a estar allí metidos! ¡Quiero noticias de mi hermano! —gritó Sabo dando una patada a las sillas que estaban frente suyo. Estaba enojado evidentemente—. ¡Qué miran!

—¡Sabo! —El grito hizo que todos voltearan de inmediato, no pensaban que el padre de Luffy se presentaría en la clínica. Sabían que era un hombre muy ocupado con sus negocios, pero si trataba de su familia no dudaría en venir —. Mira todo el alboroto que estás haciendo, guarda silencio y mantén la calma. Tengo fe en que mi hijo sobrevivirá a esto, él es fuerte.

—Dragon-san... Pero...

—Es suficiente Sabo —dijo Garp, posando su mano sobre el hombro del rubio—. Ya lo dije y lo volveré a decir, quien sea que haya ocasionado esto lo pagará muy caro.

Aquella sensación de angustia que todos estaban sintiendo, acabó con el abrir de las puertas por dónde ingresaron a Luffy y Ace. Era un pequeño y diminuto rayo de esperanza, tenían que haber buenas noticias aunque no fueron las que imaginaron. 

—¿La Familia de Portgas. D. Ace? —preguntó Kureha. La mujer de cabellos blancos una vez supo quién era la familia, se acercó para contar la situación del joven.

—¿Se pondrá bien, verdad? —preguntó Edward, la preocupación se veía en sus ojos. La pérdida de Thatch afectó a la familia, no podría soportar otra—. Dígame que está bien.

—Su situación es delicada, sigo sorprendida con que haya sobrevivido a ese accidente. Él está fuera de peligro, podrá irse a casa dentro de una semana y media.

Esas fueron muy buenas noticias para la familia de Ace, aunque fuera solo el hombre que lo crió, la alegría era enorme al igual que para algunos amigos suyos. Law estaba al lado de Kureha, aún no tenía el valor suficiente para hablar sobre Luffy,  no se pudo hacer nada... ¿Cómo explicar que murió minutos después de entrar a la sala de cuidados intensivos? Mientras dejaron a la familia celebrar el regreso y continuidad de la vida de Ace, se dirigieron a la otra. Esperaban buenas noticias, no fue lo mismo lamentablemente.

—¡Doctorine! ¡Luffy se pondrá bien! ¿Verdad? —preguntó Chopper todo emocionado.

—¿Cómo esta Luffy? —preguntó Dragon.

—¿Trafalgar? Mi hermano se pondrá bien ¿Verdad? —dijo Sabo preocupado, el corazón lo tenía estrujado. No podía perder a su hermanito, eso no—. ¡Responde maldita sea!

Kureha posó su mano sobre el hombro del joven doctor, presionándolo ligeramente. Tenía que decirlo, no podía dejar a la familia con más espera aunque fuera dolorosa. Law se tensó aún más al sentir las miradas de todos sobre él, sabía que confiaban en él y que era capaz de salvar al pequeño. No era su culpa... Él simplemente no lo logró.

—Mugiwara-ya no soportó el accidente... —dijo Law tratando de sonar lo más tranquilo posible —. Lo siento...


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