Chapter 37
—¿Qué vas hacer, Elsa? ¿Pretendes matarme de nuevo? —insinuó Hans, tentando a la reina.
Ella no pudo evitar que sus puños se cubrieran de hielo gracias al sentimiento de ira que la corroía. Sin embargo, se sorprendió al ver que Hans hacía lo mismo.
—¿Te atreviste a robar mi magia? —preguntó indignada.
El príncipe levantó su mano envuelta en hielo y la sacudió repetidas veces, sonriendo como un niño ambicioso.
—Qué sínico —espetó entre dientes —Vamos a ver qué tanto aprendiste de mí.
Movió su mano en círculos para después levantarla y enviarle un disparo de hielo directo al pecho, que él logró detener con un muro de hielo que emergió del suelo.
La habilidad del pelirrojo le resultó increíble, pero nociva en sus manos. Si lo quisiera cambiaría de bando para hacerla pedazos, sin embargo, él llegó asegurar que era un guardián para redimir sus errores, deseó que fuera verdad y que esta pelea solo fuera de exhibición.
—Me toca —mencionó derritiendo el muro —¿estás preparada para contrarrestar tu propia magia?
Elsa no respondió solo esperó el momento en el que Hans decidiera atacarla, y cuando lo hizo, pudo notar a ciencia cierta que él poseía su propia magia. Tuvo que esquivar con esfuerzo el rayo que le había enviado y de inmediato contraatacar con una lluvia de filosas esquirlas de cristal.
Hans se protegió bajo una densa capa de hielo que rodeó su cuerpo y evitó que las dagas se incrustaran en su cuerpo. Sin embargo, los cinco minutos de diversión se estaban terminando por lo que lanzó su estocada final.
Pisó con fuerza el suelo llenándolo de hielo, luego envió ese mismo hielo hasta la reina quien no pudo evitar resbalar con su propia magia. Él no perdió el tiempo y creó de su mano una gran esquirla de hielo que después tiró a la platinada, pero ella estaba un tanto aturdida y no la vio a tiempo.
Jack corrió hasta donde ella estaba y se interpuso en el camino de la esquirla. Pero lo único que alcanzó hacer fue desviar la su dirección con su brazo, recibiendo un profundo corte en su brazo derecho.
Miró la zona afectada, pero se encogió de hombros restándole importancia a la sangre que ahora emanaba de su brazo. Giró en sus talones para ver a Elsa y tenderle su mano con la intención de ayudarle a levantar del suelo.
Ella lo observó extrañada.
—¿Estás bien? —preguntó después de levantarse con su ayuda.
El asintió con una sincera sonrisa y movió su brazo de un lado a otro.
—Relájate, no me pasó nada. Esto es tan solo un rasguño. Sin embargo... —volteó a ver al pelirrojo y su sonrisa se borró.
Giró por completo y le dedicó una mirada furibunda al sujeto.
—¡Oye, idiota! —lo llamó —¡Trataste de lastimar a mi reina! ¡Ahora enfréntate conmigo si eres tan valiente!
Elsa tras de él se sonrojó a más no poder, otra vez Jack había hablado de más. Sacudió su cabeza volviendo en sí para después sostener a Jack por la muñeca.
—No es necesario que te rebajes a su nivel. Ya sabemos que clase de persona es Hans de las islas del sur —mencionó mirando al susodicho con rencor.
Jack asintió.
—Bien, pero ¿de verdad no nos vas a contar sobre tu pasado? —recalcó el tema.
La platinada soltó su brazo con cuidado. De nuevo tendrían esa amarga conversación, pero ella quería evitarlo a toda costa. Hoy no era el día indicado para revelarle su pasado, pronto tendría la oportunidad de conocerla de verdad, pero ahora no.
En un movimiento casi mecánico, sujetó el brazo de Jack, el que estaba herido. Sin embargo, él hizo una mueca de dolor que disimuló como bien pudo.
—Esto no es un simple rasguño, Jack —alegó. Después entornó los ojos.
El peliblanco mostró una media sonrisa y rascó su nuca con vergüenza.
Por otro lado, Elsa agradeció al universo por encontrar el tema adecuado para desviar el de su pasado como reina. Había logrado entretener a Jack con otra cosa por lo menos un par de minutos. Si lograba disuadirlo de hablar sobre ello el tiempo suficiente la hora que prometió Manny acabaría y volvería a casa sin tener que revivir lo que fue.
—Yo puedo ayudarles con eso —mencionó Rapunzel acercándose al par de albinos.
—Eh, gracias pero yo no... —trató de formular el ojiazul.
—Claro, Rapunzel, puedes hacerlo con toda confianza —completó Elsa interrumpiendo a su amigo —Solo trata de no hacerlo sufrir mucho.
Jack tragó saliva. ¿A qué se referia Elsa con eso? Y por qué aquella rubia podía ayudarles.
Rapunzel envolvió parte de su cabello dorado sobre el brazo herido del guardián. El susodicho se extrañó de lo que estaba sucediendo, ella se movía con tanta naturalidad como si ya hubiese hecho eso antes.
Luego de conseguir cubrir la zona afectada. Rapunzel le pidió al joven que no entrara en pánico , él no comprendió sus palabras hasta que el cabello de la chica comenzó a iluminarse a medida que ella entonaba una bella melodía. Y más se sorprendió cuando ella retiró sus cabellos y notar que en su piel blanca ya no había ninguna herida.
Durante el extraño ritual de sanación, Jack pudo percibir un magnífico poder emerger del cabello de la rubia; una magia muy diferente a la suya, un tanto cálida, pero poderosa.
—Bien eso es todo. De nada —canturreo esto último y recogió su cabello.
—Wow, eso fue increíble —dijo Jack moviendo su brazo de un lado a otro sin presentar dolor alguna —Gracias, Rapunzel.
La rubia asintió con una sonrisa y desvió su mirada hacia los demás sujetos que se le quedaron viendo embobados, a excepción de Elsa y Anna que ya conocían de antemano su grandioso poder luminoso.
—Vaya, ¡Sorprendente! —chilló con emoción Mérida —¿De dónde proviene tu poder?
—Mmm, pues... —respondió con un poco de nerviosismo. Luego tomó una hebra de su cabello y jugueteó con él —antes no lo sabía, pero ahora lo recuerdo a la perfección. Mi poder procede de una flor mágica que se utilizó para salvar mi vida y la de mi madre la reina...
—Otra princesa —aportó Hiccup, cortando la narración de la rubia —Ya son tres, quiere decir que la mayoría de guardianes tiene un respetado linaje. Bueno, exceptuando a Jack —volteó a verlo, pero este lo fulminó con la mirada —En fin, continua, queremos saber más de ti, princesa.
—Claro —asintió y retomó el hilo de la conversación —Gracias a esa planta es que pude vivir, pero con un fabuloso don. Cuando comencé a crecer mi cabello también lo hizo hasta tener que arrastrarlo, sin embargo, todo mi infancia y parte de la adolescencia viví con Gothel ya que ella me raptó cuando era bebé porque deseaba mi poder para rejuvenecer.
—¿Hablas de Gothel, la misma bruja que tenemos que detener? —inquirió Kristoff con el ceño fruncido.
Rapunzel susurró un sí como respuesta, ya que había recordado todos los momentos bellos y amargos que había vivido junto a la bruja, la ambición que corroía su ser y el desprecio que manifestó por ella cuando se reveló en su contra, incluso se atrevió a encadenarla para que no huyera de nuevo. Para Gothel ella siempre fue un objeto, un tesoro que debía esconder.
Sin embargo, con ayuda de aquel castaño logró liberarse de su yugo. Por mucho tiempo pensó que se había marchado para siempre, pero había errado, Gothel siempre estaría allí para atormentarla.
—Gothel me alejó de mi familia por dieciocho años, me hizo creer que era mi madre, pero alguien consiguió ayudarme a ser libre él... No era el prospecto de príncipe azul, pero siempre quiso protegerme hasta el punto de sacrificarse por mi para que yo pudiera ser libre —hizo una pausa y limpió una traviesa lágrima que descendió por su mejilla al recordar a su amado.
» Él cortó mi cabello, pero mi magia continuaba conmigo y con eso pude salvarlo, pero más adelante Gorhel volvió y trató de asesinarme, pero él se interpuso entre esa daga y mi corazón, luego esa bruja se marchó dejando a mi amado tendido sobre la alfombra de mi habitación, sin vida. Sin embargo, yo no quise dejar las cosas así, me fui junto con él con la misma arma con la que lo habían asesinado.
—De acuerdo ¿hiciste lo mismo que Julieta, en el libro de Romeo y Julieta? —preguntó Mavis con los ojos bien abiertos —¡Eso fue muy dramático y a la vez hermoso!
Rapunzel dibujó una media sonrisa y limpió las comisuras de sus ojos. Ella lo consideraba con un acto de amor, aunque después las cosas cambiaron porque no se encontró en el paraíso con su amado castaño.
—Igual no sirvió porque no ascendí al Edén sino que Manny me detuvo en el tiempo para decirme que necesitaba mi ayuda, yo acepté. Pero él me dijo que renacería en el cuerpo de otra persona gracias a que había maltratado el mío, sin embargo me devolvió mi cabello dorado y mi poder —sorbió por la nariz —por eso les confieso que hace poco recordé todo. Hasta la muerte de mi querido Eugene y mi honorable apellido: Corona. Yo soy Rapunzel Corona.
Su título como princesa había quedado en el pasado, ahora solo debían llamarle Rapunzel Corona, guardiana de la Luna y de la luz, porque ella iba ser eso para el mundo.
—Solo que estás equivocada, princesa perdida... —mencionó una voz gruesa cerca de donde estaban situados. Era el encapuchado número tres que avanzaba hacia la rubia —Eugen Fitzherbert no murió por completo —soltó de pronto retirándose la capa y mostrando su cabellera y ojos marrones.
Algo dentro de la princesa se estrujó al escucharlo de nuevo, sin embargo no pudo evitar caer inconsciente sobre el suelo.
(...)
Con ayuda de los poderes de Mavis, hija del conde Drácula, lograron despertar a la rubia, aunque ella continuaba todavía en shock.
De inmediato se levantó de un salto, sobresaltada.
—¡Fue un sueño ¿verdad?! —exclamó sujetando su cabeza con sus dos manos.
—No lo fue —afirmó Eugene acercándose a ella con lentitud.
—N... No puede ser... Posible —dejó que las primeras lágrimas descendieran por sus rosadas mejillas.
Después eliminó la distancia que los separaba y se tiró a sus fuertes brazos dejando escapar todo el dolor que la había agobiado hace casi más de un año.
No podía concebir lo que estaba sucediendo. Tenía a su príncipe azul frente a ella después de haber creído que se lo había llevado la muerte. Pero, era verdad, podía sentir el calor que despedía su cuerpo a través del abrazo que le estaba dando, no era ningún sueño. De verdad lo tenía de nuevo junto a ella.
Cuando se separaron el uno del otro, Rapunzel sostuvo el rostro de Eugene entre sus dedos. Observó su mirada marrón con una sonrisa y depositó un casto beso en sus labios como un agradable saludo, luego junto sus frentes con amor.
—¿Qué pasó contigo, Eugene? —musitó a su lado.
—Gothel me lastimó demasiado, hasta el punto de asesinarme, pero trascendi a un plano espiritual donde el Hombre de Luna me eligió como guardián —respondió, separándose de ella. Luego, sujetó sus manos entre las suyas —Me impresionó saber que tú también eres guardiana, pero me hace muy feliz que estemos de nuevo juntos.
La rubia no pudo evitar envolver nuevamente entre sus brazos al castaño. Se prometió a sí misma nunca dejarlo ir.
—Entonces eres uno de los nuestros —agregó Anna, uniéndose a la conversación —¿Cuál es tu especialidad, Eugene?
El aludido se movió a un lado para encarar a la pelinaranja, quien estaba muy interesada por conocer su historia. En realidad, todos querían saber sobre todos en vista de que ahora eran compañeros.
Eugene tragó saliva e inició hablar:
—Asi como ustedes yo también tengo un poder que se me otorgó para ayudarles —sonrió y elevó su mano hacia el cielo —de mis manos emerge una energía luminosa que puede destrozar cualquier cosa a medida que incremento la radiación —lanzó un disparo de luz hacia una roca que se hizo pedazos en un instante.
Rapunzel iba decir algo, pero él aún no había terminado.
—Además puedo regalarle energía a cualquier guardián, ya que esta es ilimitada —concluyó sin borrar su orgullosa sonrisa.
Eugene regresó su mirada hacia su princesa para verla sonreír y sujetar su mano con más fuerza. Gracias a la Luna habían obtenido una magia muy parecida, cálida y agradable para los dos. Ambos serían los encargados de darles la luz y la energía a los guardianes y ningún demonio podría detenerles.
—Interesante —dijo Mavis acariciando su mentón —Tu magia, Eugene, al igual que la de Rapunzel son luminosas ¿pero no les agradaría conocer magia oscura? —insinuó con una sonrisa lobuna —Hacen falta colores opacos para este grupo.
—¿De qué hablas? —inquirió Hans desde donde se hallaba sentado.
—Pues que yo soy la única aquí que posee magia oscura. Pero no se alarmen —aclaró estirando sus manos frente a ellos después de ver su gesto de desconcierto —mi poder lo he usado para tratar de atrapar a Gothel ya que me hizo mucho daño en el pasado, pero soy buena, creanme.
»Soy una vampira, y a diferencia de ustedes yo fui elegida muchísimo tiempo atrás para proteger a los de mi raza, solo que la extinción fue inevitable así que decidí unirme a ustedes y ser parte de los guardianes de Manny —dibujó una sonrisa en su rostro pálido.
—Una vampira ¿eh? Y ¿te gusta chupar sangre, pelinegra? —inquirió el pelirrojo con socarronería.
—Mi nombre es Mavis Drácula y solo consumo la de los animales.
Kristoff levantó la mirada y fulminó a la vampira, ella solo se encogió de hombros como respuesta.
—Para quienes deseen saber cuáles son mis poderes, pues son aquellos que tiene un vampiro joven, fuerza, convertirse en murciélago para poder volar, telequinesis y control de la mente, bueno esos tengo yo por naturaleza —pasó su mano por su cabello corto —Espero que después de que saben esto de mí logremos afianzar una linda amistad.
Hiccup sonrió ante el comentario de su compañera, ella siempre había sido tan optimista desde que la conoció aunque en el pasado tuvo que sufrir mucho, perdió a sus padres y a su raza, pero había conseguido superar todo para estar de pie frente a los nueve guardianes.
—Bien, ya todos nos hemos presentado ¿por qué no lo haces tú, Reina de las nieves? —propuso el jinete de dragones. Ante el gesto de desagrado que le mostró, añadió: —No tienes que decirnos sobre tu pasado, solo cómo fuiste elegida y cuáles son tus poderes nada más, no te pedimos que nos cuentes toda tu vida.
Elsa torció su gesto, no muy convencida, sin embargo, ella era la única que no había contado sobre su vida, todos desvelaron su pasado– el de algunos no muy alentador – pero lo habían hecho ¿por qué no hacerlo también? No obstante, tenía mucho miedo de lo que pensaran todos de ella.
Buscó consejo en la mirada azul de Jack Frost, quien sonrió y asintió con la cabeza enviándole una ráfaga de positivismo y colaboración. Además, entrelazó sus dedos para fortalecer el lazo de cariño que continuaba vivo entre ellos.
La reina suspiró y apretó con fuerza la mano del peliblanco para por fin iniciar con su historia.
—Reina de las nieves es un nombre que me dieron por lo de mis poderes: controlo la nieve y el hielo al igual que Jack —contempló al susodicho con una media sonrisa —Sin embargo —desvió la mirada —mis poderes fueron escondidos con recelo desde que era niña porque eran muy peligrosos, por poco y congelo mi reino.
»Mis padres, los reyes de Arendelle, lograron mantener mi magia retenida, hasta que tuvieron que alejarse de mí para que yo no los lastimara. Igual creo que funcionó al principio, pero el mundo debía conocer mi rostro. En mi coronación perdí los estribos —Anna tembló a su lado —y congelé todo mi reino, por eso Hans siempre me lo ha recalcado.
El aludido le guiñó un ojo. Ella lo miró con odio reprimido y continuó con su relato.
—Gracias a mi hermana pude salvar Arendelle y ya no tener miedo a exponer mi magia ante el mundo. Solo que un accidente lo arruinó todo... —se detuvo en seco recordando que pensaba no contarles sobre su muerte —En fin, Manny me escogió a mí para ser su guardiana y desde entonces he viajado de un país a otro hasta instalarme en este y conocerlos.
—Perfecto, Els. ¿Viste que si se podía? —dijo Jack en voz baja para que sólo Elsa pudiera escucharle.
—¿No crees que soy un monstruo por congelar tu reino, Jack? —respondió en su mismo tono de voz y cabizbaja.
Jack chasqueo la lengua y abrazó a su reina con cariño. Ella le concedió el contacto con gusto.
—Claro que no, cuando sucedió eso yo ya había muerto y había decidido marcharme después de que nadie pudo verme —susurró en su oído —¿Sabes? Siempre quise conocerte, pero por mi estatus social no pude hacerlo. Y ahora soy feliz de poder abrazarte.
Estuvieron ahí abrazados por un rato hasta que un carraspeo los hizo separarse. Era Anna que no soportaba ver que Jack le podía dar más abrazos a su hermana que ella.
—Genial todo esto, pero según mi reloj ha pasado una hora, debemos irnos ya de este bosque tan espectacular —le echó un vistazo a la naturaleza —Fue un placer conocerlos, espero verlos pronto y les deseo que consigan detener a las sombras, yo por mi parte buscaré a Gothel para evitar que siga asesinando humanos.
Como bien lo dijo la princesa, había concluido la hora y los diez ángeles habían aparacido frente a ellos para regresarlos a sus hogares. Cada criatura era diferente, unos más grandes que otros, pero igual de poderosos.
La mujer que había traído a Jack, y el niño que hizo lo mismo con Elsa, se acercaron a la pareja con la intensión de llevarlos consigo a su dimensión a través de los portales astrales.
De igual forma los demás ángeles se ubicaron al lado de cada guardián. Sin embargo, Eugene tenía una última cosa por decirles.
—Guardianes, confio en que juntos podremos derrotar a Pitch Black. Cada quien sabe lo que tiene que hacer, espero que lo atrapemos pronto y a esa desgraciada bruja que solo hace daño —dijo apretando los puños —Y por último, no teman.
Concluido su discurso, Eugene siguió a su ángel con aspecto de niña, para volver a su casa, sin embargo, antes de atravesar el portal, le aseguró a Rapunzel que la buscaría, ella asintió y ambos se introdujeron en las puertas mágicas y después desaparecer.
Mérida, Hans, Mavis e Hiccup fueron los siguientes en partir, dejando a Jack, Elsa, Anna y Kristoff solos en el bosque.
—Debemos irnos, Jack Frost —dijo el ángel del peliblanco tomándolo por la manga de su chaqueta.
—Claro, solo deja me despido —respondió y miró a la platinada —Adiós, mi reina —la abrazó de nuevo y besó su mejilla, luego acercó la boca a su oído —Lamento si fui muy insistente con el tema de tu pasado y por hablarte de forma grosera.
—No importa —dijo con una sonrisa dulce.
Jack se alejó de ella para obedecer a su ángel y regresar a casa para retomar su búsqueda. Antes de salir le guiñó un ojo como despedida final.
Elsa soltó un suspiro y vio como Kristoff se iba del bosque quedando solo ella y Anna.
—Ok, hermana, fue duro pero es bueno que hayamos superado el pasado —comunicó tomando la mano de Elsa —Nos esperan cosas buenas, te lo aseguro —dijo como despedida.
Luego, ingresó a su portal.
—¿Nos vamos? —preguntó el pequeño ángel.
Ella asintió y caminó a su lado hasta que él abrió el portal que conducía a la cocina del restaurante en el que trabajaba. Cuando lo atravesó, sintió que regresaba al mismo aburrido y solitario lugar donde laboraba casi todos los días.
Resoplo al ver que todo el lavaplatos estaba hasta el tope de utensilios sucios que tenía que limpiar. Esta sería una noche muy larga....
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