Chapter 27
Jack dejó caer el cuerpo de la platinada sobre el suelo de su habitación con cuidado de no lastimarla.
—Gracias por estar conmigo, Elsa —dibujó una sincera sonrisa en sus labios —De verdad me siento muy feliz de saber que cuento con una mujer tan linda como tú.
Elsa esbozó una sonrisa. Nuevamente su rostro se tornó caliente, podía contar con los dedos las veces que Jack la había hecho sonrrojar, superaban las veces en la que la había herido, esto ya era mucho decir. Aunque él cometiera miles de errores siempre habría algo que enmendaría las cosas, como una que otra palabra bonita.
Rascó su nuca, un poco apentada y recordó que aún conservaba la sudadera que le prestó. Se la quitó con cuidado y la extendió frente a él.
—Gracias —musitó con una sonrisa.
Jack asintió y se la colocó de vuelta, luego miró a la chica a los ojos, perdiéndose en esos lindos zafiros que poseía y en el brillo que desprendían.
—Debo marcharme —anunció —fue un gusto estar a tu lado por unos minutos, me has ayudado a sentirme mucho más tranquilo. Hoy no fue el mejor día de mi vida, pero tú lograste hacerme sentir mejor, gracias.
Elsa soltó un leve suspiro y le dedicó una sonrisa.
—Jack... Si necesitas con quien hablar, aquí estoy, o si deseas que te ayude en algo con Emma no dudes en buscarme —le prometió, tocando su pecho con su mano —Es una promesa de mi parte.
El peliblanco no pudo reprimir el impulso y abrazó a la platinada en un gesto de agradecimiento. Después, se separó de ella y depositó un suave beso en su pálida mejilla.
—Adiós —fue lo último que dijo antes de tomar su cayado y emprender vuelo.
Elsa se quedó detenida frente a la ventana acariciando la zona en donde Jack había colocado sus labios. Una sensación de calidez la acogió y un nuevo sentimiento emergió de lo más profundo de su helado corazón, poco a poco se estaba fragmentando la coraza de hielo que lo cubría.
Hace mucho tiempo que no sentía algo parecido, la última vez que sintió esa sensación fue el día en que pudo descongelar su reino gracias al verdadero amor de su hermana Anna. Revivir ese sentimiento después de muchos siglos es algo cautivador y nuevo para ella.
En medio de su cuarto encontró el ramillete de rosas de cristal tiradas sobre el suelo. Caminó hasta ellas y las recogió, la luz de la luna que se colaba por su ventana las hacía ver mucho más hermosas que no valía la pena dejarlas perder en la basura, por tanto, las escondió en el cajón de su mesa de noche para que Anna no las encontrara nunca y sacara conclusiones por sí misma.
Después de cerrar con llave el cajón se dirigió a su cama y se dejó caer sobre el mullido colchón dejando escapar un suspiro de anhelo, ese día si que había sido diferente a los demás, cumplió su sueño de poder volar, pero no estaba conforme con haber echado a su hermana de su cuarto, en la mañana le pediría disculpas y la carga de sus hombros se liberaría.
Cerró sus ojos y se dejó llevar por el hilo de sus sueños hasta encontrarse de nuevo con aquella sonrisa espléndida y esos hipnotizantes ojos claros.
Por otro lado, Jack acaba de llegar a su hogar con una dulce sonrisa pintada en sus labios, salir de su habitación y buscarla fue lo mejor que pudo haber hecho, ella lograba saciarlo de una cálida sensación que lo hacía sentir más que bien. Ahora podía confiar en ella y en el poder de su amistad, con ella sería más fácil enfrentarse al cúmulo de problemas que pueda presentarsele.
Se quitó los zapatos y su sudadera para relajar su cuerpo, luego se tiró sobre la cama y olisqueó su buzo notando el nuevo olor que despedía, uno tan delicado y femenino como la chica que la había usado.
Dejó la prenda de vestir a un lado y miró hacia el techo analizando todo lo acontecido en su vida; ahora tenía una gran responsabilidad, proteger a su hermana y a su bebé de todo mal. No quería fallarle por nada del mundo, por eso sacrificaría su tiempo libre para conseguir el sustento económico requerido por Emma.
Sus párpados comenzaron a cerrarse contra su voluntad hasta que no pudo aguantar más, el sueño lo había vencido.
Despertó en medio del bosque, solo y desconcertado. Tenía puestas sus antiguas vestiduras, la sudadera azul rey salpicada por la nieve, que usaba cuando era guardián, y el pantalón color marrón, sin olvidar la vara de madera que siempre retenía a su lado.
No usaba calzado, podía sentir las hojas marchitas bajo sus dedos y el viento que soplaba con fiereza a su aldedor, sin ser él quien lo controlaba.
—¿Hola? —gritó, pero nadie atendió a su llamado.
Inició a correr sin rumbo fijo en medio de los gigantescos árboles que estaban situados en el bosque. El inclemente silencio lo estaba desesperando y la soledad estaba haciendo mella en su interior, revivió el dolor de estar completamente solo.
—¿Alguien me oye? —insistió abrumado por el desconocimiento.
—Nadie lo hará, eres invisible e insignificante para este mundo —habló una voz ronca e imponente a su espalda.
Jack giró su cuerpo a toda prisa, topándose de frente con el odioso pelinegro de ojos dorados sentado sobre una roca, mirándolo con una socarrona sonrisa.
—¿Qué haces aquí, Logan? —escupió su nombre entre dientes.
—Solo disfruto del paisaje, del silencio y la soledad —contempló su alrededor sin borrar su sonrisa —Este es el mundo que yo anhelo, lleno de soledad y tristeza, me inspira y me llena de poder. Sentir la frialdad del viento y la oscuridad de la noche sin percibir la presencia de ningún humano ¿no te parece agradable, Frost?
Sus miradas se conectaron al instante reconociendo lo diferentes que eran sus iris, los de Logan llenos de avaricia y rencor, los de Jack brillantes y cautivadores. Eran tan distintas sus aspiraciones y sueños que estar cerca los hacía sumergirse en una disputa por el control, entre el bien y el mal.
—No vale la pena estar frente a un sicópata como tú —hizo un aspaviento con su mano y se giró en sus talones.
Sin embargo, percibió una nueva presencia detrás suyo, una mucho más poderosa que el propio Logan. Una peligrosa magia se había esparcido a su alrededor con peligrosidad.
—¿Te vas tan rápido, Jack? —escuchó una nueva voz.
Algo dentro de su ser le indicó que debía voltear y encarar al ser que acababa de llegar. Siguió las órdenes de esa voz y volteó con lentitud.
Sus ojos se abrieron como platos cuando notó la presencia de ese malnacido ser, aquel que le había causado muchos dolores de cabeza hace muchos años.
Pitch Black estaba a un lado de Logan con las manos entrelazadas a su espalda y con una sonrisa maligna dibujada en su boca. Seguía siendo el mismo, con su cabello negro, ojos dorados, piel grisácea y vestiduras oscuras.
—Te sorprende verme de nuevo, guardián —musitó.
—Sigues con vida —retrocedió un par de pasos y levantó su cayado frente a él.
—Los dioses no podemos morir tan pronto —respondió con osadía —Seguiré atormentándote por muchos años más, te lo puedo asegurar.
—No tienes la fuerza necesaria para hacerlo, te derrotamos hace mucho tiempo, además, ya no tienes niños que amedrentar —dijo con una sonrisa.
—Crees que necesito de esos niños para sobrevivir, pero te equivocas el miedo no solo lo sienten los infantes —negó con la cabeza —Hay personas que me alimentan sin siquiera notarlo —sus ojos brillaron de codicia.
Pitch desvió su mirada hacia Logan y le indicó con su dedo que se levantara, el muchacho lo hizo sin chistar.
Jack, desde el otro lado, observó como ambos hombres se miraban a los ojos, de misma tonalidad. Sonreían como dos fieras que acaban de capturar a su presa. Pitch susurró algo que no pudo entender, pero que después pudo interpretar como una orden hacia Logan.
—Mi querido amigo Jack —comenzó hablar el pelinegro —Desde este momento comprenderás lo ciego que has sido todo este tiempo.
Una capa de oscuridad emergió desde la tierra cubriendo todo a su alrededor. Jack trató de destruirla con el poder del viento, pero fue imposible. A lo lejos, lo único que pudo observar fue como dos cuerpos se unían en uno solo, deseó no haber visto eso jamás.
Pitch y Logan se habían unido frente a sus ojos, la estupefacción cubría cada parte de su rostro, sus ojos y boca estaban abiertos en su totalidad.
La bruma se dispersó mostrando solamente el cuerpo de Pitch mucho más rejuvenecido y fuerte.
Hizo tronar su cuello y desvió su mirada al aturdido peliblanco.
—Pareces sorprendido, Frost. ¿Te gusta mi nueva imagen? —dijo estirando sus brazos.
—¿Q... Qué... Sucedió? —tartamudeó.
—Te lo voy a explicar de una forma que entiendas, niño —cambió su gesto a uno serio —El joven que conociste hace un par de meses y yo... Somos la misma persona —desveló.
Jack se dejó caer de rodillas sobre el suelo y empuñó sus manos a sus costados.
—La decepción duele en ocasiones ¿sabías? —comentó avivado por la satisfacción de verlo desfallecer.
—No es cierto... ¡No es cierto! —gritó con todas sus fuerzas —¡Esto es solo una maldita pesadilla! —golpeó la tierra con su puño —¡No pude haber sido tan imbécil de no haberme dado cuenta!
—Puede que sea una pesadilla, pero es la que más disfruto —soltó una carcajada.
Jack se levantó del suelo, sujetó su cayado y disparó un potente rayo de hielo hacia el Amo de las pesadillas. Sin embargo, lo esquivó con facilidad.
—Oh, lo lamento, Frost, pero has vivido en un engaño todo este tiempo —rió con más ahínco.
El peliblanco corrió hasta él y lo golpeó con su cayado. Pitch desapareció en una capa de oscuridad antes de ser interceptado por su golpe.
—Te buscaré, Jack, y sabrás lo que es el verdadero dolor —escuchó su voz, pero no pudo ver su cuerpo por ningún lado.
Se elevó y lo buscó por todos lados. Pero cuando voló más arriba, sintió que perdía el control de su cuerpo y se dejó caer a toda velocidad sin poder evitarlo. Pensó que su cuerpo chocaría estrepitosamente contra el cielo, pero nunca sucedió.
Despertó agitado y con una capa de sudor cubriendo su cuerpo. Se levantó de la cama y tomó una bocanada de oxígeno. Su corazón golpeaba su pecho con violencia y su mente revivía una y otra vez las palabras que había emitido ese ser tan despreciable.
De pronto, comenzó a escuchar risas a su alrededor. Una sombra se situó en la esquina de su habitación y lo señaló con su dedo. Después desapareció dejando una hoja de papel tirada sobre el suelo.
Jack caminó hasta el trozo de papel y leyó su contenido.
"He vuelto"
Destrozó la hoja y la tiró al cesto de basura. El inicio de una nueva guerra se avecinaba, pero no estaba dispuesto a perder, se llevaría la victoria una vez más.
Jack corrió hasta la ventana, la abrió y miró a luna.
—Manny, te necesito —imploró con un gesto de zozobra.
Sin embargo, El Hombre de la Luna no se hizo presente, de nuevo. Haciéndolo enfadar aún más, odiaba que Manny lo abandonara una y otra vez cuando más lo necesitaba, pero debía conformarse con su ausencia y seguir adelante por si solo.
Se alejó del marco de la ventana y salió por la puerta como alma que lleva el diablo, y sin reflexionarlo mucho, tocó las puertas de todos sus ex compañeros guardianes, aunque ninguno quiso abrirle. Entendía que estuviesen durmiendo, ya que ahora lo requerían para descansar, pero lo que tenía que decirles era mucho más importante.
—Norte, abre de una vez por todas —insistió tocando con más ahinco su puerta.
Poco después escuchó que la puerta crujía, para en segundos abrirse. Un desarreglado fortachón lo fulminó con la mirada y por poco quiso estrangularlo por interrumpir su momento de sueño.
—¿Qué quieres, Jack? —preguntó con voz ronca y aparente molestia —¿Por qué me molestas a esta hora?
—Sí ¿por qué lo haces, niño? —dijo Aster quien se acercó a ellos con el ceño fruncido y los brazos cruzados —¿cómo te atreves a despertarnos?
Jack encaró al peligris con una mirada fría, más que su propia magia.
—Es muy importante que sepan lo que tengo que decirles —explicó —Muchas cosas están en riesgo.
—¿Qué dices? —inquirió Tooth desde el marco de la puerta de su habitación, que se encontraba frente a la de Norte.
Su cabello estaba un desastre y sus ojos estaban a punto de cerrarse gracias al sueño que sentía.
—Les explicaré todo allí abajo, aquí no es apropiado hablar —comunicó y de inmediato se dirigió a las escaleras que conducían a la planta baja.
Encendió las luces y esperó a que sus somnolientos amigos bajaran, y lo hicieron, a su paso.
Todos se ubicaron en los sillones de la sala de tal forma que pudiesen verse a los ojos. Jack le indicó a los tres que prestaran mucha atención y que no se dejaran vencer por el inclemente sueño.
—Hablaré sin rodeos, algo ha sucedido frente a mis ojos y no lo he podido evitar —hizo una pronunciada pausa y tragó saliva con esfuerzo —Es difícil para mí aceptarlo, pero...
—¡Dilo de una maldita vez que estoy cansado! —exclamó el impaciente Aster.
—De acuerdo, ¿quieres saberlo? Pues lo que tengo que confesarles es que el hijo que está esperando mi hermana es de Pitch Black —soltó de pronto.
Los tres presentes quedaron estupefactos al escuchar las palabras del peliblanco, incluso, todo el sueño que sentían se disipó en un instante.
—¿Qué? —dijeron al unísono.
—E... Eso es imposible —tartamudeó Tooth con un leve temblor en sus manos.
Jack se inclinó sobre su silla y colocó sus codos sobre sus rodillas, luego sujetó su rostro con sus dedos.
—Ese maldito me engañó todo este tiempo —dijo con un amargo sabor de boca, y un sentimiento oscuro de odio —Se hizo pasar por un humano y manipuló a Emma a su antojo.
Intentó retener las lágrimas de impotencia que se asomaban por las comisuras de sus ojos, pero le costó mucho; tuvo que cerrar sus ojos y evitar el deseado anhelo de llorar.
La pequeña mujercita de cabello castaño se situó a su lado y lo abrazó por los hombros como una madre abrazaría a su hijo. Susurró palabras de aliento en su oído que sirvieron para que encontrara algo de apoyo y para que ese dolor comenzara a disiparse de su interior. De verdad agradecía su ayuda.
—No comprendo cómo pudo convertirse en humano —comentó Norte con la mirada perdida en un punto del suelo —Pitch Black no pudo haberlo hecho por sí solo, esa clase de magia no le pertenece. Él es un ser muy astuto, pero jamás llegó a ese punto de posicionarse de un cuerpo diferente al suyo.
—Además, Jack, ¿cómo sabes que Pitch nos la jugó de esa forma? —agregó Aster con el ceño fruncido.
El peliblanco separó los dedos de su cara para observar al ojiverde.
—Se presentó en mis sueños hace unos minutos, y me pareció escuchar su risa en esta casa —afirmó con algo de pesadumbre en su mirar —Me abrió los ojos y me advirtió que volvería.
—Entonces, ¿podemos atribuirle la aparición de las sombras solo a él? —inquirió la castaña acariciando la espalda del chico.
—En efecto —asintió con la cabeza —Ha estado todo este tiempo muy cerca de mí, incluso dejé que se acercara a mi hermana. Fui un completo idiota al no darme cuenta de las artimañas que estaba usando para herirme, y lo hizo —apretó los puños y frunció los labios.
Desde un principio sintió que "Logan " no le generaba mucha simpatía, pero ignoró ese sentimiento por obra del amor que sentía por su hermana y por lo feliz que parecía ser a su lado, sin embargo, hoy la verdad los azota con violencia y el dolor fluye de su ser, Pitch mostró su verdadera faceta y ha decidido crear una nueva disputa entre ellos, esta vez no lucharía por los niños, sino por el honor de Emma.
Y, por otro lado, su cabeza estaba a punto de estallar con todos los conflictos que se le estaban presentando, como el hecho de ocultarle a Emma la verdadera identidad del que algún día fue el amor de su vida, sin embargo, se llevaría el secreto a la tumba -por así decirlo -Todo por protegerla.
—Le dirás a Emma todo esto ¿verdad? —Tooth lo miró a los ojos esperando su confirmación.
—No, no le diré, ni ustedes lo harán —les advirtió con severidad.
Tooth y Norte asintieron, pero Aster lo dudó un poco. No se encontraba conforme con toda esta situación.
—Y si la criatura que esta esperando esa niña resulta ser igual de perversa que su padre ¿qué harás? —preguntó, pero esta vez lo hizo de una manera decente sin la intensión de herir o molestar al muchacho.
Jack no había pensado en ello antes, todo sucedió tan de repente que ni tiempo le dio de analizar desde ese punto de vista.
Se preguntó una y otra vez a si mismo qué haría, pero nada llegó a su mente.
—Yo... No lo sé —respondió con sinceridad —Solo espero que eso no suceda.
—No creo que cuentes con tanta suerte —aportó.
Jack lo fulminó con la mirada y después volteó a ver a Nicolas pidiéndole con la mirada su sabio concejo. Norte evaluó todas las posibilidades dentro de su ser, pero no encontraba una solución concreta.
—Estaríamos hablando del nacimiento de un nuevo ser oscuro. Tendríamos que lidiar con dos problemas —colocó los dedos sobre su mentón, pensativo —Puede ser que su poder sea más peligroso que el de Pitch.
—¿Y si no es así? ¿Y si nace sin poderes? No tendría que significar un enemigo para ustedes, además hace parte de mi familia —dijo el albino, esperanzado.
Norte torció su gesto.
—Quizás eso no suceda. Debemos tomar medidas drásticas —sentenció —Y consultarle al Hombre de la Luna primero.
—Él no vendrá, te lo aseguro, este problema es solo nuestro —aportó con acidez.
—De acuerdo, entonces ¿qué piensas hacer? —preguntó Aster, impaciente.
Jack tomó un respiro y movió sus hombros para aliviar la carga que sostenían.
—Yo me haré cargo de Emma, nada le faltará si está a mi lado y responderé por ese bebé, así tenga que entregar todo de mí para hacerlos feliz —dijo muy seguro de si mismo —Pitch no se acercará ni un centímetro a ellos y si lo hace, lo mataré con mis propias manos, sea o no inmortal. Es un juramento...
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