Capítulo 1. Primeras Impresiones
Llovía a cántaros, era normal, al fin y al cabo vivían en un país en donde la humedad abundaba. Eso sí, no podían negar la hermosura de su primavera con las vastas tonalidades de flores o lugares a los que solían viajar a acampar con sus amigos. Todo tiene un fin, claro está, pero no siempre es feliz, a veces puede terminar en tragedia y dejar un trauma de por vida. Ace creía que todo fue un mal sueño, algo que nunca ocurrió y quería seguir creyendo en ello, cuando esa no era su realidad ni su mundo en teoría.
—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó una voz masculina—. ¿Ace?
—¿Hm? No te escuchaba... Perdona.
Ace lo escuchó suspirar con algo de pesadez, parece que estaba un poco irritado, usualmente pasaba cuando tenía sesiones con su mejor amigo. Marco era doctor, profesor de medio tiempo y consejero para quien quisiera escuchar segundas opiniones, sin embargo, había alguien que le preocupaba de sobremanera por la forma en la que actuaba desde pasó el accidente. Su actitud cambió de golpe y su presencia no era muy amigable, no era mala, al contrario, solamente que a veces ponía al pobre rubio un poco de los nervios, en especial cuando amigos suyos venían a visitarlo los fines de semana.
—Comencemos de nuevo... ¿Quién y cómo eres? —preguntó el rubio mientras cogía un espejo.
—Soy Portgas.D.Ace y tengo una piña por amigo...
—Tienes una suerte que no te pueda dar un golpe por ahora.
Marco y Ace se hicieron amigos desde muy jóvenes, para ser concretos en la universidad. Pese a haber estado en diferentes carreras y haberse graduado hace unos 3 años, eso no les impidió seguir en contacto. Marco era rubio, con un corte de pelo como la cabeza de una piña y que por alguna extraña razón no le ha vuelto a crecer el cabello de forma "normal" por así decirlo, era su estilo al parecer; otra cosa a destacar era su gran estatura, debido a que jugó basketball en su juventud.
—Ace, vamos... —Marco agarró un espejo de mano y se lo acercó—. No es tan difícil.
—....
Ace cogió el espejo y se mantuvo en silencio, no dejaba de mirar su imagen plasmada. Era un chico simpático promedio o eso es lo que creía él: piel no tan clara pero acaramelada, con pecas en el rostro; alto, cabello negro y ojos marrones oscuros, pero había mucho más que eso y su aspecto físico... Su mirada, era fría, apagada y desorientada, como si todo lo que perdió se quedaron estancados en sus ojos llenos de soledad o lo que se podría llamar tristeza. Su brazo derecho comenzó a temblar, frunció el entrecejo levemente y dejó el espejo en la mesita que tenía en frente.
—¿Por qué sigues haciendo esto? —preguntó Ace encogiendo sus piernas—. No tiene ningún sentido, ya te dije que no recuerdo nada de lo que pasó ese día.
—Ni siquiera lo intentas —dijo Marco cruzando los brazos—. Lo hago porque quiero y eres como mi hermano... Ace.
—Bien —contestó entre dientes y cerró los ojos por un momento, estaba haciendo un intento como le dijeron—. Marco, aquel día ¿Salí?
—Sí, ¿Recuerdas con quién?
Ace negó dando un suspiro pesado y descontento, se dio cuenta que por más que intentaba recordar, esos momentos que vivió antes del accidente se desvanecían completamente. Ello le molestaba enormemente, pero sabía controlarlo manteniendo la calma y ocultando toda emoción lo más que podía con tal de preocupar más a su amigo.
—Solo recuerdo una sonrisa...
—Ehm... Ace, casi todo el mundo sonríe.
—Yo no lo hago siempre...
Esa tensión volvió nuevamente en el ambiente, esa sensación que te hace sentir incómodo, como si alguien te estuviera mirando en alguna parte. Marco sintió un pequeño escalofría recorrer su espalda, así decidió mirar por todos lados por si había alguien, se estaba volviendo paranoico. Mientras tanto Ace optó por levantarse de su asiento para tomar uno de los tantos libros sobre ciencia ficción que había en el estante del salón. El mayor no dijo nada aunque se percató que aquel libro de tapa dura azul que tenía su hermano en las manos ya lo había terminado de leer horas antes de que saliera con su "amigo", sí, Marco creía que ellos estaban en una relación, pero ninguno de los dos lo veía de esa manera hasta que lo hicieron público un mes antes del accidente.
—Oye Ace, ese libro que tienes. —Marco hizo una pausa y luego siguió—: ¿Qué acaso no lo habías terminado de leer?
—¿Lo hice? —preguntó el pelinegro confundido. Él no recordaba haberlo hecho—. ¿Estás seguro que lo hice?
—Siempre quitas el marcador de páginas cuando lo acabas o sino pones la fecha desde que lo comienzas a leer hasta que lo terminas al final del libro.
Ace parpadeó varias veces, estaba tratando de procesar lo que su amigo dijo. Cogió el libro de pasta azul de todos modos y lo abrió en la última página, efectivamente Marco estaba en lo correcto. Su cabeza comenzó a doler, nada de qué preocuparse.
—Creo que voy a dar una vuelta... —dijo Ace dejando el libro en su lugar.
—¿Estás seguro? Parece que te vas a desmayar... —dijo Marco un poco preocupado—. Será mejor que vaya contigo.
—No.
—Pero Ace.
—¡Te dije que no, quiero estar solo Marco! Déjame tranquilo por una vez...
—Has lo que quieras. Me voy a mi despacho.
Las palabras de Ace molestaron a Marco, haciendo que éste saliera primero de la casa, por suerte la lluvia ya había parado. El pelinegro solo se limitó a permanecer en silencio, era consciente que lo hizo enojar... solo quería ayudarle. La realidad era que no tenía ganas de ver a nadie, ni quería tener ningún tipo de conversación con alguien aunque fuera su mejor amigo, se negaba rotundamente. Su cabeza le estaba dando vueltas, no sabía si era por el pequeño dolor de antes o si era porque intentaba recordar lo que sucedió aquel día... "Marco debe saber su nombre. ¿Quién era?".
Ace se acercó a la puerta, giró la manija dorada lentamente y salió de la casa dando un portazo leve, estaba algo irritado con lo de antes. No pensó que se volvería algo insoportable y directo desde que despertó, la gente cambia ¿No? El pecoso se quedó mirando al frente por unos minutos a la nada... "¿Qué debería de hacer ahora? Al menos ya no está lloviendo" Pensó.
No pretendía buscar ayuda o hablar con un extraño para contarle sobre sus problemas, ello no le importaría a nadie y tampoco venía al caso. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio un camión pasar con un anuncio hablando sobre las playas Lofoten, recuerda haber estado en ese lugar varias veces con su familia... Un gran sentimiento de nostalgia lo invadió por completo: las sonrisas de sus padres y sus amigos, las risas tiernas de un niño al ser perseguido por Marco, también habían otros rostros presentes —que recordó afortunadamente— en la playa. Ace presentía algo, pero no sabía qué era.
—Mis padres, Marco y otra familia... Un niño riendo al ser perseguido, pero ¿Quién era? —dijo el joven para sí mismo—. Maldita sea...
Ace se dirigió a aquellas playas en las que tuvo muchas memorias con su familia y amigos; él no era muy sociable que digamos, eso no quiere decir que no se relacionó con muchas personas en varios lugares. En sus inicios no le prestaba mucha atención el entablar amistades con otros, aunque ello cambió cuando hizo un programa de intercambio en el extranjero y conoció a chicos de su edad que ni siquiera pensó llegar a considerar sus amigos, todo se volvió nuevo y espectacular para el joven.
Sus pasos eran firmes y secos, no tenía porqué dudar de su trayectoria hacia su destino ya que era obvio, no iría a otro lado, pero había una cosa que no soportaba. Estaba harto de escuchar esa voz dentro de su cabeza una y otra vez, quería oír el crujir de la arena mojada con sus pisadas, oler, sentir y ver el movimiento de las olas pacíficas que se se acercaban a la orilla. Todo eso, era absolutamente relajante para él.
El querer revivir esa memoria antigua era lo único que quería, tal vez su cabeza estaba hecha un desastre: llena de pensamientos turbios, vagos, sin esperanza y perdidos en un enorme laberinto llamado cerebro. Ace era consiente de su manera de visualizar y percibir las cosas, muchas de ellas eran completamente distintas desde el primer amor hasta lo imposible que era para algunos psicólogos descifrar lo que sentía o pensaba, un completo enigma para muchos.
Ace dio un enorme suspiro después de caminar por lo menos unos 40 minutos desde su casa hasta la playa, para su suerte no había nadie. Sonrió levemente para sí mismo, estaba feliz de cierto modo al ver que estaba vacía y tenía el lugar para él solo; sus pies ya los tenía fijos en la arena, la humedad de esta era placentera y el aroma que emanaba el mar era de lo más agradable. Comenzó a andar lentamente hasta llegar a la orilla para que el agua moje sus pies descalzos, se sentía bien, cómodo y relajado ahora que estaba lejos de Marco y cualquier otra persona que pudiese molestarlo.
El pelinegro se sentó en la arena, mirando hacia el horizonte mientras las olas de la muy calmada playa venían y se iban. La melodía que emitía el mar era como un calmante para los dolores de cabeza de Ace, era como ir a un concierto de música clásica en Austria; los movimientos del manto azul se coordinaban con la respiración del joven, ese pesado mareo que sintió estando en casa solo por querer recordar los hechos de aquel accidente se desvanecieron lentamente.
Unos cuantos pasos se podían escuchar por detrás de Ace, no tenía la mínima intención de mirar quien era el idiota que iba a molestar su tranquilidad que estaba disfrutando con mucho gusto, pero su curiosidad era mayor. No estaba seguro si estaría bien en echar un vistazo rápido, pero se limitó a hacerlo.
—¿Te encuentras bien?
Esa voz hizo que el joven reaccionara y se diese la vuelta para ver de donde provenía, se quedó en silencio al mirarlo. Era un chico de estatura media, cabello negro azabache, corto y muy alborotado; ojos negros como el carbón, pero que contenía una mirada preocupada. Ambos se miraron fijamente, esto hizo que Ace sintiese algo por dentro, como si le estuviera tratando de decir algo en concreto pero no sabía qué era. Preocupación, angustia y curiosidad era lo que se refleja en los ojos de aquel misterioso chico que apareció inesperadamente, sin embargo, esos sentimientos eran momentáneos puesto que estos fueron reemplazados por una sonrisa tierna, dulce y sincera.
—Sabes, eres la primera persona que veo vagar en este lugar y en estas épocas.... Soy Luffy por cierto.
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¡Estoy de vuelta! ¿Cómo estamos?
Y sí, lo admito, se merecen un disculpa porque me he demorado en subir la historia y el primer capítulo desde que hice mi anuncio de regreso hace un mes, así que... ¿Me perdonan? 🥺
La razón era simple, no tenía portada pero sí contenido :v Así que sólo tiene una imagen por ahora... Creo que le viene bien a esta historia, ya veré qué hago luego ¯\_(ツ)_/¯
¿Qué les pareció este inicio? Yo creo que es un ok y hasta creo que he mejorado mi manera de redactar supongo... Anyways! Espero que les haya gustado este capítulo, no puedo esperar para ver sus reacciones a lo que se vendrá.
¡No vemos en la próxima!
AustriaSaurio
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